POLONIA: CLAVE DE LA NUEVA ARQUITECTURA MILITAR EUROPEA

28 de mayo de 2025

Polonia celebra este domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El resultado se aventura incierto. El candidato liberal, Rafal Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia, apoyado el gobierno, obtuvo el 31,2% de los votos, frente al 29,7% del nacionalista ultraconservador Karol Nawrocki. Una ventaja de sólo punto y medio, muy por debajo de las expectativas.

El nerviosismo cunde en las filas de la coalición liberal-conservadora. Trzaskowski, para ganar, necesita los votos del electorado de izquierda, la moderada y la crítica, que apoyó a dos candidatos distintos en primera vuelta, y aún así es dudoso que le alcanza para convertirse en el candidato más votado. Nawrocki podría contar con el respaldo del universo ultraderechista, dividida en varios partidos, pero unida en torno al propósito de impedir un dominio liberal en el gobierno y en la Presidencia (1).

Polonia ha sido, en cierto modo, un espejo deformado del sistema político francés. Aunque es menos presidencialista, ya que el Jefe del Estado en Varsovia tiene menos poderes que en París, su figura no es puramente representativa o conciliadora, como en Italia. El Presidente polaco puede bloquear decisiones del gobierno, que necesita el apoyo de las 3/5 del Sejm (Parlamento) para superar ese veto. Como en Francia, el paisaje político centrista está muy fragmentado, con numerosos partidos pequeños alineados en torno a una fuerza principal necesitada de acuerdos constantes para afirmar su liderazgo. La ultraderecha, aunque dividida también, tiene un representante muy por encima de los demás, el Partido Ley y Justicia. Pero mientras en Francia aún está lejos del Gobierno, en Polonia ya ha disfrutado del Poder y lo ha ejercido con férreo control de las instituciones del Estado y las instancias de representación social .

POLONIA CONTRA LA UE

En las tres décadas largas transcurridas desde la caída del régimen comunista, la derecha nacionalista y los liberal-conservadores se han alternado en el gobierno. La izquierda sólo tuvo cierto protagonismo a finales de los noventa, con la fallida transformación de los comunistas más aperturistas a la socialdemocracia. Pero desde el cambio de siglo, Polonia ha sido uno de los países más conservadores de Europa. El populismo de signo izquierdista que se ha dejado ver en otros lugares de Centroeuropa es prácticamente inexistente. La derecha ultranacionalista ha dominado el relato político, sólo amenazada por los liberal-conservadores, a los que se contempla, con su aquiescencia, como los representantes del orden europeo.

Con la guerra de Ucrania, Polonia se convirtió en un país clave de la estrategia de contención europea. Los conservadores nacionalistas del PiS se contaban entre las fuerzas políticas europeas más antirrusas, en contraste con sus homólogos franceses. De hecho, el partido de Marine Le Pen y el PiS nunca han sido capaces de constituir un grupo unificado en el Parlamento Europeo. Los polacos tuvieron como socios mayores primero a los conservadores británicos y ahora a los neofascistas de Giorgia Meloni. Pero, a pesar de esta hostilidad hacia Moscú, anclada en los agravios históricos del nacionalismo polaco, nunca hubo sintonía entre los nacionalistas del PiS y el consenso centrista europeo. Las medidas de compensación al agro ucraniano tras el bloqueo marítimo ruso provocaron el rechazo del entonces gobierno de Varsovia, alineado con los campesinos polacos en su protesta por las medidas europeas a favor de Kiev.

El triunfo liberal-conservador en las elecciones legislativas de octubre de 2023 se presentaron desde Bruselas como un ansiado cambio de signo. El gobierno del liberal  Donald Tusk, un expresidente de la Comisión Europea, situó a Polonia en la vanguardia de la respuesta de los 27 a la “agresividad rusa”.

No obstante, los nacional-conservadores polacos han obstruido numerosas iniciativas reformistas de la nueva mayoría al mantener la jefatura del Estado en la persona de Andrej Duda, un político gris, a la sombra del poderoso líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski. Tusk aspira ahora a contar con la Presidencia de la República para devolver a Polonia a una senda liberal europeísta en la que nunca ha estado firmemente anclada.

EL FRENTE ULTRA

Polonia ha experimentado notables cambios en su estructura socio-económica en las últimas tres décadas, a pesar de la fuerte presencia del sector primario. Como le ocurrió a España en los años noventa, Polonia se ha beneficiado enormemente de los fondos estructurales y de cohesión europeos, lo que, sin duda ha ayudado al discurso liberal-conservador. Pero no lo suficiente para superar el dominio político-cultural del nacionalismo, hegemonizado por la Iglesia católica y sus diferentes (y muchas veces enfrentados) agentes y portavoces políticos.

En la actualidad, el nacional-conservadurismo contempla la Jefatura del Estado como un reducto desde el que resistir lo que considera como una ofensiva Europa para acabar con las tradiciones polacas. El candidato del PiS, Narowcki, es aún más extremista que Duda, y durante las sucesivas fases de la campaña ha endurecido su mensaje para atraerse el voto de formaciones aún mas a la derecha, como Konfederacja (libertarios ultraconservadores) o los tradicionalistas monárquicos. Los dos candidatos ultras obtuvieron más del 20% en la primera vuelta, lo que convierte a sus seguidores en un botín estratégico para el PiS.

Se percibe un creciente nerviosismo en Varsovia estos días, ante la eventualidad de un alineamiento ultra en torno a Narowcki, porque el programa de Tusk podría verse gripado y la estrategia europea de contención de Rusia, obstaculizada (2).

La mayor parte de los ucranianos huidos de su país han encontrado acomodo en localidades polacas. Lo que un principio se vivió como un gesto solidario se ha convertido en creciente incomodidad. Polonia arrastra el mismo problema de debilidad demográfica que otros países centroeuropeos. Si la guerra se prolonga y la reconstrucción de Ucrania se complica, es muy posible que la presencia estable de ucranianos en el país termine reforzando las pasiones xenófobas ya existentes.

Estos riesgos han provocado también la movilización de los medios liberales en Occidente. Como muestra de ello, el semanario británico THE ECONOMIST le ha dedicado la portada de su último número, con un mensaje claro y rotundo: Polonia debe “conservar su puesto en el corazón de Europa” para evitar que se “pierda una fuente de dinamismo en el proyecto europeo”, “un ejemplo de seguridad y una potente voz de apoyo a Ucrania y de disuasión ante Rusia” (3).

EL CUARTO MOSQUETERO

Para los alentadores del rearme europeo frente a Rusia, Polonia se ha convertido en la pieza clave: por su posición de primera línea del frente, por su compromiso con el esfuerzo militar y por el consenso nacional antirruso. Polonia es el país europeo de la OTAN que gasta más en defensa: más de un 4% del PIB, una cifra muy superior a la del resto de sus socios continentales. LVarsovia forma parte del grupo Weimar, junto con París y Berlín, una especie de directorio que marca la estrategia de los aliados europeos contra Moscú. Cuando el eje franco-alemán ha decidido tomar las riendas de confrontación diplomática con el Kremlin, no sólo ha contado en primera línea con Londres, sino también con Varsovia. Esta posición ha convertido a Polonia en lo que alguien ha definido como  “el cuarto mosquetero” contra Putin.

Las fuerzas armadas polacas son ya las cuartas más numerosas del continente. La previsión es que cuenten en 2035 con 300.000 militares (profesionales, reservistas y voluntarios), lo que les colocaría como el Ejército más poderoso de los socios europeos de la OTAN. El programa de rearme polaco es uno de los más ambiciosos del continente. Los planes privilegian el arma de tierra, “con el objetivo de construir una disuasión convencional creíble para paliar la ausencia de disuasión nuclear independiente”, afirma el Instituto francés de Relaciones Internacionales (IFRI), en un informe de hace unos meses (4).

Los representantes del Orden liberal en Europa se movilizan en Polonia, pero las fuerzas nacionalistas ultraconservadoras que se aprovecharon de las tensiones y contradicciones acaecidas tras fin del régimen comunista y la hegemonía social y cultural de la Iglesia católica no han dicho su última palabra.


NOTAS

(1) “Liberal Candidate Takes Unconvincing Lead into Poland’s Presidential Runoff”. BIRN, 19 de mayo.

(2) “Deux Pologne se font face à une semaine d’une présidentielle décisive”. HÉLÈNE BIENVENU. LE MONDE, 26 de mayo.K

(3) “How Poland can keep its place at the heart of Europe”. THE ECONOMIST, 22 de mayo.
(4) “
Pologne, première armée d'Europe en 2035? Perspectives et limites d'un réarmement”. IFRI, 5 febrero.

LA ASIMETRÍA UCRANIA-PALESTINA

21 de mayo de 2025

La guerra de propaganda e información / desinformación que se libra en torno a Ucrania y Palestina condiciona notablemente la percepción de la opinión pública occidental sobre ambos conflictos. Pero resulta imposible, por no decir perverso, compararlos.

El ensañamiento israelí en Gaza despierta un rechazo cada vez mayor en los ciudadanos, pero los gobiernos, salvo en el caso de España y alguno más, se han mostrado hasta ahora reacios a adoptar medidas que pusieran en serios aprietos al gobierno de Netanyahu. Los intentos de resolución diplomática de la crisis tampoco tienen comparación.

Es evidente que Europa se vuelca con Ucrania y Estados Unidos juega ahora a desempeñar un equívoco papel de mediación. En Palestina, Israel actúa a placer, con Estados Unidos en grado de tolerancia máxima. No obstante, la reciente campaña de brutales bombardeos y el intento de sofocar a la población por hambre, ha motivado una discreta intervención de Washington. Israel se ha visto obligada a aceptar la entrada de ayuda humanitaria en la franja de Gaza. Tarde y poco, dice la ONU.

TARDÍA REACCIÓN EUROPEA

Europa ha estado bloqueada por divisiones internas y por su histórica incapacidad para alinear capacidad de presión política con herramientas de influencia económica. Ahora, los dirigentes europeos parecen decididos a revisar el Acuerdo de Cooperación con Israel, aduciendo conculcaciones de los derechos humanos. Lo que España propuso hace más de un año. No está claro en qué se sustanciará este anuncio. La posición alemana, italiana y de otros países europeos pueden obstaculizar la iniciativa (1). Gran Bretaña se ha sumado a la presión al condenar el bloqueo de la ayuda humanitaria y anunciar la suspensión de las conversaciones comerciales bilaterales.

Esta subida de tono en las relaciones euro-israelíes está precedida de un intercambio de acusaciones motivada por la insoportable situación de las población palestina en Gaza. En una iniciativa conjunta, París, Londres y Ottawa condenaron las “acciones escandalosas de Israel” y advirtieron que adoptarían “medidas concretas”, entre ellas su “determinación a reconocer un Estado Palestino, como contribución a la realización de la solución de los dos Estados”. Un lenguaje alambicado, fruto del habitual esfuerzo diplomático de contención.

El jefe del gobierno de Israel, que no deja pasar ocasión alguna de jugar al victimismo, calificó de inmediato esta declaración de los tres gobiernos como una “inmensa recompensa al ataque genocida del 7 de octubre”. Una grosera manipulación, pero sobre todo una prueba de su esfuerzo permanente por convertir la conculcación sistemática de los derechos palestinos en un asunto de terrorismo.

De cuando en cuando, Francia asoma la cabeza para condenar los “excesos” de Israel. Pero siempre con el mayor cuidado, para no soliviantar a la minoría judía francesa, muy atenta a cualquier desliz que pueda ser utilizado con el propósito de denunciar el antisemitismo latente en la sociedad gala.

Durante meses, esta presión israelí sobre la mala conciencia europea arrastrada desde el Holocausto ha resultado rentable. La hipócrita polémica de Eurovisión es una muestra de ello. Una serie de países siguen bloqueando cualquier medida de sanción siquiera moral o de imagen que perjudique a Israel. España asume el rol de denunciante disidente, con muy pocos apoyos efectivos (Bélgica o Irlanda, si acaso), lo que contribuye a convertir a la UE en cómplice indirecto de la masacre.

DONALD DE ARABIA

En Estados Unidos, no ha lugar a este tipo de polémicas diplomáticas. Pero las escenas de una población martirizada, aterrorizada y asediada por el hambre y las enfermedades alienta otra posible campaña de protestas en universidades y sectores sociales no adormecidos por la demagogia trumpista. La diplomacia norteamericana  ha realizado gestos de incomodidad ante este ensañamiento del aliado gobierno israelí. Algunos portavoces de organizaciones  judías en Estados Unidos se han alineado con sectores disidentes del Ejército israelí en contra la deriva extremista y criminal (2).

Trump ha desertado de hacerse otra foto con Netanyahu en pleno martirio de Gaza. La semana pasada se ha paseado por los salones de mármoles y alfombras de las petromonarquías con las que asegura negocios fabulosos para sus empresas y familias, entreverados en contratos de difícil comprobación con empresas norteamericanas.

Adicto a la concepción de la política como espectáculo, Trump se regocijo en la imagen de un Donald de Arabia a la inversa. Contrariamente a T. E. Lawrence, idealizado personaje de la inteligencia militar británica convertido en ardoroso simpatizante de la causa árabe por motivos ideológicos y morales, Trump se comporta como el mejor aliado de las petromonarquías del Golfo.

El Presidente norteamericano envolvió sus interesadas motivaciones en una crítica a las políticas intervencionistas de Estados Unidos en lo que va de siglo, tanto la de los neocon (supuesta promoción de la “democracia” en la región y construcción de naciones) como la de los liberales demócratas. No es tanto que aspire a construir una ‘doctrina’ al efecto. Su intención se limita a sacar partido de las oportunidades económicas. Para su país y para sí mismo

La famosa “apertura” de esos países con regímenes absolutistas se limitan al dominio económico. Pocos avances o sólo cosméticos se han producido en el terreno de los derechos humanos, sociales o políticos. Esta semana, un abogado saudí ha hecho público que en su país continúa la aplicación de la pena de muerte. En 2024, en 345 casos: prácticamente una ejecución diaria (4) .

UCRANIA: EL JUEGO DEL RATÓN Y EL GATO

En Ucrania, Europa asume el rol que no quiere o no puede jugar en Gaza, es decir, el de vanguardia contra el agresor señalado. Ese directorio europeo formado por Gran Bretaña, Francia y Alemania (una suerte de mini-OTAN o de OTAN sin patrón) se convierte en la punta de lanza de la presión contra Rusia. Con resultados muy pobres.

Trump, que se complace en humillar a Europa tanto o más que en confortar a Rusia, dejó claro que habría avances hasta que Putin y él así lo decidieran. La entrevista bilateral que no pudo celebrarse en Estambul, durante la gira del Presidente norteamericano por el Golfo, se convirtió en una conversación telefónica, que Trump vendió como un éxito anunciado de sus autoproclamadas capacidades de convicción. Moscú rebajó esas pretensiones a un contacto franco y productivo, lo que el lenguaje diplomático equivale a decir que las diferencias prevalecieron sobre las coincidencias. Lo sustancial, lo que Ucrania persigue y Europa exige, es decir, un alto el fuego incondicional, total e inmediato se envía otra vez al limbo.

Algunos comentaristas consideran que el Presidente ruso manipula a su colega a su antojo. Hay otra explicación para lo ocurrido estos días: Trump, aunque haya retocado la retórica de sus relaciones con Ucrania después del bochornoso episodio del Despacho Oval, no ha modificado sustancialmente su política.

Rusia sigue con una ofensiva más propagandística que militar, destinada a minar la confianza de la población en la capacidad de su gobierno para forzar una salida negociada que a alterar la situación sobre el terreno.  Europa endurece el paquete de sanciones, cuya efectividad sigue siendo limitada (5). Analistas occidentales muy optimistas hacen de la necesidad virtud y proclaman que “Rusia ya ha empezado a perder la guerra” (6). No hay constancia clara de ello.


NOTAS

(1) “Le jour où les Européens ont décidé de reconsidérer leur accord d’association avec Israël”. PHILIPPE JACQUÉ. LE MONDE, 21 de mayo.

(2) “Israel Wavers as Far Right and Military Disagree on Gaza Strategy”. PATRICK KINGSLEY. THE NEW YORK TIMES. 19 de mayo;

(3) “Affaires et paix: la doctrine Trump à l’épreuve des réalités au Moyen-Orient”. HÉLÈNE SALLON y PIOTR SMOLAR. LE MONDE, 16 de mayo.

(4) “Saudi Arabia is executing more people than ever”. TAHA AL.HAJJI. FOREIGN POLICY, 16 de mayo

(5) “UK and Europe target Russia with major sanctions after Putin-Trump call”. PETER BEAUMONT y PJOTR SAUER. THE GUARDIAN, 20 de mayo.

(6) “Russia Has Started Losing the War in Ukraine”. MICHAEL KIMMAGE. FOREIGN POLICY, 19 de mayo.

LA CONFUSIÓN QUE VIENE DE WASHINGTON

14 de mayo de 2025

El mundo anda de cabeza. El Orden Liberal Internacional presumía de reglas claras, consultas estableces y decisiones más o menos compartidas. Ya no están vigentes ninguno de estos pilares. Se vive con la sensación de desorden. Casi de caos.

Los académicos lo refieren en sus diagnósticos, con orientaciones diferentes; a modo de ejemplo, se pueden mencionar los trabajos de Michael Beckley y de la exministra española Arancha González Laya (1). Los comentaristas liberales, como la editorialista y exdirectora de LE MONDE, Sylvie Kauffmann, lo reflejan en sus análisis (2). Los dirigentes lo admiten en privado  y lo deslizan o insinúan en sus declaraciones. Se actúa preventivamente. Se adoptan medidas condicionadas a un entorno variable. Lo válido hoy puede resultar obsoleto mañana.

El responsable de todo esto es la nueva administración norteamericana. No hay indicio alguno de un cambio de estilo. Trump no admite errores, en el supuesto caso de que entienda que los haya cometido, que tampoco está claro. Se conduce por el principio del que fuera su primer asesor, el abogado Roy Cohn, un picapleitos camorrista que encajaba como anillo al dedo en el estilo caprichoso y ambicioso sin normas de un entonces aprendiz de empresario.

Trump ha desbaratado gran parte de la manera de trabajar en el sistema de alianzas tejido por Washington desde hace 80 años, con revisiones sucesivas, naturalmente. La OTAN es, hoy, un ente fracturado: con Estados Unidos de un lado (apoyado por algún demagogo nacionalista) y Europa junto a Canadá, del otro.

En Asia, el pulso con China, lejos de tranquilizar a países claves como Japón, Corea del Sur, Filipinas, Singapur o incluso Vietnam, les inquieta sobremanera. El manejo del último sobresalto bélico entre India y Pakistán pone a las claras este comportamiento norteamericano. El primer mensaje que envió Trump fue una mezcla de resignación e indiferencia. Cuando se confirmó la escalada, hubo una reacción, que asumieron el Secretario Rubio y el Vicepresidente Vance. Pero para cuando ésta se produjo, Delhi e Islamabad ya habían comprendido que se estaba a punto de franquear la línea roja (3).

En América Latina, el gusto de Trump por el modelo autoritario puede seducir en Centroamérica. Pero no genera confianza más al Sur, salvo tal vez en Ecuador. Ni siquiera en la Argentina abrazada a la demagogia de Milei. Nadie quiere prescindir de sus relaciones con China: en apenas una década, se ha duplicado el valor de los intercambios entre Pekín y América Latina (4).

NAVEGACIÓN A VISTA EN ORIENTE MEDIO

En Oriente Medio, la arbitrariedad campa a sus anchas. La mal llamada guerra de Gaza (se trata de una ocupación militar orientada a una anexión territorial ilegal y brutal) depende ya exclusivamente de Israel, sin freno ni intento de supervisión por parte de Washington. Hasta hace unos días, parecía haber un consentimiento tácito sin matices. Pero se escuchan voces de preocupación: el establishment, siempre favorable a Israel, no aprueba que no haya rendición de cuentas ni aparentes consultas de Netanyahu.

Otros creen que a Trump, más que contener los desmanes del actual gobierno extremista israelí, le interesa consolidar las oportunidades de negocio en la región. Su plan de convertir a Gaza en un resort turístico ya había ofrecido alguna pista al respecto. En su gira por la región, deja a Israel fuera del itinerario. Para algunos, quizás un síntoma de ciertas desavenencias con Netanyahu, al comportarse éste de manera demasiado autónoma. Pero hay otra posible interpretación: el primer ministro israelí ha recibido un cheque en blanco. Ninguna diferencia que limar (5).

El gran interés del Presidente retornado está puesto en las petromonarquías del Golfo. No es una consideración geoestratégica lo que le mueve principalmente, sino las perspectivas económicas. Para Estados Unidos y para su familia(6). La combinación de intereses públicos y privados ya fue habitual en su primer mandato. Nada indica que vaya a ser distinto ahora; por el contrario, cada vez hace menos esfuerzos en ocultarlo (7). La sombra de la corrupción se extiende (8). El regalo qatarí de un avión presidencial es sólo un ejemplo de cómo se impone un especial exhibicionismo presidencial. Trump siente que puede hacer lo que quiera y siente un especial placer en demostrarlo.

Acuerdos económicos superiores al medio billón de dólares, suculentos contratos de armamento (las armas, siempre en el centro de los negocios, mientras se dice no querer las guerras) y condiciones ventajosas para empresas norteamericanas en los países del Golfo alimentan la maquinaria obscena de la propaganda trumpista. Una diplomacia sólo enfocada en el dinero, una recreación de la Gold Age (Era Dorada). Las monarquías feudales recubiertas de una pátina de modernidad no le van a reprochar autoritarismo o falta de respeto por las reglas liberales.

No obstante, hay dos asuntos que se han quedado en los márgenes de la gira: el nudo gordiano de las relaciones bilaterales entre Israel y Arabia Saudí y el dilema de la nuclearización de Irán.

El primero es un objetivo perseguido por las administraciones norteamericanas desde hace décadas  y el preferido de Trump. No está nada fácil la cosa. Mas por imagen que por convicción, los saudíes no quieren arriesgarse al proclamar el fin de una enemistad formal mientras prosiga el exterminio de Gaza y las persecución inclemente de los palestinos en Cisjordania. Los planes de Trump de canalizar petrodólares para reconstruir Gaza y blanquear la ocupación en el orilla occidental del Jordán es inviable, sin una fórmula siquiera aparente de atender los derechos de los palestinos.

En cuanto a lo que hacer con Irán, Trump parece compartir la postura pactista del Golfo y habría esquivado la petición israelí de anuencia y complicidad. China logró establecer ese canal de diálogo entre adversarios y Trump ni quiere ni puede romperlo.

EL ENREDO UCRANIANO

Otra derivación de la gira por Oriente Medio ha sido, estos días, la incógnita de la presencia de Trump en Estambul, en espera de confirmación de un encuentro entre los Presidentes de Rusia y Ucrania. Esa foto a Trump le produciría una enorme excitación, siempre y cuando se pudiera coronar con una leyenda que anunciara la paz o al menos una tregua prolongada que permitiera el inicio de unas auténticas negociaciones (9).

El panorama es incierto. Los esfuerzos norteamericanos por forjar una salida inclinada hacia los intereses rusos ha sido contestados por Europa, o por una parte de Europa, esa especie de Directorio regional integrado por Francia, Gran Bretaña (las dos potencias nucleares, es decir, intimidatorias), Alemania (el poder económico, aunque ahora disminuido) y Polonia (el vecino más próximo). El apoyo de este grupo a Ucrania sigue siendo insuficiente para forzar la mano del Presidente ruso, que se sabe con ventaja en la partida. El ultimátum de los Cuatro ha sido despreciado por el Kremlin sin contemplaciones (10). Prueba de esta impotencia europea es la conversación telefónica, un tanto humillante, de los cuatro líderes europeos y el ucraniano Zelensky . Para nada, que se sepa (11).

Putin ha celebrado el octogésimo aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi como había previsto: arropado por China y por otros países del grupo BRICS. La pretensión occidental (ahora, europea) del aislamiento ruso no es ya una quimera: es manifiestamente imposible, con el cambio de política en Washington. Con la fractura atlántica, la guerra de Ucrania esta abocada a un compromiso. Y aunque la tesis de una entente entre Washington y Moscú es exagerada (si no falsa), es evidente que Kiev será obligada a transigir. Ya lo está haciendo a cuentagotas, con un lenguaje sibilino, sin admisiones que suenen humillantes.

Así las cosas, la confusión que viene de Washington se extiende por el mundo, y cada cual busca su acomodo según su potencial. Los chinos acaban de dar una lección de cómo forzar a Trump a rectificar su política de hechos consumados. Las réplicas chinas a los aranceles norteamericanos hicieron tambalearse al sistema capitalista liberal. Se imponía un armisticio siquiera provisional. Pekín, interesado también en un arreglo, no ha tenido muchas dificultades en hacérselo entender al equipo económico de la administración (12). Trump ha vendido como un éxito lo que es una rectificación. Puro guion trumpista.


NOTAS

(1) “The Age of American Unilateralism. How a Rogue Superpower Will Remake the Global Order. MICHAEL BECKLEY. FOREIGN AFFAIRS, 16 abril; “The Resurgence of Europe. How the Continent Can Survive American Antagonism and Come Out Stronger”. ARANCHA GONZÁLEZ LAYA. FOREIGN AFFAIRS, 12 de mayo.

(2) “Quatre-vingts ans après la fin de la seconde guerre mondiale, deux Europe se font face, au centre d’un chaos dominé par d’autres”. SYLVIE KAUFFMANN, 7 de mayo.

(3) “From missiles to ceasefire: how India and Pakistan pulled back from the brink”. HANNAH ELLIS-PETERSEN & SHAH MEER BALOCH. THE GUARDIAN, 12de mayo.

(4) “Xi Jinping tries to press China’s advantage in South America”. THE ECONOMIST, 8 mayo; “China Courts Lula and Latin America After Trump’s Tariff Shock”. CHRIS BUCKLEY. THE NEW YORK TIMES, 12 de mayo.

(5) “What Does Trump Want in the Middle East? America’s Allies in the Region Wish They Knew”. MARC LYNCH (Universidad de Washington). FOREIGN AFFAIRS, 12 de mayo.

(6) “Trump Heads to the Middle East Focused on Business Deals, Not Diplomacy”.  THE NEW YORK TIMES, 12 de mayo; “President Trump’s High-Stakes Gulf Trip Requires More Than Good Business”. ELISABETH DENT & SIMON HENDERSON. THE WASHINGTON INSTITUTE, 8 de mayo.

(7)“Trump’s Middle East trip marked by potential private business conflicts”. THE WASHINGTON POST, 12 de mayo. “Les bonnes affaires de la famille Trump dans le golfe Arabo-Persique : tours de luxe, Boeing 747 offert par le Qatar…”. ARNAUD LEPARMENTIER. LE MONDE, 12 de mayo.

(8) “Trump’s Plan to Take Jet From Qatar Heightens Corruption Concerns”. CHARLIE SAVAGE. THE NEW YORK TIMES, 12 de mayo.

(9) “Why Peace Talks Fail in Ukraine”. SAMUEL CHARAP AND SERGEY RADCHENKO. FOREIGN AFFAIRS, 8 de mayo.

(10) “Setback for Europe after Trump insists Ukraine has ‘immediate’ peace talks with Russia”. PATRICK WINTOUR. THE GUARDIAN, 12 de mayo.

(11) “Uncertainty and tension ahead of possible Ukraine peace talks”. THE ECONOMIST, 11 de mayo.

(12) “Tariff Truce With China Demonstrates the Limits of Trump’s Aggression”. ANA SWANSON Y ALAN RAPPEPORT. THE NEW YORK TIMES, 12 de mayo.

