LA CRISIS DE LOS CRÉDITOS

25 Enero 2008

La prensa anglosajona ha sido especialmente crítica con las últimas decisiones de las autoridades económicas norteamericanas para intentar atajar a la desesperada el peligro de megacrisis financiera: el paquete fiscal de estimulación del consumo del presidente Bush y el amplio recorte de tipos de interés decidido por la Reserva Federal.

Posición casi unánime: la crisis no ha hecho más que empezar y las medidas adoptadas han contribuido a acrecentar la impresión de los problemas más que a atajarlos.


THE NEW YORK TIMES llega incluso a responsabilizar al presidente Bush de provocar el pánico con su paquete de estimulación del consumo. Pero el mayor reproche se refiere a los destinatarios de las medidas: las medidas fiscales beneficiarán a los ricos, “pero no proporcionarán alivio para millones de americanos con más bajos ingresos”.

Dos medios muy vinculados con los negocios, THE ECONOMIST y el FINANCIAL TIMES cuestionan la solvencia de la decisión.
El semanario liberal británico afirma que no parecía el momento adecuado porque las noticias económicas no habían empeorado en los últimos días. Y añade: “Pero no sólo resulta discutible el momento, sino la amplitud”. El recorte es el más elevado de los últimos 25 años y el primero que se adopta por el procedimiento de urgencia desde otro momento de pánico colectivo: el 11 de septiembre.
Por su parte, el diario de la City se muestra más comprensivo con Bernanke, pero considera que el Presidente de la Reserva Federal se equivocó en la forma: al adoptar la decisión tras el primer sismo de la Bolsa, dio la impresión de que era “permeable a la presión de los mercados”. Por ello, cree que se debió esperar una semana y no alimentar el pánico. Ahora prevé una reducción ulterior, y contundente.
Un análisis casi idéntico nos entrega el diario de la Bolsa neoyorquina. THE WALL STREET JOURNAL cree que la nerviosa decisión de Bernanke, a lomos del desplome bursátil, puede incluso provocar el efecto contrario y que los recortes de tipos tengan menos incidencia de la esperada. Y, argumento añadido de la inoportunidad, el diario de negocios sostiene que el recorte de “ha llegado demasiado tarde para evitar que la economía de Estados Unidos entre en recesión, pero puede hacerla más suave y más corta”.
LE MONDE no ve imposible que la subida de precios pueda alcanzar pronto los dos dígitos. El especialista del diario francés reflexiona sobre los efectos de esta probable espiral inflacionista. Un crecimiento controlado tendría efectos positivos, porque facilitaría el reembolso de los créditos. Pero si se llega a una inflación superior al 9%, que no parece imposible “sería un desastre para el resto de la economía”.

En cuanto a las consecuencias a largo plazo, muy recomendable es el artículo de uno de los especialistas de LE MONDE sobre los modelos, antes casi incuestionables, que la crisis de las hipotecas de riesgo ha puesto en entredicho. Considera Pierre-Antoine Delhommais que la crisis se ha llevado por delante el mito de la infalibilidad de Alan Greenspan, el gurú de la economía norteamericana durante los noventa. Su política de muy bajos tipos de interés estimuló la burbuja crediticia especulativa. Las consecuencias no solo afectarán a los bolsillos. También al orgullo del capitalismo norteamericano: dos gigantes como Citigroup o Merrill Lynch se han visto obligados a pedir árnica en fondos asiáticos y medio orientales. El propio Bernanke quedará ya irreversiblemente tocado por la lentitud de su reacción.

Pero el daño de mayor alcance lo establece el economista francés en la propia filosofía monetaria de la Reserva Federal. Traumatizada por la recesión de los años treinta, los timoneles de la política monetaria estadounidense actúan tradicionalmente para combatir prioritariamente la recesión, dejando el riesgo inflacionista en segundo lugar. Un criterio bien distinto al sostenido por los alemanes y ahora por el BCE, en parte también por evocaciones históricas no menos catastróficas de esos años (la hiperinflación germana en la República de Weimar). Se pregunta, sin embargo, el articulista si Trichet podrá mantener este rumbo ideológico.
Delhommais cita expresamente el modelo de crecimiento español como especialmente vulnerable por su dependencia de la construcción y la fuerte presión hipotecaria. Por eso, apuesta por un modelo basado en una fuerte inversión en investigación y desarrollo y en una elevada productividad. Es decir, el modelo nórdico.

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