UN PROCESO MÁS EN MOSCÚ

30 de diciembre de 2010

La fase final del segundo juicio al multimillonario ruso Mijail Jodorkovski y su principal colaborador, Platon Lebvedev, ha sido convertido por unos y otros (y por terceros) en un espectáculo político-mediático con escasos precedentes en la reciente historia del país. Como ya se sabe, éste es el segundo proceso que afronta este oligarca caído en desgracia en 2003, después de romper sonoramente con el entonces presidente ruso Vladímir Putin, hoy primer ministro y más que probable aspirante a presidente otra vez en 2012.
En 2003, Mijail Jodorkovski era el dueño de Yukos, la principal petrolera de Rusia, que había comprado con los rublos amasados en el banco MENOTEP. Cuando estaba a punto de tomar un avión en Siberia, fue detenido a punta de pistola bajo la acusación de fraude y evasión fiscal. La misma suerte corrió su administrador, el mencionado Lebvedev. Ambos empresarios negaron contundentemente los cargos. Para entonces, Jodorkovsky era algo más que uno de los oligarcas díscolos con el Kremlin.
Putin había transformado las relaciones de poder entre la antigua burocracia comunista convertida al capitalismo salvaje y la exquisita élite de los negocios. El nuevo presidente sabía lo que hacía. Como último 'rasputín' de Yeltsin conocía al detalle los puntos débiles y fuertes de los poderosos multimillonarios rusos. A la mayoría de ellos los doblegó o los integró en el sistema. No al dueño de Yukos, quien probablemente creyó poder sortear la presión de Putin y se dedicó a financiar a determinados grupos de la oposición. Jodorkovski subestimó al antiguo coronel del KGB.
"NIHILISMO LEGAL"
Jodorkovsky y Lebvedev fueron condenados a ocho años, después de un proceso plagado de dudas. La oposición asumió la opinión de los condenados y consideró la sentencia como una decisión política: en otras palabras, como una represalia. Jodorkovsky se proyectó a sí mismo como símbolo de la resistencia contra la deriva autoritaria en Rusia.
Cuando estaba a punto de cumplirse la sentencia, la fiscalía abrió un nuevo proceso contra Jodorkovsky y Lebvedev, en esta ocasión por el supuesto robo de petróleo de su propia compañía por un valor que rondaría los 25 mil millones de dólares. Los abogados defensores aseguran que los cargos no sólo son infundados, sino que resultan ridículos, una "charada", porque suponen una contradicción con las acusaciones que los llevaron a la cárcel. ¿Cómo pudo haber evasión fiscal sobre unos bienes robados? La instrucción del caso ha resultado estrambótica, a juzgar por la valoración que han hecho juristas occidentales.
Algunas fuentes, citadas por NEWSWEEK, aseguran que "el juez Danilkin fue sacado de su casa el sábado por funcionarios de la seguridad del Estado para celebrar con él una seria conversación con el propósito de de asegurar una sentencia incluso más severa que los catorce años solicitados por la fiscalía". Se reconoce que se trata de extremos no comprobados.
Pero, más allá de la dimensión legal y de las garantías procesales, lo que nos interesa aquí es la significación política del caso.
DE VILLANO A HÉROE
La condena que cerró el primer proceso , con ser dura, no fue suficiente para acabar con el oligarca contestatario. En 2011, Jodorkovsky y Lebvedev deberían abandonar la cárcel. Un año antes de las elecciones en las que probablemente Putin rompa su alianza con el actual presidente Medvedev, su ex-primer ministro, y pretenda ocupar su puesto. Nadie duda de que, en la calle y con parte de su fortuna a buen recaudo, Jodorkovski haría todo lo posible para impedir el regreso de Putin a la Jefatura del Estado. Por tanto, lo que se ventila en este caso es una lucha por el poder.
Los principales socios occidentales de Moscú han mostrado su preocupación por la "aplicación selectiva" de la justicia (Washington) o por un "procedimiento legal que pone en cuestión la modernización del país" (Berlín). Las presiones más duras se deben estar haciendo, como es habitual, de forma más discreta. Al menos eso han denunciado públicamente las autoridades rusas, que las ha considerado "inaceptables".
Pero han sido los medios quienes han batido tambores. La mayoría asumen la posición de Jodorkovski, o de sus seguidores, o de quienes consideran de utilidad convertirlo en símbolo de resistencia frente al creciente poder autoritario de Putin.
LE MONDE admite que "Jodorkovski no es un ángel" y que "el antiguo rey del petróleo ruso edificó su fortuna sobre los escombros de la URSS, en poco tiempo y sin escrúpulos, durante la presidencia de Yeltsin", pero concluye que "mientras Jodorkovski continúe en prisión, Rusia seguirá siendo lo que es: una 'kleptocracia' autoritaria".
THE GUARDIAN se expresa en parecidos términos. "El segundo juicio contra Jodorkovski no trata de un robo. Trata del miedo: miedo a lo que es pueda ocurrir si esta particular víctima de la injusticia fuera puesta en libertad".
El semanario THE ECONOMIST llega incluso a situar al multimillonario en desgracia a la misma altura que Andrei Sajárov, aun reconociendo lo forzado de la comparación (a pocos debe sorprender, si tenemos en cuenta que esta publicación liberal respaldó con entusiasmo el horripilante alumbramiento del capitalismo ruso).
