¡VUELVE EL GOBIERNO!

14 de noviembre de 2008

En los medios escritos de Estados Unidos, la transición en la Casa Blanca ha desplazado claramente a la cumbre económica de Washington.

Mientras la administración Bush se despide entre la indiferencia general y la angustia provocada por la cascada de síntomas de la agudización de la crisis, Obama afina sus prioridades para cuando se siente en el despacho oval. Todo indica que tomará medidas rápidas en asuntos estratégicos para afirmar su autoridad, no desaprovechar el impulso de su elección y mandar un mensaje claro a la nación de que su liderazgo será fuerte y comprometido.

El presidente electo no ha mostrado interés alguno en asistir a la Cumbre, y no sólo por respeto al presidente saliente o por guardar escrupulosamente los tiempos institucionales. La sensación es que las decisiones de Washington, por solemnes que se presenten, no serán demasiado prácticas, al menos a corto plazo. Los líderes mundiales tendrán que sintonizar los acuerdos que salgan de allí con la agenda de Obama. En realidad, cada gobernante ajustará los compromisos conjuntos a la evolución del comportamiento de las economías de sus países.

Obama demuestra sensibilidad al colocar la destrucción del empleo y el daño en la economía real como elemento clave de su actuación. Es significativo, por ejemplo, su defensa ante Bush de un plan urgente de rescate de la industria automovilística. En este empeño está respaldado por la mayoría reforzada de los demócratas, más próximos –sin exagerar- al mundo del trabajo.

El desplome de General Motors puede convertirse en el símbolo más potente hasta la fecha del alcance de la fragilidad actual de la economía norteamericana. La presencia en el equipo económico de transición de la gobernadora de Michigan, el estado donde anida el motor estadounidense, refleja la preocupación de Obama por las devastadoras repercusiones de la crisis en el tejido industrial. Vuelve el gobierno. Es de esperar que con él regrese también la decencia económica.

Los medios liberales advierten a Obama sobre una tentación intervensionista. Le recuerda THE ECONOMIST que con un déficit de un billón de dólares, Obama “necesita calmar a los inversores compensando el programa de estímulos económicos con un plan a largo plazo que devuelva el equilibrio al presupuesto”. Lo que no resulta fácil si se examina el programa elaborado por el equipo del presidente electo, apuntilla el semanario británico.

A pesar de los primeros pasos, la izquierda teme que Obama termine conformando su equipo económico con demócratas demasiado comprometidos con el mercado y la desregulación financiera. La mayor aprensión se fija en Lawrence Summers, uno de los secretarios del Tesoro con Clinton. Mark Ames, en THE NATION, lo acusa de corrupto y de compadreo con los irresponsables de Wall Street. LE MONDE, más indulgente, se hace eco de las opiniones que acreditan un cambio de visión en Summers.

Los que más echaran en falta a Obama en la cumbre serán los países emergentes. En todo caso, sus dirigentes han dejado claro que tendrán un papel activo, protagonista y de liderazgo en Washington. No se conformarán con un planteamiento que no tenga en cuenta sus intereses. Les ayuda, como ha reconocido el propio director general del FMI, Strauss-Khan, que sus economías sean las únicas que garanticen crecimiento el año entrante, como resalta un analista de THE NEW YORK TIMES.

También en Europa es de esperar que los jefes de Estado o de gobierno presionen a favor de medidas relevantes para apoyar la economía productiva y que la cumbre no se centre exclusivamente en la salud financiera. La producción industrial de la locomotora europea, Alemania, ha sufrido la bajada más pronunciada de su producción industrial de los últimos trece años. Es un dato que anuncia un comportamiento recesivo de la industria en el resto de los países europeos y el afloramiento de problemas sociales ya de notable seriedad, como anticipa LE MONDE.

De los últimos cien días de crisis aguda puede extraerse numerosas lecciones para el futuro inmediato. Para los que siguen creyendo que un enfoque progresista, socialmente comprometido e intelectualmente honrado, no es un ejercicio puramente ético, estético o académico, urge demostrar que hay propuestas positivas, realizables y valientes para que los más vulnerables no sean, de nuevo, los grandes paganos de esta macrocrisis.

Esa batalla, creemos, va a estar fuera de la agenda de Washington, pero debemos intentar que, a partir del 20 de enero, desde la capital norteamericana se comprenda, que no hay otro camino posible de conciliar prosperidad y justicia social.

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