3 de enero de 2018
No se trata, por supuesto,
de una vulgar referencia al coraje de miles de jóvenes que se han echado a la
calle en Irán para protestar por la carestía de la vida, las desigualdades en
el reparto de los recursos y el hartazgo ante una situación insostenible. Los
huevos, uno de los alimentos básicos en el país, han subido de manera
escandalosa. Algunos manifestantes han hecho de la rabia motivada por el alza del
precio de los huevos el emblema de su protesta.
Aún es pronto para
calibrar el alcance de la revuelta. Pero por su origen, extensión, contexto
político y efectos inevitables en el interminable pulso que se libra en el
interior del régimen, ya puede asegurarse que estamos ante el escenario más
delicado desde las protestas acaecidas en torno a las elecciones de 2009. De
proseguir la inestabilidad, estaríamos ante el mayor desafío interno de la República
Islámica, cuando falta algo más de un año para cumplir su cuadragésimo aniversario.
Estos son los rasgos distintivos fundamentales de la “revuelta de los huevos”.
1) El origen. - Contrariamente a 2009, o a la propia revolución
que propició la caída del Sha, las protestas se han iniciado en ciudades de la
periferia, no en Teherán. Si bien, el escenario de las mayores manifestaciones
ha sido Marshad, la segunda ciudad del país, la mayoría de las villas sacudidas
por las protestas han sido urbes de tamaño medio o pequeño.
2) Los motivos. - Si en
ocasiones anteriores las protestas se habían distinguido por la denuncia de la
falta de libertades individuales, políticas y sociales, en esta ocasión el
factor fundamental del malestar ha sido las condiciones de vida en los ámbitos
rurales próximos a las villas donde se han registrados las manifestaciones.
Desde hace años, una profunda sequía y el envejecimiento de las
infraestructuras han motivado un brusco descenso de la producción agrícola y un
incremento masivo de la emigración hacia las urbes próximas.
3) Los
actores. – No resulta extraño,
por tanto, que hayan sido los jóvenes de estos entornos rurales los principales
actores de la revuelta. En los movimientos contestatarios anteriores –de diferente
naturaleza y amplitud- habían sido jóvenes urbanos instruidos, universitarios y
pertenecientes a clases más acomodadas, y en particular los residentes en
Teherán, más politizados, los que iniciaron las protestas. La juventud lidera
la resistencia democrática en Irán. La mitad de la población tiene menos de 30
años y más de un tercio (quizás el 50%) se encuentra sin trabajo.
4) La respuesta desigual de las
autoridades. – La
respuesta de duros y moderados a las protestas ha puesto en evidencia, las
distintas sensibilidades políticas que fracturan el establishment político
iraní. Si bien unos y otros han condenado la violencia y han denunciado
injerencias exteriores y manipulaciones interesadas, los moderados han admitido
que los manifestantes no carecen de motivos para expresar su malestar, mientras
los duros han puesto el acento en la interpretación conspirativa (“los enemigos
externos”) y en el recrudecimiento de la represión y el recorte de libertades
(bloqueo de las redes sociales y otras medidas restrictivas).
5) El contexto político. - Éste
puede ser el elemento clave de la presente crisis. Algunas informaciones
indican que notables figuras del sector duro del régimen habrían alentado las
primeras protestas en Marshad, para debilitar la posición del gobierno,
controlado por el Presidente Rohani, líder más visible de los moderados. Los
manifestantes se alzaron contra el proyecto de presupuesto elaborado por el
Gobierno, que contempla la reducción de los subsidios de productos básicos y la
consecuente elevación de los precios.
De ser cierta, la maniobra tenía las alas muy cortas, porque provocó tanta
o mayor indignación que en las cuentas públicas del Estado para este años se
incrementaran las cantidades destinadas a operaciones militares exteriores o
las dotaciones a entidades religiosas, por presión de los sectores más conservadores.
No puede asegurarse aún que las protestas hayan estado manipuladas, al
menos inicialmente. Lo que parece claro es que, si fue así, el asunto se habría
ido de las manos a los supuestos instigadores: a medida que crecía, la protesta
no se focalizó en el gobierno, sino que se dirigió contra el resto de la
compleja red de instituciones que componen la República Islámica y, en
particular, la autoridad máxima, el Guía Jamenei.
Que los duros hayan querido explotar el descontento social por las medidas
de austeridad a las que parece empujado el gobierno para debilitar a sus
rivales en una encarnizada lucha por el control del poder es más que plausible.
Estos sectores radicales han defendido siempre que acuerdo nuclear con
Occidente no iba a ser a propiciar la recuperación económica, porque los
enemigos de Irán nunca iban a permitir la consolidación de la República
Islámica. Ciertamente, el dividendo del acuerdo ha resultado demasiado modesto
y no ha permitido la mejora del nivel de vida de la mayoría de la población, entre
otras cosas porque el levantamiento de las sanciones responde a un proceso
gradual y está sometido a la desconfianza entre las partes.
6) La reacción exterior. – Como era de esperar, el tuiteador en jefe Trump se ha apresurado
a hacer una lectura simplista y precipitada de los acontecimientos, con
mensajes agresivos en los que se insinúa el respaldo de su gobierno a los
contestatarios, pero sin especificar en qué puede consistir esa ayuda y hasta
donde está dispuesto a llegar. Los líderes europeos, en cambio, han sido mucho
más prudentes, resaltando la necesidad de contención de la fuerza y el
necesario respecto por las libertades de expresión y manifestación, sin las
alharacas del molesto aliado norteamericano.
7) Las consecuencias. – A
primera vista, ante la amenaza de una amplia desestabilización, es posible que
las distintas tendencias del régimen se pongan de acuerdo para sofocar la
revuelta. Pero si no pudieran controlarla o se desencadenaran episodios de
violencia represiva, no es descartable que las tensiones internas pudieran agudizarse.
Este escenario es sumamente inquietante porque no está claro cuál podría ser el
resultado. Desde hace tiempo, dentro y fuera de Irán se elaboran hipótesis
sobre una eventual superación del régimen (1). Los especialistas no se ponen de
acuerdo sobre el escenario más plausible: reacción, reforma o revolución. De
momento, Irán hierve, en un momento en que su entorno exterior inmediato vive
un periodo de extraordinaria y peligrosa convulsión.
NOTAS
(1) “Iran’s Path
to Democracy: ¿Reform or Revolution?”. HALEH ESFANDIARI. FOREIGN AFFAIRS. Enero-febrero.