ISLAMOFOBIA EN EUROPA: RESPONSABILIDADES COMPARTIDAS

2 de Febrero de 2015

La comunidad musulmana francesa reaccionó de forma desigual a los asesinatos de enero en París. Mucha gentes se escandalizó porque en no pocos colegios o institutos del país no se quisiera honrar la memoria de los caricaturistas asesinados por los hermanos Kuachi, o no quisieran identificarse con la marea ciudadana que se solidarizó con las victimas.

La inmigración es uno de los fenómenos decisivos en el futuro de las orientaciones políticas en Europa y está condicionando de forma notable los resultados electorales.  A la dinámica estable de la inmigración por razones socio-económicas, se une el agravamiento de los conflictos bélicos en países musulmanes próximos, que provocan un incremento de personas desplazadas. Las fórmulas ensayadas en las últimas décadas para mejorar la convivencia entre poblaciones nacionales e inmigrantes han fracasado total o  parcialmente. La integración no ha conseguido los objetivos deseados. Pero tampoco la multiculturalidad, u otro tipo de ensayos mixtos o menos estructurados (1).

Este fracaso se refleja en una clientela política que ha favorecido la emergencia de partidos o formaciones con discursos clara o veladamente xenófobos.  La islamofobia es la manifestación más palpable de la xenofobia, no sólo porque buena parte de la población inmigrante es de confesión musulmana, debido a la cercanía de países donde esa religión es mayoritaria o absoluta, sino también, y sobre todo, por la percepción, alentada en círculos políticos, intelectuales y mediáticos neoconservadores y/o afines, de que el Islam y el Cristianismo viven una nueva etapa de confrontación, es decir, una edición actualizada del "choque de civilizaciones".

El fenómeno del yihadismo, es decir la emergencia de una militancia radical y violenta de grupos que denuncian la opresión de poblaciones musulmanas es muy anterior a los atentados de Estados Unidos. Pero es importante señalar que los yihadistas no combaten solamente a Occidente (ése sería el "enemigo externo"), sino también a los gobiernos o a las élites de sus propios países (el "enemigo interno"), la mayoría de los cuales son también musulmanes y, según el enfoque de los yihadistas, actuarían de colaboradores necesarios de la sumisión de las masas musulmanes en favor de los intereses occidentales.
                
La comisión de crímenes terroristas en Occidente ha incidido de forma muy negativa en el debate de la inmigración, porque, de forma errónea y en algunos casos interesada, se ha tendido a confundir un fenómeno con otro. Este clima de temor ante la amenaza terrorista ha hecho que se incremente el recelo y la desconfianza hacia las minorías de origen musulmán, aunque muchos de sus integrantes disfruten de la ciudadanía nacional desde hace tiempo. El rechazo es mucho más radical y excluyente cuando se trata de acoger a quienes, por razones políticas o económicas, buscan amparo en nuestros países.
                
Mucho se ha debatido sobre las tensiones entre poblaciones originarias e inmigrantes. Suele evocarse con frecuencia las motivaciones socio-económicas, de un lado, y las culturales y religiosas, del otro. Quienes sostienen que los inmigrantes no quieren, en realidad, aceptar las pautas de convivencia del país que han elegido para iniciar una nueva vida, mencionan su intransigencia religiosa o cultural, su falta de adaptación al país de acogida, su deseo de "aprovecharse" de las oportunidades económicas y sociales del país que los ha acogido, pero su renuencia, cuando no su rechazo, a asumir los valores sociales de referencia.

Por el contrario, los portavoces de estas minorías o los nacionales críticos con el funcionamiento de nuestras sociedades sostienen que el desencuentro socio-cultural se debe a la situación de marginación, exclusión, desprecio y desatención en que se encuentran las masas inmigrantes. La afluencia de mano de obra externa resultó provechosa en su momento. Ahora, que la crisis drena los recursos y dificulta una atención universal, los inmigrantes son injustamente percibidos como molestos y ajenos y su presencia se considera perjudicial para el acceso al trabajo y a las prestaciones sociales.

Tres investigadores de distintos países van a publicar este año un trabajo elaborado durante seis años sobre el fracaso de la integración musulmana en Francia. (2) Una mayoría de los franceses cree que la falta de integración se debe a la falta de voluntad de los propios musulmanes, debido a sus anticuados valores sociales y a su intransigencia religiosa. La separación Iglesia-Estado, o dicho de otro modo, la diferenciación entre las creencias religiosas y los derechos y las obligaciones cívicas constituyen la base de la convivencia en las sociedades democráticas. El auge de la derecha religiosa en EE.UU. constituye una inquietante anomalía.

Las poblaciones originarias están convencidas de que algunas actitudes sociales de los musulmanes, como el trato a la mujer, están condicionadas por esa falta de independencia entre lo cívico y lo religioso. A esto se opone, por parte de los sectores islámicos militantes,  una mentalidad de resistencia cultural, frente a lo que perciben como agresión o imposición de normas de conducta ajenas a sus creencias y valores. Esta doble tensión constituye un  “equilibrio discriminatorio”, para cuya superación  no se ha puesto todavía remedio adecuado. Peor aún, es el Frente Nacional el que parece llevar la iniciativa, con un discurso reconocible, el más inconveniente y pernicioso, porque incrementa el problema en vez de resolverlo.

