EFECTOS FANTASMAS PARA UNA IMPROBABLE SORPRESA

31 de Octubre de 2008

El acto compartido con Bill Clinton en Florida y su publireportaje de cuatro millones de dólares en las grandes cadenas comerciales de televisión ha agrandado la figura presidencial de Obama. Expertos en comunicación, habituales bloggeros de POLÍTICO, han destacado la eficacia del video. Le atribuyen un estilo kenediano, con cierto aroma reaganiano, por su cálida conexión con el americano medio.

Más allá de estos análisis superficiales o formalistas, la iniciativa mediática de Obama ha comportado ciertos riesgos de obscenidad política por la impresión de despilfarro en momentos de aprietos económicos. Sin embargo, una de las principales firmas del semanario progresista THE NATION, John Nichols, prefiere ver en el macro-mensaje de Obama “una crónica de la desesperanza y una promesa de cambio”. Resalta Nichols la galería de tipos populares machacados por ocho años de administración neoconservadora y reconoce a Obama la sensibilidad de conectar con las necesidades de los trabajadores.

El candidato demócrata mantiene su proverbial autocontrol y evita cualquier desliz de complacencia o excesiva confianza. Esta es una de las ocho razones que explicarían el triunfo de Obama, según evoca Eric Zorn en su blog del CHICAGO TRIBUNE. El NEW YORK TIMES asegura que su discurso inaugural ya está escrito, pero su equipo lo ha desmentido, con escasa capacidad de convicción. Una de las quinielas más recurrentes gira en torno al puesto que se reserva al jefe de campaña, David Axelrod, auténtico druida de una receta considerada ya como una de las más exitosas de la historia electoral norteamericana hasta la fecha.

A pesar de esta impresión de que la suerte está echada, se alimenta una vaga sensación de que determinados efectos fantasmas podrían provocar una sorpresa mayúscula la noche del 4 de noviembre.

El efecto más neutro es el de la lectura equivocada de los sondeos. Algunos articulistas insisten en que el elevado porcentaje de indecisos impiden cerrar con seguridad las predicciones. Pero para que se produjera un vuelco la inmensa mayoría de esos indecisos tendría que inclinarse por McCain. Tal comportamiento no tendría precedentes.

En cambio, la cuestión racial resulta mucho más desestabilizadora de los pronósticos . Entre los demócratas, el temor al “efecto Bradley” (una deserción de falsos votantes blancos que no se atreven a reconocer en los sondeos sus prejuicios raciales) se ha debilitado con el paso de los días, pero aún se mantiene como una amenaza insidiosa, supuestamente capaz de provocar un vuelco en el último momento.

A este respecto, Nicholas Kristof, en su habitual artículo semanal para THE NEW YORK TIMES, menciona un reciente estudio sobre cómo opera el inconsciente político. Estudiantes universitarios de California, en general partidarios de Obama, percibirían al candidato demócrata como “menos americano” que Tony Blair, debido al elemento racial.

El otro factor que podría desencadenar la sorpresa tiene que ver con el rechazo a la acumulación de poder que lograría el Partido Demócrata al sumar la Casa Blanca a las mayorías en las dos Cámaras del Congreso (donde también se prevé un refuerzo del giro a la izquierda); y, más adelante, el dominio del propio poder judicial, con el nombramiento de magistrados liberales en los numerosos tribunales de toda la escala judicial. Este argumento esta siendo profusamente aireado por el equipo republicano en esta última fase de la campaña.

Finalmente, hay que considerar siempre los riesgos de manipulación. Varios medios, incluyendo THE NEW YORK TIMES, poco sospechoso de anti-establishment no dejan de alertar sobre actuaciones en algunos estados que han privado del derecho de voto a decenas de miles de ciudadanos en zonas sensibles de los estados más reñidos.

Una profesora de Ciencia Política en el Barnard College, Lori Minnite, lleva ocho años estudiando el rol del fraude en las elecciones norteamericanas. Considera esta investigadora que los republicanos han utilizado los riesgos del fraude ciudadano como una excusa para ocultar el verdadero fraude, practicado por los aparatos políticos e institucionales: purgar censos y eliminar votantes favorables a opciones rivales.

Aunque las artimañas y maniobras practicadas en las dos últimas elecciones se antojan de corto recorrido en la cita electoral de este año, debido a la ventaja con la que parece contar Obama, las ong’s que promueven el derecho de voto recomiendan no bajar la guardia en los estados donde las diferencias se anuncian más apretadas.