23 de abril de 2025
La derecha reaccionaria que pretende irradiar su liderazgo desde Estados Unidos no limita su ofensiva al ámbito comercial y geoestratégico. También está dispuesta a recrudecer una batalla iniciada hace años, en los frentes ideológico, cultural y social. Esta lucha de ideas tiene su campo de acción principal en Occidente , pero se extiende también por otras partes del mundo que considera amenazadas por la hegemonía china o el revisionismo ruso.
La
muerte del Papa Bergoglio ha colocado en primera línea el pulso por el control
espiritual de más de mil millones de personas activa o formalmente católicos,
una de las canteras esenciales de esa derecha reaccionaria.
LA
CONQUISTA DEL ALTAR
El
catolicismo ultraconservador ya estaba en guardia desde que la salud del líder
institucional entrara en una fase irrecuperable. Su desaparición no les ha
pillado desprevenidos, aunque quizás no esperaran un desenlace repentino. Hace
mucho tiempo que los distintos grupos de interés del Cardenalato movían sus
hilos ante un Cónclave que casi todos los observadores anticipan incierto (1).
El
Papa argentino había renovado el colegio cardenalicio. Las dos terceras partes
de los que decidirán ahora su sucesor fueron designados por él. Pese a
priorizar a la Iglesia periférica, con inclusión de numerosos obispos asiáticos
y africanos, no parece que se haya formado un lobby tercermundista en la
cúspide católica. Muchos de esos nuevos cardenales ni siquiera se conocen entre
sí (2).
Por
el contrario, otros grupos menos numerosos parecen mejor organizados y más
influyentes, entre ellos los cardenales de EEUU, algunos alineados con la marea ultra
que se ha apuntado al trumpismo (3). El vicepresidente Vance es el exponente
más visible. Que él fuera precisamente el último visitante del moribundo Francisco
no deja de ser un renglón más del libro de caprichos de la Historia. Vance ha
sido uno de los críticos más acervos de Pontificado de Bergoglio (4).
En
Europa, Bergoglio sólo concitó las simpatías de la izquierda moderada.
Socialistas liberales, ecologistas y progresistas apoyaron los discursos
inclusivos y ambientalistas del fallecido. Pero hay ya pocos votantes creyentes
en esas filas. Las amables palabras escuchadas estos días por los dirigentes de
esas familias políticas no arrojarán un alto redito electoral. La izquierda más
crítica ha hecho un balance más ambivalente del Papa fallecido. Se le reconoce
su defensa de los vulnerables,
inmigrantes y refugiados, pero en esa línea de caridad cristiana que
excluye cualquier veleidad revolucionaria. Bergoglio no fue nunca adepto a la
teología de la liberación, la corriente más crítica de los sacerdotes
católicos. En Argentina, no pocos han olvidado la actitud diplomática y
moderada del entonces Superior de los Jesuitas durante la dictadura militar
(5). A la postre, la llamada Iglesia de los pobres no deja de ser un oxímoron
social.
LA
REBELIÓN DE LAS AULAS
Otro
frente muy activo en EE. UU. durante las últimas semanas es el académico. Trump
se ha mostrado muy agresivo con Universidades a las que considera bastiones del
liberalismo universalista. Con el mismo furor desplegado en su política
comercial, el Presidente más iletrado de los tiempos recientes está dispuesto a
ganar la batalla de las cátedras, bibliotecas y campus. La excusa, como en
otros lugares de Europa donde se actúa de forma más discreta, es la lucha
contra el antisemitismo.
Trump
pretende acabar con la rebeldía de algunos sectores estudiantiles contra el
genocidio de Gaza. Convertir cualquier acto de protesta contra Israel en prueba
del supuesto antisemitismo creciente es una estrategia fraudulenta pero eficaz.
Detrás de esta ofensiva se esconde ese combate ideológico que pretende
reorientar las conciencias de las futuras élites del país y del mundo.
