ITALIA: CUÁNTO CUENTA CONTE

23 de mayo de 2018

Casi nada resulta extravagante en Italia. Hablamos de política. La actual situación vuelve a confirmar este axioma. El laboratorio italiano ha sido el pionero de casi todos los fenómenos políticos occidentales y de otros exclusivos. Sobre todo, los que han venido a sacudir los cimientos de ese llamado orden liberal, del que tanto se habla ahora, sin que se pueda estar muy seguro de que todos se refieren a lo mismo en el debate.

El resultado electoral volvió a hacer jirones el sistema político, los equilibrios, siempre precarios desde la crisis de la I República, en los inicios de los noventa. El triunfo de los dos partidos más claramente opuestos al consenso europeo, el Movimiento 5 estrellas (30%) y la Lega (17%) fueron las formaciones más votadas. Son dispares. Pero comparten un rechazo, al menos retórico, por el estatus quo.

Tras los comicios, el bloque de la derecha italiana escenificó un teatral desencuentro. Cuestiones de programa explicaban, pero sólo en parte, la división (más amoldada a Europa la otrora populista Forza Italia, radicalmente opuesta la Lega, en espera los neofascistas). La puja por el liderazgo pesó lo suyo. Berlusconi se vio rebasado por Mateo Salvini, la estrella rutilante del antiestablishment italiano. 

La alianza contra natura se fue perfilando como opción de gobierno. “Roma abre sus puertas a los nuevos bárbaros” tituló con agudeza el FINANCIAL TIMES (1). Sólo esa combinación imprevista podía asegurar cierta estabilidad parlamentaria. Pero había que cuadrar muchas cosas que no cuadraban y encajar muchas ambiciones hasta entonces incompatibles. Un punto de suspense, no menos escénico, que anunció la ruptura… y finalmente el acuerdo, proclamado con un impostado entusiasmo.

Luigi Di Maio, el joven líder del MS5, no es un ideólogo, precisamente. Bebe de ese pragmatismo oportunista que otorga señas inequívocas de identidad a la política italiana. Mantiene una retórica rupturista, de estilos y costumbres más que de ideologías. Pero necesitaba un socio para demoler la inercia que tanto denuncia.

La Lega tiene un discurso más intemperante que el populismo confuso del MS5. La Padania, ese experimento de Bossi, que soñaba  con la Italia septentrional liberada de la cleptocracia romana y de la rémora insolvente del Mezzogiorno, fracasó como proyecto político viable. Pero ha permanecido como mecanismo de respuesta primario en el instinto político de muchos italianos. Las experiencias de gobierno no fueron positivas para los separatistas, que quedaron marcados por los mismos estigmas que habían denunciado. La ruptura territorial terminó en quimera. La Lega Norte conserva en parte su feudo, pero se reconvirtió en partido nacional, con ambición panitaliana.

Las quiebras territoriales dejaron paso a la inmigración como banderín de enganche. La Lega ha aprovechado la mala gestión europea para convertirse en la versión italiana del Frente Nacional lepenista. El MS5 también contempla la inmigración con desconfianza, con recelo y, en ciertos sectores, con rechazo, pero su retórica es más templada. La convergencia, desde esa coincidencia, ha sido decisiva. 

Lega y MS5 acordaron un “contrato de gobierno” plagado de ambigüedades para esquivar sus desacuerdos y una fanfarria anti-UE para mantener la simpatía de sus militantes, consultados al efecto, como era de esperar, pero también del escéptico italiano medio, que suele caminar del brazo del cinismo. 

Se filtró una primera versión del programa más radical y opuesto a las recetas de Bruselas. La versión sobre la que se ha construido el consenso es menos tajante. Mantiene el rechazo de la austeridad y la promoción del crecimiento económico, pero elimina la reducción de la deuda por el mecanismo de descuento de las obligaciones cursadas por el Banco Central Europeo. No se plantea la salida del euro, pero se sugiere “un regreso a los orígenes”: un eufemismo que deja en el limbo la cohabitación entre la moneda común y las divisas nacionales. En la UE se mantiene el recelo.

En el apartado fiscal, se ha pactado el tax-flat o reducción del impuesto sobre particulares y empresas, a dos tipos, 15% y 20%, como reclamaba la Lega. El MS5 obtiene el “salario de ciudadanía” de 780 euros mensuales, con el que ha engolosinado a millones de electores meridionales. A los futuros pensionistas se les seduce con la fórmula 100, es decir, el acceso a la jubilación cuando la suma de la edad y los años cotizados cotización alcance esa cifra.

En el “contrato” ocupa un lugar destacado, por supuesto, las medidas punitivas contra la corrupción, la burocracia y los políticos tradicionales. Se propone la reducción de parlamentarios (de 630 a 400 diputados, y de 318 a 200 senadores). Y se defiende un trumpiano partenariado con Rusia, del gusto de la Lega más que del MS5. 

Quedaba por resolver la cuestión del liderazgo, ese fenómeno tan italiano que ahoga el equilibrio de egos (el espíritu de los triunviratos) en la tentación permanente del cesarismo. El veredicto ha resultado ser salomónico: ni uno ni otro, ni Salvini, ni Di Maio. Pero tampoco un tercero, un político de talla. Ni siquiera un tecnócrata al uso. Después de todo, eso no hubiera sido muy innovador. Al cabo, en Italia se ha probado de todo. Ya hubo un Ciampi, ya hubo un Prodi, ya hubo un Monti. Para los populistas, los tecnócratas, en Bruselas o en Roma son simples “usurpadores”. Lo que el MS5 se ha sacado de la manga, con el aparente beneplácito de la Lega, ha sido un jurista. Su jurista: el abogado del movimiento.

Giuseppe Conte es meridional, de Puglia. Presenta una elegancia que contrasta con el populismo de las bases del movimiento. Habla un inglés perfecto. El pedigrí académico es dudoso (aviso a navegantes). Ha llevado pleitos del Vaticano y se trata con cardenales. Técnico, pero no economista, no cabeza de huevo. Siempre ha estado fuera de los focos. Algo que es positivo para algunos; pero, para otros, resulta fallido. Uno de los dirigentes del Partido Democrático ha dicho que “se ha reducido el papel de primer ministro al de un portavoz del gobierno”.

¿Será el jefe de gobierno una simple marioneta, como se preguntaba el CORRIERE DELLA SERA? (2) ¿O el rehén técnico de los dos partidos?, según LA REPUBBLICA (3). En definitiva, si Conte contará algo… y cuánto, o será un puro administrador de la caótica, convulsa e imprevisible finca italiana.


NOTAS

(1) FINANCIAL TIMES, 14 de mayo.

(2) CORRIERE DELLA SERA, 21 de mayo.

(3) LA REPUBBLICA, 21 de mayo.