NEWSWEEK -el semanario norteamericano que ha cambiado recientemente de manos- afirma que "Jodorkovski es probablemente tan culpable como otros multimillonarios oligarcas de haber usado sus conexiones políticas para apoderarse de bienes públicos", pero lo acepta hoy como el principal exponente de una Rusia "moderna e inteligente".
El NEW YORK TIMES, más templado, contiene el caudal de elogios a Jodorkovsky, pero hace votos por una sentencia absolutoria.
El propio magnate asegura en una entrevista reciente con NUEVA GAZETA que "no es un idealista", aunque si fiel a una idea y "está dispuesto a morir por ella". En otro momento de la entrevista asegura que Rusia no podrá ser reconstruida bajo el actual sistema de gobierno, "ineficiente, obsoleto y corrupto" y predice una crisis terminal en torno a 2015.
La mayoría de los rusos no creen en la limpieza del proceso judicial. Sin embargo, la suerte de Jodorkovski les importa poco, porque no tienen la memoria tan frágil.
LÁGRIMAS DE COCODRILO
Resulta comprensible y pertinente la denuncia de un sistema judicial más que dudoso. De igual forma que parecen justificadas y con fundamento las aprensiones ante la consolidación de un autoritarismo sin caretas en el poder ejecutivo de Rusia. Pero conviene recordar que ni los gobiernos ni la mayoría de los medios occidentales se mostraron tan diligentemente críticos durante la década de los noventa. Si lo que pasa ahora es inquietante, lo que ocurrió entonces fue ciertamente gravísimo.
Autoinmolado el sistema político comunista y disuelta la URSS, se pretendió que Rusia abordara, en paralelo, un proceso de democratización política y de adopción de una economía de mercado. No ocurrió ni lo uno ni lo otro. La democracia, veinte años después, no va más allá de una vacía arquitectura institucional. La economía de mercado es un sarcasmo. Lo que verdaderamente se ha instalado en Rusia ha sido un sistema cuasi mafioso, como corolario de una evolución bochornosa. El planteamiento de transformación radical defendido por Yeltsin y respaldado por Occidente convirtió la gran mentira soviética de la propiedad colectiva de los medios de producción en la gran farsa del capitalismo popular. El proceso de privatizaciones y concesiones estatales puede considerarse como el robo más grande que se ha conocido en una nación moderna. Se pasó de un falso comunismo a una sistema oligopólico impune y despiadado. Mientras, en Occidente se miraba hacia otro lado o se hacían cálculos sobre los beneficios a recaudar en un mercado sin ley.
En aquellos años florecieron un puñado de 'jodorkovskis', la inmensa mayoría de ellos hijos de poderosos dirigentes comunistas, retoños de la 'nomenklatura' comunista transformados en nuevos ricos. El patético mandato de Yeltsin no trajo prosperidad ni libertades a los rusos, sino miseria y vileza por doquier.
¿DIVISION EN EL KREMLIN?
Algunos analistas citados por THE GUARDIAN creen que el asunto Yukos puede abrir una brecha entre dos supuestas familias del Kremlin: los tradicionalistas y los aperturistas. Dicho de otra forma, de un lado, los exponentes de la burocracia estatal, y en particular de los aparatos de seguridad (los denominados 'siloviki'), cuyo patrón sería Vladímir Putin; y, de otra parte, sus pretendidos oponentes, los partidarios de una modernización real de Rusia, de su conversión en un verdadero estado de derecho, encabezados por el presidente Medvedev.
Sin embargo, otros expertos no conceden mucha solidez a esta visión del panorama político y consideran que el Presidente en ejercicio no es un verdadero actor independiente. Unos porque creen que su discurso es pura retórica vacía (NEWSWEEK). Otros porque consideran que su base de poder es absolutamente endeble (LE MONDE). Y unos terceros porque sospechan que Putin y Medvedev juegan a poli bueno y poli malo (o a Batman y Robin, como sostienen diplomáticos norteamericanos en despachos hechos públicos por Wikileaks).
En todo caso, para salir de dudas sobre la autenticidad de esta supuesta alternativa política dentro del régimen, el NEW YORK TIMES exige al Presidente Medvedev que haga uso de su prerrogativa legal y "perdone" (indulte) a Jodorkovski, en caso de que, como todo el mundo da por seguro, sea condenado de nuevo. Esa parece ser la línea de actuación que van a seguir los gobiernos occidentales.
En todo caso, se antoja limitada la capacidad real de Occidente para enderezar lo que nació torcido. De aquellas lluvias ácidas proceden estos lodos tóxicos que han contaminado, a lo peor durante generaciones, una nación que reúne una novena parte de las tierras emergidas, es depositaria de las mayores reservas mundiales de minerales y recursos energéticos, de la cuarta parte del agua dulce y de las mayores reservas forestales. Y, no lo olvidemos, con su todavía imponente arsenal de armas nucleares, es una de las dos potencias con capacidad para destruir varias veces toda esa riqueza y el resto de la que alberga la Tierra.

