FIN DEL BIPARTIDISMO DOMINANTE Y AUGE NACIONAL-POPULISTA EN ESTRASBURGO

27 de mayo de 2019

                
Aún con resultados provisionales, las elecciones europeas del fin de semana confirman un nuevo panorama político común en la Unión, la emergencia del desafío nacional-populista y el debilitamiento de las opciones hegemónicas de centro-derecha (Partido Popular) y centro izquierda (Socialdemocracia), el fortalecimiento de las dos familias secundarias del consenso centrista (liberales y ecologistas) y el estancamiento si no el retroceso de la izquierda reivindicativa.
                
Los Grupos Popular y Socialista no podrán determinar el ejecutivo de los 28 (27), es decir la próxima Comisión Europea. La alternancia se ha terminado. Los populares pierden 38 escaños (se quedan en 179) y los socialistas 36 (no pasan de 150). Los beneficiados son los liberales, que ganan 39 (casi los mismos que pierden los populares) y suman 106, lo que les convierte en tercera fuerza política, y los verdes, que mejoran en 18 y pasan de 52 a 70, lo que les permite situarse como cuarto grupo representado en la Eurocámara. Los conservadores, que eran hasta ahora la tercera fuerza del Parlamento europeo, con 56 escaños, pierden 18 y se quedan en 58, por debajo de liberales y verdes.
                
La izquierda unitaria ha salido también derrotada al perder 14 escaños (pasa de 52 a 38), cae al sexto puesto y, lo que es más importante, no consigue beneficiarse del desgaste socialista. El griego Syriza seguirá siendo el partido faro al conseguir frenar su desgaste.
                
LA CONSOLIDACIÓN AL ALZA DEL NACIONAL-POPULISMO
                
Todo indica que el voto de las clases populares, incluida la clase media azotada por la crisis, se ha fugado al nacional-populismo, confirmando una tendencia iniciada ya hace unos años. Los principales exponentes de esta opción política han cosechado resultados muy favorables. La Liga gana las elecciones en Italia, el Reagrupamiento (antes Frente) Nacional en Francia, el Partido del Brexit en Italia y Alternativa por Alemania erosiona notablemente la alianza democristiana. El retroceso del FPÖ en Austria, tras el escándalo del video que ha roto la coalición de gobierno con el PP, es mínimo (sólo pierde un escaño). Y lo mismo le ocurre al xenófobo Partido por la Libertad holandés.
                
El partido polaco gobernante, Ley y Justicia (PIS), contrariamente a sus socios de grupo, los tories británicos, mejoran sus posiciones y se afianzan como principal fuerza política de su país, más cerca del nacional-populismo que del conservadurismo en el que están inscritos formalmente. Lo mismo cabe decir del FIDESZ húngaro, que prácticamente repite resultados, sin rastro de erosión por las críticas de los principales partidos europeos.
                
LAS RADIOGRAFÍAS NACIONALES
                
El análisis pormenorizado, país por país, puede matizar algunas conclusiones de este análisis preliminar, pero la tendencia es bastante clara: el modelo de alternancia bipartidista en la cúspide se ha roto, el nacional-populismo crece a costa de todas las izquierdas y la derecha clásica y las opciones centristas secundarias recogen parte del naufragio de los hegemónicos pero no desafían sus liderazgos respectivos.
                
En Alemania, los resultados componen un epitafio simbólico de la era Merkel. El descenso democristiano es moderado (cinco diputados menos), pero el ascenso de los euroescépticos (AfD) es superior (10 escaños más), igual que el de los verdes. Los liberales, fuerza subsidiaria a derecha e izquierda sigue su anémica recuperación (sólo suman un escaño más). La izquierda contestaria sólo experimenta un retroceso mínimo, confortada en su bastión oriental. La socialdemocracia continua su declive, al perder 11 de sus 27 escaños.
                
Francia ofrece un panorama inquietante para el proyecto del Presidente Macron. Marine Le Pen le ha superado en un punto, haciendo trizas esa proporción de 2/3 frente a 1/3 en las presidenciales de hace dos años. El movimiento presidencial y sus aliados aportarán 21 diputados al reforzado grupo liberal en Estrasburgo. Podrán plantear una alianza con socialistas o populares para participar en el control de la Comisión. Pero la pretenciosa ambición de Macron de convertirse en el líder de Europa en el periodo post-Merkel ha sido cuestionada seriamente. Marine Le Pen ya le ha pedido que disuelva la Asamblea Nacional, un anuncio de lo que será el resto del quinquenato. El varapalo sufrido por los gaullistas refuerza la aspiración nacional-populista de encarnar la opoEl varapalo sufrido por los gaullistas refuerza la aspiración nacional-populista de encarnar la oposición. Por lo demás, cabe esperar más presión de la calle. Los resultados pueden alentar la revitalización de los chalecos amarillos. 
                
