24 de septiembre de 2025
La
ONU celebra su feria anual de solemnes declaraciones y justificación de
frustraciones. Pero este año la agenda esta más cargada de lo habitual por la
matanza de Gaza y el espejismo de iniciativas diplomáticas múltiples.
Mientras
en la franja se despliega la que se anuncia como definitiva ofensiva israelí,
multiplicando la muerte, el dolor y la ruina, algunas capitales occidentales (Reino
Unido, Canadá, Australia, Portugal y otras) se han sumado al reconocimiento del
Estado palestino, medida que se admite simbólica sin efecto práctico mayor.
Paralelamente,
Francia y Arabia Saudí han lanzado una suerte de Conferencia Internacional
descafeinada para promover la reanimación de la moribunda solución de los dos
Estados, Israel y Palestina. Se trata de un remedo del enésimo plan de paz
destinado a acumular polvo en los cajones de las cancillerías.
Espejismos
diplomáticos que, a efectos prácticos, nada harán por detener el genocidio
cometido por Israel: 65.000 civiles muertos, un territorio devastado hasta los
cimientos y la siembra de resentimiento y desesperanza.
Esta
realidad paralela de palabras y supuestas buenas intenciones apenas puede subsanar
la irrelevancia de la ONU como institución llamada a garantizar la paz mundial
y la justicia internacional, en el año
del 80º aniversario de su fundación, en San Francisco, en un momento de
esperanza tras la derrota de las fuerzas del Eje.
La
masacre en Gaza ha dado la puntilla a la ONU, cuyos trabajadores sobre el
terreno denuncian la insoportable realidad de la población palestina. Los
responsables de las agencias jurídica, de ayuda y de derechos humanos se han
liberado de corsés diplomáticos y han roto a denunciar el genocidio. El director
de la UNRWA ya dijo en voz alta lo que
millones de personas piensan: que “los Estados disponen de una panoplia enorme
para detener las atrocidades cometidas” en Gaza (1).
Estados
Unidos se opone al reconocimiento del Estado palestino. Lógico, porque ha
tolerado y facilitado los planes destructivos de Israel. Alemania se desmarca
de sus socios europeos mayores, presa de sus fantasmas e intereses. Así las
cosas, el espejismo diplomático, sin otras medidas de presión, resulta, en
estas circunstancias, una medida hipócrita, justificativa y sobre todo estéril.
UN
ESTADO DE PAPEL
¿Qué
se está reconociendo? ¿Hay voluntad de que ese Estado sea viable, tenga un
territorio en unas fronteras reconocidas y una seguridad fiable? En absoluto.
Si se trata de una iniciativa simbólica, no sólo es inservible, sino que se
asemeja a un ultraje. ¿Después del reconocimiento británico, francés,
canadiense, australiano y etc, qué vendrá? A tenor de lo visto, nada que sirva
de algo (2).
El
gobierno de la Autoridad Nacional Palestina, presidida por un anciano de 90
años, cuya legitimidad expiró hace años, no puede tomar decisión relevante
alguna. Ni siquiera es “el alcalde de
Ramallah”, como se decía irónicamente de Arafat en los noventa, cuando los
acuerdos de Oslo se diluían en la insustancialidad. Ese invisible gobierno
palestino está desacreditado y ridiculizado por el ocupante.
Hoy,
la otra parte de ese supuesto Estado palestino que no ha sido pulverizado, se
encuentra sometido a una violencia atroz del gobierno, del Ejército y de los
colonos incontrolados (o más bien alentados y apoyados desde el Poder).
La creación de nuevas colonias ilegales se incrementa día a día y se dan a
conocer continuamente proyectos que harán inviable la continuidad territorial
de ese Estado palestino que ahora las grandes potencias occidentales vacuamente
reconocen (3). La privación de tierras a los palestinos se agrava con
operaciones policiales y militares en unas condiciones de impunidad sin
precedentes. La intimidación de la población es asfixiante. La excusa de la
amenaza “terrorista” justifica todo tipo de atropellos y persecuciones. Los
sectores más extremistas del Gobierno (en realidad habría que decir vociferantes,
porque extremista es todo el Ejecutivo) se jactan de actuar sin limitación y a
su gusto (4).
LA
COMPLICIDAD DE ESTADOS UNIDOS
Desde
Washington, se deja hacer con una complacencia que supera todos los registros
conocidos, que ya es decir. Trump se mofa de la legalidad internacional, ridiculiza
a la ONU en su propia sede y, aparte de anunciar resorts de ensueño en
una nueva Gaza “limpia de terroristas”, alienta a adoptar decisiones
expansionistas de Israel y amenaza a sus socios europeos por el reconocimiento
del Estado palestino.
