NORUEGA: EL TESORO DE LA CONFIANZA

28 de julio de 2011

Casi todo se ha dicho ya de los crímenes que han sacudido Noruega. Aunque quedan por aclarar algunos detalles y circunstancias sobre la preparación de los atentados y la actuación policial, lo verdaderamente importante, a estas alturas, es extraer las conclusiones y avanzar las consecuencias de un acto tan terrible e inesperado en un país como aquel, modelo y ejemplo del progreso humano.

UNA APARENTE SORPRESA
Estos días, todos los medios y numerosos analistas han resaltado la inmensa paradoja que representa el hecho de que uno de los peores crímenes múltiples sucedidos en Europa desde la Segunda Guerra Mundial haya tenido lugar en un país pacífico, avanzado, próspero y, ante todo, igualitario como ningún otro en el mundo.
Pero es justamente por eso. Precisamente por ser como era, al ser sometido a los cambios acaecidos por el impacto de la globalización, el riesgo de un sobresalto estaba creciendo silenciosamente en ese rincón europeo de magnifica belleza.
La especificidad de Noruega reposa en dos pilares fundamentales. El primero, un sistema político construido sobre la noción (llamémosle socialista democrática, sin complejos) de que cualquier ciudadano debe tener sus necesidades materiales resueltas y los servicios sociales más que básicos a su alcance, con independencia de su renta. El segundo, un recurso de extraordinaria riqueza y rentabilidad, el petróleo, que le ha permitido una autonomía energética y un excedente considerable para consolidar su proyecto socio-político.
En los años noventa, el gran consenso nacional noruego, con todos los matices, discrepancias y disidencias que se quiera, empezaba a verse sometido a tensiones por la llegada creciente de extranjeros inmigrantes. Como en otros lugares, se desplegó un debate, no siempre templado, sobre el impacto de esa población ‘distinta’, que arrastra consigo valores, creencias, necesidades diferentes a los ‘naturales’ del país.
Comenzó a evidenciarse el malestar de quienes, después de haber aceptado de mayor o menor grado una distribución razonablemente equitativa de la riqueza, sienten que se está yendo demasiado lejos al hacerla extensiva a los extranjeros. Surgió el Partido del Progreso –hiriente nombre para lo que esa formación política defiende y representa. Se trataba de uno más de los partidos con tintes xenófobos, sesgo ultraderechista y tentaciones revisionistas del sistema democrático. Noruega empezó a parecerse a otros países europeos en los que se encendieron las luces rojas del racismo y la intolerancia.
Aún así, todo parecía bajo control. Si bien es cierto que la inmigración se había duplicado en este periodo descrito (es decir, desde el comienzo de los noventa hasta el final de la primera década del nuevo siglo), los extranjeros apenas si suponen el 10% de la población total. Y no lo es menos que el Partido del Progreso había consolidado sus posiciones entre las clases más alarmadas por este fenómeno, hasta obtener el 23% de los votos en las últimas elecciones generales (septiembre de 2009), lo que le convertía en el segundo partido del país y en la principal formación de oposición al gobierno socialdemócrata. En ese lecho de malestar anidó durante años Anders Behring Breivik, el individuo que ha perpetrado la masacre.
Los dirigentes del Partido del Progreso han condenado en los términos más duros el acto criminal, para dejar claro que sus diferencias con el modelo de estado de bienestar construido durante décadas no es compatible con semejante barbaridad. Puede considerarse una actitud sincera. Pero es exigible a esos políticos que analicen si no han facilitado sin querer la incubación del monstruo.

