SIRIA: EL JUEGO DE LAS POTENCIAS


14 de junio de 2012
      
                Las grandes potencias libran una guerra diplomática en Siria, como remedo de una indeseable confrontación militar. La situación en el país se degrada, la escalada de violencia aumenta y la emisión de mensajes engañosos se intensifica, como suele ocurrir en este tipo de conflictos. Sólo una cosa parece segura: la población civil sufre y los más vulnerables padecen las peores consecuencias.
                ARMAS PARA UNOS Y OTROS
                En el cruce de acusaciones y recriminaciones entre las potencias occidentales y el binomio Rusia-China, el último episodio ha sido la imputación mutua de envío de armas a los beligerantes.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, denunció la venta de armas rusas a Siria, que el ejército de Assad emplea para endurecer la represión de la revuelta contra su régimen. Además, en un tono agrio, reprochó a Moscú que haya mentido sobre este asunto: “siempre han dicho que el material enviado a Siria no tenía relación con las acciones internas; esto es manifiestamente falso”, sentenció Clinton.
En un primer momento, la jefa de la diplomacia estadounidense no mencionó expresamente que esas armas eran helicópteros de combate empleados por el ejército sirio para intentar expulsar a las milicias rebeldes en algunos enclaves del noroeste del país donde se han hecho fuertes en las últimas semanas.  Pero después de que fuentes oficiales rusas insistieran en que sólo suministraban a Damasco “material defensivo”, Clinton renovó sus denuncias y citó expresamente que los “helicópteros rusos” utilizados por Assad estaban provocando una “escalada del conflicto”.
Expertos militares rusos consultados por LE MONDE señalaron que los helicópteros a los que podía apuntar la imputación de Clinton fueron vendidos a Siria por el desaparecido régimen soviético hasta comienzos de los noventa. Algunos de estos aparatos, del tipo Mi-17 y Mi-24 habrían sido reenviados por Damasco a Rusia “para ser reparados” y ahora se encuentran a punto de ser devueltos a Siria.
Al parecer, Hillary conocía este detalle, pero lo ignoró en sus comentarios, para “poner en difícil posición a los rusos”, según un alto funcionario del Pentágono citado por el NEW YORK TIMES.
La sociedad pública rusa que gestiona el comercio  de material bélico al extranjero (Rosoboronexport) afirmó en un comunicado que todas sus transacciones “son conformes a las exigencias del Consejo de Seguridad de la ONU y a otros acuerdos internacionales”. El propio Ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, se atuvo a este guión oficial en Moscú, en declaraciones efectuadas durante una visita oficial a Teherán. Pero añadió cierto picante al replicar la recriminación de su colega norteamericano con una referencia a la “hipocresía” Washington, que ha vendido armas utililizadas en operaciones represivas por otros gobiernos de la región, en velada alusión a Egipto y demás países árabes donde se han producido revueltas populares.
                En paralelo al asunto de los helicópteros rusos, se ha conocido que también la oposición armada al régimen de los Assad ha recibido suministros de armamento extranjero, para elevar su capacidad de respuesta. Durante un reciente encuentro en Estambul, los propios dirigentes de la coalición antigubernamental siria reconocieron que están recibiendo misiles anti-carro de fabricación turca, pagados por dinero saudí y catarí. La revelación no constituyó ciertamente una gran sorpresa, puesto que ya habían emergido denuncias al respecto, pero ha dejado en mal lugar al gobierno turco que, de forma reiterada, ha manifestado que su intervención en el conflicto interno sirio se ha limitado a proporcionar ayuda humanitaria a la población civil, acogiendo a los refugiados y a los huidos de la violencia.
 En sus manifestaciones de estos días, Hillary Clinton eludió cualquier referencia al suministro de armas a la oposición siria, pese a que la administración norteamericana fue consultada sobre la operación,  según atribuye el NEW YORK TIMES a fuentes oficiales.
Los misiles anti-carros han tenido cierta influencia en el desarrollo de las operaciones militares, ya que, según valoraciones de la oposición siria, el Ejército se ha abstenido de desplegar esos vehículos de combate en el interior de las ciudades, por temor a que fueran presa fácil de los rebeldes.
                ¿GUERRA CIVIL O GUERRA SECTARIA?
                El otro elemento que ha captado el interés mediático reciente ha sido la implícita consideración del conflicto como ‘guerra civil’. Lo hizo el responsable de los observadores de la ONU en Siria, Hervé Ladsous, y la propia Hillary Clinton, al relacionar el empleo de los helicópteros rusos como factor decisivo en la “espiral hacia la guerra civil”. 
                Resulta más significativa la observación sobre la dimensión sectaria del conflicto. Ya hace tiempo que algunos periodistas y otros observadores con acceso a los lugares de combaten han denunciado que los combates en Siria están respondiendo a una división sectaria. La familia Assad descansa su poder en la fidelidad de la secta alauí, una versión local del chiismo, que reúne al 13% de la población siria. Por su parte, la mayoría de la oposición está controlada por representantes suníes, aunque tienen una voz nada desdeñable otras minorías (e incluso, recientemente, algunos alauíes).
                La minoría gobernante en Siria ha conseguido durante años el apoyo de cristianos y otras minorías, con la excusa de que un predominio ejecutivo de la mayoría suní representaría su marginación social y política. En la práctica, eso es lo que ha ocurrido con la hegemonía alauí forjada por su control de las fuerzas armadas y otras instituciones de fuerza en el país.
                Pero lo más interesante de las últimas semanas, cuando la oposición ha ganado fuerza en algunas zonas del país, es que ciertas bases alauíes reprochan al régimen de los Assad un cierto abandono. Este temor se ha incrementado después de algunas operaciones de represalia de la oposición armadas contra núcleos de mayoría alauí. Lo que habría provocado réplicas muy sangrientas de milicias alauíes, supuestamente apoyadas por el ejército, contra poblaciones casi totalmente suníes (como es el caso de Houla, por ejemplo). Algunas versiones, citadas en un interesante artículo del NEW YORK TIMES, atribuyen estas matanzas al intento de ciertos sectores alauíes por “consolidar su control en partes del país, de forma que puedan defenderse en un conflicto prolongado con los suníes”.
                Lo que resulta más inquietante para los Assad es que se extienda el descontento de los alauíes, que tiene motivaciones diversas y hasta contrapuestas. Unos consideran que la estrategia represiva está generando un odio entre los suníes que sólo puede perjudicarles porque desencadena ánimo de revancha, virtualmente imparable en caso de victoria de los rebeldes. Otros, por el contrario, estiman que el Presidente no está haciendo todo lo posible para protegerlos e incluso en los barrios alauíes de Homs se han cantado eslóganes como “Bashar se ha vuelto suní”, seguramente con la mente puesta en el hecho de que la ‘primera dama’, Asma Al-Akhras, pertenece a una familia de notables suníes de esa ciudad.

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