UN PROCESO MÁS EN MOSCÚ

30 de diciembre de 2010

La fase final del segundo juicio al multimillonario ruso Mijail Jodorkovski y su principal colaborador, Platon Lebvedev, ha sido convertido por unos y otros (y por terceros) en un espectáculo político-mediático con escasos precedentes en la reciente historia del país. Como ya se sabe, éste es el segundo proceso que afronta este oligarca caído en desgracia en 2003, después de romper sonoramente con el entonces presidente ruso Vladímir Putin, hoy primer ministro y más que probable aspirante a presidente otra vez en 2012.
En 2003, Mijail Jodorkovski era el dueño de Yukos, la principal petrolera de Rusia, que había comprado con los rublos amasados en el banco MENOTEP. Cuando estaba a punto de tomar un avión en Siberia, fue detenido a punta de pistola bajo la acusación de fraude y evasión fiscal. La misma suerte corrió su administrador, el mencionado Lebvedev. Ambos empresarios negaron contundentemente los cargos. Para entonces, Jodorkovsky era algo más que uno de los oligarcas díscolos con el Kremlin.
Putin había transformado las relaciones de poder entre la antigua burocracia comunista convertida al capitalismo salvaje y la exquisita élite de los negocios. El nuevo presidente sabía lo que hacía. Como último 'rasputín' de Yeltsin conocía al detalle los puntos débiles y fuertes de los poderosos multimillonarios rusos. A la mayoría de ellos los doblegó o los integró en el sistema. No al dueño de Yukos, quien probablemente creyó poder sortear la presión de Putin y se dedicó a financiar a determinados grupos de la oposición. Jodorkovski subestimó al antiguo coronel del KGB.
"NIHILISMO LEGAL"
Jodorkovsky y Lebvedev fueron condenados a ocho años, después de un proceso plagado de dudas. La oposición asumió la opinión de los condenados y consideró la sentencia como una decisión política: en otras palabras, como una represalia. Jodorkovsky se proyectó a sí mismo como símbolo de la resistencia contra la deriva autoritaria en Rusia.
Cuando estaba a punto de cumplirse la sentencia, la fiscalía abrió un nuevo proceso contra Jodorkovsky y Lebvedev, en esta ocasión por el supuesto robo de petróleo de su propia compañía por un valor que rondaría los 25 mil millones de dólares. Los abogados defensores aseguran que los cargos no sólo son infundados, sino que resultan ridículos, una "charada", porque suponen una contradicción con las acusaciones que los llevaron a la cárcel. ¿Cómo pudo haber evasión fiscal sobre unos bienes robados? La instrucción del caso ha resultado estrambótica, a juzgar por la valoración que han hecho juristas occidentales.
Algunas fuentes, citadas por NEWSWEEK, aseguran que "el juez Danilkin fue sacado de su casa el sábado por funcionarios de la seguridad del Estado para celebrar con él una seria conversación con el propósito de de asegurar una sentencia incluso más severa que los catorce años solicitados por la fiscalía". Se reconoce que se trata de extremos no comprobados.
Pero, más allá de la dimensión legal y de las garantías procesales, lo que nos interesa aquí es la significación política del caso.
DE VILLANO A HÉROE
La condena que cerró el primer proceso , con ser dura, no fue suficiente para acabar con el oligarca contestatario. En 2011, Jodorkovsky y Lebvedev deberían abandonar la cárcel. Un año antes de las elecciones en las que probablemente Putin rompa su alianza con el actual presidente Medvedev, su ex-primer ministro, y pretenda ocupar su puesto. Nadie duda de que, en la calle y con parte de su fortuna a buen recaudo, Jodorkovski haría todo lo posible para impedir el regreso de Putin a la Jefatura del Estado. Por tanto, lo que se ventila en este caso es una lucha por el poder.
Los principales socios occidentales de Moscú han mostrado su preocupación por la "aplicación selectiva" de la justicia (Washington) o por un "procedimiento legal que pone en cuestión la modernización del país" (Berlín). Las presiones más duras se deben estar haciendo, como es habitual, de forma más discreta. Al menos eso han denunciado públicamente las autoridades rusas, que las ha considerado "inaceptables".
Pero han sido los medios quienes han batido tambores. La mayoría asumen la posición de Jodorkovski, o de sus seguidores, o de quienes consideran de utilidad convertirlo en símbolo de resistencia frente al creciente poder autoritario de Putin.
LE MONDE admite que "Jodorkovski no es un ángel" y que "el antiguo rey del petróleo ruso edificó su fortuna sobre los escombros de la URSS, en poco tiempo y sin escrúpulos, durante la presidencia de Yeltsin", pero concluye que "mientras Jodorkovski continúe en prisión, Rusia seguirá siendo lo que es: una 'kleptocracia' autoritaria".
THE GUARDIAN se expresa en parecidos términos. "El segundo juicio contra Jodorkovski no trata de un robo. Trata del miedo: miedo a lo que es pueda ocurrir si esta particular víctima de la injusticia fuera puesta en libertad".
El semanario THE ECONOMIST llega incluso a situar al multimillonario en desgracia a la misma altura que Andrei Sajárov, aun reconociendo lo forzado de la comparación (a pocos debe sorprender, si tenemos en cuenta que esta publicación liberal respaldó con entusiasmo el horripilante alumbramiento del capitalismo ruso).
NEWSWEEK -el semanario norteamericano que ha cambiado recientemente de manos- afirma que "Jodorkovski es probablemente tan culpable como otros multimillonarios oligarcas de haber usado sus conexiones políticas para apoderarse de bienes públicos", pero lo acepta hoy como el principal exponente de una Rusia "moderna e inteligente".
El NEW YORK TIMES, más templado, contiene el caudal de elogios a Jodorkovsky, pero hace votos por una sentencia absolutoria.
El propio magnate asegura en una entrevista reciente con NUEVA GAZETA que "no es un idealista", aunque si fiel a una idea y "está dispuesto a morir por ella". En otro momento de la entrevista asegura que Rusia no podrá ser reconstruida bajo el actual sistema de gobierno, "ineficiente, obsoleto y corrupto" y predice una crisis terminal en torno a 2015.
La mayoría de los rusos no creen en la limpieza del proceso judicial. Sin embargo, la suerte de Jodorkovski les importa poco, porque no tienen la memoria tan frágil.
LÁGRIMAS DE COCODRILO
Resulta comprensible y pertinente la denuncia de un sistema judicial más que dudoso. De igual forma que parecen justificadas y con fundamento las aprensiones ante la consolidación de un autoritarismo sin caretas en el poder ejecutivo de Rusia. Pero conviene recordar que ni los gobiernos ni la mayoría de los medios occidentales se mostraron tan diligentemente críticos durante la década de los noventa. Si lo que pasa ahora es inquietante, lo que ocurrió entonces fue ciertamente gravísimo.
Autoinmolado el sistema político comunista y disuelta la URSS, se pretendió que Rusia abordara, en paralelo, un proceso de democratización política y de adopción de una economía de mercado. No ocurrió ni lo uno ni lo otro. La democracia, veinte años después, no va más allá de una vacía arquitectura institucional. La economía de mercado es un sarcasmo. Lo que verdaderamente se ha instalado en Rusia ha sido un sistema cuasi mafioso, como corolario de una evolución bochornosa. El planteamiento de transformación radical defendido por Yeltsin y respaldado por Occidente convirtió la gran mentira soviética de la propiedad colectiva de los medios de producción en la gran farsa del capitalismo popular. El proceso de privatizaciones y concesiones estatales puede considerarse como el robo más grande que se ha conocido en una nación moderna. Se pasó de un falso comunismo a una sistema oligopólico impune y despiadado. Mientras, en Occidente se miraba hacia otro lado o se hacían cálculos sobre los beneficios a recaudar en un mercado sin ley.
En aquellos años florecieron un puñado de 'jodorkovskis', la inmensa mayoría de ellos hijos de poderosos dirigentes comunistas, retoños de la 'nomenklatura' comunista transformados en nuevos ricos. El patético mandato de Yeltsin no trajo prosperidad ni libertades a los rusos, sino miseria y vileza por doquier.
¿DIVISION EN EL KREMLIN?
Algunos analistas citados por THE GUARDIAN creen que el asunto Yukos puede abrir una brecha entre dos supuestas familias del Kremlin: los tradicionalistas y los aperturistas. Dicho de otra forma, de un lado, los exponentes de la burocracia estatal, y en particular de los aparatos de seguridad (los denominados 'siloviki'), cuyo patrón sería Vladímir Putin; y, de otra parte, sus pretendidos oponentes, los partidarios de una modernización real de Rusia, de su conversión en un verdadero estado de derecho, encabezados por el presidente Medvedev.
Sin embargo, otros expertos no conceden mucha solidez a esta visión del panorama político y consideran que el Presidente en ejercicio no es un verdadero actor independiente. Unos porque creen que su discurso es pura retórica vacía (NEWSWEEK). Otros porque consideran que su base de poder es absolutamente endeble (LE MONDE). Y unos terceros porque sospechan que Putin y Medvedev juegan a poli bueno y poli malo (o a Batman y Robin, como sostienen diplomáticos norteamericanos en despachos hechos públicos por Wikileaks).
En todo caso, para salir de dudas sobre la autenticidad de esta supuesta alternativa política dentro del régimen, el NEW YORK TIMES exige al Presidente Medvedev que haga uso de su prerrogativa legal y "perdone" (indulte) a Jodorkovski, en caso de que, como todo el mundo da por seguro, sea condenado de nuevo. Esa parece ser la línea de actuación que van a seguir los gobiernos occidentales.
En todo caso, se antoja limitada la capacidad real de Occidente para enderezar lo que nació torcido. De aquellas lluvias ácidas proceden estos lodos tóxicos que han contaminado, a lo peor durante generaciones, una nación que reúne una novena parte de las tierras emergidas, es depositaria de las mayores reservas mundiales de minerales y recursos energéticos, de la cuarta parte del agua dulce y de las mayores reservas forestales. Y, no lo olvidemos, con su todavía imponente arsenal de armas nucleares, es una de las dos potencias con capacidad para destruir varias veces toda esa riqueza y el resto de la que alberga la Tierra.

