27 de mayo de 2019
Aún
con resultados provisionales, las elecciones europeas del fin de semana confirman
un nuevo panorama político común en la Unión, la emergencia del desafío nacional-populista
y el debilitamiento de las opciones hegemónicas de centro-derecha (Partido
Popular) y centro izquierda (Socialdemocracia), el fortalecimiento de las dos
familias secundarias del consenso centrista (liberales y ecologistas) y el
estancamiento si no el retroceso de la izquierda reivindicativa.
Los
Grupos Popular y Socialista no podrán determinar el ejecutivo de los 28 (27),
es decir la próxima Comisión Europea. La alternancia se ha terminado. Los populares
pierden 38 escaños (se quedan en 179) y los socialistas 36 (no pasan de 150).
Los beneficiados son los liberales, que ganan 39 (casi los mismos que pierden
los populares) y suman 106, lo que les convierte en tercera fuerza política, y
los verdes, que mejoran en 18 y pasan de 52 a 70, lo que les permite situarse
como cuarto grupo representado en la Eurocámara. Los conservadores, que eran
hasta ahora la tercera fuerza del Parlamento europeo, con 56 escaños, pierden
18 y se quedan en 58, por debajo de liberales y verdes.
La
izquierda unitaria ha salido también derrotada al perder 14 escaños (pasa de 52
a 38), cae al sexto puesto y, lo que es más importante, no consigue
beneficiarse del desgaste socialista. El griego Syriza seguirá siendo el
partido faro al conseguir frenar su desgaste.
LA
CONSOLIDACIÓN AL ALZA DEL NACIONAL-POPULISMO
Todo
indica que el voto de las clases populares, incluida la clase media azotada por
la crisis, se ha fugado al nacional-populismo, confirmando una tendencia
iniciada ya hace unos años. Los principales exponentes de esta opción política
han cosechado resultados muy favorables. La Liga gana las elecciones en Italia,
el Reagrupamiento (antes Frente) Nacional en Francia, el Partido del Brexit en
Italia y Alternativa por Alemania erosiona notablemente la alianza
democristiana. El retroceso del FPÖ en Austria, tras el escándalo del video que
ha roto la coalición de gobierno con el PP, es mínimo (sólo pierde un escaño).
Y lo mismo le ocurre al xenófobo Partido por la Libertad holandés.
El
partido polaco gobernante, Ley y Justicia (PIS), contrariamente a sus socios de
grupo, los tories británicos, mejoran
sus posiciones y se afianzan como principal fuerza política de su país, más cerca
del nacional-populismo que del conservadurismo en el que están inscritos
formalmente. Lo mismo cabe decir del FIDESZ húngaro, que prácticamente repite
resultados, sin rastro de erosión por las críticas de los principales partidos
europeos.
LAS
RADIOGRAFÍAS NACIONALES
El
análisis pormenorizado, país por país, puede matizar algunas conclusiones de
este análisis preliminar, pero la tendencia es bastante clara: el modelo de
alternancia bipartidista en la cúspide se ha roto, el nacional-populismo crece
a costa de todas las izquierdas y la derecha clásica y las opciones centristas
secundarias recogen parte del naufragio de los hegemónicos pero no desafían sus
liderazgos respectivos.
En
Alemania, los resultados componen un epitafio simbólico de la era Merkel. El descenso
democristiano es moderado (cinco diputados menos), pero el ascenso de los euroescépticos
(AfD) es superior (10 escaños más), igual que el de los verdes. Los liberales,
fuerza subsidiaria a derecha e izquierda sigue su anémica recuperación (sólo suman
un escaño más). La izquierda contestaria sólo experimenta un retroceso mínimo,
confortada en su bastión oriental. La socialdemocracia continua su declive,
al perder 11 de sus 27 escaños.
Francia
ofrece un panorama inquietante para el proyecto del Presidente Macron. Marine
Le Pen le ha superado en un punto, haciendo trizas esa proporción de 2/3 frente
a 1/3 en las presidenciales de hace dos años. El movimiento presidencial y sus
aliados aportarán 21 diputados al reforzado grupo liberal en Estrasburgo.
Podrán plantear una alianza con socialistas o populares para participar en el
control de la Comisión. Pero la pretenciosa ambición de Macron de convertirse
en el líder de Europa en el periodo post-Merkel ha sido cuestionada seriamente.
Marine Le Pen ya le ha pedido que disuelva la Asamblea Nacional, un anuncio de lo que será el resto del quinquenato. El varapalo sufrido por los
gaullistas refuerza la aspiración nacional-populista de encarnar la opoEl varapalo sufrido por los
gaullistas refuerza la aspiración nacional-populista de encarnar la oposición. Por
lo demás, cabe esperar más presión de la calle. Los resultados pueden alentar
la revitalización de los chalecos amarillos.
Gran
Bretaña ofrece lo esperado: el corolario del Brexit en su máxima expresión. El
desganado voto de los insulares favorece el puñetazo en la mesa del grupo más
claramente eurófobo. El triunfo del Partido del Brexit del polémico Farage (que
duplica su representación) destroza a los tories (pasan de 18 a 4 escaños), que
ya están en la sucesión de Theresa May, sin saber en absoluto cómo salir del embrollo
de sus relaciones con Europa. Los laboristas son castigados (pierden ocho
escaños) sin duda por su división interna en torno al Brexit. Aunque los remainers
seguirán presionando a Corbyn, los resultados ofrecen un dibujo incierto. Las
bases populares en las zonas perjudicadas siguen viendo un segundo referéndum
como una suerte de fraude. Los sectores favorables a la permanencia no parecen
contar con fuerza numérica suficiente para convertir al Labour en una alternativa clara de gobierno. Los liberales recogen el voto de
los partidarios de permanecer en la Unión, confirmando sus habituales buenos
resultados en los comicios europeos.
En
Italia, la Lega (populismo de
derechas en la Padania, las regiones del norte) minimiza a su socio de
gobierno, los 5 estrellas (populistas difusos, más afianzados en el Mezzogiorno), al obtener 28 diputados
(frente a los 6 actuales), mientras los herederos de Beppe Grillo prácticamente
repiten sus resultados, con una mejora de apenas dos escaños, hasta los 14. El
Partido Democrático, adscrito a la social-democracia, pierde con respecto a
2014, pero apunta una cierta mejoría al superar en votos al Movimiento 5
estrellas. La derecha berlusconiana
retrocede ligeramente, sin duda debido al empuje de los liguistas.
LA
ANOMALÍA ESPAÑOLA
En
la Península ibérica, la lectura europea es clara: la recuperación del PSOE (siete
escaños más, hasta 20) y la estabilidad al alza del PS en Portugal (dos más,
hasta 10) contrastan con la anemia socialdemócrata en la Unión. Pero la novedad
española es la entrada de VOX en el Parlamento europeo (3 escaños) lo que reforzará
al nacional-populismo europeo.
En
clave interna, esa España hasta ahora inmune a la extrema derecha, consagra a
esta fuerza como decider; es decir, consolidaría
el modelo andaluz de convertirse en llave de gobiernos regionales y locales del
centro-derecha. España volvería a ser anomalía en Europa, pero en sentido
contrario al que conocíamos: se convertiría en el único país de los grandes de
Europa en que conservadores y liberales gobiernan con o son apoyados por la ultraderecha.
Ni Merkel ni Macron se sentirán muy a gusto con esta circunstancia.