ISLAMOFOBIA Y OTRAS PERVESIONES
La mayoría de las sandeces contenidas en el Manifiesto del asesino no proviene de su mente enferma o atrabiliaria. Muchas están fundamentadas en un discurso irresponsable y peligroso que ha ido permeando los medios y entornos sociales desde el 11 de septiembre. Ese estúpido sentimiento de ‘cruzado’ con el que Breivik adorna sus brutales posiciones racistas no es producto exclusivamente de sus delirios fanáticos. Hay una conexión con el ambiente de miedo, rechazo y animosidad que hay en Occidente hacia la población islámica.
En un magnífico artículo para THE NATION, Gary Younge (1) analiza la construcción de un imaginario musulmán violento en Europa, espejo y reflejo del fomentado en Estados Unidos, tras los sucesivos episodios violentos de la última década. A pesar de la obsesión islamófoba del ‘cruzado noruego’, Younge recuerda que los musulmanes representan apenas un 3% de la población noruega, y añade otros datos que evidencian las distorsiones dominantes en las alarmistas predicciones sobre la ‘invasión islámica’ en Occidente.
Resulta significativo que los medios atribuyeran inicialmente la matanza de Utoya a un grupo vinculado con Al Qaeda. No ya algunos de los medios del inefable Murdoch, sino no pocos ‘liberales’ o ‘serios’. Hoy por hoy, el terrorismo ha pasado a ser una divisa islámica. Para defender lo contrario, hay que porfiar. Younge, en su artículo, recoge unos datos concluyentes de Europol, según los cuales, los atentados o proyectos de atentado atribuibles al extremismo islámico representan un porcentaje mínimo de los actos terroristas en Europa. El ‘separatismo’ continua siendo (85% de los atentados) la principal amenaza para la convivencia pacífica.
Breivik ha delirado durante años sobre ese ambiente de sospechas y peligros irreales. Otros prejuicios extremistas de intolerancia y aversión a la solidaridad y la inserción social han ido forjando en su mente extraviada un proyecto monstruoso. Tampoco debe descuidarse el efecto de ese fenómeno fundamentalmente norteamericano de los ‘criminales solitarios’, los inadaptados, los enemigos de lo público, de lo colectivo, del Estado. Una especie de anarquismo de derechas, profundamente conservador, que ha dado lugar al movimiento del ‘Tea Party’. En definitiva, un ultraindividualismo salvaje que alumbra salvadores, visionarios.
Beivik ha bebido de todo ello. Del malestar de sus conciudadanos ante el fenómeno migratorio, del que sólo son capaces de ver una cara. Del discurso político xenófobo, que en Noruega no justifica la violencia, pero le proporciona argumentos. De la islamofobia occidental rampante. De la ofensiva irracional contra una saludable y más equitativa distribución de los recursos. Del avance dificultoso pero firme de los derechos de las minorías (mujeres, inmigrantes, personas con discapacidad, homosexuales, etc.). No debería resultar exagerado opinar que el espantoso despliegue de maldad exhibido en Oslo y Utoya ha sido una recreación casi cinematográfica de esa perversión interior, de esa indigesta asimilación de aberrantes valores (?) en alza.
El espléndido novelista noruego Jo Nesbo acaba de dejar una reflexión escrita (2) sobre la tragedia que estos días vive su país. Afirma con dolor que Noruega nunca volverá a ser la misma después de lo ocurrido. Pero, en la misma línea de lo que ha proclamado el primer ministro Stoltenberg y otros miembros de su gobierno (ágiles y oportunos en su reacción), no hay nada que pueda o debe doblegar el gran tesoro del modelo noruego: la confianza. Aunque no hay vuelta atrás, aunque nunca se recobre la inocencia perdida, sostiene Nesbo, “los noruegos rehusamos que nadie nos prive de nuestro sentido de seguridad y confianza. Rehusamos perder esta batalla contra el miedo (…) Rehusamos permitir que el miedo cambie la forma en que construimos nuestra sociedad”.
La mejor condena para el perturbado fanático que pretendía salvar la civilización cristiana no es el cumplimiento cabal de los treinta años de reclusión que pudieran caerle, si es considerado culpable de un ‘crimen contra la humanidad’. Es la derrota del miedo, de la intolerancia, la preservación de lo que ha convertido a Noruega es un ejemplo razonable para tantas sociedades: el tesoro de la confianza en el ser humano para construir una sociedad justa donde quepan todos.



(1) http://www.thenation.com/article/162270/europes-homegrown-terrorists?rel=emailNation

(2) http://www.nytimes.com/2011/07/27/opinion/27nesbo.html?nl=todaysheadlines&emc=tha212