7 de noviembre de 2018
El
veredicto de las midterm ha sido
desigual: los demócratas conquistan la Cámara de Representantes con suficiente
holgura, pero los republicanos avanzan puestos en el Senado. No ha habido blue wave (oleada azul), pero si un
fortalecimiento suficiente para frenar la agenda de Trump y consolidar las
investigaciones que pesan sobre el presidente, aunque la mayoría reforzada del
Great Old Party en el Senado puede hacer más difícil el impeachment. La causa progresista avanza aunque algunos de sus
principales exponentes no hayan triunfado. El auge de la participación en más del
35% es el reflejo de una mayor movilización ciudadana.
Éstas
son las principales claves de la gran jornada electoral de ayer, considerada como
una de la más importantes de la política norteamericana en las últimas décadas.
1)
El Partido Demócrata dominará la Cámara de Representantes al arrebatar más de
los 23 escaños necesarios al Partido Republicano para obtener una superioridad
aún pendiente de definir. La Cámara baja permitirá al partido azul frenar la
agenda de Trump, impulsar la investigación sobre sus maniobras en la campaña
electoral de 2016 y sus dudosas conexiones con la Rusia de Putin y, lo que
puede ser más destructivo, esclarecer sus irregularidades empresariales y
financieras.
2)
Trump puede contar con un cierto colchón de protección al reforzar el Great Old
Party (GOP) el control del Senado, con la ganancia de 2-3 escaños. Si los
senadores republicanos deciden proteger a su líder nominal, Trump puede escapar
a la destitución, aunque quede muy expuesto de cara a la reelección en 2020.
Asimismo, el presidente podrá asegurar la nominación de nuevos puestos en su
ejecutivo, ya que es la Cámara Alta tiene la atribución de confirmarlos.
3)
El país sale más dividido aún de estas elecciones correctivas. Se reproduce una
situación similar a 2010, cuando Obama perdió el apoyo de la Cámara de
Representantes debido al empuje conservador impulsado por el auge del tea party. El pulso entre conservadores
y liberales, con los múltiples matices existentes a uno y otro lado, se
incrementará. Nos esperan dos años de disputas políticas aún más feroces.
4)
La izquierda obtiene un resultado prometedor. El legislativo contará con más representantes
progresistas que nunca y una representación más amplia de las minorías, en
particular las mujeres y los afroamericanos. Algunos candidatos emblemáticos han
conseguido entrar en el Capitolio: Alexandra Ocasio-Cortez (la latina y
socialista será la congresista más joven en la historia del país); Ayanna
Presley, la primera afro-americana que gana un escaño de representante por
Massachussets; el mismo caso de Jayana Hayes, ella por Connetticut; las musulmanas
y socialistas Rashida Tlalib (hija de palestinos) e Ilhan Omar (de origen somalí);
Verónica Escobar y Silvia García, primeras latinas en la House, por Texas; Sharice Davids, lesbiana, primera congresista nativa
(indígena), obtiene un escaño por Kansas; Jared Pollis, será el primer
gobernador gay, al ganar en Colorado.
Sin
embargo, se han producido sonoras decepciones. Andrew Gillum, considerado como
sucesor de Obama, no ha conseguido su propósito de convertirse en el primer gobernador
afroamericano de Florida, al ser derrotado por el republicano y aliado de Trump
Ron DeSantis, por apenas un punto de diferencia. El progresista Beto O’Rourke
no ha podido arrebatarle el escaño del senado por Texas al ultraconservador Ted
Cruz, que no oculta su aspiración a intentar de nuevo el asalto a la Casa Blanca.
La afroamericana Stacey Abrams parece que se quedará a pocos votos de lograr la
gobernación del sureño estado de Georgia.
5)
En los llamados swinging states o
estados cambiantes (los que suelen decidir las elecciones), se ha reflejado
esta corrección hacia el centro-izquierda. El territorio de Trump queda mermado con los avances
demócratas en zonas como el Medio Oeste o la región de los lagos (Illinois,
Michigan, Winconsin, Minnesotta), que han sido tradicionalmente demócratas,
pero se inclinaron en 2016 del lado republicano, debido a la basculación del
electorado blanco trabajador a favor del mensaje proteccionista y nacionalista
de Trump.
6)
Desde la Segunda Guerra Mundial nunca había votado tanta gente en unas
elecciones de este tipo, lo que indica el incremento del interés ciudadano por la
política. Según cifras provisionales, han votado 114 millones de personas,
frente a los 83 millones de 2014, un aumento del 37%. Sin duda, el clima de
polarización explica esta mayor afluencia a las urnas. Pero también la creciente
sensación de que el país se encuentra en una delicada encrucijada. Algunas de
las conquistas sociales se han percibido en peligro y otras causas emergentes
han empujado a sectores habitualmente pasivos o descreídos a pronunciarse.
7)
En la jornada de ayer también se celebraron referéndums sobre cuestiones de
especial importancia. Por destacar algunos, en Florida, pese al triunfo del
candidato conservador en la gobernación del Estado, los ciudadanos votaron a
favor de acabar con la privación de voto para las personas con antecedentes
penales.
Al
cabo, las midterm estimularán el
debate y la confrontación política, ya que los dos grandes partidos intentarán
ofrecer la imagen del país que más le conviene a cada uno. Los demócratas son
más fuertes frente a Trump, pero el presidente se hace fuerte ante un liderazgo
republicano que ha tratado de hacer virtud de la necesidad con un aliado en la
Casa Blanca al que nunca han considerado uno de los suyos. La izquierda ha dado
un paso adelante, pero más tímido de lo deseado y tendrá que seguir trabajando
en la movilización social y ciudadana para avanzar en la causa de la justicia
social.