Gran Bretaña ofrece lo esperado: el corolario del Brexit en su máxima expresión. El desganado voto de los insulares favorece el puñetazo en la mesa del grupo más claramente eurófobo. El triunfo del Partido del Brexit del polémico Farage (que duplica su representación) destroza a los tories (pasan de 18 a 4 escaños), que ya están en la sucesión de Theresa May, sin saber en absoluto cómo salir del embrollo de sus relaciones con Europa. Los laboristas son castigados (pierden ocho escaños) sin duda por su división interna en torno al Brexit. Aunque los remainers seguirán presionando a Corbyn, los resultados ofrecen un dibujo incierto. Las bases populares en las zonas perjudicadas siguen viendo un segundo referéndum como una suerte de fraude. Los sectores favorables a la permanencia no parecen contar con fuerza numérica suficiente para convertir al Labour en una alternativa clara de gobierno. Los liberales recogen el voto de los partidarios de permanecer en la Unión, confirmando sus habituales buenos resultados en los comicios europeos.
                
En Italia, la Lega (populismo de derechas en la Padania, las regiones del norte) minimiza a su socio de gobierno, los 5 estrellas (populistas difusos, más afianzados en el Mezzogiorno), al obtener 28 diputados (frente a los 6 actuales), mientras los herederos de Beppe Grillo prácticamente repiten sus resultados, con una mejora de apenas dos escaños, hasta los 14. El Partido Democrático, adscrito a la social-democracia, pierde con respecto a 2014, pero apunta una cierta mejoría al superar en votos al Movimiento 5 estrellas.  La derecha berlusconiana retrocede ligeramente, sin duda debido al empuje de los liguistas.
                
LA ANOMALÍA ESPAÑOLA
                
En la Península ibérica, la lectura europea es clara: la recuperación del PSOE (siete escaños más, hasta 20) y la estabilidad al alza del PS en Portugal (dos más, hasta 10) contrastan con la anemia socialdemócrata en la Unión. Pero la novedad española es la entrada de VOX en el Parlamento europeo (3 escaños) lo que reforzará al nacional-populismo europeo.
                
En clave interna, esa España hasta ahora inmune a la extrema derecha, consagra a esta fuerza como decider; es decir, consolidaría el modelo andaluz de convertirse en llave de gobiernos regionales y locales del centro-derecha. España volvería a ser anomalía en Europa, pero en sentido contrario al que conocíamos: se convertiría en el único país de los grandes de Europa en que conservadores y liberales gobiernan con o son apoyados por la ultraderecha. Ni Merkel ni Macron se sentirán muy a gusto con esta circunstancia.          
               
                 

MAPA-GUÍA DEL PARLAMENTO EUROPEO



He elaborado un mapa-guía para moverse por el Parlamento Europeo: grupos, partidos, papel que juegan en la política de sus países (jefatura del gobierno, participación en coaliciones, labor de oposición).

Publicado en LA HORA DIGITAL:

EUROPA VOTA BAJO EL ESPECTRO DEL NACIONAL-POPULISMO



                
El espectro del nacional-populismo sobrevuela las elecciones europeas que se celebran desde este jueves al domingo en los 28 países miembros. Encuestas y analistas le auguran un auge notable, hasta un 30%, según algunos de ellos.
                
Hace dos años se vivió el maratón electoral (Holanda, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Austria y Chequia) como un test decisivo para comprobar si el proyecto de integración europea seguía teniendo futuro. Los nacional-populistas fueron frenados, pero no derrotados. Ahora estamos ante el desafío de ese voto anti-establishment, ya que estos comicios se tienen como secundarios y, por tanto, menos arriesgados para manifestar el malestar social (1).  
                
FACTORES QUE HAN IMPULSADO Y LIMITADO EL RIESGO EXTREMISTA
                
1) La responsabilidad de los partidos del llamado consenso centrista (democristianos, conservadores, socialdemócratas y liberales, fundamentalmente), que no han sabido orquestar una respuesta eficaz y justa a la pavorosa crisis económica y social de la última década, favoreciendo el incremento de la desigualdad, el empobrecimiento de las clases medias, y la marginación creciente de las capas populares
                
2) El incremento de la presión migratoria, como consecuencia de la agudización de los conflictos en África y Oriente Medio, tras el desastre de la política neocon y la fallida primavera árabe. Los compromisos europeos a favor del desarrollo en esas áreas desestabilizadas y conflictivas se han ido debilitando.
               
3) El agotamiento de las ideologías europeas dominantes en la segunda mitad del siglo anterior y su incapacidad para implantar en unas sociedades bajo presión un discurso político sincero y comprometido, lo que ha favorecido el auge de opciones extremas: nacionalistas, populistas, xenófobas, seudo-libertarias e incluso nostálgicas del autoritarismo.
                
4) La heterogeneidad y dispersión del fenómeno ha limitado el alcance de su amenaza sobre el llamado orden liberal, al no haber sido capaces de ofrecer una alternativa continental o supranacional, quizás precisamente por haber quedado atrapados en la trampa de su discurso nacional y despectivo de cualquier cosa que suponga compromisos transnacionales.
                
