12 noviembre de 2025
Los resultados de la semana pasada en las elecciones parciales y locales en los Estados Unidos arrojaron un buen resultado para el Partido Demócrata. O eso es lo que señalaron algunos medios liberales. Otros, no tanto. Un análisis detallado indica que los supuestos “brotes verdes” ante las elecciones de medio mandato del año que viene podrían agostarse antes de tiempo.
¿OTOÑO
DE TRUMP?
La
presente estación augura el otoño político del segundo mandato de Trump, para
los más optimistas. Éstos se apoyan en unas encuestas inequívocamente
desfavorables para el MegaPresidente. Según el compendio de referencia,
publicado a diario por Clear Politics, el índice de aceptación a 11 de
noviembre era del 42,8% y el de desaprobación del 54,1%, más de once puntos
negativo (1). Otros sondeos más severos indican un rechazo superior al 60%, similar
al que tenía cuando dejó la Casa Blanca, a comienzos de 2021. Son datos muy
poco halagüeños.
Trump
resulta muy impopular en su manejo de las instituciones, lo cual era de prever,
teniendo en cuenta sus tropelías de todo tipo (autoritarismo desembozado y en
auge, interferencia en las competencias judiciales, actitud vengativa contra
sus rivales políticos, confusión entre intereses públicos y privados y un largo
y pesado etcétera). Son pocos aun los que, como el Juez federal Wolf, se ha
atrevido a decir, aun a costa de dejar su cargo, que Trump es un peligro para
la democracia (2). Otros añaden que está poniendo en riesgo el sistema de
alianzas construido durante las últimas décadas por Estados Unidos. A pesar de
su autobombo, los castigos comerciales de Trump a países socios que no pasan
por el aro de sus caprichos son rechazados por una mayoría.
Tampoco
se admiten ya con tanta facilidad los autoelogios y la manera en que presenta
como éxito acuerdos discutibles a corto y perjudiciales a largo plazo, como el
alcanzado apresuradamente con China. Muchos expertos consideran que el caos, la
confusión y el engaño no pueden esconder una nefasta estrategia (3). Incluso
algunos republicanos con cierta independencia se han desmarcado del Presidente.
Se
aprecian también grietas en el muro MAGA. La más señalada ha sido protagonizada
por la política republicana de Georgia Marjorie Taylor Green. Otros ultras
intuyen que Trump se está equivocando, que piensa más en su interés
exclusivamente personal que en la estrategia del movimiento conservador. Era de
esperar. Con el Tea Party ya pasó algo parecido; bien en verdad que entonces
estaba en la Casa Blanca un demócrata ( y no cualquiera: el todavía muy popular
Obama) y desde la oposición siempre crujen más las costuras. Ahora resulta más
difícil desafiar el Presidente, que es republicano, aunque sea lo que allí se
denomina un RINO (republican in name only: republicano solo
nominalmente). En efecto, Trump es un líder que no acepta reserva alguna en el
reconocimiento del liderazgo o en la rendición de pleitesía.
UNOS
ÉXITOS MUY LIMITADOS
Los
demócratas airean los éxitos de sus candidatos a la Gobernación de New Jersey y
Virginia, que ya tenían en su poder, y
al inútil apoyo de Trump a los aspirantes republicanos. Los medios liberales
habla de “ola azul” (4). Pero es poca cosa.
En
cuanto al triunfo en la Alcaldía de Nueva York, lo cierto es que el establishment
del partido no lo percibe como un triunfo propio, sino como un anticipado
dolor de cabeza. La victoria de Zohran Mamdani puede haber irritado mucho al
Presidente, que tiró de todo su arsenal de amenazas y puso todas sus fichas a
favor del renegado demócrata Andrew Cuomo, para cerrarle el paso. Pero el
disgusto de los anquilosados dirigentes del partido del burrito no es
mucho menor.
El
programa de gobierno de Mamdani para la Gran Manzana es presentado como
comunista, lo cual es falso y hasta ridículo: en Europa sería asimilable a
cualquier agenda socialdemócrata, incluso en estos descafeinados tiempos (5).