Quizás, estemos asistiendo a una progresiva transformación positiva, a juzgar por los resultados de una encuesta realizada después del atentado contra el Charlie Hebdo. Si en 2013 el porcentaje de los que consideraban al Islam "compatible con los valores de la sociedad francesa" era del 74% en 2013 y del 63% en 2015, este año no pasaba del 51%. ¿Hasta qué punto buena parte de los franceses estaban empujados por la necesidad de mostrarse solidarios y comprensivos frente a la violencia de los intransigentes? (3)

Los defensores de los derechos de los inmigrantes creen que la mejora de sus condiciones socio-económicas contribuiría a facilitar su integración (4). No obstante, algunos expertos sostienen que el vivero de la lucha armada contra los países occidentales de acogida, no son los barrios marginados. Según un estudio del Centre for Prevention Against Islamic Sectarism (5), el 84% de los jóvenes musulmanes radicalizados residentes en Francia proceden de la clase media y sólo el 10% tenían abuelos que no habían nacido en Francia. Sólo quienes disfrutan de un cierto grado de prosperidad y formación son capaces de articular un discurso de preservación y protección de sus referencias culturales, según se defiende en otro estudio de dos investigadores norteamericanos. Estos autores aseguran que la mayoría de los musulmanes de Francia y Gran Bretaña se identifican con sus países de acogida (6).

Lo mismo ocurriría en Alemania, como refleja un reportaje del semanario alemán DER SPIEGEL (7), publicado tras los crímenes de París, en el que se pulsaba la opinión de miembros de la comunidad musulmana sobre las actitudes violentas, la amenaza yihadista y PÉGIDA, el movimiento que combate lo que considera una excesiva inmigración y, en particular, la creciente afluencia de musulmanes en Alemania. Lo más llamativo es que la inmensa mayoría de los consultados se sienten alemanes antes o más que musulmanes. No entienden que se les pueda pedir explicaciones o que tengan que justificarse por actos que no han cometido y que desaprueban. Muchos de ellos combinan la observación de preceptos religiosos y/o culturales islámicos con costumbres propias de las sociedades donde viven, como fumar o beber alcohol. Todos temen a que el caso Charlie Hebdo pueda desencadenar una oleada islamófoba.

Naturalmente, no todas las críticas a las conductas de estas minorías musulmanas están movidas por el prejuicio, el desconocimiento o el desprecio. Numerosos ciudadanos europeos se sienten legítimamente preocupados por las oportunidades de las mujeres musulmanas. Pero a veces se tiende a confundir discriminación con libre elección. El caso más típico es la discusión sobre la prohibición de llevar el velo o la cabeza tapada en lugares públicos, en particular la escuela. Las leyes que protegen la laicidad en Francia tienen un gran apoyo social, porque la mayoría de la población originaria comprende la necesidad en que se fundamentan  esos preceptos legales. Pero numerosas jóvenes musulmanas no llevan necesariamente esas prendas porque estén oprimidas por sus padres, maridos o hermanos, sino porque deciden libremente hacerlo. Las leyes deben cumplirse, pero deberían evitarse discursos que generen suspicacia o desprecio.

Uno de los principales articulistas europeos en materia de inmigración, Gary Younge, sostiene que no existe una explicación sencilla a la problemática de la inmigración y, mucho menos, del fenómeno terrorista islamista (8). Sostener que el Islam es inherentemente "violento" resulta tan poco consistente como defender que es intrínsecamente "pacífico". Y lo mismo podría decirse de otras confesiones.  Por similar línea de argumentación, no pueden simplificarse o reducirse las causas que originan sustratos violentos. Los asesinos de París "son responsables de lo que hicieron, de la misma forma que nosotros, como sociedad, somos colectivamente responsables por las condiciones que hicieron posible su existencia".


NOTAS

(1) Un panorama muy completo sobre los asuntos de inmigración, integración, multi y inter.culturalidad en "Grande Europe". LA DOCUMENTATION FRANÇAISE, nº 10, julio de 2009.

(2)   “Why Muslim Integration Fails”. CLAIRE L. ADIDA, DAVID D. LAITIN Y MARIE-ANNE VALFORT. THE WASHINGTON POST, 14 de Enero (Este artículo es una synopsis del libro del mismo nombre que se publicará el próximo otoño).

(3)   Encuesta realizada por IPSOS/SOPRA-STERIA, publicada en LE MONDE, 28 Enero 2015.

(4)  “Elección y prejuicio. Discriminación de personas musulmanas en Europa”. AMNISTÍA INTERNACIONAL, 24 abril 2012.

(5)  Citado en “Who are Europe’s jihadis? SARA MILLER. CHRISTIAN SCIENCE MONITOR, 13 Enero 2014.

(6) “Surveying the Landscape of Integration: Muslim Inmigrants in United Kingdom and France”. DAVID JACOBSON Y NATALIE DELIA DECKARD. DEMOCRACY AND SECURITY, vol.10, nº 2, 2014.

(7)  “German Muslims Fear Backlash after Paris Attacks”. DER SPIEGEL, 21 Enero 2015.

(8)  “Charlie Hebdo: the danger of polarised debate”. GARY YOUNGE. THE GUARDIAN, 11 Enero 2015.