5) Una extraña connivencia con la Rusia de Putin, más por interés puramente material (supuesto apoyo económico) que por sintonía con la deriva nacional-autoritaria del Kremlin. El último escándalo que le ha costado el puesto al líder nacional-populista de Austria y el colapso del gobierno derechista en Viena es uno más de una cadena que ha afectado a las formaciones de Francia o Italia, entre otras.
                
6) La capacidad para influir de formas diversas en las fuerzas políticas tradicionales, sobre todo del centro-derecha, forzando el acomodo de programas a sus ideas con más gancho (Francia, España), provocando disensiones en coaliciones conservadoras (Alemania, entre la CDU y su hermana, la CSU bávara), incluso aceptándolos como socios menores de gobierno (Austria, hasta hace sólo unos días).
                
7) La pasividad o negligencia del centro derecha, al exculpar, justificar o permitir a ciertas formaciones con responsabilidad de gobierno en sus países los excesos cometidos contra las libertades y normas democráticas, como son los casos del FIDESZ húngaro, socio aún, aunque bajo suspensión temporal del Partido Popular europeo, o del partido polaco Ley y Justicia (PIS), aliado de los tories británicos en el Grupo Conservador y Reformista.
                
Así pues, los factores impulsores del auge nacional-populista han sido compensados por otros que han frenado o amortiguado su impacto político. La Eurocámara es una institución muy criticada por los populistas por su carácter supranacional y sus dispendios (2), aunque paradójicamente haya servido como terreno propicio para el despliegue de ideologías de protesta (en la derecha, pero también en la izquierda). No lo suficiente, sin embargo, para amenazar seriamente la hegemonía centrista. Curiosamente, el factor división ha jugado un papel de contrapeso al reducir la influencia de los contestatarios.
                
LAS RENCILLAS DEL NACIONAL-POPULISMO
                
Los nacional-populistas no han sido capaces de unificar credos ni sumar efectivos para asaltar la institución más representativa del entramado político europeo. En la actualidad, están esparcidos en tres grupos de la Eurocámara.
                
El más fuerte (por encima del 10% de los eurodiputados) es el Grupo de Conservadores y Reformistas, comandado por el Partido Conservador británico, euroescéptico, por supuesto, pero supuestamente alejado de postulados populistas. El otro partido grande de este grupo es es el muy derechista PIS polaco. Como le ocurre al PPE con FIDESZ, los tories han demostrado pocos escrúpulos al maridarse con un partido que quiebra cada día compromisos básicos de la democracia y los valores europeos, como la independencia judicial o la libertad de información, por no hablar del revisionismo de la II guerra mundial.
                
Otras dos formaciones de este grupo son dos de los partidos xenófobos nórdicos más pujantes, los Demócratas suecos y los Verdaderos finlandeses.
                
La Europa de la Libertad y la Democracia Directa (EFDD), con más del 5% de los eurodiputados, está liderada por Alternativa por Alemania (AfD, partido xenófobo que nació como oposición al euro). Además cuenta en sus bancadas con dos formaciones francesas de discurso euroescéptico y escindidas de los bloques principales de la derecha: Patriotes, del otrora mano derecha de Marine Le Pen, Florien Philippot, ahora tratando de explotar el fenómeno de los gillets jaunes; y Debout France, expresión de los soberanistas procedentes del gaullismo más rancio. Se han unido a este grupo otros disconformes, en este caso con el Partido Conservador británico, agrupados en el Brexit Party, y el sector más derechista del Movimiento 5 estrellas de Beppe Grillo.
                
El otro grupo es la Europa de las Naciones y las Libertades (ENL), algo menos del 5% de los parlamentarios. Aglutina el nacionalismo de repliegue o rechazo, conservador y retrógrado, bajo el liderazgo intelectual del Rassemblement National (exFrente Nacional) de Marine Le Pen, el impulso enérgico de la Lega italiana y la influencia gubernamental de los sedicentes liberales austríacos (FPÖ), hasta que ha estallado el escándalo del video que destapa una supuesta operación corrupta con una representante de los oligarcas rusos. En este grupo se cobijan también unos disidentes eurocríticos del centro-derecha alemán, reunidos en el Die Blaue Partei, el minúsculo pero bullicioso Partido del Brexit, heredero del UKIP del polémico Neil Farage y los xenófobos flamencos del Vlaams neerlandés.          
                
Por tanto, el nacional-populismo está dividido. Sus líderes son incapaces de ponerse de acuerdo, debido al lastre que supone su retórica patriotera y por una lucha de egos no resuelta. La politóloga Nathalie Brack ha estudiado los límites de su actuación en el Europarlamento (3).
                