Harvard
y Columbia han sido la más señaladas, no por casualidad. Junto a otras
instituciones del noreste americano, como Berkeley, Yale, Cornell o Princeton,
esos templos del saber, la investigación y la innovación se han convertido en
el reducto de la resistencia intelectual a la zafiedad que se ha instalado en
la Casa Blanca (6).
Las
Universidades que no acepten limitar la libertad de expresión, orientar los
programas y seminarios hacia la visión neonacionalista y populista de la actual
administración o cercenar cualquier iniciativa crítica contra Trump y sus
autoritarios amigos del planeta son amenazados con perder las subvenciones y
beneficios fiscales actuales. La Universidad americana ha sido el vivero de las
élites del sistema, pero ahora se les exige que eliminen todo vestigio crítico.
En
Europa, la ultraderecha aún está lejos de atenazar la autonomía universitaria.
Pero desde hace décadas la “lógica del mercado” ha ido permeabilizando
instituciones y élites académicas y marginando progresivamente el pensamiento
más crítico, con el pretexto de limitar las “derivas populistas”, a derecha e
izquierda. En este sentido, la Universidad ha sido sino un reflejo del empeño
centrista por acotar el ámbito de las confrontaciones ideológicas.
El
liberalismo y la socialdemocracia se han diluido ideológicamente en un
eclecticismo dominado por grandes principios que se vulneran con frecuencia o
se aplican a conveniencia y con raseros cambiantes. Los llamados “valores
universales” no salen del ámbito de la retórica y no han servido para asegurar
contiendas electorales, mediáticas y, por supuesto, económicas.
Sin
embargo, en los últimos tiempos, los ultraconservadores o los conservadores que
ponen una vela al Dios liberal y otra al Diablo vengativo de la xenofobia, el
racismo y la intransigencia religiosa, cultural
e ideológica creen haber tomado la iniciativa.
EL
MAL USO DE GRAMSCI
Es
particularmente interesante el rescate que la ultraderecha italiana lleva ya
tiempo haciendo de Antonio Gramsci, comunista italiano encarcelado por
Mussolini y muerto en prisión, teórico de la “hegemonía cultural” como factor
decisivo en la lucha de clases. Los herederos de sus verdugos vuelven a releer
sus textos, manipularlos o utilizarlos a su antojo, lo que hubiera repugnado al
brillante filósofo y político sardo.
Los
eurocomunistas lo rescataron como inspirador, cuando en los años setenta teorizaron
su ruptura con el sovietismo estalinista, aunque Gramsci no tuviera tiempo de
criticar al sucesor de Lenin, porque murió antes de la degeneración autoritaria
y represiva del Kremlin. El eurocomunismo encontró en la formulación gramsciana
de la “hegemonía cultural” un factor de enorme utilidad política. El
materialismo histórico, que anunciaba el triunfo inevitable de la clase obrera,
necesitaba la cooperación de sectores de la clase media (intelectuales,
profesionales, profesores, trabajadores de los servicios públicos) muy
interesados en construir un “nuevo humanismo”. Gramsci acuñó la noción de
“intelectual orgánico”, complejo de pensadores activos, capaces de articular
los valores y principios de la nueva sociedad, sin el cual la revolución social
estaría destinada a marchitarse (7).
A
Gramsci acudió también la derecha neoconservadora francesa de los años ochenta
y noventa, privándole, naturalmente, de su irrenunciable base
marxista-leninista y su sentido revolucionario. Lo que interesaba de su
pensamiento era la lucha por esa “hegemonía cultural” que la derecha más
combativa había perdido tras la segunda guerra mundial. La sensación de que el
mundo de la cultura era fértil para la izquierda y yermo para la derecha radical
debía de cambiar, si se quería conquistar el poder, imponerse sobre la
orientación liberal y ejercer una influencia perdurable sobre las conciencias
de los grupos sociales adeptos.
