ECOS DE ISAÍAS Y CACOFONÍAS DIPLOMÁTICAS

27 de junio de 2008

El Presidente de Francia, tan aficionado a no pasar desapercibido y a gobernar a golpe de efectos mediáticos, ha protagonizado una llamativa visita oficial a Israel.

Sarkozy, nieto de judío, desplegó su habitual charme, en esta ocasión en favor de la “amistad de los pueblos francés e israelí”, con un entusiasmo desconocido desde que De Gaulle imprimió un giro en la política francesa más favorable a las tesis árabes, tras la guerra de 1967.

No hay que remontarse tanto para apreciar el contraste. La última visita de un jefe de estado galo a Israel estuvo marcada por la tensión. En 1996, un Chirac airado llegó a amenazar con suspender su viaje por las restricciones que los servicios de seguridad israelí querían imponerle durante su paseo por Jerusalén.

Herb Keinon, articulista del conservador JERUSALEN POST, alaba el discurso de Sarkozy ante la Knesset y se regocija de las citas bíblicas que contenía, algo impropio -subraya- de los presidentes franceses. Sarkozy, en efecto, recordó al profeta Isaías para solemnizar el derecho de Israel a existir. Más que las palabras –infladas por la retórica habitual en este tipo de discursos- lo que ha encantado a los israelíes es el tono “auténtico y caluroso” con el que se ha empleado Sarkozy.

Los analistas advierten, no obstante, que un repaso cuidadoso de las declaraciones, discursos y posicionamientos desmienten una modificación significativa en las posiciones francesas. Desde la prensa árabe se pone buena cara y se habla de “cambios de forma, no de fondo”, como sostiene, marcando la línea general, el influyente AL HAYAT.

Ciertamente, en ese mismo discurso ante la Kneset, el presidente francés manifestó que la colonización de los territorios ocupados debe cesar, que los refugiados deben ser atendidos en sus derechos y que el estado palestino debe ser aceptado, junto con la capitalidad compartida de Jerusalén. O sea, la posición francesa de siempre.

LE MONDE es uno de los medios que advierte contra una sobreinterpretación del gesto de Sarkozy y recuerda que, hace un año, en Argelia, el presidente francés exhibió un entusiasmo similar, pero en esa ocasión hacia la causa palestina. Es una cuestión de carácter, no de política, viene a decir el diario de referencia galo. De hecho, Sarkozy también ha proclamado estos días la amistad entre los pueblos palestino y francés.

Sea como sea, las diferencias de tono y de temperatura han sido innegables y eso ha motivado incomodidad y desagrado entre los palestinos. El propio articulista israelí Keinon señala que ese aparente equilibrio diplomático parecía destinado a evitar “la cólera que en las capitales árabes habría causado la otra parte del discurso”.

El NEW YORK TIMES contempla la “actuación” de Sarkozy en clave de pragmatismo. El enésimo atasco del plan de paz y el fracaso de Bush por maquillarlo dejaría espacio a las iniciativas europeas. Y especialmente a Francia, que presidirá la UE a partir del primero de julio. Sarkozy sabe que para ganar influencia en la región es indispensable ganar un plus de aceptación en Israel. Ésta sería otra de las razones de la tan calurosa puesta en escena del presidente francés, según interpretan AL HAYAT y buena parte de la prensa árabe. Hay un tema que interesa especialmente a Francia en la agenda diplomática del momento en la zona: las opacas conversaciones entre Siria e Israel, bajo la mediación turca.

En todo caso, en la región se espera a noviembre, aunque sea para volver a empezar. Es improbable que los candidatos norteamericanos se vean libres de presiones en la recta final de sus campañas. Del lado republicano no cabe esperar sorpresa ni cambio alguno.

Del candidato Obama, ya hemos escuchado su precipitada intervención en una de las sedes emblemáticas del lobby judío, el American Israel Public Affairs Committee, justo al día siguiente de que Hillary Clinton le concediera la victoria en las primarias. Obama defendió la solución de dos estados, pero insistió en que Jerusalén debía permanecer unificada como capital del estado judío, lo que irritó a los palestinos.

En realidad, la sensación generalizada es que el dossier palestino seguirá condicionado a la resolución que se encuentre a otras crisis regionales más apremiantes: la nuclearización de Irán y la ocupación norteamericana de Irak.