Algunos de las estrellas nacional-populistas (Salvini, Le Pen) pretenden ahora de nuevo aunar fuerzas en un solo grupo, cuando se constituya el nuevo Parlamento (4). Pero se mantienen varias incógnitas. A saber, qué pasará con FIDESZ. Si el PPE necesita sus votos para mantener la hegemonía, es dudoso que terminen expulsándolo del grupo definitivamente. Si lo hacen, el partido de Orban debería recalar en ese nuevo grupo unificado de la derecha soberanista.
                
Por otro lado, de consumarse el Brexit, los tories británicos dejarán al grupo Conservador integrado solamente por el partido polaco gobernante Ley y Justicia y pocas formaciones residuales adicionales, lo que puede acelerar una migración de todos ellos al PPE o a los nacional-populistas. Estaríamos ante una reestructuración del nacional-populismo.
                
LA DISPERSIÓN DEL CENTRO DERECHA
                
Otra de las claves a dilucidar en esta ronda electoral es la capacidad del centrismo político para someter esta contestación aparentemente antisistema bajo límites manejables, como hasta ahora. La lucha por la hegemonía complica seriamente este propósito. A día de hoy, la fuerza dominante en el Parlamento europeo es el centro derecha, con 217 diputados (casi el 29%). Aspira a continuar siéndolo, pero no lo tiene asegurado. Las familias políticas que gobiernan en los estados europeos están divididas en tres grupos: Populares democristianos, Conservadores y reformistas y  Liberales-demócratas.
                
En el Partido Popular europeo, en origen de inspiración democristiana, cohabitan formaciones genuinamente adscritas a esa ideología, arraigadas en Alemania, Holanda, Bélgica, Austria o Dinamarca, con otras de perfil netamente conservador. Es el caso del Partido Popular español, cuyo perfil es poco tributario de la doctrina social católica ya desde hace años, o de Forza Italia, cuyo auge ocurrió a costa precisamente de la Democracia Cristiana italiana, fuerza hegemónica durante décadas, a la sombra del Vaticano. Y qué decir de Los Republicanos franceses, antiguos gaullistas, que nunca pudieron ser considerados como partido confesional. No es de extrañar que la derecha francesa, más atomizada de lo que sus éxitos electorales indican debido al sistema electoral de agrupamientos en segunda vuelta, se encuentre dispersa en varios grupos políticos del PE.
                
El gran lastre del PPE es la presencia en sus filas del partido húngaro FIDESZ, liberal en sus orígenes, en el tardocomunismo de finales de los ochenta, pero inscrito ahora en la tendencia iliberal, autoritaria y dudosamente democrática. EL PPE ha sancionado al partido del primer ministro Viktor Orban, pero no ha querido expulsarlo, porque aporta una decena de diputados que le ayudan a sostener su hegemonía en Estrasburgo. El líder del PPE y aspirante a presidir la próxima Comisión Europa (spitzen kandidat) es el bávaro alemán Manfred Weber (CSU), que mantiene puntos de vista sobre migración próximos al nacional-populismo.
                 
Los liberales de la ALDE agrupan a un 9% de los eurodiputados. Macron ha asumido el liderazgo externo del grupo, aunque su dirigente parlamentario sea el belga Guy Van Verhofstadt y los alemanes del FPD provean una buena parte de sus actas parlamentarias. Ciudadanos se inscribe lógicamente en este grupo, con la incómoda compañía del PdCat y, sorprendentemente, el PNV, al que no podríamos calificar de liberal en España (de origen democristiano, conservador en lo social y nacionalista en su ambición estratégica).
                
El líder francés se presenta en estas elecciones como la máxima garantía para frenar al nacional-populismo, como ya hiciera con notable éxito en las presidenciales de su país (6). Pero su estrella se ha apagado un poco por la contestación social y la falta de sintonía con otros líderes europeos. Macron  no se resiste al papel de comparsa de los liberales y pretender acabar con la alternancia entre populares y socialistas (7). Sus diferencias con la canciller Merkel han bloqueado las expectativas de restauración del motor franco-alemán que se abrieron con la llegada al Eliseo del joven dirigente francés (8).
                
LOS SOCIALDEMÓCRATAS, EN ARDUA BÚSQUEDA BUSCA DEL LIDERAZGO PERDIDO
                
El centro-izquierda se presenta unido en torno a los Socialdemócratas, que aparecen como el grupo político europeo ideológicamente más cohesionado. Con 184 escaños, disponen de una cuarta parte de la Eurocámara. Públicamente aspiran a conseguir el 30%, lo que les convertiría en el principal grupo parlamentario. Pero las encuestas les predicen un descenso importante, debido a su debilitamiento en algunos de sus feudos tradicionales del centro y norte del continente (Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Suecia o Finlandia).         
                
Paradójicamente, el líder de los socialistas europeos y declarado candidato a presidir la futura Comisión es el políglota e influyente Franz Timmermans (actual número dos de la CE), perteneciente al partido holandés, uno de los más castigados en las recientes elecciones.
                
