LA SARTEN LE DIJO AL CAZO...

16 de octubre de 2008

Las últimas encuestas confirmando que la ventaja de Obama se agranda, el respaldo público y sonoro de Colin Powell al candidato demócrata, el retraso en la ejecución de las políticas anticrisis.... Lo ocurrido en los últimos días anticipa un “election day” sin grandes emociones.

Pero las anteriores son sólo las novedades más mediáticas. Otros datos de menor conocimiento público resultan casi definitivamente esclarecedores. Estados tradicionalmente conservadores como Iowa, Virginia, Ohio, Florida o Colorado se inclinan hacia Obama. Los demócratas han conseguido inscribir a 3,3 millones de nuevos electores. En los estados más reñidos, los demócratas han movilizado un millón y medio de simpatizantes; los republicanos, habrían perdido decenas de miles con respecto a 2004. Obama no sabe qué hacer con el dinero. Arrancó el mes con 134 millones de dólares en las arcas. McCain disponía de la tercera parte.

Y, sin embargo, la prudencia demócrata es disciplinada. Dice POLÍTICO, la web más seguida por las tropas política y periodística, que cuantas más y mejores noticias recibe, más capacidad de control frente a la autocomplacencia demuestra la campaña de Obama.

Uno de los errores estratégicos de la campaña de McCain ha sido centrarse mucho más en los mensajes negativos acerca de Obama que en las pretendidas virtudes de su patrón. Una organización de Wisconsin especializada en el análisis de la propaganda electoral asegura en un informe que de cada cien cuñas, más de la mitad, el 54%, estaban dedicadas por completo a denigrar a Obama, la cuarta parte combinaban los ataques con la promoción de McCain y sólo una de cada cuatro tenían un contenido exclusivamente positivo del candidato republicano. Este sesgo negativo indica frustración, impotencia y falta de confianza en las posibilidades del candidato propio. Por mucho que McCain acusara a Obama en el último debate de campaña agresiva, lo cierto es justo lo contrario. Los anuncios negativos de Obama dirigidos contra McCain no han superado un tercio del total.

El recurso de la confusión es ampliamente utilizado en las campañas electorales, y no debe extrañar que, revisando la nómina del equipo republicano, haya ocurrido lo que ha ocurrido. El problema es que, contrariamente a las campañas de intoxicación en periodo de gobierno, las maniobras torticeras en campaña se desvelan enseguida, porque están sometidas a riguroso escrutinio público.

La campaña de Obama ha sido técnicamente excelente, tanto en la recolección de fondos –un récord absolutamente histórico- como en la consolidación de la imagen de un candidato, que comenzó la campaña cuestionado por amplias bases y sectores directivos de su propio partido y la ha terminado entre el reconocimiento general.

Otro asunto en el que las críticas republicanas se antojan hipócritas es el de los presuntos fraudes en el proceso de registro de votantes. McCain intentó relacionar a Obama con algunas supuestas irregularidades de ACORN, una organización que promueve una reforma integral del sistema electoral y que ha conseguido registrar como potenciales votantes a un millón trescientas mil personas. Tal vez se entienda mejor la animadversión de McCain si se tiene en cuenta que ACORN, Project Vote, Common Cause, el Centro Brennan y otras organizaciones independientes afines han liderado estos últimos años las denuncias cívicas de irregularidades, obstrucciones del derecho de voto, favoritismos oficiales e incompetencia en la gestión de los procesos electorales, demostradas en particular por los aparatos republicanos.

La opinión pública no olvida lo ocurrido en las elecciones presidenciales en Florida en el año 2000. Pero seguramente desconoce lo que pasó hace cuatro años en Ohio, el estado que decidió las elecciones. Aparte de una serie de obstrucciones y argucias para reducir el censo de votantes entre las minorías más proclives a los demócratas, en el día de las elecciones faltaron máquinas electrónicas de voto precisamente en aquellos colegios electorales donde ganaban tradicionalmente los demócratas, en particular los de los barrios populares de Cleveland y Columbus.

El secretario de Estado local, Kenneth Blackwell, responsable oficial de la organización de las elecciones, simultaneó su cargo con el de jefe de la campaña de Bush en Ohio. Mientras miles de ciudadanos hacían colas de hasta ocho horas bajo la lluvia tratando de votar, Blackwell estaba reunido con el jefe de campaña, Karl Rove. Bush ganó en 2004 por los 21 votos de Ohio. Sin esos votos no hubiera sido reelegido.

Las ongs vigilantes con la limpieza electoral antes mencionadas están denunciando estos días inquietantes maniobras en Virginia, en Florida, en Ohio y en otros estados reñidos. Lo resume la editora de THE NATION, Katrina Vandenheuvel, en su último artículo: “semana a semana afloran informes alarmantes de disfunciones en el registro de votantes, purga del censo y supresión del derecho de sufragio de potenciales votantes”. Como en 2000 y en 2004. La buena noticia es que hay poco margen para marrullerías republicanas en 2008.

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