22 de Mayo de 2014
India
cambia de rumbo político. Toma el relevo, de nuevo, el Bharatiya Janata Party
(Partido del Pueblo Indio), conservador, nacionalista, tradicionalista e
hinduista. En las últimas décadas ha sido el principal contrapunto al partido
del Congreso, forjado por Gandhi, Nehru e Indira como gran intérprete socio-político
de la herencia poscolonial. No
se trata de una alternancia más. La victoria del BJP ha sido abrumadora: 282 de los 543 diputados
del Parlamento. La derrota del Congreso tiene dimensiones de hundimiento.
Este resultado perfila tres grandes
proyecciones: la emergencia de un nuevo líder de enorme envergadura (Narendra
Modi), el final de la dinastía Gandhi y un posible cambio de paradigma
político, con la incorporación de India a la gran corriente del capitalismo
global, sin las bridas protectoras que, pese a las reformas ‘liberales’ del
último cuarto de siglo, han preservado un modelo propio de desarrollo.
FANTASMAS
Y TEMORES
Modi
es la estrella rutilante del firmamento político indio, en el que abundan las
estrellas menores, pero son raros los astros-rey. Como si la poderosa
proyección de los padres fundadores y sus herederos eclipsaran la emergencia de
nuevos líderes carismáticos.
De
origen humilde (su padre era vendedor de té, y él mismo se ganó así la vida de
joven) y fuertes convicciones hinduistas, Modi no es un recién llegado, sino un
veterano político y gestor (63 años). Ha hecho su carrera en el estado de
Gujarat, laboratorio de la alternativa conservadora en lo político, comunal y
religioso, y liberal en lo económico.
Para
muchos, el gran triunfo de Modi responde, fundamentalmente, al frenazo
económico. El índice de crecimiento ha pasado del 9% a menos del 5% en los
últimos cuatro años, lo que pondría en riesgo la proyección de la India como
gran potencia emergente. El Congreso no ha sabido atajar el declive. El
venerable Singh (81 años) ha carecido de vigor político para completar el
programa de reformas que iniciara en 1991 como Ministro de Finanzas, debido a
las presiones internas en el partido del Congreso, a la resistencia descomunal
de las élites burocráticas, a la imparable corrupción y a las tensiones
regionales.
La
victoria abrumadora de Modi tiene una significación aún mayor si se tiene en
cuenta que arrastra fantasmas y temores. El gran movimiento nacional-religioso Rashtriya Swayamsevak Sangh (traducible como ‘Cuerpo
Nacional de Voluntarios’, especie de boys-scoutts
del hinduismo) siempre
lo tuvo como uno de sus principales hijos, llamados a liderar el gran proyecto
de restauración codificado en el termino hindutva (‘hinduidad’), según el cual la India es una nación intrínsecamente
hindú (80% de la población). En los ochenta, Modi impulsó la destrucción de la
mezquita de Ayodhya para erigir un templo en honor del dios Ram, lo que provocó
enfrentamientos inter-confesionales que dejaron miles de muertos.
Mucho más graves fueron sus
responsabilidades en la gran masacre de Gujarat, en 2002, cuando ya era primer
ministro local. Una turbamulta hinduista se entregó con saña a la matanza de
musulmanes, después de que un tren con peregrinos hindúes fuera asaltado por
seguidores islámicos (esto último nunca demostrado). No se aclaró si Modi
alentó esa revuelta o simplemente miró para otro lado mientras se desataba la matanza
(1).
LA
RETORICA MODERNIZADORA
En la última década, sin
desatender a esa base social e ideológica extremista, Modi fue construyendo
otra narrativa más pragmática, basada en la alianza con los sectores de
negocios, tanto nacionales como extranjeros. Gujarat se convirtió en un espejo
para quienes sostenían que el modelo mixto del Congreso, contradictorio e
incierto, estaba ya acabado y debía sustituirse por una decidida apuesta por el
capitalismo neoliberal, para atraer inversiones nacionales y extranjeras.
Durante la campaña, Modi se ha cuidado de no evocar la ‘hindutva’, ha evitado la agresividad contra los musulmanes y ha
practicado un “camuflaje” ideológico y político, según sus críticos (2).