No obstante esta profunda crisis, la socialdemocracia presenta algunos polos claros de recuperación. Numéricamente, el partido más fuerte en las filas socialistas es el Labour británico, que podría llegar de nuevo a Downing St, si no se lo impiden las contradicciones internas por el Brexit. Por esta misma razón, si se consuma la salida del Reino Unido de la UE, la pérdida de efectivos en las filas socialistas será de consideración.
                
La corriente más pujante viene ahora del sur, con gobiernos monocolores en España, Portugal y Malta. Y tampoco son desdeñables las aportaciones que este grupo recibe de la secciones reconvertidas de los antiguos partidos comunistas de Europa Oriental (dominantes aún en Rumania y fuertes en Eslovenia, Chequia, Eslovaquia y Bulgaria), aunque hayan sido barridos en Hungría y Polonia.
                
LA IZQUIERDA ALTERNATIVA, ANTE OPUESTAS PERSPECTIVAS
                
Finalmente, la izquierda no socialista tiene dos polos de referencia: ecologistas, de un lado, e izquierda reivindicativa más comunistas, de otro, con el 7% de diputados cada uno.
                
El Grupo Los Verdes-Alianza de la Libre Europa reúne a la gran mayoría de los partidos ecologistas, liderados por alemanes, franceses, centroeuropeos y nórdicos. Los sondeos indican que pueden salir reforzados. La otra rama está integrada por partidos nacionalistas de izquierda o reivindicativos, como el Partido Nacionalista Escocés (SNP), los nacionalistas galeses del Playm Cimru y los republicanos independentistas catalanes de Esquerra (ERC).
                
La Izquierda Unitaria aglutina a a los sectores críticos, como el alemán Die Linke o la France Insoumise de Melenchon, la Syriza del primer ministro griego Tsipras, Izquierda Unida de España y una larga lista de los partidos comunistas más convencionales del sur de Europa. Es llamativa la presencia en este grupo, y no en el anterior, del Sinn Feinn, cuyo objetivo fundacional es la reunificación de Irlanda. A pesar de la desafección hacia los socialdemócratas, no se les augura una mejora de posiciones.
                

NOTAS

(1) “European Elections Will gauge the power of Populism”. STEVEN ERLANGER. THE NEW YORK TIMES, 20 de mayo.

(2) “Très cher Parlament européen. LE MONDE, 16 de mayo.

(3) “Emmanuel Macron y Matteo Salvini offer two visions for Europe” RACHEL DONADIO. THE ATLANTIC, 21 de mayo.

(4) “Opposing Europe in the European Parliament”. NATHALIE BRACK. PALGRAVE MCMILLAN, (e-book), 2018.

(5) “2019 European Parliament Elections will change the EU’s political dynamics”. STEFAN LEHME y HEATHER GRABBE. CARNEGIE EUROPE, 11 de diciembre 2018.

(6) “Emmanuel Macon y Matteo Salvini offer two visions for Europe” RACHEL DONADIO. THE ATLANTIC, 21 de mayo.

 (7) “Pourquoi Macron veut garder la main sur le présidence de la Commission Européenne”. MICHAELA WIEGEL. FRANKFURTER ALLGEMEINE ZEITUNG, 16 de mayo (reproducido por COURRIER INTERNATIONAL, 21 de mayo)

(8) “Merkel-Macron. Après les disensions, la reconciliation. SUDDEUTSCHE ALLGEMEINE ZEITUNG, 17 de mayo (reproducido en COURRIER INTERNATIONAL)



LAS GUERRAS DE TRUMP: ¿SÓLIDAS, LÍQUIDAS O GASEOSAS?


16 de mayo de 2019
                
La primavera llega cargada con tambores batientes de confusas crisis internacionales, rumbos de colisión en el siempre sensible Golfo Pérsico, represalias comerciales de grueso calibre y largo alcance con China e incremento de tensiones en diversas zonas mundiales (Corea del Norte y Venezuela). El protagonista esencial de este clima de inquietud es el inquilino de la Casa Blanca, que soporta a duras penas una guerra política interna más sorda pero mucho más destructiva para sus ambiciones de continuar en el puesto.
                
LA GUERRA COMERCIAL CON CHINA
                
De todas estos sobresaltos, el que más daño está haciendo, de momento, es la inepta confrontación comercial con China. Fastidiado por unas negociaciones complejas y tediosas que se alargan más de lo que su escasa paciencia le permite soportar, Trump se ha embarcado en una dinámica de represalias tarifarias y de cierre de aduanas a productos tecnológicos sensibles que sólo pueden generar una escalada y alejar la solución razonable de la disputa.
                
Las prácticas económicas y mercantiles de Pekín son desde luego ventajistas. Pero Estados Unidos lleva tiempo consintiéndolas, porque se ha creído siempre que, a la postre, la inmersión del gigante asiático chino en el capitalismo internacional terminaría consumiendo su autoritarismo y llevando a las fuerzas dinámicas de la sociedad hacia el orden liberal. Importa poco que el mismo análisis se hiciera de Rusia, con un resultado opuesto al esperado.
                