IRAK: LA VERDADERA CRISIS EMPIEZA AHORA

23 de diciembre de 2010

Bagdad, 21 de Diciembre. Nueve meses después de las elecciones legislativas, concluye el bloqueo político y, por fin, un nuevo gobierno, dirigido por el primer ministro saliente, el chií Nuri Al-Maliki, obtiene el respaldo amplio del Parlamento.
Bagdad, 21 de Diciembre. Las diferencias entre los aliados del nuevo gobierno iraquí y las tensiones internas en varias de las formaciones políticas hacen temer por la estabilidad de la amplia coalición salida de las elecciones de marzo.
Estos dos "leads" informativos podrían haber figurado perfectamente en los resúmenes de agencia del día en que se anunció la constitución del nuevo gobierno. En realidad, la crisis empieza ahora. Lo que vivía Irak desde las elecciones del 7 de marzo era una situación de espera. A todos los efectos, el primer ministro Al-Maliki gestionaba una continuidad expectante. Ahora tendrá que mantener una permanente vigilancia para prevenir una crisis que podría acabar no sólo con el gobierno, sino con el frágil pacto de no agresión entre las distintas fuerzas políticas, sociales y religiosas del país.
Las amenazas son de dos tipos: horizontales y verticales. A la que añadiríamos una tercera: la amenaza fantasma.
LAS AMENAZAS HORIZONTALES
Debe entenderse por horizontales las amenazas procedentes de las profundas diferencias entre las comunidades integrantes del país (sunníes, chíies y kurdos, como actores principales, aunque no únicos). Las amenazas horizontales son las que tienen el potencial más destructivo. Pueden asemejarse a las placas tectónicas: cuando colisionan provocan terremotos, en ocasiones devastadores.
La supuesta salida de la crisis no ha alejado el riesgo de colisión, aunque algunas maniobras del astuto Al-Maliki indiquen lo contrario. Como se recordará, numerosos notables sunníes -con sus respectivas clientelas políticas y tribales- fueron privados del derecho a participar en las elecciones por supuesta colaboración con el Baas de Saddam; por lo tanto, no son diputados, no están en el nuevo Parlamento. Pero en un intento por neutralizar posibles operaciones de concentración, Al Maliki ha conseguido que uno de esos proscritos acepte ser uno de los viceprimeros ministros. Naturalmente, otros muchos quedan marginados y no será fácil que acepten esta situación.
Más difícil le ha resultado integrar a la gran formación rival, Al Iraquiya, cuyo nombre indica su voluntad de unidad nacional. Se trata, en efecto, de un conglomerado de políticos de todas las comunidades partidarios de superar el sectarismo que ensangrienta Irak. Al Iraquiya, liderado por otro primer ministro amparado por Washington, Iyad Allawi, fue, en realidad, la ganadora de las elecciones, ya que obtuvo 91 escaños, dos más que Estado de Derecho, el partido del jefe del gobierno saliente. Pero desde un principio se tenía la firme impresión de que tendría muchas más dificultades para enhebrar una mayoría parlamentaria que pasara la sanción del Parlamento.
El pacto de Al Iraquiya con Al-Maliki ha sido trabajoso y se antoja frágil. Uno de los dirigentes de la coalición intercomunitaria (significativamente, no Allawi) será Presidente del Parlamento. Un puesto desde el que se pueden realizar maniobras para salvar el gobierno, pero también para derribarlo. El líder de Al Iraquiya ha pactado encabezar un nuevo organismo que podría traducirse, resumidamente, como Consejo Nacional de Estrategia. Como podría esperarse del inmaduro sistema institucional iraquí, no se sabe con precisión sus funciones. LE MONDE puede tener razón al comentar que se tratará de una "instancia de decisión para los sunníes, solamente consultiva para los chiíes".
Con los kurdos, el pacto ha sido más sencillo. A cambio de que el histórico Jalad Talabani continúe como Jefe del Estado, puesto privado de las principales funciones ejecutivas, aunque no meramente testimonial, los kurdos sostendrán al gobierno con sus 57 diputados. Siempre, claro, que el Ejecutivo no entre en una dinámica de desestabilización que eleve notablemente el coste del apoyo.
La lucha por el control del petróleo y los problemas constitucionales de las zonas limítrofes (en torno a Kirkuk) no están resueltos. Que Maliki quiera acaparar con hombres de su confianza el manejo del principal recurso del país es lógico. Pero también le sitúa en el blando de las insatisfacciones de sus rivales, kurdos o sunníes.
LAS AMENAZAS VERTICALES
Deben entenderse las amenazas verticales como las fracturas en el interior de cada gran bloque o comunidad (moderados, radicales, aperturistas, tradicionalistas). Se podrían equiparar a las tormentas tropicales o las lluvias torrenciales, quizás menos devastadoras, pero también más imprevisibles en su aparición temporal.
El exponente más claro de estas amenazas es el acuerdo entre los dos grandes bloques chiíes. Al-Maliki siente un visceral rechazo de los radicales del clérigo Moqtar Al-Sadr, cuyas milicias causaron tantos quebraderos a los norteamericanos en los suburbios de Bagdad. Pero sus 40 diputados les proporcionaban el derecho de estar en este gobierno donde todos sacan tajada, aunque no del mismo tamaño. Los saderistas parecen ahora más pragmáticos. En la línea evolutiva de Hezbollah en Líbano o de Hamas en Palestina, han decidido continuar la batalla en el frente político y, sobre todo, en el social. Su estrategia consiste en abanderar la mejora de los servicios al ciudadano, en particular a los más necesitados. Si tienen éxito -habría que decir si Maliki consiente que presente esos eventuales éxito como suyos-, las relaciones de Irak con Estados Unidos pueden complicarse, se admite en el NEW YORK TIMES.
Entre los sunníes, las divisiones son menos atronadoras, pero no menos agudas. La colaboración con los chiíes produce ronchas, después de toda la sangre que ha bajado por Mesopotamia: la reciente y la que dió fundamento a los imaginarios. En la formación mixta de Allawi, la participación en el gobierno en estas condiciones ha provocado protestas públicas. Un diputado del Al Iraquiya voceó sus dudas sobre la naturaleza democrática de Irak en plena sesión de investidura. El presidente del Parlamento, un correligionario, le mandó callar. Pero otros muchos colegas de bancada pensaban los mismos. Las frustraciones personales -la amenaza verticales que discurre de arriba a abajo en el escalón de los partidos- son peligrosas.
En el partido de Al-Maliki también se escucha ruido. Hasta ahora las voces de discordia más activas han sido las femeninas. Las mujeres, diputadas o dirigentes del aparato, no se han conformado con el incumplimiento de la Constitución, que prevé un cuarto de los puestos ministerial para mujeres. Sólo hay una -y ocupa un puesto de segundo rango- en el nuevo gobierno de Al-Maliki. No sólo protestaron ellas: diputados de Al-Maliki mostraron claramente su disconformidad con esta medida que deja en evidencia el discurso modernizador del primer ministro.
...Y LA AMENAZA FANTASMA
Por tanto, no es descabellado temer que la verdadera crisis está por venir. Consciente de la fragilidad de su gobierno y de la escasez de confianza circulante, Al Maliki no ha podido, o no ha querido, asignar los cargos ministeriales relacionados con la Defensa y la Seguridad. Se los reserva de nuevo. O sea, acumula poder. Sabe que lo va a necesitar. Después de todo, Irak todavía soporta decenas de muertos todos los meses por causas violentas.
Pero, además, el control de estos "ministerios de fuerza" le resultan imprescindibles para vigilar de cerca el proceso de repliegue militar norteamericano. De aquí a un año deberían abandonar Irak los 50.000 soldados que permanecen en el país, en calidad de asesores, formadores o protectores de sus compañeros. Las dudas sobre el cumplimiento del calendario se mantienen y no se disiparán hasta el final, porque dependerá del clima político y, ante todo, de la capacidad de la insurgencia para poner en jaque del nuevo al débil entramado político e institucional. Es una amenaza fantasma, que no fantasmagórica.

¿HASTA CUANDO ABUSARÉIS DE NUESTRA PACIENCIA?

16 de Diciembre de 2010

Berlusconi ha superado esta semana dos mociones de censura, una en cada cámara del legislativo. En el Senado, el jefe del gobierno salió airoso por un margen cómodo (308 frente a 162). El dramatismo quedó reservado a la Cámara de Diputados, donde sólo por tres votos se decidió la permanencia de Il Cavalieri en el Palacio Chigi. (314 con 311 y dos abstenciones).
El caso es que Berlusconi llegó hasta el final de la partida y terminó ganando la mano con la que se lleva, de momento, la mayoría de fichas del tapete. El otro tahúr que tenía ahora enfrente era su aliado de los últimos tres lustros y de un tiempo acá rival, Gianfranco Finni.
EL MUTANTE FINNI
Este personaje, ahora pregonero y adalid de una derecha italiana moderna (?), resulta un maestro de la volubilidad política. Criado a los pechos de Giorgio Almirante, durante décadas el depositario indiscutido de la herencia mussoliniana, Finni consiguió transformar la nostalgia imposible del fascismo en un club político de laboratorio llamado Alianza Nacional.
Se enganchó al carro de Berlusconi a mitad de los noventa, al darse cuenta de que el mal olor que se desprendía de sus suelas políticas exigía más tiempo y adicionales capas de pintura para anclar el olvido. Pero tuvo que tragarse el sapo de admitir en ese gran pacto de la nueva derecha a los arribistas, xenófobo y asaz atrabiliarios de la Liga Norte, quienes presumían de hacer jirones el discurso de su sacrosanta unidad nacional. Con ese panorama, Finni suplantó la identidad neofascista por la del neoliberalismo rampante de final de siglo.
Ese triunvirato de la Roma moderna, compuesto por Berlusconi, Finni y Bossi, tuvo a gala enterrar la Segunda República, sin ser capaces de alumbrar la Tercera. En su lugar parieron un monstruo político que ha ido apareciendo más patético a medida que se demostraba la falacia del propósito.
Finni fue el primero en darse cuenta de que el experimento no daba para más. Ya intentó hace tiempo desbaratarlo, cuando Berlusconi hincó por primera vez la orilla en la arena. Pero la fórmula volvió a recomponerse, bien que retocada, al darse cuenta el "modernizador" que sin el concurso del magnate mediático nunca sería primer cónsul.
Cuando hace dos años estalló esta especie de crisis de civilización capitalista y la catadura de Berlusconi empezó a resquebrajarse, Finni creyó oportuno dotarse de un nuevo camuflaje para seguir aspirando al poder. Su futuro político pasaba por liquidar el triunvirato y presentarse como la solución moderada, unitaria, moderna y necesaria en los tiempos convulsos de un país a la deriva. Ese es el sentido de su operación de derribo de Berlusconi, escenificada con ribetes tan propios de opereta. El primer ministro tenía la crisis donde quería: en el terreno ambiguo de los trágico y lo bufo. "Derribar el gobierno sin alternativa sólida es una locura", dijo en el Parlamento. No le faltaba razón.
Pero como decía hace un mes uno de los seguidores de Finni al corresponsal de LE MONDE, en esta ocasión "la ruptura de Gianfranco con Berlusconi no era sólo política, sino también sentimental". Como le pasó a Bruto con César.
EL CIRCO POLÍTICO
Finni creyó contar con la connivencia de suficientes diputados del partido del primer ministro. Pero se confió, o menospreció a Il Cavalieri, quien hacía el mismo juego a la inversa, reclutando traidores a Finni detrás de las columnas. Llegado el momento de la verdad, el líder de esa derecha que se proclama de futuro hizo acudir al hemiciclo a dos de sus correligionarias prácticamente rompiendo aguas -una en ambulancia, otra en silla de ruedas-, porque no podía prescindir de sus votos. Debió darse cuenta de su fracaso antes de producirse, porque durante la votación se le vio enganchado de nuevo a la nicotina, después de haber dejado de fumar hace un año. Anécdotas, éstas dos últimas, leídas esta semana en THE ECONOMIST, la biblia periodística del liberalismo, incapaz de digerir la excepcionalidad italiana.
A este punto hemos llegado. Con un primer ministro convertido en héroe de telefilm de serie B, al que ya veíamos en la pantalla con la soga al cuello, salvándose en el último minuto, como lo haría un forajido osado en uno de esos western spaguetti. Es decir, repartiendo el botín entre los renegados de una banda rival. No es raro que sus señorías se agarren a trompadas en el Parlamento, como gustan decir sus herederos argentinos. Ganas no faltaron tampoco este martes de emular ciertas prácticas gladiadoras.
A estas alturas, la Italia de Berlusconi se parece casi como dos gotas de agua a sus televisiones. No sólo por la materia de la que están hechos sus espectáculos, sino también por los juegos malabares de disimulo sobre el control de sus activos. Los enredos de los últimos días mantienen a Berlusconi como primer ministro, pero se ignora de qué depende la estabilidad del gobierno. En otras palabras, se desconoce el alcance de las promesas hechas por el Presidente del Consejo para lograr que ciertos diputados se vieran asaltados por repentinos cambios de juicio. "Una situación ridícula por no decir trágica, en detrimento de los italianos" como sentenciaba lúcidamente LA STAMPA de Turín.
E LA NAVE VA
En Italia hemos visto de todo. No sólo con Berlusconi en el timón de la nave, que va, por ahora va. Aunque ya nadie puede asegurar cuán lejano se fía ese destino. Antes acontecieron otros diluvios que dispararon los peores augurios sobre la salud pública. Y, sin embargo, surgieron siempre arcas de Noé que pusieron a salvo ciertas especies capaces de garantizar la supervivencia de la fauna política. Si no se puso a buen recaudo la integridad, si al menos los reflejos de la clase política.
Después de la escena teatral, remake del exordio de Cicerón al patricio Catilina, desenmascarando su complot para derribarlo (¡Hasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia!), no debe descartarse una nueva reconciliación. Nada complacería más al político milanés que otro ejercicio de humillación de su antiguo aliado, mediante la renovación del juramento de vasallaje: eso sí, convenientemente maquillado.
La oposición -la izquierda moderada, la sociedad laica, la Italia más decente- continúa buscándose a sí misma y pagando culpas en un purgatorio tan exigente como el de Dante. Algunos grupos de jóvenes salieron a la calle para protestar. Pero la mayoría de la población parece asistir impávida a una decadencia interminable y teatral.