Su campaña ha estado diseñada
con esmerado cálculo. La retórica se ha alejado del orgullo étnico hindú para
apuntar al futuro. India será el país más poblado de la tierra en 2028, según
previsiones de la ONU. Modi quiere haber completado para entonces un programa
orientado a colocar al país en el liderazgo del presente siglo, compartido con
China. Eso significa atraer capital, mejorar las infraestructuras, proporcionar
empleo al millón de jóvenes indios que se incorporan cada mes al mercado de trabajo.
No obstante, Modi sigue
dando miedo. Y no sólo a la gran mayoría de los 175 millones de musulmanes que habitan la India (14% de la
población), sino a muchos observadores independientes. El semanario liberal THE
ECONOMIST, que simpatiza con sus métodos económicos ‘pro-business’, proclamó, sin embargo, que “Modi no debería ser
primer ministro”, por sus políticas de división (3). Su política exterior es
una incógnita, ya que ha combinado sus promesas de dureza contra el terrorismo
procedente del extremismo pakistaní con ambiguas declaraciones de entendimiento
con el gran vecino islámico.
¿FINAL
DE UNA ÉPOCA?
El
Congreso sabía que no tendría fácil permanecer en el poder. Para afrontar el presentido
desastre, el Partido del Congreso optó, una vez más, por un Gandhi (el apellido
familiar no procede del padre de la patria, Mohandas Gandhi, sino de otro
Gandhi, Feroze, marido de Indira, la hija de Nehru, el primer ministro de la
independencia). El elegido fue Rahul, hijo del asesinado Rajiv y de su esposa italiana,
Sonia (actual líder del Partido), nieto de Indira, ‘mártir’ también, y bisnieto del Pandit
Nehru.
Esta
continuidad dinástica ha sido flexible. Tras el asesinato de Rajiv, el hijo de
Indira, su esposa, la italiana Sonia, debía haber asumido la responsabilidad
del gobierno, pero prefirió limitar su liderazgo al Partido y depositar la
responsabilidad de la gestión en Manmohan Singh, un economista de
confianza. En vísperas del
derrumbamiento de la URSS, un aliado discutible o de conveniencia durante la guerra
fría, el Congreso supo ver la necesidad de un giro pragmático para acometer una
apertura económica, una liberalización sin excesos, una especie de ‘tercera
vía’ entre el socialismo desarrollista de Nehru y el neoliberalismo en voga.
Singh consiguió grandes
logros y puso los cimientos del gran auge de la India. Pero la corrupción y la
crisis de finales de los noventa abrieron el camino al Bharatiya Janata, en
1999. Alternancia fallida: el Congreso recuperó el poder en 2004 y tuvo la
oportunidad de completar las reformas, con la victoria en 2004. Fue el periodo
de la confirmación de la India como país BRIC, emergente, potencia indiscutible
del nuevo siglo, lo que condujo a la revalidación abrumadora en 2009. Pero los
efectos de la crisis financiera internacional pasaron factura (4).
Singh,
por edad y por desgaste, ya no podía ser candidato. Su hombre de confianza en
el gobierno, el ministro de Finanzas, Chindabaram, no contaba con la confianza
de la ‘familia’, y por lo tanto, del Congreso. La elección de Rahul parecía
sacada de una tragedia. Nunca se percibió que pudiera evitar el desastre. Existía
la opción de su hermana Priyanka, mucho más enérgica y carismática, que a
muchos les hacía recordar la figura de su abuela Indira, pero al casarse perdió
el apellido. Rahul, 43 años, con su escaso bagaje de dos mandatos
parlamentarios y una indisimulada incomodidad con el desempeño político, ha
terminado sacrificando la herencia. Está por ver si el Congreso encontrará un
nuevo discurso y un nuevo liderazgo libre del ‘patronazgo Gandhi’.
(1) Para un buen resumen de la trayectoria política de Narendra Modi, se recomienda el artículo "India face au péril nationaliste", escrito por CHRISTOPHE JAFFRELOT, investigador del Centre d'etudes et de recherches internationales (CERI, Sciences Po-CNRS), LE MONDE, 11 de Mayo de 2014.
(2) "Narendra Modi, hindou a l'extrême"? FRÉDÉRIC BOBIN. LE MONDE CULTURE ER IDEÉES, 15 de Mayo de 2014.
(3) "Can anyone stop Narendra Modi"?. THE ECONOMIST, 5 de Abril de 2014.
(4) Para el deterioro del mandato del Congreso, véase "India's Changing Political Fortunes", RONOJOY SEN. CURRENT HISTORY, Abril 2014.
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