Trump se ha propuesto presionar a China con su manual de aguerrido hombre de negocios, convencido de que puede lograr que el gigante asiático se avenga a sus convenientes reglas. Algunos analistas consideran que no le faltan argumentos, porque, contrariamente a quienes han exagerado el peligro amarillo, China está muy lejos todavía de desafiar la hegemonía norteamericana (1).
                
Pero el presidente hotelero ha repartido muy mal las llaves del acoso a Pekín. Se ha indispuesto con sus aliados tradicionales en Europa, Asia y Oceanía al plantear otras disputas comerciales inoportunas (2). Su ignorante arrogancia le ha llevado a gestionar el problema de manera arbitraria e intempestiva. No hay ventaja mayor para los herederos del Imperio Medio que su rival se deje conducir por la impaciencia. Ellos conciben la lucha como un ejercicio de tenacidad. La enorme dimensión del dossier chino fluirá seguramente por la fuerza de las cosas y dejará de aparecer como una sólida roca en el sendero de la globalización capitalista, para adoptar la forma de un caudal tempestuoso pero líquido que será posible canalizar y embalsar.
               
LA EXHIBICIÓN DE FUERZA EN EL GOLFO
               
La otra crisis global del momento viene sazonada con música militar. Trump flexiona músculos ante Irán, por instigación de su consejero Bolton. La República Islámica chií es una asignatura pendiente para este sobreviviente de la patrulla neocon, que siempre consideró insuficiente el desastre de Irak y apostaba por terminar la tarea derribando el régimen de los ayatollahs. No convencieron a Bush de tan ambicioso proyecto.
                
Ahora, Bolton cree que le ha llegado su segunda oportunidad (3). Ha procedido con astucia, sabiendo lo necesitado que está su Jefe de aportes de popularidad que una campaña internacional siempre proporciona. Aprovechando la fijación de Trump en desbaratar el acuerdo nuclear para borrar cualquier rastro del legado de Obama, Bolton ha cargado las tintas sobre las amenazas que Irán representa para la estabilidad regional, el suministro mundial de crudo e incluso la propia seguridad de Estados Unidos.
                
Tal ha sido su empeño que ha conseguido que el Pentágono elabore un plan de contingencia a la medida de las grandes ocasiones. El despliegue militar en el Golfo, desvelado por el NEW YORK TIMES, es inquietante (4). No obstante llevará semanas, si no meses, encaminar hacia la zona los 120.000 hombres previstos en el plan, y aún este número resulta insuficiente para un ataque por tierra, como han señalado los propios jefes militares.
                
Una vez que Washington se retirara del acuerdo nuclear, era de esperar que Irán moviera ficha. Ha tardado en hacerlo y lo  ha hecho cautelosamente, sin incumplir en lo fundamental lo pactado, dejando la puerta abierta a un gesto de Europa (puede contar con Rusia y China, pero su apoyo no es suficiente ni concluyente).
               
Con ironía y dominio del relato mediático, el jefe de la diplomacia iraní y arquitecto del acuerdo nuclear, Javad Zarif, hizo recaer ya hace un mes la responsabilidad de lo que pueda ocurrir en las cuatro Bs: Bolton, Bibbi (Netanyahu), Bin Salman (el príncipe heredero saudí) y Bin Zayed (el homólogo de los Emiratos).
                
Por el contrario, a los ayatollahs, sobre todo al Supremo Jamenei, les gusta hacer gruesas proclamas y predicciones apocalípticas sobre el destino de los pérfidos enemigos. Pero la teocracia iraní sabe muy bien que la continuidad del régimen, y por lo tanto de sus privilegios, pasa por no deslizarse hacia un conflicto sólido con el Gran Satán.
                
Congresistas demócratas consideran la actual escalada una crisis “manufacturada” por Bolton y Trump. En la misma línea, los aliados europeos consideran injustificado este impulso bélico, porque no aprecian un incremento del riesgo de ataque iraní en el Golfo (5). Los sabotajes a algunos petroleros el pasado fin de semana pueden ser provocaciones o fabricaciones, aún se ignora.
                
Por de pronto, esta crisis puede servir para desviar la atención del acoso demócrata al Presidente de las 10.000 mentiras, por los efectos del Informe Mueller y sus opacos negocios y cuentas fiscales. Lo más probable es que este ruido bélico se licue y luego se evapore en forma de retirada discreta sin mayores consecuencias. Pero es innegable que  cualquier incidente, o accidente, puede prender la mecha de una confrontación de gruesas consecuencias.
                
LOS ESCENARIOS SECUNDARIOS: COREA DEL NORTE Y VENEZUELA
                
En Corea del Norte, las nuevas pruebas misilísticas y la reanudación de otras tareas menores relacionadas con el desarrollo de su arsenal nuclear de Pyongyang tienen más aire de rutina que de desafío a Washington. Son gestos que suenan pero no constituyen una amenaza a la altura del esfuerzo que supone para una población hambrienta y sojuzgada.
                
