21 de mayo de 2025
La
guerra de propaganda e información / desinformación que se libra en torno a
Ucrania y Palestina condiciona notablemente la percepción de la opinión pública
occidental sobre ambos conflictos. Pero resulta imposible, por no decir
perverso, compararlos.
El
ensañamiento israelí en Gaza despierta un rechazo cada vez mayor en los ciudadanos,
pero los gobiernos, salvo en el caso de España y alguno más, se han mostrado
hasta ahora reacios a adoptar medidas que pusieran en serios aprietos al gobierno
de Netanyahu. Los intentos de resolución diplomática de la crisis tampoco
tienen comparación.
Es
evidente que Europa se vuelca con Ucrania y Estados Unidos juega ahora a
desempeñar un equívoco papel de mediación. En Palestina, Israel actúa a placer,
con Estados Unidos en grado de tolerancia máxima. No obstante, la reciente
campaña de brutales bombardeos y el intento de sofocar a la población por
hambre, ha motivado una discreta intervención de Washington. Israel se ha visto
obligada a aceptar la entrada de ayuda humanitaria en la franja de Gaza. Tarde
y poco, dice la ONU.
TARDÍA
REACCIÓN EUROPEA
Europa
ha estado bloqueada por divisiones internas y por su histórica incapacidad para
alinear capacidad de presión política con herramientas de influencia económica.
Ahora, los dirigentes europeos parecen decididos a revisar el Acuerdo de
Cooperación con Israel, aduciendo conculcaciones de los derechos humanos. Lo
que España propuso hace más de un año. No está claro en qué se sustanciará este
anuncio. La posición alemana, italiana y de otros países europeos pueden
obstaculizar la iniciativa (1). Gran Bretaña se ha sumado a la presión al condenar
el bloqueo de la ayuda humanitaria y anunciar la suspensión de las conversaciones
comerciales bilaterales.
Esta
subida de tono en las relaciones euro-israelíes está precedida de un intercambio
de acusaciones motivada por la insoportable situación de las población
palestina en Gaza. En una iniciativa conjunta, París, Londres y Ottawa condenaron
las “acciones escandalosas de Israel” y advirtieron que adoptarían “medidas
concretas”, entre ellas su “determinación a reconocer un Estado Palestino, como
contribución a la realización de la solución de los dos Estados”. Un lenguaje
alambicado, fruto del habitual esfuerzo diplomático de contención.
El
jefe del gobierno de Israel, que no deja pasar ocasión alguna de jugar al
victimismo, calificó de inmediato esta declaración de los tres gobiernos como
una “inmensa recompensa al ataque genocida del 7 de octubre”. Una grosera manipulación,
pero sobre todo una prueba de su esfuerzo permanente por convertir la
conculcación sistemática de los derechos palestinos en un asunto de terrorismo.
De
cuando en cuando, Francia asoma la cabeza para condenar los “excesos” de
Israel. Pero siempre con el mayor cuidado, para no soliviantar a la minoría
judía francesa, muy atenta a cualquier desliz que pueda ser utilizado con el
propósito de denunciar el antisemitismo latente en la sociedad gala.
Durante
meses, esta presión israelí sobre la mala conciencia europea arrastrada desde
el Holocausto ha resultado rentable. La hipócrita polémica de Eurovisión es una
muestra de ello. Una serie de países siguen bloqueando cualquier medida de
sanción siquiera moral o de imagen que perjudique a Israel. España asume el rol
de denunciante disidente, con muy pocos apoyos efectivos (Bélgica o Irlanda, si
acaso), lo que contribuye a convertir a la UE en cómplice indirecto de la
masacre.
DONALD
DE ARABIA
En
Estados Unidos, no ha lugar a este tipo de polémicas diplomáticas. Pero las
escenas de una población martirizada, aterrorizada y asediada por el hambre y
las enfermedades alienta otra posible campaña de protestas en universidades y
sectores sociales no adormecidos por la demagogia trumpista. La
diplomacia norteamericana ha realizado gestos
de incomodidad ante este ensañamiento del aliado gobierno israelí. Algunos
portavoces de organizaciones judías en
Estados Unidos se han alineado con sectores disidentes del Ejército israelí en contra
la deriva extremista y criminal (2).
