PALESTINA: UNA SOLUCIÓN IMPOSIBLE



22 de Noviembre de 2012   
 
          Está por ver si el alto el fuego en Gaza acordado la noche del miércoles será duradero o estallará en pedazos en cualquier momento. Finalmente, parece haber sido la intervención en segunda instancia de Estados Unidos, en apoyo de las gestiones egipcias, lo que ha hecho posible la detención de los bombardeos. En todo caso, esta última crisis, la más grave desde la guerra de 2008, parece haber respondido no sólo a la hostilidad permanente de los beligerantes, sino a motivaciones tácticas de ambos lados.

            LOS CÁLCULOS DE NETANYAHU
           
Es imposible garantizar que la desproporcionada respuesta israelí a los cohetes lanzados por Hamas responda sólo a la imperiosa necesidad de defensa, como proclaman sus dirigentes. No es descabellado considerar que hayan operado otros cálculos políticos menos confesables. Según las informaciones de los propios israelíes, Hamas habría lanzado más de 700 cohetes contra posiciones israelíes en lo que va de año. ¿Por qué responder ahora? Como han recordado incluso analistas norteamericanos poco sospechosos, el gobierno israelí afronta unas elecciones anticipadas en enero.

Otro acontecimiento en el inmediato futuro ha planeado sobre los acontecimientos. A finales de mes, la Autoridad Nacional Palestina, enfrentada con Hamas por el liderazgo de la resistencia, tiene previsto solicitar el estatus de país no miembro de las Naciones Unidas. Lo hará en un día simbólico, el 29 de noviembre, día del aniversario del Plan de Partición de Palestina. Israel ya había anunciado su rechazo absoluto y Estados Unidos había desautorizado indirectamente la iniciativa. Atrapado entre la nula voluntad israelí de avanzar hacia un acuerdo de paz y el desánimo de la administración Obama, el presidente Abbas quizás intentaba poner de nuevo la causa palestina en la agenda internacional.

Pero, además, el resultado de las elecciones norteamericanas ha supuesto un plus de frustración para Netanyahu y sus aliados aún más recalcitrantes, puesto que se habrían esfumado sus pretensiones de contar con la colaboración de Washington en un deseado ataque militar contra el programa nuclear iraní. De Romney podrían haberla esperado; de Obama, a tenor de lo visto en los últimos meses, no parece probable, si no hay una evolución dramática de los acontecimientos.

            LA OPORTUNIDAD DE HAMAS

Hamas parece haber provocado a Israel en el peor momento. No parece creíble que los dirigentes –políticos o militares, o ambos- de la organización palestina que controla firmemente Gaza no esperaran una respuesta contundente del gobierno Netanyahu. ¿O es que pretendían justamente que ocurriera lo que ha ocurrido?

Algunos analistas señalan que Hamas veía la oportunidad de reforzar su creciente influencia entre la población palestina, consolidar su perfil de organización resistente y dejar en evidencia al debilitado gobierno de Mahmud Abbas. Todo ello para aprovechar la oleada de apoyo a las opciones islamistas tras las revoluciones árabes. Y, en particular, obtener el respaldo del gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, país que resulta absolutamente vital para el fortalecimiento de Hamas en Gaza.

EL DILEMA DE MORSI

Lo cierto es que el pulso entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (que es lo que significa Hamas) ha puesto a Egipto en una difícil situación. El presidente Morsi tiene que conciliar una doble exigencia: de un lado, satisfacer a la población local (y más aún, a sus propios militantes y simpatizantes), que apoyan abrumadoramente a Hamas; de otro, preservar sus opciones como interlocutor fiable de Washington en la zona, si no quiere poner en peligro el apoyo económico y financiero que necesita para el desarrollo económico y social del país.

Esta aparente contradicción explica el comportamiento de la diplomacia egipcia a lo largo de la semana. Por un lado, ha trabajado desesperadamente para forjar la detención de las hostilidades; por otro, ha dado rienda suelta a manifestaciones de simpatía y apoyo a los palestinos de Gaza y ha evitado cuidadosamente cualquier  crítica pública a los dirigentes de Hamas, aunque el propio Morsi haya manifestado hace no mucho cierta incomodidad por algunas conductas de la organización palestina.

           EL PAPEL DE WASHINGTON    

          El inicio de la escalada le pilló al Presidente Obama en el avión que le llevaba a varios países de Asia, prioridad expresa de su administración en política exterior. En la primera ocasión que tuvo realizó las declaraciones que se esperan de cualquier Presidente norteamericano: simpatía por el derecho de Israel a decidir los medios de autodefensa. Pero, a continuación, manifestó su deseo de frenar las hostilidades y evitar una escalada; es decir, una eventual invasión terrestre israelí de Gaza.

          Además, Obama concedió crédito a Egipto (y, por cierto, significativamente, también a Turquía) en sus intentos por detener el enfrentamiento bélico. Sólo cuando esos esfuerzos no parecían obtener frutos, ordenó la implicación directa de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Mientras se propagaban noticias contradictorias sobre el acuerdo, la responsable de la diplomacia norteamericana viajó a Jerusalén, no sólo para apoyar la detención de las hostilidades, sino también para anunciar el llamativo compromiso de Washington en favor de “un resultado duradero que promueva la estabilidad regional, avances en la seguridad y en las legítimas aspiraciones tanto de israelíes como palestinos”.

            La sensación es que la crisis ha servido para que la administración Obama “regrese” al conflicto central de Oriente Medio, después de una cierta inactividad en los últimos meses, debido a las nulas expectativas de éxito, el enrarecimiento de las relaciones con el gobierno israelí y la inminencia de las elecciones.

            Pase lo que pase estos días, es muy probable que más temprano que tarde se vuelva a producir una situación similar de tensión en Gaza, y quizás en toda Palestina.  Pero sólo les puede sorprender a los que habían olvidado que este conflicto continuaba pendiente de resolver y amenazaba con volver al primer plano de la actualidad internacional en cualquier momento.