La atrabiliaria iniciativa de paz con el líder norcoreano acabó en fiasco. Trump se ha aburrido del dossier norcoreano, ahora que sabe que no obtendrá el Nobel por hacerse fotos en dos resorts exóticos al otro lado del Pacífico.
                
Lo más probable es que este ruido de las últimas semanas se consuma como la estela de los cohetes y se vuelva a una estrategia de negociación más sólida, que no esté basada en la retórica del fire & furious, ni en una paz ficticia de dos líderes desiguales en estatura física pero similares en envergadura ética.
                
En Venezuela, un desenlace sólido es cada vez más probable, precisamente porque es más plausible y la percepción del riesgo es menor para la Casa Blanca, aunque no para los venezolanos. El fracaso del reciente golpe hace temer otra intentona, quizás más violenta.

NOTAS

(1) Para hacerse una idea completa y objetivo de la dimensión de la disputa comercial chino-norteamericana, es muy útil el desglose presentado en la BBC en su página web. https://www.bbc.co.uk/search?q=Trade+war%3A+US-China+trade+battle+in+charts

(2) “Why U.S. allies aren’t rushing to back Trump’s China trade war”. ADAM TAYLOR. THE WASHINGTON POST, 14 de mayo.

(3) Ver mi anterior comentario, en este mismo blog.

(4) “White House reviews military plans against Iran, in echoes of Iraq war”. THE NEW YORK TIMES, 13 de mayo.

(5) “Skeptical U.S. allies resist Trump’s new claims of threats from Iran”. THE NEW YORK TIMES, 14 de mayo,

ESTADOS UNIDOS: BOLTON, AL MANDO


8 de mayo de 2019
                
Tantos bandazos ha dado Trump en política exterior que cabe preguntarse si tiene realmente una que merezca siquiera tal consideración, más allá de lugares comunes, bravuconadas, caprichos y concesiones insustanciales a quienes escucha en cada momento.
                
Más obsesionado con demoler lo edificado por su antecesor que por corregir de forma coherente su orientación, como le piden algunos políticos republicanos con anclaje en la materia, el presidente hotelero pica aquí y allá guiado por sus instintos. Esta guts policy cada día desconcierta menos a quienes quiera que se consideren todavía los suyos, ya no alarma a unos aliados que lo han dejado por imposible y sitúa a los adversarios en una extraña posición de expectativa, convencidos de que alguien lo frenará antes de deslizarse en la catástrofe.
                
En las semanas que han transcurrido desde el afloramiento del informe Mueller, el presidente de las diez mil mentiras en 800 días de mandato (fact checker del Washington Post) (1), Trump ha pasado de una ficticia sensación de triunfo y alivio al modo combativo y desafiante que tanto le gusta. Se levanta con una amenaza y se acuesta con una represalia. En el entreacto, sus esforzados colaboradores tratan de enfocar el tiro, a sabiendas de que se trata de un tarea propia de Sísifo. El último desafío: niega a los demócratas sus últimas declaraciones de la renta, documentación básica para investigar posibles conductas delictivas.
                
Sobresalen en esta hora de su errático mandato dos figuras de muy distinta extracción: el fanático John Bolton, superviviente del naufragio neocon, más fiel a su agenda ideológica que a los deseos de la Casa Blanca (ésta o las anteriores); y el más convencional Mike Pompeo, que exhibe una sintonía más instintiva que intelectual con el patrón.
                
Pompeo se ocupa de los asuntos exteriores corrientes, mientras Bolton se concentra en culminar el diseño de pax americana iniciado en la presidencia de G.W. Bush. El Secretario Pompeo practica el juego diplomático, sonríe a los aliados del hemisferio y del otro lado del Atlántico, pero baraja las cartas y añade los comodines que le hacen falta. El Consejero Bolton urde sus estrategias menos expuesto al escrutinio público y se asegura sólo la imprescindible atención del despacho oval. Recomendable el perfil que ha publicado THE NEW YORKER (2).
                
VENEZUELA, COMO SAINETE DEL TABLERO MUNDIAL
                
Un buen ejemplo de ese recurso de los comodines es el último episodio venezolano. Ya conocíamos ejemplos abundantes de los clásicos manuales para dar golpes de Estado; desde ahora, disponemos de otro sobre cómo no darlos. Tardaremos en saber lo que ocurrió en las primeras horas del 30 de abril en Caracas. Si hubo traición de unos o traición de otros; o si ambas partes engañaron a los suyos y a los ajenos, suponiendo que podamos colocarlos en la casilla que les corresponda (3).
                
Pompeo ofreció versiones que desmintieron a Trump y que dejaron en mal lugar a Guaidó y en descubierto a López, el auténtico hombre de Washington.  En realidad, todos los que ahora llevan la voz cantante en la oposición venezolana lo son, pero unos fungen de  escogidos y otros de comparsas. Tras el último gatillazo, ya no se avergüenzan de avenirse a la intervención directa de los marines, como acaba de confesar el propio Guaidó (4). Para ello se ampararían en el artículo 187 (11) de la Constitución que habilita al Presidente (o al "Encargado”: o sea él) a autorizar misiones militares extranjeras en el territorio nacional (5). Lo que deja a la oposición moderada, más sensata o razonable cada vez más arrinconada, casi reducida a la irrelevancia.
                