IRAN: TODAS LAS FORMAS DE LA GUERRA

9 de diciembre de 2010

El malestar que el mundo diplomático vive desde que se iniciara la lluvia fina de Wikileaks (no la llamemos tormenta: cala, pero no ahoga) puede provocar la desconcertante consecuencia de precipitar ciertos asuntos pendientes. No únicamente, o sólo por esa razón, claro está, pero si como factor coadyuvante.
De todo el catálogo internacional, destaca seguramente la nuclearización de Irán. Las filtraciones del departamento de Estado no han descubierto nada dramático, en puridad. En todo caso, han confirmado algunas aprensiones: que se desconoce con exactitud el nivel de avance del proceso, que Irán ha debido abastecerse en mercados particularmente indeseables, que algunos dirigentes árabes (singularmente los monarcas petroleros del Golfo) están más ansiosos que nadie por abortar la aspiración de los ayatollahs, que Israel presiona de lo lindo en favor de una opción militar y que las potencias occidentales no saben ya cómo convencer a los iraníes para que entren por el aro.
Lo que no ha aparecido en los papeles desvelados estos días -ni seguramente aparecerá- son esas otras acciones equivalentes a las militares. No en todo caso "opciones", sino actuaciones ya en marcha.
OFENSIVAS MENOS ARRIESGADAS
Dos hechos muy recientes sobresalen sin discusión: el asesinato de Majid Shahriari, uno de los principales científicos responsables del programa nuclear iraní, y la infección informática del software que gestiona el funcionamiento de las centrifugadoras. La mayoría de los medios occidentales se han ocupado muy poco del primer asunto y algo más del segundo. Una relevante excepción lo constituye el interesante análisis publicado por THE OBSERVER.
El dominical describe con detalle la ejecución de este atentado mortal y de otro de idéntica factura que no resultó tan exitoso: el otro científico, Fereydum Abbasi, consiguió salvar la vida. A comienzos de año, un colega de estos dos expertos, Massud Alimohammadi, también fue abatido en las calles de Teherán. Con cierta candidez, algunos medios dirigieron inicialmente las sospechas hacia los escuadrones de la muerte del régimen. Poco después se consideró la autoría de dos de los grupos armados de la oposición (Jundullah y Mujaidines-e-Jalq), con escasa convicción. Cuando se conoció la ocupación de la víctima, las sospechas empezaron a cambiar de dirección. Hace tres años, el responsable de las instalaciones nucleares de Isfahan murió víctima, aparentemente, de radiación. Pero, ya entonces, otras fuentes creyeron que, en realidad, había sido envenenado.
En el artículo del OBSERVER, se citan fuentes de los servicios de inteligencia occidentales, propias y de la revista TIME, que centran prioritariamente sus sospechas sobre la autoría de esos "tres asesinatos y medio" en el Mossad israelí. Se resaltan tres argumentos: 1) Israel ya empleó este mismo método expeditivo paras liquidar a los científicos que levantaron el programa nuclear iraquí a comienzos de los ochenta; 2) el director saliente del Mossad, Meir Dagan, había obtenido permiso político para intensificar el recurso de asesinar a los enemigos de Israel (práctica que continuará con el nuevo jefe de los temidos servicios secretos); 3) la ejecución extremadamente profesional de los atentados.
Estas variaciones de guerra encubierta o de baja intensidad tiene la ventaja de minimizar los riesgos. Si Bush dejó pasar la oportunidad y Obama trata de retrasarla lo más posible es en gran parte debido a las consecuencias inevitables demasiado costosas: llámese fracaso parcial, represalias, inestabilidad en la yugular del tráfico petrolero (Ormuz), etc.
Israel ya habría obtenido de Estados Unidos las bombas anti-búnker que llevaba años demandando por si el presidente norteamericano de turno no se atreviera a dar el paso. Pero actuar en contra del deseo de la Casa Blanca, en estos momentos de enésimo intento de negociación de paz en Oriente Medio, podía acarrear daños políticos y diplomáticos a considerar. Si no hubiera otra alternativa, sería ingenuo estimar que Israel se atendría a la templanza.
Pero podrían haber encontrado un camino, al menos provisional. Si no podemos detener, o controlar, o encauzar el programa nuclear, hagámoslo imposible, inviable en su raíz: destruyendo sus mentes o anulando su tecnología con ataques blandos, limpios, o de los que apenas dejan rastro.
EL ARMA DEL TIEMPO
Obviamente, estas actuaciones podrían ser tácticas, pero carecen de profundidad estratégica: es decir, por si solas no son suficientes para arruinar los designios de Teherán. Resultan muy eficaces para retrasar la culminación del proceso y ganar tiempo. El otro instrumento, las sanciones internacionales destinadas a neutralizar el suministro de todo tipo de material coadyuvante, arroja resultados más desmayados. Otra cosa es meter material defectuoso en los envíos, otra forma de guerra, el boicoteo, el sabotaje, que también estarían practicando agencias occidentales.
Con este panorama, la mayoría de los analistas conceden pocas esperanzas a la nueva ronda negociadora que se inicia este viernes en Ginebra, a pesar de las invocaciones de la Secretaria Clinton en favor del "engagement" (diálogo o negociador). Irán habría acumulado ya 3 toneladas de uranio pobremente enriquecido y habría avanzado considerablemente en el desarrollo tecnológico que permitiría elevarlo a la condición exigida para la fabricación de bombas nucleares.
Discrepa del pesimismo Robert Dreyffus en THE NATION. Este veterano observador de Irán cree que la propuesta que se presente a Teherán parece a primera vista aceptable. En pocas palabras, consiste en que Irán entregue a Rusia su uranio poco enriquecido para su reprocesamiento en combustible. Parte de este material sería empleado en un reactor destinado a uso médico en Teherán, pero la mayoría iría destinada a la planta de Bushrer, construida precisamente con tecnología rusa, y destinada a fines civiles. En caso de que los negociadores iraníes reciban autorización de aceptar esta oferta, las potencias occidentales permitirían a Teherán que continuara desarrollando la construcción de centrifugadoras. Naturalmente, todo el proceso estaría sujeto a la estrecha vigilancia de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Este esquema sobre el que se intentará trabajar suscita, no obstante, numerosas interrogantes y no pocas trampas, de uno y otro lado. De ahí el escepticismo dominante. Aunque el plazo de este año parece un ardid israelí, a Obama se le acaba el tiempo de la reflexión.
Para complicarle el escenario aún más, se desinflan las perspectivas de un acuerdo entre israelíes y palestinos. Netanyahu no quiere o no puede prorrogar la congelación del proceso colonizador en territorio palestino ocupado y la Casa Blanca acaba de decidir la renuncia a esta exigencia previa para reanudar las negociaciones bilaterales directas. No parece probable que los palestinos cedan, por lo menos enseguida. El proceso tiene visos de estancarse, si no lo estaba ya. Se avecina una enésima ronda de incómodas escaramuzas diplomáticas. No es que este asunto este directamente vinculado con el de Irán, pero abre un nuevo frente en el esfuerzo diplomático y proyecta sombras de malestar e inquietud en el mundo islámico.

LA GRAN FARSA DEL MUNDO

2 de diciembre de 2010

La última ronda de filtraciones de Wikileaks tiene revueltos a gobiernos, diplomáticos, empresas periodísticas, informadores y ciudadanos con elevado nivel de candidez.
Salvo excepciones muy escogidas, todo el caudal de "revelaciones" que nos viene inundando desde comienzos de semana, nos ha descubierto poco o nada que no supiéramos ya a grandes rasgos sobre las motivaciones y orientaciones de los dirigentes mundiales. Pero no por ello carece de interés gran parte de lo que hemos tenido la oportunidad de comprobar estos últimos días. A este respecto, podrían hacerse algunas consideraciones, no necesariamente por este orden:
1) Del morbo no se libra tampoco la información internacional. Según los rankings de atención de las versiones digitales de las publicaciones escogidas para las filtraciones, los aspectos que parecen haber despertado más atención de los lectores son aquellos que tienen que ver más con las cuestiones personales o de carácter que los relacionados con enfoques estratégicos o de fondo. Es natural. Los comentarios de diplomáticos norteamericanos sobre Sarkozy, Merkel, los Kirchner, Chávez, Zapatero, etc. tienen un "mercado" que resulta irresistible. Y, sin embargo, nada de lo leído estos días, ni siquiera lo que pudiera parecer más delicado, resulta del todo sorprendente o rompe un cliché establecido. Por lo demás, el impacto emocional de las filtraciones recuerda a de los libros de memorias de los influyentes dirigentes políticos, con la diferencia de que, en este caso, los conflictos, las tensiones o las polémicas aún están calientes .
2) La aparente irritación de la jefa de la diplomacia norteamericana, Hillary Clinton, llegando a calificar de "riesgo para la seguridad nacional" y de "peligro para la estabilidad de las relaciones internacionales" resulta ciertamente exagerada. Omite la Secretaria norteamericana de Estado que no pocas veces son los gobiernos -incluido el suyo- los que filtran, y no siempre tienen en cuenta el efecto que pueden ocasionar en la seguridad de los países afectados o en el prestigio de los gobernantes poco dóciles o esquivos.
3) Peor aún, lo verdaderamente escandaloso es la deficiente protección de una información que supuestamente resulta tan importante blindar del escrutinio público. Como dicen los anglosajones, la señora Clinton parece hacer "posturing"; es decir, que se hace la ofendida. O está justificando las previsibles medidas que se adopten para castigar a los autores de las filtraciones y prevenir ulteriores sobresaltos.
4) Esta comúnmente aceptado que la diplomacia consiste en una sublimación de la hipocresía. No hace falta ser un experto en la materia para aceptar tal axioma. En este sentido, a pocos sorprenderá que estos cables de la discordia reflejen la intención contumaz de engañar sin ofender y sin que se advierta el engaño; o mejor dicho, sin que lo adviertan no sólo aquellos a los que se engaña, sino también los terceros, los no directamente implicados, si se puede decir tal cosa en un mundo tan interconectado como el actual.
5) A pesar de lo anterior, es improbable que siquiera algún país modifique sus políticas, sus análisis, sus pronunciamientos internos y externos simplemente por el hecho de que han sido puestos en evidencias o desnudados en público. Todo seguirá igual en la diplomacia internacional, y no sólo a grandes rasgos. La política exterior es o puede ser tan mediática como cualquier otra, pero los márgenes de rectificación, disimulo u ocultamiento son mucho más estrechos o limitados.
6) Algunas lecturas sobre las posibles intenciones ocultas de estas filtraciones se antojan disparatadas. En concreto, las que insinúan que pudieran haber sido consentidas, si no alentadas, por el propio gobierno de Estados Unidos con el propósito de ridiculizar, incomodar o debilitar la credibilidad de algunos gobiernos o dirigentes díscolos, incómodos o abiertamente hostiles. Se trata de interpretaciones deudoras de teorías conspirativas poco solventes. Nunca se puede descartar por completo algo así, pero no se percibe con claridad que tal método compense el escozor producido, la sensación de que la única potencia mundial resulta llamativamente vulnerable.
7) Algunos medios escogidos para la filtración se han excedido en la exhibición de los "scoops" o "primicias". Bajo la invocación de la sacrosanta función de servir de contrapeso al poder, o a los poderes escrutados, lo cierto es que se percibe el intento de ganar prestigio y, con ellos, audiencia, atención y venta, en una época especialmente terrible para la prensa en casi todo el mundo. Si resulta poco convincente la defensa de Clinton frente al peligro potencial de la filtración, también se atisba cierta hipocresía practicada por algunos medios cuando invocan el elevado principio de la libertad de expresión.
8) Lo más interesante de lo que viene publicándose estos días no está en la letra gruesa o resaltada de los titulares, sino entre líneas, en aquello que no resulta espectacular, o incluso pasa desapercibido al gran público, pero que al observador más atento, al analista puede servirle para contrastar lo ya parcialmente sabido, las hipótesis de análisis, los elementos de reflexión e incluso las posibles tendencias o evolución de conflictos o dilemas aún por resolver.
9) En algunas ocasiones, lo más inquietante no es lo que nos oculta la diplomacia o los aparatos de los Estados, sino la ignorancia que esas mismas instituciones tienen sobre lo que ocurre en otros lugares y países (el caso de Corea es el más típico, pero no el único), a pesar de la extensión e impunidad creciente de los servicios de inteligencia. O de los propios diplomáticos empleados como vulgares espías. En ocasiones, sin reparar en quebrantos obscenos de la leyes nacionales e internacionales.
10) En el caso de España, las complicidades o comprensiones que la embajada norteamericana habría logrado concitar en sus maniobras obstruccionistas destinadas a bloquear el encausamiento de los responsables de la muerte del cámara José Couto resultan de una especial gravedad. De confirmarse, deberían acarrear consecuencias.
En fin, aprovechemos este caudal informativo, pero hagamos un esfuerzo por no dejarnos seducir por lo más llamativo, impactante, morboso o simplemente atractivo. La realidad internacional seguirá siendo compleja, por mucho que hayamos buceado unos días en las tripas de los diplomáticos y en los bastidores de la gran farsa del mundo.

