GRECIA: UN PASO ADELANTE ¿HACIA DONDE?

30 de junio de 2011

Así calificó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el voto favorable del Parlamento griego al nuevo programa de austeridad exigida por las instituciones internacionales para seguir liberando créditos con que afrontar el pago de la deuda.
¿Pero un paso hacia donde?
El contenido del programa es bien conocido: aligeramiento del déficit público en 28 mil millones de euros (mediante la combinación de recorte de gastos y subida de impuestos) y venta de bienes públicos y empresas estatales por valor cercano a los 50 mil millones de euros.
El recorte es brutal y no afectará simplemente a capítulos marginales: reducirá aún más de lo que ya lo ha hecho, la calidad de vida de los griegos, por lo demás ya deteriorada en amplitud y profundidad.
Las privatizaciones, tal y como están planteadas, con este sentido de urgencia y este ambiente de saldo, no es seguro que consigan sus propósitos de ingresos. O que sea pan para hoy y miseria para mañana. Recientemente, en una conversación con THE NEW YORK TIMES, el presidente de las Cámaras de Comercio griegas, afirmaba que aún siendo partidario de las privatizaciones (como corresponde a su condición de empresario), la modalidad, el calendario y probablemente el precio de arranque de la puja, sean claramente equivocados. “Va a ser como vender las joyas de la abuela por un precio mísero con respecto a su valor real”, decía Konstantinos Mihalos.
Con el resto del paquete, no hay menos dudas. Desde posiciones keynesianas, es evidente que estos tratamientos producen escalofríos, no sólo por los efectos sociales que provocan, sino, desde un enfoque más frío, más distante, por los escasos y hasta contraproducentes efectos que han generado en experiencias anteriores. En su editorial de este jueves, el diario británico de centro-izquierda THE GUARDIAN compara el caso griego con el argentino de la década pasada. Y ya se sabe en qué termino aquello.
Otro diario británico en cercana latitud ideológica, THE INDEPENDENT, señala unantecedente más cercano, el irlandés. Con parecidas recetas, el llamado a ser ‘tigre europeo’ ha quedado reducido a un gatito escuálido y anémico. “Después de cuatro presupuestos austeros en solo dos años, Irlanda ha entrado en su cuarto año de depresión”, recuerda el diario.
EL RIESGO DEL ABISMO
En realidad, en el caso de Grecia, no hay que esperar a que se confirme una catástrofe similar. Ya es un hecho que el primer programa de austeridad del primer ministro Papandreu no funcionó. Sólo ha servido para deprimir a la economía griega, debilitar aún más su capacidad de respuesta. “A los griegos les piden que acepten más dosis de una medicina que ya ha fracasado en el tratamiento de la enfermedad”. Son palabras, citadas por el NEW YORK TIMES, de Simon Tilford, economista jefe del Centro para la Reforma Europea, entidad radicada en Londres.
¿Por qué empeñarse, por tanto, en esas recetas? Porque Papandreu sabe que los grandes inversores pueden colocar al país al borde del abismo. O más allá de él. Antes de la votación advirtió a los diputados: “podríamos vernos obligados a cerrar nuestro sistema de salud y nuestras escuelas, y recortar las pensiones y el salario de los empleados públicos en un 70-80%”. Y Papandreu sabe quiénes pueden obligarlo a una catástrofe tan humillante.
Los bancos alemanes y franceses, pillados por las deudas, están presionando en Bruselas para recuperar su dinero. Los políticos europeos temen que, si Grecia quiebra, el equilibrio financiero se tambalee y todo el sistema en torno al euro se venga abajo, porque tras el martirio griego le llegue el turno a otros países débiles de la eurozona, con España en cabeza de la lista. Se trataría, por tanto, de esquivar una catástrofe mayor, a costa del sufrimiento indescriptible de los griegos. Se admite la injusticia de la situación, pero se evocan razones de fuerza mayor, ausencia de alternativas reales en este minuto de la situación.
Puede ser, pero estos argumentos sirven tan sólo para domesticar o doblegar a los parlamentarios del PASOK, muchos de los cuales votaron a favor del programa de austeridad con gran dolor de su corazón y con plena quiebra de sus convicciones y sensibilidades políticas y personales. A la postre, sólo un diputado socialista votó en contra. Curiosamente, el que más había voceado su oposición, Alexandros Atanasiadis, se plegó finalmente al mensaje dramático de su jefe de filas y otorgó su voto afirmativo. Eso le valió un ‘saludo’ poco amable de los manifestantes, que protagonizaron la protesta más violenta hasta la fecha en el centro de Atenas. La batalla campal posterior al respaldo parlamentario del programa de recortes augura un periodo de agitación, inestabilidad y desconfianza.
Esta deriva de la crisis política y social hacia una cuestión de orden público puede oscurecer, agobiar emocionalmente el debate y dificultar aún más una gestión razonable de la situación. El analista Kostas Panagópulos considera en declaraciones a THE GUARDIAN que la respuesta de los ‘indignados’ no es del todo espontánea y que “la mayoría de los griegos se percata de que la situación es muy difícil, que las medidas van a resultar muy dolorosa, pero aceptan el cambio que van a provocar”.
Sin embargo, hay opiniones encontradas sobre la respuesta de los ciudadanos ante la gravedad de los sacrificios que están atravesando. Algunas encuestas indican que el 80% rechaza las medidas de austeridad. Otras, en cambio parecen sugerir que poco a poco se ha ido imponiendo un clima de pesimismo, de fatalismo, incluso, que conduce a la resignación dentro del malestar. Probablemente, ambas cosas sean ciertas: el malestar y la resignación. Muchos ciudadanos griegos admiten que se ha vivido por encima de las posibilidades y que el Estado ha sido manirrota, despilfarrador, descuidado, con la esperanza de que sus socios europeos se mostraran comprensivos –o al menos, no tan severos- ante sus comportamientos. El agravamiento de la crisis global ha dejado sin crédito a los políticos griegos. No es exagerado afirma que Grecia ha entregado su soberanía y permanecerá bajo tutela mucho tiempo.
UNA OPOSICIÓN IRRESPONSABLE
Mención aparte merece la actitud de la derecha griega, que ha actuado con una hipocresía desvergonzada. Amparado en la excusa de la debilidad socialista, ha negado el apoyo a un programa que hubiera promovido y defendido de haberse encontrado gobernando. Finalmente, se ha limitado a respaldar el capítulo de las privatizaciones, en un gesto de puro oportunismo.
El líder de Nueva Democracia, Antonio Samaras, parece haber puesto por delante la oportunidad de carbonizar al PASOK, antes que enviar a Bruselas, a Europa, un mensaje de corresponsabilidad, de generosidad política. Confía en sacar partido de la catástrofe. Y seguramente lo hará, pero como señala LE MONDE en un jugoso perfil, no es la primera vez que Samara explota a fondo el populismo para inflar sus réditos políticos. Lo hizo durante la guerra yugoslava, en particular por su posición “intransigente” en la cuestión de Macedonia.
Sus posiciones intransigentes y extremadamente nacionalistas y populistas empujaron a Samaras a salirse de Nueva Democracia para fundar un partido nuevo, que no cuajó. Hace dos años se convirtió en hijo pródigo, y tras una campaña polémica, se hizo con el liderazgo del partido que había abandonado, desplazando para ello a la hija del histórico líder Constantin Mitsotakis.
Muy pocos observadores independientes creen que Samaras sea sincero cuando dice que él forzaría una renegociación del programa de austeridad. Es pura impostura política.