Del otro lado, de los restos del chavismo, apenas se mantiene el instinto de supervivencia, el cálculo de clan o incluso el puramente personal. Que Cuba o Rusia conduzcan el barco averiado y en desguace de la revolución bolivariana es algo que no sabemos con seguridad. Los intereses de La Habana y Moscú pueden ser parcialmente coincidentes, pero no igualmente prioritarios. Venezuela aliviaba el aislamiento del castrismo y resolvía su necesidad energética. Para Moscú, se trata más bien de una palanca en el juego de tensiones posguerra fría con Washington.
                
ORIENTE MEDIO, O LA OPORTUNIDAD DEL AJUSTE DEFINITIVO
                
Bolton atiende de reojo estas “menudencias” del patio trasero y se concentra en los grandes tableros geoestratégicos. La rivalidad árabe-israelí es puramente retórica. Los autócratas árabes están más empeñados que nunca en oprimir a sus pueblos y menos dispuestos a hostigar siquiera gestualmente al otrora enemigo sionista. La Casa Saud y sus clientes crediticios se concentran prioritariamente en debilitar al vecino persa. Concluido el para ellos doloroso periodo de Obama, toca ahora aprovechar la ocasión de hacer negocios con una Casa Blanca más accesible que nunca. Aguardan el plan de paz del yernísimo Kushner con una rutinaria despreocupación. Lo que les motiva es el arsenal de presiones boltonianas contra el enemigo iraní, que no ha estado más contra las cuerdas en cuarenta años de revolución. Esta semana asistimos a una nueva escalada verbal, con despliegue militar incluido. Por su parte, los ayatollahs, irritados por el socavamiento norteamericano del acuerdo nuclear y frustrados por la impotencia europea, anuncian la reanudación del algunos aspectos secundarios de su programa atómico, sin salirse de los límites, de momento.
                
El nacional-etnicismo populista de Israel también se regocija de estos tiempos felices. Palestina ha dejado de ser ese problema de seguridad, siempre sobrevalorado, exageración rentable, para reducirse a un asunto manejable de orden público. El último intercambio de fuego con Hamas en y desde Gaza responde a esa nueva situación. Desactivado el riesgo de la escalada, cada cual obtiene más o menos la legitimación que a ambas partes conviene. Israel y Hamas se han convertido en una suerte de enemigos íntimos (6).
                
A los islamistas palestinos, cada día más pálidos por comparación a lo que anida en los sótanos, estas operaciones le permiten blindarse frente a una ANP constreñida en una Cisjordania cada vez más amenazada por la expansión de las colonias judías y muy lejos de un Estado propio. A Netanyahu, recientemente revalidado en las urnas por mor de un relato engañoso, lo consolida como el padre que vela por el sueño de la nación, aunque de vez en cuando sufra una pesadilla o un sobresalto.
                
Bolton se mueve como pez en el agua en este escenario de acosamiento de enemigos desiguales, neutralización o impotencia de aliados e introspección de la oposición interior. Maneja a su gusto los dossieres exteriores, todos los estratégicos, naturalmente, y algún que otro secundario, con Pompeo de oficial de apoyo en el puente de mando. Carece de oponentes de consideración, incluso en la bancada republicana del Capitolio, donde preocupa más cómo resistir otra oleada demócrata en 2020 que el empeño inútil por corregir el rumbo de una Casa Blanca imprevisible. Mientras el Presidente de las diez mil mentiras se entrega a recurrentes disputas comerciales con Pekín o se entretiene en confusos intercambios charlatanes con el Kremlin, Bolton dispone las piezas de un proyecto de dominación sin cabeza visible, fiel a sus convicciones y no a un líder inexistente.  
               

NOTAS

(1) “10.000!”. FACT CHECKER. THE WASHINGTON POST, 3 de mayo.

(2) “John Bolton on the warpath”. DEXTER FILKINS. THE NEW YORKER, 6 de mayo.

(3) “How a plot filled with intrigue and betrayal failed to oust Venezuela’s President”. THE WASHINGTON POST, 3 de mayo; “Secret Venezuela files warn about Maduro confident”. THE NEW YORK TIMES, 2 de mayo.

(4) “Guaidó says that opposition overestimated military support for uprising” (Entrevista exclusiva con el corresponsal en Caracas ANTHONY FAIOLA). THE WASHINGTON POST, 4 de mayo.

(5) “Will Guaidó call for a U.S. military intervention?”. GIANCARLO FIORELLA. FOREIGN AFFAIRS, 17 de abril.

(6) “Israel and Hamas need each other”. DAVID AARON MILLER. FOREIGN AFFAIRS, 29 de marzo.