ESTADOS UNIDOS Y FRANCIA: ESPEJOS Y ESPEJISMOS ELECTORALES

13 de octubre de 2011

Se aproxima un año -o, si se quiere, un curso- cargado de citas electorales en dos países marcadamente influyentes, Estados Unidos y Francia, los que habitualmente marcan tendencia, al menos en España, incursa a su vez en el mismo proceso político.
Los dirigentes que defienden sus puestos se afanan por buscar un mensaje salvador con el que compensar la falta de un programa ganador. Si por programa se entiende un compromiso firme, realizable; y por ganador, un respaldo sólido, inequívoco del electorado. Por su parte, los aspirantes intentan hacer creer que disponen de la clave para superar la catástrofe actual, aunque en privado admiten que sus posibilidades se deben más al desgaste de sus rivales que a la viabilidad de sus propuestas.
OBAMA, ENTRE LA HISTORIA Y EL ABISMO
En Estados Unidos, el incumbent, el titular del puesto presidencial, Barak Obama, batalla por recuperar el pulso que tanta esperanza (demasiado ingenuamente) despertó en 2008. Los presidentes norteamericanos se toman su reelección por una cuestión de orgullo personal, de acreditación política. No ser reelegido equivale a fracasar sin matices.
Obama afronta ahora una reelección que la crisis y sus propias vacilaciones han complicado más de lo que muchos se imaginaban cuando se sentó en el despacho Oval. La gran esperanza de renovación de América ha quedado convertida en un mal menor, en un relato convencional y conocido. Su base social le exige más compromiso, otra política, otras políticas. La derecha lo presiona, lo arrincona, lo obliga a rectificar, lo pone contra la pared de la crisis, del desempleo, del tramposo discurso de los 'values' (valores, principios... pamplinas).
Un año tiene Obama para recuperar el encanto perdido. Un año para recomponer su agenda, liquidar responsable pero firmemente guerras inútiles y carísimas y ocuparse de lo que necesita la mayoría social: puestos de trabajo, un sistema sostenible de salud y bienestar social, una solución justa y fiable de la emigración.
El movimiento indignado que 'ocupa' Wall Street ha sido visto como un 'tea party' al revés. No está claro. Como resaltan Naomi Klein y Katrina Van den Heuvel en THE NATION, no se encuentran fácilmente pancartas en favor del presidente en esas concentraciones cívicas de protesta contra el sistema. Aunque Obama no renuncie a seducir a esos desencantados, la maquinaría demócrata teme que la clase media se espante de su aparente 'radicalismo'.
Tiene Obama a su favor el desconcierto republicano. Más allá del lamentable cacareo del 'tea party', la derecha estadounidense sólo parece capaz de destruir. Destruye sus bases más sólidas para entregarse a experimentos ficticios, liquida candidatos o pseudo candidatos, ignora deliberadamente soluciones reales. Las escaramuzas han dejado en el camino, o dañado seriamente, a hombres de paja (Pawlenty) o de plomo (Perry), a mujeres de látex (Bachman, Pallin). Ahora el 'front runner', el favorito del momento, es el ex-gobernador de Massachussets, Mitt Romney, demasiado conservador para ser del nordeste, demasiado liberal para los dueños del santo grial republicano.
Pero surge una figura que puede equilibrar el debate, un 'Obama de derechas', con pedigrí de 'self made man'... ¡Sureño y negro! Un afroamericano de derechas. Si no resultó suficiente la primicia de un negro candidato en 2008, ahora serían dos los descendientes de esclavos luchando por el poder máximo. Se llama Herman Cáin. Familia humilde, empresario exitoso, mano dura en los negocios (reflotamiento de un pizzería), pico de oro en las tertulias, buen manejo de los medios... Y, last but no least, resonancias islamófobas. Un contrapeso perfecto para el elocuente Obama. Un duelo con morbo. Dos 'gladiadores' para el circo ya incuestionable de las elecciones norteamericanas.
http://www.guardian.co.uk/world/2011/oct/08/herman-cain-pizza-boss-whitehouse
FRANCIA: UTILIDAD DE LA MEDIOCRIDAD
En Francia, los socialistas se encuentran en pleno fragor primario para decidir el mejor rival de Sarkozy. Es de esperar que acierten, pero no pocos pensamos que el mejor rival del actual presidente es él mismo... La crisis económica y financiera ha desnudado las carencias de este político demasiado acorde con los tiempos. Atrapado entre la ambición de romper con el pasado y la tentación de seguir utilizando los mismos resortes de siempre, Sarkozy sólo habrá dejado el legado de una gestión con aroma autoritario y escasa originalidad, un dudoso glamour. Y las mismas sospechas de siempre sobre la honestidad de la práctica política.
Los socialistas elegirán entre dos figuras que en otro tiempo serían menores, pero hoy se presentan como destacables. Buenos ministrables, quizás jefes de gobierno, pero, por mor 'de lo que hay', aspirantes al Eliseo. François Hollande parece mejor colocado que Martine Aubrey. Al primero se le sitúa más a la derecha que a la segunda. Pero el desconcierto de la izquierda francesa (de toda la izquierda europea) convierte esas referencias en palabrería. Cada uno destaca de su curriculum lo que le falta a su rival. Hollande controla más el aparato político, pero carece de experiencia gubernamental. Aubrey aventa su imagen de 'ministra de las 35 horas', frente a su contestado liderazgo partidario.
Los dos cabalgan sobre el fracaso de su antecesora socialista, la malograda Segoléne Royal, perdida en un discurso sin mensaje, en la confusión sublimada del socialismo francés. Ahora, la candidata derrotada en 2006, dice apoyar a su ex-marido, Hollande, del que se separó en plena campaña al hacerse pública la infidelidad conyugal de él. Es una incógnita hasta qué punto Hollande agradecerá este gesto de 'la madre de sus hijos' o lo sentirá (resentirá) como un 'regalo envenenado' de su 'antigua compañera'.
Por contra, Aubrey cuenta con más posibilidades de hacerse con el respaldo del outsider socialista, Arnaud Montebourg, el tercero en la primera ronda de las primarias. Su mensaje vagamente altermundista, crítico con el sistema, ma non troppo, se encuentra más cerca del sesgo 'izquierdista' de la alcaldesa de Lille. Pero el nuevo 'enfant terrible' del socialismo francés espera ofertas, antes de pronunciarse. A nadie sorprendería que ante la perspectiva de una buena cartera gubernamental recortara o recondujera algunas de sus propuestas más 'atrevidas': la 'tutela pública de los bancos', la fiscalidad exigente de las finanzas, la eliminación de los paraísos fiscales, una 'desmundialización' (fórmula más moderna del viejo proteccionismo), el combate (reforzado) contra la corrupción, la renovación (o superación) de la Quinta República en favor de un sistema más parlamentario, menos atrofiado en la cabeza del Estado...
(http://www.lemonde.fr/politique/article/2011/10/11/programmes-montebourg-plutot-moins-eloigne-d-aubry-que-de-hollande_1585448_823448.html)
En todo caso, por encima de las disputas nominales, la ocasión podría ser útil para estimular el debate sobre una necesaria salida progresista de la crisis. Si eso es todavía posible...

No hay comentarios: