ELECCIONES EN EUROPA I. LA ABSTENCIÓN. CLAVES Y EFECTOS

 21 de junio de 2023

Ante las elecciones anticipadas en España, parece oportuno revisar la situación política en Europa mediante una serie de análisis que abarcarán la actual salud de las formaciones y movimientos políticos, estrategias y circunstancias condicionantes. Comenzaré esta semana, con un aspecto transversal: la participación/abstención.

1.- CONSIDERACIONES PREVIAS

a) Ámbito de análisis.

Antes de proceder a la presentación de los datos y el análisis consiguiente, conviene hacer una serie consideraciones metodológicas y algunas aclaraciones.

He fijado dos ámbitos geopolíticos de referencia:

-el primero, por proximidad y marco jurídico-político común, la Unión Europea (27 países);

-el siguiente lo constituyen tres países ajenos a la UE pero miembros de la EFTA (Noruega, Islandia y Suiza) y, por supuesto, el Reino Unido, que hasta hace apenas un par de años formaba parte del club de Bruselas. Todos ellos tienen lazos económicos, culturales e incluso militares con la UE (excepto Suiza).

Dejo fuera a los estados balcánicos aspirantes a ingresar en la UE (Serbia, Montenegro, Macedonia del Norte, Albania, Bosnia-Herzegovina y Kosovo) y a los pertenecientes a la desaparecida URSS, porque su realidad política es muy diferente. En cualquier caso, sus datos de participación son similares a los de los países excomunistas de la UE.

Para efectuar las comparaciones he considerado en primera instancia los índices de participación de la elección más reciente en cada Estado. Pero para ofrecer una perspectiva más amplia, me referiré también a la evolución registrada desde 1990, cuando se establecieron las democracias liberales en los antiguos países comunistas (los estados bálticos exsoviéticos, los países centro-orientales satélites de Moscú y las dos repúblicas exyugoslavas.

b) El caso francés

Me centraré en las elecciones generales, que no sólo establecen las mayorías parlamentarias, sino también prefiguran los gobiernos respectivos.

Pero el caso de Francia es particular. Al tratarse de una República de corte presidencialista (establecida en la Constitución de 1958), el jefe del Estado lo es también del Ejecutivo y, entre otras atribuciones, nombra al primer ministro.

En 2022, la diferencia entre la participación en las elecciones presidenciales y las legislativas fue superior a 26 puntos porcentuales, la brecha más alta en el sistema político vigente. La causa más evidente, pero no la única, es el sobrecargado calendario. En los últimos años, la dos elecciones se han celebrado de forma consecutiva con un lapso de apenas dos meses. Además, en ambos casos se realizan dos vueltas electorales, lo que permite pensar en el “efecto fatiga”.

A efectos de gobernabilidad, las elecciones presidenciales son las que definen de forma más influyente el rumbo político del país, por eso tendrá prioridad en el análisis. En todo caso, para lograr una mayor rigor, tendré en cuenta la participación en las legislativas.

c) El voto obligatorio

También debo recordar que en cinco de los países seguidos el voto es nominalmente obligatorio, aunque se trata de una formalidad de relativa importancia práctica. Se trata de Luxemburgo, Bélgica, Grecia, Chipre y Bulgaria. El incumplimiento de esta obligación ciudadana es castigado con multas y en algún caso con penas menores de cárcel. Puede pensarse que esto distorsiona las cifras de participación. Pero, en realidad, la normativa tiene pocos efectos prácticos, por lo menos en los países mediterráneos, y mucho menos en Bulgaria, que es el segundo en porcentaje de abstenciones. En los occidentales se debe tener en cuenta un cierto sesgo en el comportamiento electoral y conviene advertirlo.

d)  ¿Efecto del COVID?

En sentido contrario, otro factor que, a priori, habría podido incidir negativamente en la participación electoral fue la pandemia. Sin embargo, he cotejado los resultados de los comicios celebrados durante la emergencia sanitaria con los anteriores y no hemos apreciado una tendencia general a la baja. Con una sola excepción, Rumania, donde la abstención aumentó casi ocho puntos. Pero esto debe atribuirse más al deterioro del sistema político que al efecto disuasivo del COVID-19

2.- DISPARIDAD PARTICIPATIVA POR REGIONES GEOPOLÍTICAS

Lo primero que salta a la vista en la revisión de los datos es la amplia brecha existente entre  e los países con mayor y menos participación.  Incluso si descartamos los dos primeros por la formal obligatoriedad del voto (Luxemburgo y Bélgica), el decalaje entre unos y otros es de unos cuarenta puntos porcentuales. A efectos puramente indicativos he extraído la media de votación en las elecciones más recientes en cada país objeto del estudio (considerando las presidenciales en Francia por lo antes expuesto). La cifra es 68,05%.

El otro elemento distinguible es la cercanía geográfica de los estados según sus niveles de participación.

