8 de octubre de 2025
Los
jóvenes se rebelan en Asia y en algunos países de África con un propósito
común: acabar con la corrupción, los privilegios y el autoritarismo de unas
élites insaciables.
En
Asia han derribado los gobiernos en Sri Lanka, Bangladesh y Nepal en los tres
últimos años y han puesto en aprietos a los de Indonesia y Filipinas (1) . En
África, han aflorado de manera sorprendente en Marruecos, un país en el que la
Corona ejerce un control férreo sobre las instituciones y la sociedad, han
colocado contra las cuerdas al Presidente de Madagascar y han sacudido las
estructuras de poder en Kenia, este último un país hasta hace años estable pero
debilitado por la crisis económica, agravada por los efectos de la afluencia de
refugiados sudaneses.
ASIA:
LA CAÍDA DE LAS AUTOCRACIAS
En
Sri Lanka, la caída de la dinastía Rajapaksa supuso una llamada de alerta para
todos los autócratas asiáticos. Los estudiantes que lideraron la protesta (Aragalaya)
en 2022 tenían un programa más ambicioso de lo que hasta ahora se ha
desarrollado en el país, pero se han registrado avances. La economía se
restablece poco a poco, bajo el liderazgo del pensador izquierdista
Dissanayake, elegido Presidente el año pasado.
En
Bangladesh, el ocaso de la generación de dirigentes anclados en la
independencia, hace 50 años, resultó sangriento (millar y medio de muertos) y
estrepitoso, por la huida vergonzante de Skeikh Hasina, la hija del padre de la
nación, Mujibur Rahman. Un gobierno de transición bajo el liderazgo del Premio
Nobel Muhammad Yunus no termina de
avanzar en las promesas abiertas por la revolución juvenil. El riesgo de la
frustración se agranda.
Nepal
ha vivido más de tres lustros de intensa inestabilidad política, desde la caída
de la monarquía en 2008, tras una larga y cruenta guerra civil. Inicialmente se
impuso un gobierno propulsado por la guerrilla comunista, pero desde entonces
se han ido sucedido una docena de ejecutivos, sin capacidad para tomar
efectivamente las riendas. Las últimas protestas fueron brutalmente reprimidas
y murieron más de 70 personas, pero no pudieron ser acalladas. Finalmente, el
gobierno cayó, exhausto y abandonado por las fuerzas armadas, que ayudaron al
movimiento juvenil promotor de la rebelión a organizar una elección popular de
un gobierno transitorio a través de la plataforma digital Discord.
Fue
elegida Primera Ministra una jueza de cierto prestigio. Sushila Karki, después
de un intenso debate, con una participación masiva de la población. Una
primicia política en toda regla. Pero esta suerte de democracia electrónica
podría quedarse corta ante los retos que afronta el país. Harán falta más que eslóganes
y proclamas para no decepcionar a una población por debajo de los 30 años que no
parece conformarse con cambios cosméticos.
MARRUECOS:
EL FINAL DE LA TRANQUILIDAD DEL RÉGIMEN
En
África, la amplitud, dimensión y naturaleza de la revuelta juvenil es
diferente. De momento, ha sido en Marruecos donde se han las protestas
callejeras de mayor importancia, en torno a la plataforma Gen Z 2012 (código
telefónico del país).
Los
jóvenes han criticado el gasto excesivo que el poder está asignando a la
construcción y adecuación de estadios e infraestructuras para albergar el
Mundial de Fútbol de 2030, con España y Portugal. Reclaman más inversión social
y una mejora sustancial de los servicios públicos básicos (3).
Algunos
lemas escuchados en las manifestaciones recuerdan a la primavera árabe de hace
15 lustros, que en Marruecos fue abortada de inmediato por Palacio, con el
concurso de una policía todopoderosa y omnipresente. El país se encuentra en un
ambiente de suspensión política debido a los rumores sobre la salud de Mohamed
VI, cuyas continuas “desapariciones” de la vida pública, sus constantes viajes
al extranjero y ciertas amistades polémicas, han abonado las especulaciones (4).