Trump
ha desertado de hacerse otra foto con Netanyahu en pleno martirio de Gaza. La
semana pasada se ha paseado por los salones de mármoles y alfombras de las
petromonarquías con las que asegura negocios fabulosos para sus empresas y
familias, entreverados en contratos de difícil comprobación con empresas
norteamericanas.
Adicto
a la concepción de la política como espectáculo, Trump se regocijo en la imagen
de un Donald de Arabia a la inversa. Contrariamente a T. E. Lawrence,
idealizado personaje de la inteligencia militar británica convertido en
ardoroso simpatizante de la causa árabe por motivos ideológicos y morales, Trump
se comporta como el mejor aliado de las petromonarquías del Golfo.
El
Presidente norteamericano envolvió sus interesadas motivaciones en una crítica
a las políticas intervencionistas de Estados Unidos en lo que va de siglo,
tanto la de los neocon (supuesta promoción de la “democracia” en la
región y construcción de naciones) como la de los liberales demócratas. No es tanto
que aspire a construir una ‘doctrina’ al efecto. Su intención se limita a sacar
partido de las oportunidades económicas. Para su país y para sí mismo
La
famosa “apertura” de esos países con regímenes absolutistas se limitan al
dominio económico. Pocos avances o sólo cosméticos se han producido en el
terreno de los derechos humanos, sociales o políticos. Esta semana, un abogado
saudí ha hecho público que en su país continúa la aplicación de la pena de
muerte. En 2024, en 345 casos: prácticamente una ejecución diaria (4) .
UCRANIA:
EL JUEGO DEL RATÓN Y EL GATO
En
Ucrania, Europa asume el rol que no quiere o no puede jugar en Gaza, es decir,
el de vanguardia contra el agresor señalado. Ese directorio europeo formado por
Gran Bretaña, Francia y Alemania (una suerte de mini-OTAN o de OTAN sin patrón)
se convierte en la punta de lanza de la presión contra Rusia. Con resultados
muy pobres.
Trump,
que se complace en humillar a Europa tanto o más que en confortar a Rusia, dejó
claro que habría avances hasta que Putin y él así lo decidieran. La entrevista
bilateral que no pudo celebrarse en Estambul, durante la gira del Presidente
norteamericano por el Golfo, se convirtió en una conversación telefónica, que
Trump vendió como un éxito anunciado de sus autoproclamadas capacidades de
convicción. Moscú rebajó esas pretensiones a un contacto franco y productivo,
lo que el lenguaje diplomático equivale a decir que las diferencias
prevalecieron sobre las coincidencias. Lo sustancial, lo que Ucrania persigue y
Europa exige, es decir, un alto el fuego incondicional, total e inmediato se
envía otra vez al limbo.
Algunos
comentaristas consideran que el Presidente ruso manipula a su colega a su
antojo. Hay otra explicación para lo ocurrido estos días: Trump, aunque haya
retocado la retórica de sus relaciones con Ucrania después del bochornoso
episodio del Despacho Oval, no ha modificado sustancialmente su política.
Rusia
sigue con una ofensiva más propagandística que militar, destinada a minar la
confianza de la población en la capacidad de su gobierno para forzar una salida
negociada que a alterar la situación sobre el terreno. Europa endurece el paquete de sanciones, cuya
efectividad sigue siendo limitada (5). Analistas occidentales muy optimistas
hacen de la necesidad virtud y proclaman que “Rusia ya ha empezado a perder la
guerra” (6). No hay constancia clara de ello.
NOTAS
(1) “Le jour où les
Européens ont décidé de reconsidérer leur accord d’association avec Israël”. PHILIPPE JACQUÉ. LE MONDE, 21 de mayo.
(2) “Israel Wavers as Far Right and Military Disagree
on Gaza Strategy”. PATRICK KINGSLEY. THE NEW YORK TIMES. 19 de mayo;
(3) “Affaires et paix: la doctrine Trump à l’épreuve
des réalités au Moyen-Orient”. HÉLÈNE SALLON y PIOTR SMOLAR. LE MONDE, 16 de
mayo.
(4) “Saudi Arabia is executing more people than ever”.
TAHA
AL.HAJJI. FOREIGN POLICY, 16 de mayo
(5) “UK and Europe target Russia with major sanctions
after Putin-Trump call”. PETER BEAUMONT y PJOTR SAUER. THE GUARDIAN, 20 de
mayo.
(6) “Russia Has Started Losing the War in Ukraine”.
MICHAEL KIMMAGE. FOREIGN POLICY, 19 de mayo.