OCC-ATLÁNTICA

NÓRDICA

MERIDIONAL

CENTRO-ORIENTAL


De los doce países que superaron la media europea de participación en las elecciones más recientes, seis pertenecen a la zona occidental-atlántica, cinco a la nórdica (es decir, todos ellos), sólo uno a la meridional (Malta) y otros dos a la centro-oriental (Eslovenia y Hungría). 

Pero si subimos el listón apenas un punto por encima del 70%, todos los estados que lo superaron correspondían a las zonas occidental-atlántica o nórdica. Se mantiene, obviamente la excepción de Malta, un país muy pequeño, con una población inferior a  400.000 habitantes (como cualquier barrio populoso de una gran ciudad europea) y un sistema electoral que prima el bipartidismo. La alta participación es habitual en las entidades políticas pequeñas.

Por el contrario, los 17 países con participación igual o menor al 71% se ubican en las otras dos zonas diferenciadas: centro-oriental y meridional.

Esta selección geográfica se observa también si introducimos en el análisis la evolución electoral desde 1990.

Resulta muy relevante la pronunciada caída de la participación en los  países centro-orientales. Repartimos este bloque de países en tres gráficos para una mayor claridad expositiva.



El entusiasmo político tras el derrumbamiento de los regímenes comunistas, expresado en índices de participación superiores al 80% en los primeros años de democracia, se ha extinguido. La media del periodo no llega al 63% y la de las elecciones más recientes ni siquiera alcanza la mitad del electorado. Tres décadas después de su incorporación al orden liberal, no parece que sus ciudadanos se hayan sentido satisfechos con la democracia electoral.

Este mismo comportamiento a la baja se observa en los países meridionales. Con la salvedad de la mencionada excepcionalidad maltesa, desde los primeros años noventa el declive ha sido enorme: 27 puntos en Chipre, 24 en Italia, 20 en Grecia, 16 en Portugal (país éste que se encuentra ahora a la cola entre los europeos del sur) y 10 en España. 

En contraste, la participación se mantenido en un nivel por lo general estable y elevado en los países nórdicos. Ha descendido muy ligeramente en Suecia y algo más en Islandia, país que sufrió, junto con Grecia,  el episodio más pavoroso de la crisis financiera de la pasada década en Europa. En cambio, en los otros tres países (Dinamarca, Finlandia y Noruega) la participación se ha incrementado a lo largo de este periodo.


En los países occidentales, la participación se ha mantenido en niveles un poco por debajo de la media nórdica, pero, en todo caso,  ha sido estable y elevada, por encima del 75%. Francia no llega por poco a este nivel en las presidenciales y sufre un descenso muy pronunciado en las legislativas. Los guarismos han sido algo menores en los países anglosajones, ligeramente en Irlanda (2,5 puntos) y más notable en el Reino Unido, con una pérdida de 10 puntos.

3. POSIBLES CAUSAS DE LA PARTICIPACIÓN/ABSTENCIÓN

Hay muchas investigaciones, trabajos y también especulaciones y manipulaciones interesadas sobre las razones que impulsan a votar o a no hacerlo. Recomiendo los trabajos del Instituto IDEA, de Estocolmo, que hace una siguiente muy pormenorizado de los comportamientos electorales en todo el mundo (https://www.idea.int).

IDEA apunta 16 factores que pueden influir en la participación, agrupados en cuatro bloques:

- socio-económicos (dimensión demográfica, estabilidad poblacional, desarrollo económico).

- políticos (incertidumbre sobre el resultado electoral, percepción sobre las consecuencias de las elecciones, intensidad de las campañas, fragmentación políca)

- institucionales (sistema electoral, obligatoridad o no del voto, concurrencia de elecciones, facilidades o dificultades para votar, complejidad de los procedimientos electorales).

- individuales (edad, educación, interés político, conciencia cívica).

Para este trabajo, he seleccionado tres indicadores que pueden ser relativamente medibles y que, en algún caso, combinan los factores propuestos por IDEA. Son los siguientes: salud democrática, potencial económico relativo de cada país y desarrollo social.

a) La salud democrática

Como fundamento de la fortaleza del sistema democrático formal, los defensores del Estado liberal citan la solidez de las instituciones, unas reglas claras de gobernanza, niveles bajos de corrupción y el respeto sostenido a las reglas del Estado de derecho. Uno de los índices más empleados para medir estas conductas es el elaborado por Transparencia Internacional. Ciertamente, esta clasificación presenta una imagen pareja al de la participación electoral.

Dinamarca y los países escandinavos figuran en cabeza, seguidos por los occidentales-atlánticos, incluyendo también a Irlanda, donde, en cambio, se vota un poco menos que en los otros países de su zona.

En el sentido contrario, los países mediterráneos y centro-orientales presentan índices más bajos de transparencia, en coincidencia con sus tasas de participación electoral más pobres. Resalta el dato de la Hungría del ultranacionalista Orbán, cuya negativa calificación en transparecia empeora notablemente su resultado en participación electoral.