 

 

EL NACIONALISMO AGRESIVO, SIN CONTROL

  7 de mayo de 2025

No hay orden fiable en este mundo teóricamente dominado por un orden liberal. Estados Unidos, agente supremo, no quiere, no puede o no sabe ejercer ahora el control exhibido, con errores, abusos y fracasos, en los últimos ochenta años. Un nacionalismo populista y demagógico, sin base ideológica alguna, se ha instalado en la Casa Blanca. Nada es previsible, todo está sujeto a la improvisación, al capricho.

El establishment parece desarmado o a la expectativa, confiado, dicen algunos, al derrumbamiento de un gobierno sin sustancia ni proyecto más allá de la vanidad personal de su líder. Los partidos de la alternancia sistémica parecen cada día más irrelevantes. Los republicanos, teóricamente en el poder, están sometidos a un jefe importado, errático, despectivo cuando no vengativo hacia quienes no le siguen el juego. Los demócratas, salvo algunos exponentes del ala izquierda, siguen desaparecidos, con sus líderes de referencia mudos o ensimismados en sus intereses particulares de nuevos ricos progres.

Cuando desde el supuesto faro del mundo, se emiten señales tan preocupantes y faltas del mínimo rigor, lo más lógico es que otros países poco respetuosos de las normas internacionales sientan que tienen luz verde para actuar a su antojo. Y algo similar se puede decir de las fuerzas políticas que han vivido agazapadas durante décadas: emergen ahora con un triunfalismo comprensible aunque quizás un poco ilusorio.

Las guerras africanas (como la de Sudán o la congelada en Congo) , las agresiones descaradas (la israelí en Gaza y Cisjordania) , los duelos sobre el abismo (entre India y Pakistán, dos potencias nacionalistas extremas y con armas nucleares) parecen ajenas al control que habitualmente ejercía Washington desde la caída del régimen soviético. Entiéndase, nunca hubo un control neutral. Por encima de la naturaleza de los conflictos, siempre mandaban los intereses norteamericanos. En la desmadrada situación actual, los contendientes periféricos se consideraban libres de actuar a sus anchas, sin temer una intervención correctora del gran patrón. No obstante, hay matices importantes.

ISRAEL, FUERA DE UN MÍNIMO CONTROL

En la tragedia palestina, las anteriores administraciones estadounidenses sin excepción han actuado de manera sesgada a favor de Israel, pero se han cuidado de aparentar una neutralidad suficiente para reclamar y desempeñar un engañoso papel mediador. Trump ni siquiera cuida estas formas. Ha proclamado su apoyo incondicional a Israel: su sintonía con un dirigente tan nacionalista y oportunista como él, tan dudosamente honesto como él, tan perseguido por las causas judiciales como él, tan irrespetuoso con las instituciones del orden liberal como él. Después de casi 20 meses de una operación militar que organismos acreditados ya han calificado como constitutiva de crímenes contra la humanidad, se aguarda el último acto de la tragedia palestina (1).

Por supuesto, Biden es responsable de lo ocurrido en Gaza el último año y medio, pero intentó parecer que le ponía límites a Netanyahu, que le condicionaba su apoyo, que frenaba su ambición arropada en una aparente sed de venganza. Trump, en cambio, le ha animado a continuar y profundizar en una política de exterminio, de sometimiento por hambre de una población martirizada por décadas de ocupación, represión y asfixia económica y vital.

Ahora, el primer ministro israelí, desatado y sin control, enseña todas o casi todas sus cartas. Quiere ocupar gran parte de la franja y arrinconar a la población en zonas reducidas e invivibles, para expulsarlas luego por completo. Hasta ciertos altos mandos del Ejército consideran que su estrategia no está motivada por razones de seguridad nacional, ni orientada a la salvación de los rehenes restantes (2). Netanyahu puede hacer ahora lo que le plazca, porque ninguna de las potencias occidentales moverá un dedo para impedirlo. El orden liberal ha sido aniquilado en Gaza.

LA PELIGROSA ESCALADA INDO-PAKISTANÍ

En el subcontinente indio, a los pies del Himalaya, se libra otra contienda que amenaza la paz mundial. En las últimas horas, la aviación india ha bombardeado supuestas bases en Pakistán de las organizaciones musulmanas que combaten con las armas al gobierno de Delhi en Cachemira, en respuesta al último atentado que costó la vida a 26 turistas.

Washington no ha logrado contener la escalada, como en ocasiones anteriores. El Secretario de Estado, Marco Rubio, único representante del establishment en esta administración, ha intentado ejercer ese papel de gendarme clásico, pero no está claro el respaldo que ha tenido de la Casa Blanca (3). A Trump no le importan demasiado los conflictos mundiales. Y, en todo caso, ante el espectro de guerra entre India y Pakistán, dos potencias nucleares, el instinto le llevaría a apoyar a un nacionalista como Modi y no a los imprevisibles militares islamistas pakistaníes.