Los
éxitos diplomáticos obtenidos en los últimos años en el muy prioritario asunto
del reconocimiento internacional de la soberanía
efectiva sobre el Sahara Occidental no han servido para aplacar el descontento
social. Durante años la reivindicación permanente de la excolonia española en
disputa fue el motor de la adhesión al régimen de amplias capas sociales. Hoy
ya no es suficiente.
LA
OLA EXPANSIVA SE EXTIENDE POR ÁFRICA
En
Madagascar, el autoritarismo ha tocado fondo. Los jóvenes crearon a mediados de
septiembre su Gen Z Madagascar para protestar pacíficamente por los
continuos cortes de suministro de agua y luz, provocadas por el deficiente
funcionamiento de la energía hidroeléctrica tras una prolongada sequía, pero
también por la mala gestión.
Ante
la falta de respuesta y la arrogancia de las autoridades, se convocó una
manifestación para el día 25, que fue desautorizada. Pese a ello, se celebró,
con la participación de miles de personas. La intervención policial provocó una
veintena de muertos. La espiral de la protesta creció, obligando al Presidente
Andry Rajoelina a cesar a cinco de sus ministros. Esta medida, ya claramente
defensiva, no ha apaciguado a los jóvenes, que exigen la dimisión del máximo
líder del país (5).
Kenia
ha sido uno de los países más importantes de la estrategia occidental en
África, debido a su ubicación en el corazón del continente, próximo tanto al
Sahel, por el oeste, como a la zona de los grandes lagos y el cuerno,
por el Este. Este activo le ha permitido jugar cierto papel de mediador e
impulsor en la negociación de conflictos regionales. Pero de unos años a esta
parte, la crisis económica interna y el desgaste de las élites políticas
herederas de la independencia han erosionado su posición como modelo de un
desarrollo político y económico (6).
La
guerra del vecino Sudán, terrible y ferozmente destructiva, ha empujado a
cientos de miles de personas a buscar refugio en las regiones fronterizas del
oeste de Kenia, tensionando aún más los caudales públicos y soliviantando el
ánimo de protesta en la población juvenil, la más activa contra la corrupción
del gobierno de William Ruto. El régimen reaccionó con dureza para intentar
yugular este ambiente de revuelta creciente. A comienzos de este mes, setenta
jóvenes comparecieron ante los tribunales acusados de supuestos delitos de
terrorismo, algo inédito en el país.
La
juventud europea, que parece seducida en un número cada vez mayor por las
propuestas demagógicas y falsarias de la extrema derecha, haría bien en conocer
un poco más los ejemplos que nos llegan de la periferia, donde regímenes
autoritarios, generalmente amparados por Occidente están siendo desafiado por
la población en la que está depositado el futuro de sus países.
NOTAS
(1) “En Asie, la génération
Z à l’assaut des vieilles élites politiques”. LE MONDE, 29 de septiembre.
(2) “Nepal’s Discord Vote Might Be the Future of
Protest”. AJA ROMANO. FOREIGN POLICY, 22 de
septiembre.
(3) “Le Maroc secoué par la
fronde de la génération Z: «Nous sommes la jeunesse, nous ne sommes pas des
parasites». ALEXANDRE AUBLANC. LE MONDE, 3 de octubre.
(4) “Au Maroc, une atmosphère de fin de règne pour Mohammed VI”. CHRISTOPHE AYAD y FRÉDÉRIC BOBIN. LE MONDE, 24 de
agosto.
(5) “Madagascar’s Youth Won’t Back Down, Demanding
President’s Resignation”. THE NEW YORK TIMES, 2 de octubre.
(6) ”Au Kenya, la police réprime violemment les
manifestations en hommage au mouvement de 2024, faisant huit morts et au moins
400 blessés”. LE MONDE, 25 de junio.
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