Después de todo los conservadores también decían que Obama era “comunista” o como
mínimo “socialista”. Contrariamente al expresidente, Mamdani se encuentra a
gusto con esta etiqueta. Pertenece a la corriente de los demócratas socialistas,
que es muy minoritaria en el Partido. Si ellos siguen en su disciplina es por
pragmatismo, por supervivencia. La rigidez del sistema político norteamericano,
impuesto por el imperio del dinero, no acepta más partidos, no tolera
disidencias más allá del debate ideológico, y arrasa contra todos los que, a
derecha o a izquierda, cuestionan el bipartidismo. Estados Unidos nunca ha sido
un sociedad binaria, pero ahora menos que nunca.
Los
demócratas centristas y hasta incluso los llamados “liberales” (más a la
izquierda, ma non troppo) temen que cunda el ejemplo de Mamdani en otros
lugares del país, aunque no tengan posibilidad de meter a muchos de los suyos
en el Capitolio.
Obama,
que sería uno de esos “liberales” con freno de mano, se desmarcó de otros
dirigentes demócratas y llamó a Mamdani para ofrecerle su apoyo en la
construcción de una agenda progresista. Es habitual en el expresidente
afro-americano estos alardes de independencia: tardó mucho en respaldar a
Kamala Harris, cuando Biden se resignó a ceder a las presiones de sus colegas
de partido y renunció a optar por la reelección.
LA
ESCISIÓN FUNCIONAL
Si
todo lo anterior no fuera suficiente para poner en duda la emergencia de esos
“brotes verdes”, el acuerdo para acabar con el shutdown o “cierre” del
Gobierno federal (en realidad, una congelación de fondos que bloquea el
funcionamiento efectivo de la administración) ha terminado por poner en
evidencia las incoherencias, divisiones y fragilidades del partido de la
oposición. El daño a la economía no ha sido menor, pero más severo ha sido el
perjuicio social, con cientos de miles de empleos suspendidos y una angustia
social creciente. Por no hablar de la suspensión de los bonos de comida, que hundía
en la desesperación a millones de ciudadanos pobres.
Había
presión para acabar con todo eso. De ahí que ocho senadores demócratas pactaran con los
republicanos un acuerdo para sumar los 60 votos que las reglas del
filibusterismo parlamentario exigen si se quiere adoptar un acuerdo en el
Senado. Estas rupturas de la disciplina partidista son habituales en Estados
Unidos; de modo que no hay que dramatizar. Habitualmente, los desmarques de
este tipo se deben a razones locales (favorecer a grupos de presión económica o
a intereses concretos del Estado al que representan los políticos).
Pero
no parecía el momento, ni se ha explicado fácilmente la fractura. El liderazgo
demócrata había dejado claro que el bloqueo continuaría mientras los
republicanos se mantuvieran en sus trece de no renovar los subsidios de la
reforma sanitaria de Obama. El veto conservador supondría un incremento de los
precios de los seguros médicos. El asunto era una línea roja, que estos ocho
han traspasado (6).
Lo
más interesante es que esta escisión funcional no ha respondido a una fractura
ideológica; es decir, no han sido necesariamente los senadores más escorados a
la derecha lo que se han unido a los republicanos; algunos, sí, pero otros,
como el senador por Illinois, pertenecen al caucus liberal del Partido.
Hay
otro motivo, como señala uno de los analistas de THE ATLANTIC (publicación de
prestigio intelectual cercana a los demócratas). Ninguno de los disidentes
someterá su continuidad al veredicto de las urnas en las elecciones de medio
mandato del año que viene; por tanto, no temen un castigo inminente (7). Al
cabo, si la operación sale bien y el país se siente aliviado después de mes y
medio de bloqueo, podrán capitalizarlo políticamente más adelante.