En
la nueva mayoría social que se dibuja en Estados Unidos bajo el liderazgo de la
ultraderecha cristiana, la “causa de Israel” es intocable. Trump ha aprovechado
la marea provocada por el asesinato del charlatán ultra Charlie Kirk, para
desatar sus instintos autoritarios más feroces. Ya se permite amenazar sin
disimulos a los que se le oponen, siquiera tímidamente, y a proclamar que los
odia (5). Promueve el silenciamiento de espacios informativos críticos, para
desviar la atención de unas encuestas que reflejan el hundimiento de su
aceptación en la ciudadanía (6). En realidad, le importa poco: cuenta con la
parálisis de la oposición sistémica y un creciente miedo social.
La
kermesse funeraria ultra de Arizona, un espectáculo de hipocresía
monumental, ha hecho emerger las corrientes más oscuras de la sociedad
americana: intolerancia, racismo, xenofobia y otras perversiones más acorde a
estos tiempos. Si el Ku-Klus-Klan fue una pústula minoritaria en los estados
del sur derrotados en la guerra civil, esta ultraderecha cristiana de hoy,
fervientemente aliada de Israel, aspira a conquistar la cúspide del poder en
Washington. Ya tenían al Vicepresidente J.D. Vance como ariete avanzado. Ahora,
confían en poder fidelizar el respaldo de Trump, que se apuntó a la
representación con su oportunismo de costumbre (7).
EL
SINIESTRO DESIGNIO ISRAELÍ
Todo
esto lo sabe positivamente el primer ministro israelí, de ahí que se sienta
fuerte para lanzar insinuaciones intimidatorias dirigidas a París y a Londres,
en un tono no muy diferente al que antes ha hecho con España o Bélgica, más
comprometidos con la causa palestina, aunque con eficacia similar. Las bravatas
de Netanyahu pueden ser un farol, pero él no se siente constreñido ni
preocupado en modo alguno por un fantasmal “aislamiento internacional”.
En
otras latitudes más templadas del panorama político israelí, nadie se atreve a
adoptar una posición firmemente contraria al Gobierno. Los llamados
“centristas” de Yaïr Lapid también han condenado el reconocimiento del Estado
palestino. Sólo grupos de izquierda crítica u organizaciones pacifistas y de
defensa de los derechos humanos se atreven a colocarse en la oposición y a
denunciar no sólo la barbaridad de Gaza sino también los atropellos y actos
violentos en Cisjordania. No pasará mucho tiempo antes de ser considerados
traidores.
En
este ambiente depresivo y crecientemente autoritario, las opciones de una
mejora efectiva de la situación se antoja imposible. La llamada “pax americana”
(engañosa siempre y manifiestamente desequilibrada en su concepción) va camino
de convertirse en un camino hacia una guerra de exterminio que consolide la
condición de Israel como un hegemon en la zona.
Así
lo han entendido los propios estados árabes, incluso los más cercanos al estado
judío. El ataque contra la sede de Hamas en Qatar ha constituido una llamada de
atención que se han tomado muy en serio las petromonarquías del Golfo y otros
países de la región. Los acuerdos
Abraham no están enterrados, entre otras cosas porque Trump ve en ellos una
oportunidad para crear un ecosistema de negocio personal. Pero han sido metidos
en el congelador (8). Liquidar el “problema palestino” es ahora la prioridad indiscutible.
Y la palanca más eficaz para que Netanyahu escape al acoso de la justicia. Este
príncipe de las tinieblas israelí nunca ha tenido tantas cartas juntas a su
favor, y no es de los que las desaprovechan.
NOTAS
(1) Entrevista con Philippe Lazzarini, jefe de la UNRWA. LE MONDE, 8 de septiembre; “Legal analysis has accused Israel of committing
genocide in four out of five categories as defined by 1948 convention”. JASON
BURKE. THE GUARDIAN, 16 de septiembre.
(2) “What does
recognising a Palestinian state mean?”. PAUL ADAMS. BBC, 22 de
septiembre.
(3) “La colonisation israélienne en Cisjordanie
s’accélère depuis le 7 octobre 2023”. PIERRE BRETEAU. LE MONDE, 1 de septiembre.
(4) “With Arson and
Land Grabs, Israeli Settler Attacks in West Bank Hit Record High”. THE NEW YORK
TIMES, 14 de agosto.
(5) “Even without
formal charges, Trump’s DOJ can punish critics”. THE WASHINGTON POST, 23 de
septiembre; “In Assault on Free
Speech, Trump Targets Speech He Hates”. PETER BAKER. THE NEW YORK TIMES, 21
de septiembre.
(6) “Tracking the
Presidency, Donald Trump’s approval ratings”. THE ECONOMIST, 18 de
septiembre.
(7) “L’hommage de l’Amérique trumpiste au «martyr»
Charlie Kirk, moment de confusion entre politique et religión”. PIOTR SMOLAR. LE MONDE, 22 de septiembre.
(8) “The Fallacy of
the Abraham Accords”. KHALED ELGINDY. FOREIGN AFFAIRS, 22 de enero.