El último atentado de las milicias musulmanas en la Cachemira india coincidió con la estancia en Delhi del Vicepresidente Vance. ¿Fue una provocación o una coincidencia? No lo sabemos. Pero es muy probable que, una vez liquidada la guerra en Afganistán, el régimen militar de Islamabad se sienta irrelevante para Washington y hubiera querido dar un aviso del poder que aún conserva para provocar un sobresalto mundial.

EJEMPLOS A LA CONTRA

Desde otras latitudes occidentales periféricas se ha dado una respuesta muy clara a este trumpismo internacional. Marc Carney ha recuperado para el Partido Liberal un triunfo que hace unos meses parecía perdido. El líder conservador, Pierre Poilivre, se jugó toda su fortuna política en una apuesta trumpista y fracasó estrepitosamente: ni siquiera pudo conservar su escaño. La agresividad comercial del vecino del sur y sus amenazas de absorción, han provocado una reacción de defensa nacional.

Algo similar ha ocurrido en Australia. El triunfo laborista ha despejado los temores de una implantación del trumpismo en el Pacífico sur. La coalición liberal-conservadora se ha estrellado contra una sociedad anclada desde hace décadas en una moderación que rechaza cualquier deriva radical (4).

EL TRUMPISMO AVANZA EN EUROPA

Pero estas excepciones alejadas del centro del orden liberal contrastan con los avances ultras en Europa. Rumania es el último ejemplo. El consenso centrista se derrumba ante la presión del nacionalismo xenófobo. La victoria de George Simion, candidato extremista en la primera vuelta de las elecciones presidenciales (41%), ha provocado no sólo la caída del gobierno y la ruptura de la gran coalición entre socialistas y liberal-conservadores (5).

El otro candidato que competirá en la segunda vuelta tras obtener el 21%, el alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, no pertenece a esta alianza, sino a un formación anticorrupción de orientación liberal progresista opuesta a la mayoría centrista. Por eso es improbable que se componga un cordón sanitario para frenar a la ultraderecha. Algunos analistas locales creen que puede haber una crisis en el socialismo rumano, poderoso en las zonas rurales, pero mucho más endeble en las grandes ciudades.

Simion está alineado con la italiana Meloni en Europa y mantiene una posición crítica hacia Rusia (6). Pero, por intereses de poder, se ha aliado con otro líder ultraderechista, el rusófilo  Calin Georgescu, que triunfó en las elecciones presidenciales de hace unos meses, anuladas luego por supuesta interferencia del Kremlin. Esta convergencia del nacionalismo agresivo, que suscribe explícitamente el programa MAGA de Trump, podría crear un bastión en el sureste de Europa, entre Ucrania y los Balcanes.

Otro ejemplo de este trumpismo oportunista ha sido el buen resultado obtenido por la extrema derecha nacionalista antieuropea en las elecciones locales de Gran Bretaña. Aunque no parece que las consecuencias políticas sean decisivas, los dos grandes partidos británicos han acusado el golpe, porque el Reform Party ha mordido en territorios relativamente seguros de ambos. “Un problema para los laboristad, una amenaza existencial para los conservadores”, diagnostica THE ECONOMIST (7).

El sistema electoral británico, uninominal y mayoritario, blinda al sistema de un vuelco político, pero no puede evitar esta sensación de desafección que se extiende elección tras elección.

En definitiva, el efecto Trump no es irresistible, pero sí poderoso. Pudiera no ser duradero, pero creará distorsiones notables en los equilibrios políticos occidentales. Si se confirman las medidas punitivas comerciales, el oportunismo ultraderechista tendrá el camino abonado.


NOTAS

(1) “As Gaza Siege Grinds On, Gazan Children Go Hungry and Patients Die”. THE NEW YORK TIMES, 4 de mayo.

(2) “Announcement of Israel’s Gaza occupation plan is carefully timed”. JASON BURKE. THE GUARDIAN, 5 de mayo.

(3) “Washington’s India-Pakistan Balancing Act”. JOHN HALTIWANGER. FOREIGN POLICY, 1 de mayo.

(4) “A New Trend in Global Elections: The Anti-Trump Bump”. MATTINA STEVIS-GRIDNEFF. THE NEW YORK TIMES, 4 de mayo.

(5) “La Roumanie bascule dans une crise gouvernementale après la performance de l’extrême droite au premier tour de la présidentielle”. JEAN-BAPTISTE CHASTAND. LE MONDE, 5 de mayo.

(6) “George Simion, l’irrésistible ascension d’un national-populiste?”. COURRIER DES BALKANS, 4 de mayo; Far-Right Populist Wins First Round of Romania’s Presidential Election”. MARIAN CHIRIAC. BALKAN INSIGHT, 5 de mayo.

(7) “The fallout from Reform UK’s big win in local elections.For Labour, it’s a problem; for the Conservatives, an existential threat. THE ECONOMIST, 2 de mayo.