UNA LLAMADA DE AUXILIO

23 de noviembre de 2010

Por extravagante que parezca, a eso suena el ataque militar norcoreano contra una isla de Corea del Sur en el Mar Amarillo, a primera hora del martes. De momento, ya se sabe que ha habido al menos un par de soldados surcoreanos muertos y varios heridos.
El ataque se produce en plena transición política. O mejor dicho, en medio de una liturgia sucesoria. El enfermo líder Kim Jong Il, Kim II, para entendernos, ha proclamado ya al benjamín de sus hijos, Kim Jong Un, Kim III, como futuro padre del país. El nuevo príncipe tiene 27 años y, por lo que se sabe, carece de experiencia política. Su impredecible padre le ha colocado una guardia pretoriana estrictamente familiar: un cuñado cumplirá el papel no declarado de regente y una hermana disciplinará cualquier tentativa de disidencia militar.
Con motivo del aniversario del régimen, las autoridades permitieron la visita de la prensa occidental a Pyongyang. Algunos corresponsales extranjeros intentaron atisbar el humor de una población desesperada. Pero hubieran necesitado más tiempo y menos limitaciones para hacerse una idea ajustada de lo que ocurre allí dentro. Después de un mal año, o sea de malas cosechas, habría vuelto la escasez de productos básicos y, en algunas zonas, el hambre. La revalorización propagandística de la moneda ha coadyuvado al desastre.
Este escenario de catástrofes, oscuridad e intrigas convierte a Corea del Norte en un "reino medieval shakespeariano", una ocurrente construcción del diplomático norteamericano Christopher Hill, considerado un experto en Corea del Norte, porque dirigió las negociaciones nucleares con el régimen hace unos años. A Hill lo cita el celebrado analista de NEWSWEEK, Fareed Zakahria, en un reciente artículo sobre la preocupación que debe suscitarnos la inestabilidad crónica de un país en el umbral de convertirse en nueva potencial nuclear.
Asombrosa realidad de un país, que muestra una ineptitud o un desprecio -o ambas cosas a la vez- escandalosos en alimentar y proporcionar una vida decente a sus propios ciudadanos y, por el contrario, exhibe su capacidad para adquirir, desarrollar y mantener una sofisticada tecnología.
Este mismo domingo, THE NEW YORK TIMES publicaba a toda página en su portada que un científico norteamericano, Sigfrid Hecker, acababa informar a la Casa Blanca de que el régimen norcoreano había desarrollado una planta de enriquecimiento de uranio dotada de un millar de centrifugadores de la tecnología más avanzada. Las autoridades norcoreanas habían permitido al científico que visitara ampliamente las negociaciones, lo que indica que estaban mandando un mensaje a Washington y al mundo.
La puja nuclear obedece a la paranoica creencia de que sólo desde mediante la capacidad de amenaza puede lograr restablecer una negociación ventajosa con las grandes potencias internacionales, obtener sustanciosas ayudas económicas y conseguir el avalar para consolidar potencial atómico con el que superar su angustioso déficit energético.
Las provocaciones militares también podrían estar destinadas a reclamar atención preferente en las agendas de los dos grandes polos del actual poder mundial: China y Estados Unidos. En marzo, torpedos norcoreanos hundieron una fragata surcoreana con casi cincuenta marinos a bordo, en otra zona marítima fronteriza. Hace un mes se produjeron de nuevo escaramuzas.
Pero habría un elemento adicional, éste de consumo interno, que explicaría el "gamberrismo" norcoreano. La proximidad de maniobras militares surcoreanas podría explicar esta última bravuconada. Se trataría de demostrar que la sucesión inminente del líder no acarrea debilidad y que las gloriosas fuerzas armadas están dispuestas a golpear primero y todas las veces que sean necesarias. Ejercicio que, por repetido, resulta ineficaz. Pero no por ello menos peligroso. Es de esperar que el gobierno de Seúl atienda las peticiones de contención que le aconseje Estados Unidos y que China atempere a su díscolo protegido.

LOS REPUBLICANOS ABREN FUEGO

18 de noviembre de 2010

La oposición republicana en Estados Unidos parece impaciente en demostrar que no está dispuesta a dar tregua ni cuartel a Obama. El campo de batalla no se limita a los asuntos interiores (economía, fiscalidad, servicios sociales, inmigración, etc.), sino que se extiende también a la política exterior, aún a riesgo de debilitar la capacidad de maniobra diplomática del Presidente.
Esta semana, cuando todavía no se ha despejado completamente la resaca electoral, importantes voces del Partido han cuestionado dos de los principales puntos de la agenda exterior de la Casa Blanca: Afganistán y Rusia.
En una primera reacción al anuncio de retirada de las fuerzas de combate en Afganistán en 2014, John McCain, rival de Obama en las elecciones, se ha apresurado a comentar en televisión que "así no se libran las guerras". Una primera señal de lo que le espera al Presidente, incluso de un moderado como el senador de Arizona.
Más llamativo e inmediato ha sido el anuncio del boicoteo republicano a la ratificación, antes de final de año del renovado Tratado de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas. El llamado NUEVO START fue cerrado por Obama y Medvedev el pasado mes de abril, en Praga, y deberá sustituir al anterior, el SORT, que expiró en diciembre del año pasado pero seguirá funcionando provisionalmente hasta que entre en vigor el nuevo.
UN TRATADO MODESTO
Como todos los acuerdos de armamento, El NUEVO START es un logro modesto, pero supone un paso adelante en ese mundo desnuclearizado que Obama prometió en Praga meses después de llegar a la Casa Blanca. Éstas son sus características esenciales:
-reducción de un 30% en las cabezas nucleares, hasta un límite de 1.550, y techo de 700 para cohetes o lanzadores.
-posibilidad de ulteriores reducciones sujetas a diversas condiciones.
-un sistema más preciso y garantista de las inquietantes instalaciones nucleares rusas.
Para despejar las reservas de los más reticentes, los negociadores consiguieron incluir algunos elementos que refuerzan la seguridad de Estados Unidos tal y como se contempla desde Washington. Un intento de compensar los avances con las siguientes cautelas:
-modernización de las armas nucleares que continuarán desplegadas.
-ventanas abiertas al sistema de defensa antimisiles, pese a las reticencias rusas.
-el mantenimiento de las armas nucleares tácticas norteamericanas en Europa.
-garantías de que no habrá más reducciones mientras Moscú no acepte rebajar el número de ingenios nucleares de corto alcance esparcidos frente al perímetro europeo.
REARMADOS CONTRA EL DESARME
A pesar de ello, los republicanos más intransigentes se proponen demorar el proceso hasta que se constituya el Senado salido de las recientes elecciones. El otro senador republicano por Arizona, Jon Kyl, portavoz de su partido en el seguimiento de este asunto, ha aducido falta de tiempo para completar el estudio de una materia tan compleja. Pero el motivo que ha bloqueado realmente el avance del proceso ha sido el desacuerdo presupuestario para esa modernización de los arsenales que prevé el Tratado.
La administración ofreció inicialmente alrededor de 80 mil millones de dólares para un periodo de diez años. Como los republicanos consideraban insuficiente esta cifra y se agotaba el tiempo, el gobierno incrementó la cantidad en 4 mil millones más, a desembolsar de forma inmediata, lo que supone una excepción en las restricciones de gasto que afectan a la gran mayoría de los programas gubernamentales.
La puja por los fondos es claramente una maniobra táctica republicana para hacer imposible la ratificación por el Senado saliente. Daryl Kimball, director ejecutivo de la respetada Asociación para el Control de Armas, ha comentado que el senador Kyl está practicando un descarado juego dilatorio.
En la nueva Cámara, la oposición contará con cinco senadores más, lo que dificultará sensiblemente el propósito de la administración. Para que el Tratado sea ratificado, se precisa una mayoría de dos tercios en el Senado (67 votos). Por lo tanto, Obama necesita que, contando con que todos los miembros de su partido (53) voten a favor, 14 de los 47 senadores republicanos que se sentarán en la Cámara renovada respalden la ratificación.
En otras circunstancias, no sería un objetivo desmedido, teniendo en cuenta sunaturaleza estratégica y la tradición de relativo consenso que suele producirse en materia de política exterior entre los dos partidos. Pero en el clima actual, cualquier asunto es bueno para poner al Presidente contra las cuerdas.
RECURSOS Y LIMITES DE OBAMA
El vicepresidente Biden (a la sazón, presidente del Senado) intentó desactivar la maniobra de Kyl y, en un guiño a los moderados e indecisos, advirtió de los riesgos para la seguridad nacional en caso de que se rechacé el NUEVO START.
La Casa Blanca, en cualquier caso, tiene margen para dar la batalla con perspectivas razonables de éxito. Es significativo que uno de los pesos pesados republicanos, el senador por Indiana Richard Lugar haya defendido públicamente la conveniencia de no demorar la ratificación, desmarcándose así tanto de Kyl como de su propio jefe de filas, el ultra conservador por Kentucky Mitch McConnell, quien ha voceado públicamente que el principal objetivo de los republicanos debe ser impedir la reelección de Obama. Lugar es un republicano moderado, uno de los principales expertos en las relaciones con Moscú y, durante años, sólido aspirante no sólo a las Secretarías de Estado o Defensa, sino a la propia Presidencia. Aunque los vientos de su partido soplan violentamente desde la derecha más intransigente y extremista, es muy probable que Lugar pueda conseguir los catorce votos necesarios.
El ex-candidato presidencial y portavoz demócrata de asuntos exteriores, John Kerry, ha añadido que las relaciones con Rusia están en juego. La Casa Blanca no desea que los enemigos del nuevo Tratado en Rusia aprovechen las maniobras dilatorias o, peor aún, las reservas expresas de los republicanos para bloquearlo. Pero más allá de sus ventajas intrínsecas, la administración confía en que el NUEVO START permitirá consolidar un clima positivo con Moscú para gestionar los dos asuntos más delicados de la política exterior norteamericana: guerra de Afganistán y nuclearización de Irán.
Y existe también un asunto de prestigio, que apunta el WALL STREET JOURNAL. Obama le aseguró a su colega Medvedev, en el encuentro privado que ambos mantuvieron hace unos días en Yokohama (Japón), que la ratificación del NUEVO START sería "su asunto prioritario" para la última sesión de trabajo del actual Senado
Algunos analistas consideran, sin embargo, que la administración no debería empecinarse en una ratificación antes del cambio en el Capitolio. La razón esgrimida es que son mayores los riesgos del fracaso que las ventajas del éxito. Basta que Obama haya hecho saber que le conviene la agilidad, para que los republicanos atasquen el proceso. En este sentido, la Casa Blanca habría servido en bandeja una oportunidad de oro a los republicanos para practicar esa "política de humillaciones en cadena" que se teme desde las elecciones.
Kurt Volcker, ex-embajador norteamericano en la OTAN, en un artículo para CHRISTIAN SCIENCE MONITOR emplea dos argumentos contra el apresuramiento. Por un parte, no debe sobrevalorarse el eventual malestar ruso, ya que las relaciones con Moscú ya han fueron "reseteadas" (sic) con anterioridad. Y, en segundo lugar, que el nuevo Tratado sea ratificado por los senadores que acaban de recibir el respaldo electoral reforzará su crédito político.
En todo caso, estas escaramuzas anticipan un escenario de batalla frontal. Haría bien Obama en reconstruir sus alianzas y esperar poca colaboración de sus adversarios.

SAHARA: EPISODIOS CALIENTES DE UN CONFLICTO ENFRIADO

11 de Noviembre de 2010

Lo que está pasando estos días en el Sahara occidental habrá podido sorprender a muchos, pero no a quienes siguen de cerca la evolución de la última colonia española.Como si se tratara de una novedad, la mayoría de los medios han destacado estos días que, en esta ocasión, la protesta de los saharauis no ha estado relacionada con las reclamaciones de soberanía e independencia del territorio, sino con el deterioro de sus condiciones de vida. Y, sin embargo, hace mucho tiempo que se estaba cociendo a fuego lento una explosión social como ésta, a pesar de que el conflicto político parecía enfriado o relegado a un proceso diplomático fallido y seguramente tramposo.
Más allá del violento levantamiento del campamento de Agdaym Izik y de la represión posterior en diferentes barrios de El Aiún, este episodio caliente de un conflicto que se ha pretendido enfriar pone de manifiesto el fracaso de una estrategia de ocultamiento del problema. Aunque es aún muy pronto para sacar conclusiones, es bastante probable que esta primera gran crisis social en el Sahara con amplia repercusión mediática marque la tendencia de la evolución futura del conflicto y afecte, en distinta medida, a todos sus actores, directos e indirectos, cercanos y lejanos.
EL DESTINO DE LOS SAHARAUIS
Durante muchos años, los saharauis han sido tratados como población de territorio ocupado, aunque el discurso del ocupante haya negado con vehemencia esa realidad y los considerara públicamente como ciudadanos/súbditos meridionales del Rey y Comendador de los Creyentes. Que la retórica oficial era manifiestamente falsa lo evidencia la política de repoblamiento masivo de las "provincias del sur" con marroquíes procedentes de otros lugares del reino, a los que se ofrecía mejores sueldos (si eran funcionarios, en cada uno de los empleos, funciones y categorías) que el resto de sus compatriotas), más infraestructuras (relativamente) y unas condiciones de vida más atractivas (en términos generales). De esta forma, en un par de décadas largas, los saharauis originarios, habitantes de larga data y nómadas sedentarizados ya en proporciones superiores al 80%, se han visto convertidos en minoría dentro de su propio país. En estos momentos, con la prudencia que aconseja el asunto, puede decirse que la población implantada en el Sahara y sus descendientes sobrepasa a la que pudiera considerarse, con todos los matices precisos, como originaria.
La mayoría de esa población originalmente saharaui se siente partícipe de una identidad nacional y mantiene la aspiración de pronunciarse sobre su futuro y sus derechos políticos como pueblo. Y sigue reconociendo a la RASD (la República Árabe Saharaui Democrática) como la expresión política de su estado provisional, aunque puedan detectarse críticas al gobierno saharaui en el exilio y diferentes sensibilidades políticas. En esa mayoría, ahora minoritaria si se toma el conjunto de residentes y nuevos pobladores del Sahara, siguen vivos los lazos de hermandad con la población desplazada que resiste y espera en los campamentos de refugiados de territorio argelino. Residentes y refugiados saharauis mantienen la independencia como aspiración irrenunciable.
Sin embargo, hay que vivir todos los días, y en los últimos años, las reivindicaciones cotidianas, de orden social y económico y de contenido práctico, han pesado mucho más en la definición del malestar frente al poder extranjero que los administra. Esta realidad puede desbordar la capacidad representativa y el poder de interlocución del Frente Polisario o de la propia RASD. El actual ciclo de protestas y otras anteriores menos publicitadas se han realizado sin el liderazgo evidente del movimiento de liberación nacional. Los dirigentes polisarios deben admitirlo y tenerlo en cuenta. La última crisis ha estallado en vísperas de una nueva ronda negociadora, que concluyó con estériles resultados. Ninguna de las dos partes ha demostrado capacidad para controlar los acontecimientos. Las respuestas sociales parecen mostrar amplia autonomía de las estrategias políticas.
LAS CONTRADICCIONES DE MARRUECOS
Para Marruecos, el drama de estos días pasará factura. La estrategia de enfriar el conflicto, eludir y obstaculizar las resoluciones de la ONU, trabar el proceso referendario, jugar con la indiferencia de las potencias influyentes en la zona y manipular o exagerar riesgos para los intereses occidentales presenta límites cada vez más difícil de soslayar.
La respuesta represiva es la peor que podría ofrecer Marruecos, y eso lo saben muy bien en Rabat, desde la Casa Real hasta el responsable gubernamental más básico. Tanto es así, que, durante años, han puesto en la vitrina del Sahara justo lo contrario, aunque en la trastienda no han dejado de existir las prácticas más terribles de represión. La violencia institucional y abierta pone en evidencia el nerviosismo del Majzén, el conglomerado de poder en Marruecos. La realidad social saharaui ya no admite simplemente el método del palo y la zanahoria. Los colonos han dejado de disfrutar de una vida de privilegios. El deterioro de las condiciones de vida también les alcanza. Si Rabat fomenta o consiente el enfrentamiento civil, para enmascarar o justificar la represión oficial, el resultado puede ser mucho más inquietante y más elevado el riesgo de perder el control.
Frente a las potencias extranjeras influyentes, Marruecos ha vendido estos años que su control sobre el Sahara representaba una garantía y un apoyo en la vigilancia y contención de la amenaza islamista, nucleada en torno a las ramas magrebí y saheliana de Al Qaeda. El secuestro de ciudadanos occidentales en regiones próximas le ha proporcionado a Marruecos el discurso sustitutivo de agente occidental local que tuvo en la guerra fría frente a la amenaza soviética. Entonces, su gran rival, Argelia era un aliado de la Unión Soviética, muy sui generis, desde luego, pero útil como referencia de confrontación global. Sin mundo bipolar, la enemistad entre ambos países del Magreb continúa. En Argelia, el desafío integrista ha conocido periodos más terribles, pero sigue vivo. Como lo está en Marruecos, y con más razón para preocuparse, porque el fenómeno no es implantado sino autóctono.
Yolanda Sobero, compañera periodista de Televisión Española, acaba de publicar un libro sobre el conflicto del Sahara en el que analiza todas las claves históricas y presentes del conflicto. Durante el acto de presentación de su obra, celebrado esta misma semana en Madrid, resaltaba, entre otras contradicciones, la paradoja de la estrategia internacional marroquí. El gobernador de El Aiún le justificaba el control del Sahara como esencial para neutralizar los riesgos islamistas que se le presentan a Occidente, cuando, en realidad, como señalaba Yolanda, el peligro islamista en Marruecos no viene del sur, sino que anida en el corazón del reino, en Casablanca, la gran urbe en peligro permanente de explosión.
LA MALA CONCIENCIA ESPAÑOLA
El gobierno español ha escuchado críticas de distinta procedencia y de solvencia desigual por su reacción a los acontecimientos de estos días. Los sectores de apoyo a la causa saharaui le reprochan al gobierno falta de compromiso, ambigüedad, pasividad ante los excesos represivos marroquíes, desinterés por la evolución del conflicto, inhibición y desplazamiento de responsabilidad hacia la ONU. Puede entenderse el desconcierto oficial e incluso el patinazo de algún flamante ministro (Ramón Jáuregui), hablando en términos de "soberanía" de Marruecos marroquí en el pleno del Congreso para luego corregirse acertadamente en los pasillos y afirmar que quiso decir "administración". O puede comprenderse la tibieza de la Ministra de Exteriores, intentando medir sus palabras, desde el otro lado del Atlántico. En realidad, y sin escatimar los errores e insuficiencias del actual gobierno, lo cierto es que es toda trayectoria de la España democrática en el Sahara lo que merece la pena evaluar.
Ninguno de los gobiernos democráticos, desde 1979, parecen haber acertado. Las distintas políticas de apaciguamiento de Marruecos no han dado resultado y, sin embargo, se mantienen, con formas y estilos diferentes. Es cierto que el comportamiento de Rabat hay que medirlo por lo que hace y no por lo que dice que hace o va a hacer. Que en el balance de las relaciones bilaterales, los sucesivos gobiernos españoles han ido preservando mal que bien sus intereses durante estas últimas décadas, ya sea en la explotación del recurso pesquero, en el control del tráfico de droga, en la canalización de las reivindicaciones territoriales, en los flujos migratorios o la vigilancia del fenómeno islamista. Pero es difícil evitar la sensación de que en el asunto del Sahara el resultado es negativo. Puede haber tres razones:
- Una, que ése haya sido el precio de otras concesiones o contenciones o frustraciones marroquíes, y que se haya aceptado el canje como ejercicio de pragmatismo.
- Dos, que los sucesivos gobiernos no hayan sentido verdadera presión de la opinión pública, más allá de una simpatía moral por la causa saharaui y determinadas acciones solidarias, para que realizaran una política más acorde con la responsabilidad histórica y jurídica de España.
- Y tres, que los intereses de los aliados norteamericano y francés haya servido de pantalla o dique a otro comportamiento público español más comprometido, hasta el punto de colaborar en escamoteo de los mandatos internacionales
No se trata de opciones excluyentes, sino todo lo contrario. Con toda seguridad, es la combinación de las tres razones lo que explicaría esta "mala conciencia española", para decirlo en las acertadas palabras de nuestra compañera Yolanda Sobero.

PAREJAS AUSTRALES

6 de noviembre de 2010

Si Néstor Kirchner no hubiera muerto repentinamente, Argentina y Brasil habrían compartido una curiosa característica: ser gobernados por parejas de diferentes naturaleza, pero con una misma vocación, la de afianzar un modelo político y un proyecto de largo alcance, superador de las crisis y limitaciones endémicas que venían arrastrando sus respectivos países durante décadas.
Ahora, con la desaparición del anterior presidente argentino, esa simetría se desbarata, pero permanece de alguna manera su espíritu. Nótese que hablo de simetría y no de alianza. La relación entre Lula-Rousseff y Kirchner-Kirchner era buena, pero representaban estilos ligeramente distintos y, desde luego, consideraciones muy diferentes por parte de los grandes poderes occidentales, singularmente el económico.
DE LULA A DILMA
La victoria de Dilma Rousseff hace justicia al mandato de Lula, lo reivindica, le da profundidad y tiempo de maduración y representa la ruptura definitiva contra el veto fáctico a la izquierda en el gran gigante iberoamericano. Lula no sólo ha permanecido ocho años en Planalto, sino que ha concluido su mandato con el 80 por ciento de popularidad, el grado de aceptación ciudadana más alto en la historia reciente de la República. No sólo el país no ha retrocedido en los sacrosantos indicadores económicos, sino que la prosperidad se ha extendido y ha alcanzado también, aunque menos de lo deseable, a la capas más desfavorecidas. Su peso internacional no ha disminuido, sino, por el contrario, ha aumentado, a pesar de la incomodidad que, de forma puntual, ha provocado en el gran hermano del Norte (en particular su iniciativa para encauzar el conflicto nuclear con Irán).
El balance de Lula, por lo tanto, más que positivo, es notable, o incluso sobresaliente, si se toman en cuenta las difíciles condiciones en que se ha ejercido. No obstante, los medios progresistas brasileños hacen notar elementos criticables del periodo de Lula y aspectos claramente mejorables. Hace unos días, el presidente de la coordinadora de ONG´s de Acción Social de Brasil, Damien Hazard, en un artículo publicado por varios diarios internacionales, admitía los "avances incontestables" logrados durante el gobierno de la izquierda brasileña, , pero señalaba las "dudas y descontentos" que ha dejado la gestión. A saber: la persistencia de las desigualdades, los beneficios descomunales de los bancos y las grandes empresas, la morosidad de la reforma agraria, la banalización de la violencia policial en los suburbios urbanos, la impunidad de los crímenes cometidos contra trabajadores rurales, etc. A juicio de Hazard, una de las causas de estas limitaciones es la debilidad de la democracia participativa brasileña. El gobierno de Lula habría buscado, según muchas ongs, más la legitimación de los movimientos sociales que su "participación crítica y autónoma".
Esos retos pendientes serán traspasados automáticamente a la nueva presidenta, a partir de diciembre. Algunos analistas creen que Dilma Rousseff acentuará el perfil progresista del gobierno y abordará con más ambición el desafío reformista. Pero son especulaciones, recogidas sobre todo en los medios anglosajones y probablemente basadas en su pasado izquierdista. En todo caso, es cierto que algunas observaciones realizadas durante su campaña, apuntan en ese sentido. La candidata prometió esforzarse en la creación de millones de nuevos puestos de trabajo mediante fuertes inversiones públicas en construcción de vivienda social y en la mejora de la infraestructura del país. Las saludables cuentas públicas permitirán a Rousseff favorecer "un mayor papel del estado en la economía", según el NEW YORK TIMES.
Ése será el gran dilema de Dilma Rousseff. Si realizar una política esencialmente continuista o permitirse profundizar, de forma prudente pero firme, en el giro a la izquierda. Va a ser escrutada con lupa. Como, pese a su competencia demostrada y a su fuerte personalidad, no tiene el carisma de Lula y, en ese sentido, se percibe más vulnerable, no debe descartarse que caiga sobre ella la acusación de izquierdista.
COMPAÑERAS DE GÉNERO
Despierta cierta curiosidad las relaciones de presidenta a presidenta entre Dilma Rousseff y Cristina Fernández, aunque ambas de conocen ya muy bien y sus relaciones parecen ser muy buenas. Han compartido estrategias en el desarrollo de Mercosur, en los pasos aún preliminares de la integración política latinoamericana y tienen un proyecto bilateral de gran trascendencia en el plano de la seguridad nuclear.
Los analistas internacionales se han esforzado en agrandar el contraste entre la izquierda moderada que ha representado Lula (con el apoyo de Rousseff) y la radical que ha enarbolado Chávez. Al peronismo de los Kirchner no se la ha encontrado acomodo fácil ni unánime. Unos lo acercan más al líder venezolano, en parte por las evidentes muestras de simpatía mutua, amén de otros casos de respaldo financiero chavista a la campaña del matrimonio. También ha influido la indocilidad de los Kirchner frente al FMI y a sus recetas. Pero el tono izquierdista de los dos últimos gobiernos argentinos, desde el abordaje de la dramática crisis de 2001-2002, no puede desligarse de la retórica peronista, por mucha actualización que la pareja presidencial haya sabido imprimirle en estos últimos años.
Al cabo, son las condiciones de fondo y no las opciones ideológicas lo que permite explicar mejor las diferencias entre las gestiones de ambas parejas australes. La coyuntura ha sido favorable en los dos países. El alto precio de las materias primas ha beneficiado a Brasil y Argentina. Pero hay diferencias de dimensión, de calibre. Más modesta, la economía argentina ha encontrado más dificultades para superar la convalecencia.
También pueden señalarse diferenciaciones políticas. Los Kirchner se han encontrado con una hostilidad creciente, a veces alimentada por ellos mismos, como estrategia de movilización. En cambio, Lula ha ido desactivando la oposición interna, una vez superados los escándalos de corrupción de su primer mandato, mediante una pragmática política de pactos y acuerdos informales y no tan informales. Es cierto que los dos gobiernos han sido sometidos a marcajes inclementes de los medios, pero Lula ha podido contener algo mejor las polémicas.
El futuro seguramente no será muy diferente. Pero ciertas cosas han cambiado. Dilma será ahora la presidenta, pero es previsible que cuente con Lula como respaldo e inspirador, aunque sin limitar su capacidad de maniobra ni sofocar su iniciativa, porque sería fatal para el desarrollo de su mandato. Cristina estrena viudez política, porque su marido es su único aliado real y poderoso. El apoyo de otros sectores peronistas no debe darse por descontado, más allá de las amabilidades y cariños propios exclusivamente del periodo de duelo. Ambas mujeres exhiben un carácter fuerte. Si logran una comunicación intensa y productiva, podrían fortalecer la tendencia progresista en Latinoamérica para muchos años. De momento, ya se ha anunciado que Rousseff visitará Argentina antes de tomar posesión, para participar en la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata. Lo que servirá, también, para ajustar agendas. Cristina felicitó a Dilma en estos términos: "bienvenida al club de las compañeras de género".
Las rivalidades entre ambos países deberían quedar limitadas al terreno futbolístico. En todo lo demás, y aún admitiendo ciertas dificultades objetivas, argentinos y brasileños podrían beneficiarse muy notablemente de una relación positiva entre estas dos parejas australes, aunque una de ellas haya enviudado.

HACIA EL OBAMA 2.0

3 DE NOVIEMBRE DE 2010

El giro a la derecha en Estados Unidos, con el triunfo de los republicanos -o mejor: la derrota demócrata- en las legislativas deja algunas consideraciones de urgencia:
1) Una vez más, las elecciones legislativas de mitad de mandato presidencial castigan al partido gobernante. Es casi una ley de hierro de la política norteamericana, que admite escasas excepciones, y siempre motivadas por climas de emergencia: el más reciente, en 2002, cuando se votó bajo el clima de arropamiento al presidente Bush tras el trauma del 11 de septiembre y el intenso clima prebélico inducido en el país. En esta ocasión, los republicanos podrán presumir de haber obtenido un resultado similar al que comandó Newt Gingrich, en 1994, frente a un debilitado Bill Clinton.
2) El control demócrata del Senado, por los pelos, atenúa la marea conservadora y le proporciona a Obama margen de maniobra. Lo que no está tan claro es cuál será la nueva estrategia de la Casa Blanca, más allá de las obligadas proclamas de mano tendida. No se visualiza muy bien cómo será ese Obama 2.0. Es más que dudoso que tenga capital político para convencer a sus desmoralizados correligionarios de que es preciso rearmarse moral y políticamente para retomar y reorientar el programa de reformas. Ni siquiera es seguro que quiera hacerlo. Más probable se antoja que opte por tomar el camino que le parezca menos peligroso para intentar la reelección.
3) Nuevamente, los demócratas se han mostrado incapaces de mantener una sintonía y una complicidad suficiente como para neutralizar una intensa campaña de intoxicación y manipulación propagada por poderosos medios de comunicación, cada vez más vinculados a los grandes intereses corporativos. El desencuentro entre el presidente Obama y numerosos dirigentes demócratas ha sido casi tan escandaloso como la falta de sintonía de éstos con las bases sociales más interesadas en la profundización de un cambio frustrado.
4) Las grandes operaciones de marketing político se quiebran ante pruebas exigentes de la realidad social y económica. Obama no ha representado revolución alguna, ni un desafío al establishment, ni siquiera una alteración sustancial de la forma de concebir la política en Estados Unidos, como muchos medios e intelectuales europeos proclamaban hace dos años. El actual presidente no es responsable del desaguisado económico que ha tenido que gestionar, pero en el ejercicio del poder no ha demostrado la audacia que le sirvió para conquistarlo. Demasiadas vacilaciones, mucho miedo a ser castigado por quienes lo tenían sentenciado antes de empezar y exhibiciones de unos reflejos políticos en los que resulta difícil rastrear ese nuevo estilo tan publicitado en su campaña.
5) Con el auge un poco artificial Tea Party puede ocurrir algo parecido. La supuesta consagración de este movimiento político ultra no ha sido completa. Los resultados han consagrando a algunas de sus figuras como Rand Paul, en Kentucky, o a Marc Rubio, en Florida; pero han dejado fuera a otras figuras emergentes, con la estridente Christie O´Donnell (Delaware) a la cabeza. Otra prueba de que el éxito no ha sido completo es que algunos objetivos preferentes del Tea Party han salvado la cabeza, como el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, o la derrota conservadora en California o Nueva York, donde aguantas los baluartes liberales. Habrá que ver cómo digiere el Partido Republicano esta presión ultraconservadora. Puede parecer arriesgado decirlo en estos momentos de euforia, pero es muy probable que estos ácratas de derechas se terminen convirtiendo en una pesadilla para el gran partido conservador estadounidense. De momento, su relevancia está siendo magnificada por medios y operadores políticos que han visto en el movimiento un instrumento eficaz de desgaste de la administración Obama.
7) El sistema político norteamericano muestra sus carencias y perversiones, para quien se esfuerce por verlas, naturalmente, más allá de la espuma y la superficialidad proverbial del espectáculo. El despilfarro que se ha producido resulta especialmente escandaloso en estos momentos de desempleo crónico, de estrangulamiento crediticio, de desahucios y pesimismo generalizado. Por no hablar de la las ominosas prácticas de privación de voto y otras artimañas, que siguen sin ser atajadas por falta de una voluntad real de reforma en profundidad del sistema y de sus mecanismos.
8) Una vez más, se corre el peligro de que las anécdotas le roben el foco principal de los análisis a las grandes cuestiones de fondo, que los triunfos o derrotas personales merezcan más atención que las tendencias o movimientos de fondo, que son anteriores y serán posteriores a esta cita electoral. La maquinaria del espectáculo político exige refrescar actores y renovar caras. No sólo para actualizar los repartos, sino también para ir madurando las golden stars del futuro próximo, que tienen cita en las presidenciales de 2012. Pero las elecciones no han resultado determinantes para señalar a los precandidatos republicanos. ¿Surgirán demócratas avispados que estimen no disparatado hacer sombra a Obama?
9) Los dos años que restan hasta las presidenciales serán de gran combatividad conservadora y de perplejidad progresistas. No es descartable, como auguraba Krugman hace unos días, una ofensiva republicana en toda regla, e incluso un repetición del bloqueo del gobierno.
10) Atención a las lecturas interesadas que se harán de estas elecciones en España y en otros países europeos. Ya se han venido escuchando algunas extrapolaciones sonrojantes sobre la significación del Tea Party y los estímulos para demoler lo que queda del Estado y de las políticas públicas. El debate se acentuará en los próximos meses, de forma oportunista y seguramente superficial.

LA ANUNCIADA AUTODERROTA DEMÓCRATA

29 DE OCTUBRE DE 2010

Sondeos, pronósticos y pálpitos predicen una derrota de los demócratas en las elecciones legislativas del martes en Estados Unidos; y, en consecuencia, una alteración en el equilibrio de poder. Nótese el significado del augurio: derrota de los demócratas, no triunfo de los republicanos.
No es una cuestión semántica ni baladí. El cambio de mayoría, más probable en la Cámara de Representantes que en el Senado, obedecería, según casi todos los análisis y desde casi todas las sensibilidades políticas, fundamentalmente a los errores o cortedades del partido que ha dominado estos dos años la Casa Blanca y el Congreso, y no tanto al entusiasmo o las ilusiones que despertarían las propuestas de sus oponentes republicanos.
Pero este análisis es demasiado incompleto, porque resulta de capital importancia para entender el sentido de estas elecciones identificar quienes son los demócratas y que han hecho para llegar a esta situación, teniendo en cuenta que hace apenas dos años parecían investidos de un vigoroso caudal de confianza ciudadana.
PÉRDIDA DE IDENTIDAD
La primera consideración es que el Partido Demócrata no ha sabido presentar y defender una estrategia integral y no ha tenido el coraje de apostar decididamente por el cambio que se prometía desde la Casa Blanca, bajo el liderazgo inicialmente poderoso del Presidente Obama.
Esas vacilaciones existían ya antes del triunfo en 2008. A duras penas, importantes grupos y dirigentes del partido se sintieron participes de un rumbo político del que desconfiaban profundamente. Unos, porque no compartían el potencial de cambio que impulsaban ciertos sectores más progresistas que el propio candidato presidencial; otros, porque nunca creyeron en la determinación del exitoso líder, más allá de slogans eficaces e ilusiones con fecha de caducidad demasiado cercana; y no pocos, porque anticipaban que las consecuencias de algunos políticas reformistas presentarían dificultades y contradicciones insalvables a corto plazo en sus ámbitos territoriales de poder, estados o distritos.
El caso de la vacilante reforma sanitaria representa el caso más claro. Pero no menos importante han sido el débil blindaje ante un nuevo ciclo de finanzas especulativas, las insuficientes medidas de estimulo económico y los desmayados esfuerzos por recuperar el empleo. En ninguno de estos grandes ejes de la gestión presidencial, los demócratas han sabido presentar un frente común y un esfuerzo decidido, mientras sus adversarios se empleaban a fondo en la descalificación, la manipulación, la confusión y la demagogia, como ha vuelto a señalar Paul Krugman en su último comentario para THE NEW YORK TIMES.
La inmensa falacia de que Obama representaba la vuelta del Big Government, de la intervención estatal masiva, ha terminado prendiendo en una clase media obsesivamente conservadora por instinto y por (mala) educación. De ahí a presentar una révalida demócratas en las dos Cámaras como preludio de una presión fiscal creciente, un gasto público desmandado e inevitable tensiones deficitarias en las cuentas estatales sólo iba un paso.
No obstante, insistimos en que no debe verse en la movilización antigubernamental, de distinta procedencia y alcance, la clave de la crisis demócrata y su probable derrota electoral. El foco habría que ponerlo en la debilidad de la estrategia gobernante a ambos lados de la Avenida de Pensylvania.
Las vacilaciones de Obama en todas las políticas señaladas provocó la indecisión de sus correligionarios en distritos tensionados por la combatividad conservadora, ya fuera de los republicanos, ya de los pseudo-ácratas derechistas del Tea Party. A su vez, la inhibición, cuando no la hostilidad, de importantes núcleos demócratas incrementó las dudas de la Casa Blanca y agudizó la tendencia de Obama a contentar a todo el mundo, pensando que de esa forma apaciguaría a la oposición, ganaría tiempo y el alivio de la incipiente recuperación alumbraría un escenario político más propicio para recuperar la dinámica reformista.
Como quiera que la recuperación económica se ha hecho esperar más de lo previsto, poniendo en evidencia la debilidad del estimulo público, y las divisiones entre los demócratas más intensas de lo habitual en la ya de por si escasamente solidaria dinámica política estadounidense, la estrategia electoral de los demócratas se ha quedado sin tiempo y sin discurso ganador. Ni siquiera reconocible.
Lo paradójico del asunto es que aquellos demócratas que, por convicción o por oportunismo, marcaron sus distancias con respecto a la Casa Blanca y se posicionaron más rotundamente contra el impulso reformista, son los que ven más comprometida su posición electoral. Una evaluación del WALL STREET JOURNAL , esta misma semana, señalaba que la mitad de los llamados Blue Dogs (Perros azules), los demócratas situados más a la derecha del partido, corren peligro de perder su puesto en la Cámara Baja. Algunos incluso se han retirado ante y la mayoría pasarán una noche de infarto. Ni siquiera sus líderes tiene asegurada la reelección, sino todo lo contrario. El diario estima que los “perros azules” pueden verse recortados a la mitad en la nueva Cámara. En cambio, algunos de los representantes con opinión más progresistas (es un decir: liberales, en la jerga política estadounidense), afrontan un panorama más prometedor. Lo cual significará que, si se confirman los augurios, los demócratas volverán a ser minoría parlamentaria, pero el peso de la izquierda, o más precisamente del centro izquierda, será mucho mayor que ahora.
TRES ESCENARIOS Y MEDIO.
Esta ironía electoral se contempla con distinto humor por analistas neutrales -ni claramente partidarios ni declaradamente hostiles- al proyecto político de Obama. Es evidente que reforzará la polarización política en Washington, lo que no debe ser del agrado del presidente, porque le obligará a dedicar más tiempo a extender puentes ya acreditadamente zozobrantes. Pero, por el contrario, le exigirá menos energía para asegurar la coherencia en el respaldo de los suyos. A partir de esta situación, se abren tres escenarios y medio.
-Que los resultados superen a los pronósticos más catastróficos de derrumbamiento demócrata, con superioridad clara de los republicanos en la Cámara y suficiente en el Senado: de poco le valdría entonces a Obama un caucus demócrata más progresista.
-Que la nueva mayoría republica se instaure en las dos Cámaras, pero con números muy justos que le otorguen a la Casa Blanca capacidad de maniobra para acuerdos bipartidarios: la cohesión del discurso progresista no está garantizada, por mucho que se hubiera debilitado la corriente derechista, porque aflorarán nuevos oportunismos.
-Que los republicanos obtengan la mayoría en la Cámara de Representantes pero los demócratas conserven un margen suficiente de ventaja en el Senado: el Presidente podría apoyarse en esta división del legislativo para reforzar el liderazgo de la Casa Blanca y apelar al patriotismo en favor de sus políticas, en todo caso forzosamente retocadas y desnaturalizadas.
Y hay un medio escenario añadido. Si los candidatos republicanos más moderados salen debilitados en favor de quienes han flirteado con los ultraconservadores de los teaparty, podría producirse otra paradoja interesante. La estrategia a largo plazo del partido republicano se convertiría en rehén de propuestas más radicales que podrían alentar la movilización en 2012 no sólo de la base social claramente progresista, sino incluso de los sectores centroizquierdistas más moderados.

VIUDA EN JUEVES

28 de octubre de 2010

Cristina Fernández se ha levantado viuda este jueves. Aunque, contrariamente a los que les ocurre a las protagonistas de la inteligente novela de Claudia Piñeiro, no haya sido por voluntad deliberada de su esposo. Néstor Kirchner no se ha suicidado estrictamente. Pero si ha vivido al límite, sobre todo últimamente.
Desde hace quince meses, el futuro del kirchnerismo se debatía entre la fragilidad física del líder peronista y su discutida debilidad política. De la primera no se quería hablar, o no se admitía como relevante, en el entorno presidencial, a pesar de dos avisos serios en febrero (operación de carótida) y en septiembre (obstrucción coronaria). La segunda se escamoteaba oficialmente con la tenacidad habitual de la pareja gobernante. Sin embargo, una y otra sobrevolaban la agenda política. La amenaza del corazón y la derrota electoral legislativa del pasado año operaban como hipoteca insoslayable en el haber de los Kirchner.
Los analistas resaltan la evidente apertura de una lucha por el poder en el peronismo tras la repentina, que no sorprendente, desaparición física de su líder más carismático. Más popular, si, pero no necesariamente mejor colocado para obtener el respaldo necesario para liderar el país. Hasta ayer, el apoyo innegable de sectores populares e intelectuales de izquierdas que Néstor y Cristina han sabido reunir, consolidar y mantener desde 2003, pese a las inevitables usuras del poder, podía servirles para afrontar los desafíos internos en su familia ideológica y partidaria, pero no era descartable que su utilidad se volviera precisamente contra ellos si al cabo resultara contraproducente para obtener la confianza prestada de otros sectores de clases medias, imprescindible para mantener al peronismo en la Casa Rosada.
A partir de hoy, Cristina Fernández tendrá que gestionar sola esa previsible paradoja y, aunque el reparo de tareas entre ella y su marido no acarreaba perfiles ideológicos diferenciados, no parece claro que pueda salir airosa del desafío. Incluso más: es dudoso que se desee siquiera hacerlo en tal situación de falta de amparo personal.
Es cierto que el líder de la poderosa central sindical peronista (CGT), Hugo Moyano, ha prometido seguir apoyando a Cristina Fernández en su gestión presidencial, pero habrá que ver si la invita a intentar un segundo mandato. No era ningún secreto que los sindicalistas justicialistas contemplaban con ilusión el regreso de Néstor Kirchner a la Casa Rosada. Aunque el momento se preste a los excesos emotivos, Moyano no se ha cortado en atribuir el tercer puesto del panteón histórico del peronismo al fallecido dirigente, después, obvio es decirlo, del propio Perón y de la legendaria Evita. Nunca Cristina ha estado tan cerca de las alturas míticas tan del gusto justicialista.
Pero más frágil se antoja la posición de la presidenta frente a sus rivales peronistas, los llamados federalistas, que le han acusado abiertamente de personalizar el poder y entregarse a derivas populistas, como si hubiera alguien en el peronista libre de ese virus. Si bien esta corriente opositora era muy crítica con el fallecido, éste resultaba una pieza más correosa y temida. Cristina, pese a su carácter combativo y sus asperezas ocasionales, podría resultarles más vulnerable. Máxime en su condición de viuda.

EL MAR DE LA MANCHA

21 de octubre de 2010

Es lugar común entre los comentaristas internacionales resaltar con frecuencia el contraste entre Francia y Gran Bretaña. Ya sea en lo referente a la visión de la construcción europea, a las relaciones con Estados Unidos, al posicionamiento en el conflicto de Oriente Medio o a la gestión del modelo económico y social europeo, entre otros asuntos. Esta semana, hemos presenciado un ejemplo más de esa marcada diferenciación en las dos orillas del Canal de la Mancha.
Como en la mayoría del hemisferio occidental, unos y otros han acometidos programas de austeridad y recortes de beneficios sociales y de inversión pública. Naturalmente, pueden señalarse diferencias temáticas considerables. Pero la dimensión y el significado de esos ajustes son equiparables. En los dos países gobiernan partidos de centro-derecha: una coalición liberal conservadora en Londres y una formación casi monocolor, con adornos, en París.
En cambio, la respuesta social a estas políticas restrictivas está resultando muy distinta. En Francia, el malestar ha ganado la calle y está empezando a generar tensión, crispación creciente entre defensores y detractores y amagos de violencia. En Gran Bretaña, por el contrario, la protesta es tenue, al menos por ahora, las críticas se canalizan a través de discretos mensajes escritos y la resignación parece impregnar la mayor parte del tejido social.
ESTILO ALTIVO, RESPUESTAS IRRITADAS
Los analistas franceses, de cualquier lado del espectro ideológico, coinciden en hablar de "radicalización" del escenario político y social. El proyecto de reforma del sistema de pensiones emprendido por el gobierno constituye el principal y más sensible polo de fricción, pero no el único. A estas alturas, son muy conocidos los rasgos básicos de la reforma (retraso de la edad de jubilación de los 60 a los 62, ampliación de los años de cotización, etc.). También resultan familiares los argumentos de unos y otros, y recientemente en esta web el profesor Navarro ha analizado los datos del debate y señalado algunos mitos y equívocos sobre la viabilidad de este pilar esencial del modelo social europeo. Concentrémonos, por tanto, en la expresión del malestar y en la gestión de ese malestar por los dirigentes políticos.
Aparte de rechazar ciertos puntales de la reforma, sindicatos, partidos de izquierda y movimientos sociales están desafiando un estilo de gobierno y, más específicamente, su personificación en la figura de su presidente. Nicolás Sarkozy es uno de esos políticos que rara vez provoca indiferencia, incluso a los más neutros, porque se empeña a conciencia en lo contrario. Un punto de arrogancia y cierto perfume de autoritarismo, de maneras fuertes, de gusto por convertir en pulso cualquier discrepancia, ha envenenado el ambiente y abortado las opciones de negociación. El editorialista político de LE MONDE, Michel Noblecourt, escribía esta semana que "la intransigencia de Sarkozy, deseoso de mostrar a su electorado su firmeza, incluso su inflexibilidad, y de hacer valer su reforma, sea cual sea el precio político, es percibida por los sindicatos como una expresión de desprecio, que alimenta la radicalización".
La anterior valoración es ampliamente compartida por observadores independientes. El NEW YORK TIMES, a pesar de reconocer la "urgente necesidad" de la reforma y apoyar los principales aspectos del proyecto, considera que "Sarkozy había hecho un terrible trabajo para venderla" y recomienda al presidente que abra negociaciones con los sindicatos y con la oposición "para hacer la transición lo más justa posible para los más vulnerables".
Podrían añadirse opiniones equivalentes, que avalarían la degradación de la imagen internacional de Sarkozy. Sin embargo, es probable que el presidente actúe guiado por un cálculo político, apuntado en el comentario de Noblecourt. Para su base social, sería importante transmitir que no se arruga ante las presiones, y más aún cuando adoptan formas intimidatorias. "La Republica no se somete a bloqueos", ha proclamado. En la gestión de crisis quedan muchos capítulos por escribir y es importante no acumular reveses, sería la máxima presidencial.
ESTILO SUAVE, RESPUESTAS TIBIAS
Esta altivez sarkozyana contrasta con el tono "piadoso" de la pareja Cameron-Clegg, en el Reino Unido. La delicada operación de ensamblaje y convivencia que supone en sí misma la coalición tory-lib aconseja la contención. Además, claro, del factor personal de los dirigentes. Estos días, los comentaristas progresistas e incluso los más conspicuamente izquierdistas se lamentaban de la indolencia social ante el paquete de recortes más voluminoso desde la Segunda Guerra Mundial. La supresión de medio millón de empleos públicos encabeza una lista abrumadora que, en puridad, tendrá un impacto sobre los ciudadanos menos favorecidos abrumadoramente mayor que las reformas francesas.
Estos días se habla de "polite protest", de prudencia, de responsabilidad, para calificar la respuesta sindical. El flamante nuevo líder laborista, Ed Miliban, también se anda con pies de plomo en el Parlamento, aunque antes de ser elegido fuera presentado como "Edi el Rojo", en contraposición al otro candidato, su hermano, el blairista David.
En THE GUARDIAN, Simon Carr afirma que los laboristas no son capaces de frenar a esta "embalada coalición": no pueden con su "encanto". Otro analista del mismo diario de centro izquierda, Polly Curtis, en referencia a la actitud sindical, asegura que los "Trade Unions quieren evitar los errores del pasado y sembrar apoyo popular para su causa, en vez de alienarse a la gente y echarla en los brazos del gobierno".
En definitiva, parece descartarse un "invierno del descontento" como el que destrozó al gobierno laborista de Callagham en 1978-79 o los episodios de lucha frontal contra la primera Thatcher de los ochenta. Que Cameron no es la "dama de hierro" es una obviedad. Pero la tautología se refiere al estilo no a la sustancia. Porque, como valora el nada sospechoso THE ECONOMIST, "la dimensión de los recortes de gasto de la coalición es mucho más grande de lo que la señora Thatcher siquiera intentó". Hamish Mc Rae, en THE INDEPENDENT, proclama que el miércoles 20 de octubre quedará como una "fecha eje", un antes y un después en la historia reciente del Reino Unido, "la señal de una nueva era de ambiciones reducidas de los gobiernos y un sector público en hundimiento".
En el mismo periódico, desde posiciones notoriamente contestatarias, Mark Steel arremete contra el "vergonzoso espíritu" de la endeble protesta social. Recuerda las manifestaciones de Francia (incluso de España) y el malestar expreso de griegos y belgas, para compararlos con el "servilismo" y la "docilidad" de los británicos. Le exaspera que, como explicación, se argumente que este gobierno ha sido bendecido por las urnas y recuerda Steel que muchas de las medidas adoptadas no figuraban en el programa electoral. Resulta de una especial pertinencia este punto, porque los conservadores edulcoraron su propuesta y los liberales plantearon cosas diferentes, lo que ya ha provocado mareas internas en su bancada. Pero lo peor de todo es que los principales perjudicados por reformas y recortes no sean los que han causado la crisis, sino los que han sufrido con mayor crudeza sus consecuencias.
Seguramente, el propio desenvolvimiento de la crisis modificará estos panoramas a ambos lados del Canal. Ni el sentimiento de humillación ni el impulso de la irritación podrán perdurar mucho tiempo.

SOBRE HEROES, TUMBAS... Y CÁMARAS

14 de Octubre de 2010

El rescate de los mineros chilenos ha concluido con éxito. Son momentos de alegría y de felicidad para todos. Pero, más allá de la angustia y el drama soportados durante sesenta y nueve días, este acontecimiento ha revelado, nuevamente, reflejos inquietantes en los medios de comunicación y un irresistible impulso de aprovechamiento político y exaltación nacionalista.
Como ya algunos pusieron de manifiesto en el momento del accidente, las condiciones de seguridad en la mina San José y en otras instalaciones semejantes en Chile resultan indignantes. Ya entonces, algunos medios se hicieron eco de ello, pero enseguida se concentraron en el "drama humano", código que debe traducirse como la peripecia particular, el aspecto emotivo, la dimensión impactante. Cuando los técnicos lograron implantar un sistema de visión que permitía visualizar a los mineros y comunicarse "rentablemente" con ellos, los medios encontraron un filón que no han soltado hasta ahora. Una versión espontánea de Gran Hermano: los protagonistas viviendo una situación dramática, no deseada por ellos, al alcance del mundo entero, atrapada en la espiral de la incertidumbre, dotada de un tempo envidiable. Un reality-show insuperable.
Que los responsables de los medios -y sus intérpretes, los periodistas de a pie- compartieran la angustia de los familiares y el deseo de un final satisfactorio no neutraliza el instinto de perseguir el espectáculo. A medida que se iban conociendo las estrategias e instrumentos de salvamento, se iba debilitando lo poco que quedaba de la dimensión social y política del acontecimiento. Fuera de Chile, poco o casi nada se ha escuchado estos dos meses sobre las consecuencias que este accidente televisado puede tener no solamente sobre el régimen de seguridad de las explotaciones mineras, sino sobre las relaciones laborales o la política de privatización del sector minero que estaba en la agenda del presidente chileno. Que el rescate fuera la tarea prioritaria no debería haber impedido una atención suficiente a esos otros aspectos informativos. Por cierto, no menos interesantes, por cuanto que su conocimiento podría contribuir a reforzar la prevención de ulteriores accidentes. Pero no se está en eso. Ni se ha estado estos dos meses, ni se estará ahora, cuando la epopeya nacional se vaya diluyendo en el olvido o sea sepultada por el atropello de otras catástrofes rentables.
Una destacada comunicadora radiofónica española se preguntaba en las ondas si no estaban todos los medios incurriendo en un alarde excesivo, en la cobertura del rescate. Lo hacía con un punto presumido de mala conciencia, de difuso malestar. Y recordaba, con pertinencia, lo ocurrido con el terremoto de Haití. Pero participaba del aluvión. Hasta medios que tradicionalmente se cuidaban de dejarse arrastrar por los entusiasmos de los "acontecimientos especiales", como la BBC británica (su canal internacional de noticias) transmitieron en directo y de forma ininterrumpida las primeras horas del rescate. En boca de mina, el reportero dotaba de relato verbal a la secuencia repetitiva pero emotiva de la emergencia de los mineros a bordo de la cápsula mágica. Lo mismo hacía la CNN y hasta la FOX. Es lícito preguntarse qué interés han tenido estos cadenas estadounidenses por los mineros chilenos antes de este accidente, e incluso si dedicaron siquiera diez segundos a contar el anterior derrumbe en la mina San José, ocurrido hace tres años, en esa ocasión con resultado mortal.
El circo ha agotado su número más emotivo, pero queda tiempo y espacio de espectáculo todavía. Los mineros han recibido instrucción especial para afrontar a la tribu periodística que en los próximos días caerá sobre ellos para que den a conocer sus "sentimientos" sobre lo experimentado, las vivencias en el fondo de una mina que pudo ser una tumba, pero que al final sólo resultó el episodio final de una explotación condenada al cierre definitivo.
El diario chileno LA TERCERA, en su editorial del día del inicio del rescate, calificaba de héroes a los 33 mineros."Es sabido que las sociedades democráticas son poco dadas a creer en los héroes, y por eso nos cuesta aceptar que todavía pueda haberlos", se leía debajo de un título que proclamaba. "Los héroes no están fatigados". Pero un sacerdote católico de la región minera de Atacama, el Padre Pauvif, ofrece al NEW YORK TIMES un testimonio seguramente mucho más ajustado a la realidad: “A estos mineros se les llama héroes, pero son, en realidad, víctimas de una gran injusticia en las condiciones de trabajo". El religioso, con una sensatez encomiable, reprocha a los medios que eludan la historia real para relatar "puros cuentos".
LA UTILIZACIÓN POLÍTICA
Se comprende el clima de exaltación nacionalista en los medios chilenos, la euforia provocada por el desenlace con éxito de una operación que ha sido merecido el "reconocimiento mundial de Chile", como exalto con orgullo EL MERCURIO, el diario conservador más conocido del país. No es sólo que el país haya dado "una prueba de admirable unidad solidaria", sino que se ha demostrado "madurez de organización". Una vez más, Chile como "país que funciona", en un entorno que no se caracteriza por la eficacia. Ésa es la otra dimensión censurable de este acontecimiento: la utilización política, el empeño propagandístico, las invocaciones a lo que Chile puede hacer "cuando está unido". Incluso la demostración de que Chile es "otra cosa" en la zona. Esto último no ha debido pasarle desapercibido al Presidente de Bolivia, Evo Morales, que también acudió a la recuperación de "su" minero atrapado y no resistió la tentación de considerar este acontecimiento como estímulo para unas mejores relaciones bilaterales, tradicionalmente tensas y difíciles.
El propio Presidente chileno, Sebastián Piñera, se ha puesto a la cabeza de la exhibición grandilocuente. Se instaló en primera fila de tribuna durante el rescate hasta la foto final con el último minero rescatado. Bajo la coartada de compartir la incertidumbre para ganarse el derecho de participar también en la fiesta del final feliz, el culebrón del accidente ha resultado un momento inigualable para lucirse en su especialidad. Como empresario de la comunicación y criatura política mediática sin parangón en Chile, Piñera no ha podido tener mejor oportunidad para blindar su gestión, precisamente cuando todavía se encuentra en la fase inicial de su mandato.
Ahora poco parece importar que cuando era candidato defendiera la privatización parcial de CODELCO, la empresa estatal de la minería. Como recuerda la agencia REUTER, las intenciones de Piñera se han vuelto más opacas desde el derrumbamiento de la mina. Porque ha sido precisamente la experiencia, la tecnología y la capacitación del personal técnico de CODELCO (junto a la cooperación de la NASA y de otros agentes externos) lo que ha hecho posible el rescate con éxito de los mineros atrapados. El prestigio de la empresa pública ha crecido enormemente: es de esperar que los planes de privatización queden aplazados. En cambio, se anuncia ahora en el círculo presidencial el reforzamiento de las exigencias al sector privado en materia de seguridad (deficientes, para decirlo con suavidad). Algunos patronos de poca monta han manifestado su temor a convertirse en chivos expiatorios.
La "gesta de San José" también reforzará a los sindicatos chilenos en futuras negociaciones y en una cierta reivindicación del sector, puesto que a pesar de las deficiencias en las condiciones de trabajo, los mineros son todavía considerados como trabajadores privilegiados en Chile, por sus salarios por encima de la media, como ocurre en los países desarrollados. Confiemos en que se aproveche la oportunidad para que el Estado mejore las inspecciones, porque hasta ahora sólo dispone de 16 personas para controlar cuatro mil minas, lo que ayuda a explicar por qué se autorizo la reapertura de San José después de la catástrofe de 2007. Como dicen los portavoces sindicales al diario LE MONDE. "Nosotros vemos a más largo plazo que los periodistas. Cuando todos se hayan ido, aquí los mineros continuarán muriendo". Quizás esas futuras víctimas tendrán unos segundos en los telediarios. Luego vendrá la fatiga y el interés se concentrará en otras catástrofes más visibilizables. Más rentables.