En
esa batalla está empeñada de nuevo esta nueva derecha, más vieja que nunca. Una
derecha reaccionaria que quiere pelear cada batalla, pero sobre todo aquellas
que se libran en terrenos hasta ahora propicios para la izquierda liberal. Aquí
en España no se cita al pensador italiano, pero se pone énfasis en el combate
cultural, y no solo desde Vox. La Presidente de la Comunidad de Madrid es
especialmente activa en la promoción y ejercicio de este discurso.
Tanto
la inspiración católica ultra como su a veces opuesto capitalismo libertario suelen
converger cuando se trata de fustigar al
liberalismo normativo o a la socialdemocracia. El consenso centrista de las
últimas décadas, con expresiones distintas en Europa y en EEUU pero con identificables
rasgos afines, está siendo asaltado por esta derecha radical. Se han utilizado las
heridas indiscutibles de la globalización y el incremento de la desigualdad
para fomentar la percepción de intereses
opuestos entre clases populares autóctonas e inmigrantes.
Pero
en el campo donde está derecha ultra cree contar con bazas más eficaces para conquistar
la “hegemonía cultural” es el de los valores sociales y morales. De ahí que
haya emprendido una batalla sin cuartel contra la promoción de la igualdad de
género, la eliminación de la identidad sexual convencional, las nuevas
concepciones de la pareja y de la familia, etc. Es el conocido como universo
woke, sobre todo en EEUU (8).
El
Papa Bergoglio trató de ser tolerante con esas capas emergentes rompedoras de
la moral burguesa, pero sin moverse de los cimientos doctrinales de la Iglesia.
Eso le costó la enemistad de los ultraconservadores, sin ganarse del todo el reconocimiento
de las comunidades más activas en la promoción de los nuevos derechos. La
izquierda liberal se ha convertido en aliada de esos sectores sociales, a los
que escucha y cuida tanto por convicción como por cálculo electoral. Pero es
sabedora de que, entre sus votantes, son muy numerosos quienes, pese a su
tolerancia doctrinal, consideran que lo sectorial se está imponiendo sobre lo
global.
NOTAS
(1) “How Francis, a
Progressive Pope, Catalyzed the Catholic Right in the U.S.”. RUTH GRAHAM y
ELISABETH DIAS. THE NEW YORK TIMES, 21 de abril;
(2) “Searching for
the Catholic church’s centre of gravity. How has its influence changed over
time? THE ECONOMIST, 17 de abril.
(3) “Who Will Be the
New Pope?”. THEO ZENOU. FOREIGN POLICY, 21 de abril; “Who will be next
pope after Francis? Key contenders ahead of conclave”. ANTHONY FAIOLA. THE
WASHINGTON POST, 21 de abril; “The
coming struggle to choose the next pope”. THE
ECONOMIST, 21 de abril.
(4) “J. D. Vance au Vatican: le choc de deux
catholicismes sur fond de grandes manœuvres pour la succession du pape
François”. SARAH BELOUEZZANE. LE MONDE, 19 de abril.
(5) “Dos más dos es cinco”. LEILA GUERRIERO y “Cuando
Francisco era Bergoglio: un arzobispo incómodo en Buenos Aires”. FEDERICO RIVAS
MOLINA. EL PAÍS, 22 de abril.
(6) “Why
Authoritarians Attack Universities First”. Entrevista con Jason Stanley
(profesor de Yale), autor de ‘Como funciona el fascismo: la política de ello y
de nosotros’”. FOREIGN POLICY, 16 de abril.
(7) ”Entre l’Italie et
la France, itinéraire du ‘gramscisme de droite’”. ALLAN
KAVAL. LE MONDE, 19 de abril.
(8) ”L’internationale
réactionnaire, ou comment trois familles de pensée se retrouvent dans leur
détestation du progressisme”. NICHOLAS TRUONG. LE MONDE, 29 de marzo.