Hay dos casos disonantes. El primero es muy llamativo. Estonia presenta un índice de transparencia muy alto en relación al de participación electoral. Su reducida dimensión territorial (45.000 km2) y su escasa población (1,3 millones) sólo explican en parte su especificidad. El segundo vuelve a ser Malta, que se encuentra en el quinto puesto por la cola pese a su alta participación, lo que se refuerza su excepcionalidad.

b) El nivel económico

En mi percepción, los factores que determinan de manera más decisiva el nivel de participación son los de índole económica y social.  Observamos, en efecto, que, por lo general, los subgrupos establecidos por el criterio geográfico se consolidan y refuerzan bajo este otro ángulo de consideración.


Los países con el PIB más alto son los que encabezan la lista de participación electoral, y todos ellos pertenecen a las áreas occidental-atlántica y nórdica. Por el contrario, los que se encuentran en la mitad más baja de desarrollo económico son los que votan menos, con la reiterada salvedad de Malta.

c) El desarrollo social

Esa tendencia se confirma si ponemos el foco en la estructuras sociales. He acudido, por su alta aceptación como referencia de análisis internacional, al Índice de desarrollo humano (IDH), elaborado por la ONU. 


Los países que tienen el IDH más elevado son los occidentales-atlánticos y nórdicos, que son los que soportan una abstención menor. Se da la circunstancia, seguramente no por casualidad, que los dos países de la zona centro-oriental y meridional con mayor porcentaje de votación ciudadana (Eslovenia y Malta) son los que presentan el IDH más alto en sus zonas respectivas.

Aquí es necesario resaltar dos desviaciones con respecto a la participación electoral. Suiza acredita el IDH más alto del mundo, pese a su pronunciada abstención electoral. Y el Reino Unido, que supera a Eslovania y Malta en desarrollo humano, va por detrás de ellos en participación electoral.

No obstante, otros índices referenciales modifican un poco esta fojo fija del desarrollo social en Europa. En concreto, me refiero al índice de pobreza y riesgo de exclusión social que acaba de actualizar la Unión Europea, de ahí que sólo incluya a los países miembros.


La escala está compuesta en sentido contrario al de los gráficos anteriores. Observamos que, contrariamente al IDH, los países con peores resultados no son los mismos que tiene una baja participación electoral, salvo Rumania y Bulgaria. España o Grecia figuran aquí en los puestos peores y mejora en cambio la posición de Portugal y Chipre. También llama la atención los casos de Francia y Alemania (en posiciones medio-bajas) o, en sentido contrario, de los países centroeuropeos, que ocupan el tramo de menor riesgo de exclusión. Esto sn duda se debe al efecto de la inmigración. Las poblaciones inmigrantes son las que  padecen el mayor riesgo de exclusión y se trata de un colectivo que, en su mayor parte, no tiene derecho a voto; por tanto, no incrementa el índice de abstención.

4. BENEFICIARIOS DE LA PARTICIPACIÓN

Se tiene por cierto que un grado bajo de participación, o alto de abstención, favorece, por lo general, a los partidos del espectro de centro-derecha. Esta consideración se apoya en el carácter por lo general más crítico e inconformista del electorado de izquierda. Desde los sectores conservadores y liberales se combate ésta y otras manifestaciones tradicionales de la izquierda, como parte de la “guerra cultural” entablada en la arena política.

Para fundamentar mejor el debate, tendríamos que repasar los datos de las últimas elecciones celebradas en cada país.

En los países que registraron una participación por encima de la media (68,05%) en las eleciones más recientes las opciónes políticas más votadas fueron las siguientes:

-          Socialdemócrata: 6 (Bélgica, Malta, Suecia, Alemania, Finlandia y Dinamarca)

-          Liberal: 2 (Luxemburgo y presidenciales de Francia)

-          Conservadora: 1 (Países Bajos).

-          Nacionalistas conservadores o identitarios: 1 (Hungría).

A medida que se desciende en la participación aumenta el número de opciones políticas de centro derecha o extrema derecha más votadas. De hecho, por debajo de la media sólo se votó en primer lugar a los socialistas en Portugal y a los nacionalistas de izquierda (Sinn Feinn) en Irlanda. En el resto ganaron partidos conservadores (5), nacionalistas conservadores o identitarios (2) o liberales (1).

En cambio, si tomamos como referencia el índice medio en todo el periodo estudiado comprobamos que no siempre ha ganado el centro-izquierda en las citas  con mayor participación. Por el contrario, los partidos del centro derecha se han impuesto en doce ocasiones, los socialdemócratas en seis, los liberales en cinco y los nacionalistas conservadores en dos. Incluso los ahora desaparecidos partidos comunistas triunfaron a primeros de los noventa con elevadísimos índices de participación.