El
pactismo suele ser premiado por el electorado activo en Estados Unidos; es
decir por esa mitad o algo más de
ciudadanos que votan, para quienes los acuerdos entre los dos partidos son
siempre preferibles a una confrontación partidista permanente. Es la versión
norteamericana del consenso. Un mito más del sistema político, puesto que es
mucho más frecuente que los demócratas se muevan hacia la derecha que los
republicanos se desplacen a su izquierda. Como ocurre también en Europa.
En
todo caso, el acuerdo en el Senado tiene que ser aprobado todavía por la Cámara
de Representantes, donde el número de demócratas pactistas no parece asegurado.
Por
tanto, todavía resulta prematuro anticipar el inicio de la recuperación de los
demócratas. El Partido persiste en su parálisis funcional y en su sequía de
ideas. El éxito de Mamdani y la escisión puntual han puesto en evidencia a
Charles Schumer, el jefe de la bancada en el Senado, que no quiso apoyar al
candidato victorioso en Nueva York ni supo contener la rebelión de sus colegas.
Si a eso añadimos el vacío de liderazgo de cara a las siguientes contiendas, el
panorama está muy lejos de resultar halagüeño. No son pocos los analistas y
estrategas que dan consejos (8), pero no se ve claro el rumbo.
SIN
LÍDER EN EL HORIZONTE
Algunos
quieren creer que el Gobernador de California, Gavin Newsom, podría ser un
potencial candidato para jubilar a Trump en 2028. Pero es demasiado pronto y
hay algunas dudas sobre sus verdaderas posiciones políticas.
En
la reciente cita electoral, Newsom sacó adelante una nueva composición de los
distritos electorales en California, para hacer posible el refuerzo de la
mayoría demócrata del Estado y colocar más congresistas en el Capitolio. La
iniciativa de Newsom era una réplica a lo que habían hecho los republicanos en
Texas y en otros once estados Estas manipulaciones (gerrymandering) son
frecuentes en EEUU: un síntoma de su viciada democracia (9).
Si
el Partido Demócrata busca otro Obama (progresista sin excesos, audaz sin dejar
de ser calculador, carismático a la vez que prudente), da la impresión de que aún
tendrá que esperar para encontrarlo. O para fabricarlo.
Mientras,
la izquierda calibra su fuerza real. Si Mamdani se queda sin apoyos en el
Partido y se ve solo ante la más que esperada ofensiva de Washington, su
gestión en Nueva York puede ser un camino de minas. Cualquier tropiezo del
nuevo alcalde se presentara como un fracaso y una demostración de que el país
no quiere experimentos socializantes. O sea, la profecía autocumplida.
NOTAS
(1) https://www.realclearpolling.com/polls/approval/donald-trump/approval-rating
(2) “Federal Judge, Warning of ‘Existential Threat’ to
Democracy, Resigns”. THE NEW YORK TIMES, 9 de noviembre.
(3) “America’s Self-Defeating China Strategy. LAEL
BRAINARD (Profesora en Georgetown y en Harvard). FOREIGN AFFAIRS, 10 de noviembre.
(4) “Anatomy of a blue wave. Four charts explain why
Donald Trump is in trouble”. THE ECONOMIST, 9 de noviembre.
(5) “Europeans recognize Zohran Mamdani’s supposedly
radical policies as ‘normal’”, ASHIFA KHASAM. THE GUARDIAN, 6 de noviembre.
(6) “ Senate Passes Bill to Reopen Government Amid
Democratic Rift”. THE NEW YORK TIMES, 10 DE NOVIEMBRE.
(7) “The shutdown vote was the real test for Democrats”.
DAVID A GRAHAM. THE ATLANTIC, 10 de noviembre.
(8) “The lessons Democrats need to learn to win again”.
FRED ZAKHARIA. THE WASHINGTON POST, 8 de noviembre.
(9) “En Californie, Gavin Newsom remporte son pari et
obtient des électeurs un redécoupage électoral favorable aux démocrates”. ARNAUD
LEPARMENTIER. LE MONDE, 5 de noviembre.