IRAK: LA VERDADERA CRISIS EMPIEZA AHORA

23 de diciembre de 2010

Bagdad, 21 de Diciembre. Nueve meses después de las elecciones legislativas, concluye el bloqueo político y, por fin, un nuevo gobierno, dirigido por el primer ministro saliente, el chií Nuri Al-Maliki, obtiene el respaldo amplio del Parlamento.
Bagdad, 21 de Diciembre. Las diferencias entre los aliados del nuevo gobierno iraquí y las tensiones internas en varias de las formaciones políticas hacen temer por la estabilidad de la amplia coalición salida de las elecciones de marzo.
Estos dos "leads" informativos podrían haber figurado perfectamente en los resúmenes de agencia del día en que se anunció la constitución del nuevo gobierno. En realidad, la crisis empieza ahora. Lo que vivía Irak desde las elecciones del 7 de marzo era una situación de espera. A todos los efectos, el primer ministro Al-Maliki gestionaba una continuidad expectante. Ahora tendrá que mantener una permanente vigilancia para prevenir una crisis que podría acabar no sólo con el gobierno, sino con el frágil pacto de no agresión entre las distintas fuerzas políticas, sociales y religiosas del país.
Las amenazas son de dos tipos: horizontales y verticales. A la que añadiríamos una tercera: la amenaza fantasma.
LAS AMENAZAS HORIZONTALES
Debe entenderse por horizontales las amenazas procedentes de las profundas diferencias entre las comunidades integrantes del país (sunníes, chíies y kurdos, como actores principales, aunque no únicos). Las amenazas horizontales son las que tienen el potencial más destructivo. Pueden asemejarse a las placas tectónicas: cuando colisionan provocan terremotos, en ocasiones devastadores.
La supuesta salida de la crisis no ha alejado el riesgo de colisión, aunque algunas maniobras del astuto Al-Maliki indiquen lo contrario. Como se recordará, numerosos notables sunníes -con sus respectivas clientelas políticas y tribales- fueron privados del derecho a participar en las elecciones por supuesta colaboración con el Baas de Saddam; por lo tanto, no son diputados, no están en el nuevo Parlamento. Pero en un intento por neutralizar posibles operaciones de concentración, Al Maliki ha conseguido que uno de esos proscritos acepte ser uno de los viceprimeros ministros. Naturalmente, otros muchos quedan marginados y no será fácil que acepten esta situación.
Más difícil le ha resultado integrar a la gran formación rival, Al Iraquiya, cuyo nombre indica su voluntad de unidad nacional. Se trata, en efecto, de un conglomerado de políticos de todas las comunidades partidarios de superar el sectarismo que ensangrienta Irak. Al Iraquiya, liderado por otro primer ministro amparado por Washington, Iyad Allawi, fue, en realidad, la ganadora de las elecciones, ya que obtuvo 91 escaños, dos más que Estado de Derecho, el partido del jefe del gobierno saliente. Pero desde un principio se tenía la firme impresión de que tendría muchas más dificultades para enhebrar una mayoría parlamentaria que pasara la sanción del Parlamento.
El pacto de Al Iraquiya con Al-Maliki ha sido trabajoso y se antoja frágil. Uno de los dirigentes de la coalición intercomunitaria (significativamente, no Allawi) será Presidente del Parlamento. Un puesto desde el que se pueden realizar maniobras para salvar el gobierno, pero también para derribarlo. El líder de Al Iraquiya ha pactado encabezar un nuevo organismo que podría traducirse, resumidamente, como Consejo Nacional de Estrategia. Como podría esperarse del inmaduro sistema institucional iraquí, no se sabe con precisión sus funciones. LE MONDE puede tener razón al comentar que se tratará de una "instancia de decisión para los sunníes, solamente consultiva para los chiíes".
Con los kurdos, el pacto ha sido más sencillo. A cambio de que el histórico Jalad Talabani continúe como Jefe del Estado, puesto privado de las principales funciones ejecutivas, aunque no meramente testimonial, los kurdos sostendrán al gobierno con sus 57 diputados. Siempre, claro, que el Ejecutivo no entre en una dinámica de desestabilización que eleve notablemente el coste del apoyo.
La lucha por el control del petróleo y los problemas constitucionales de las zonas limítrofes (en torno a Kirkuk) no están resueltos. Que Maliki quiera acaparar con hombres de su confianza el manejo del principal recurso del país es lógico. Pero también le sitúa en el blando de las insatisfacciones de sus rivales, kurdos o sunníes.
LAS AMENAZAS VERTICALES
Deben entenderse las amenazas verticales como las fracturas en el interior de cada gran bloque o comunidad (moderados, radicales, aperturistas, tradicionalistas). Se podrían equiparar a las tormentas tropicales o las lluvias torrenciales, quizás menos devastadoras, pero también más imprevisibles en su aparición temporal.
El exponente más claro de estas amenazas es el acuerdo entre los dos grandes bloques chiíes. Al-Maliki siente un visceral rechazo de los radicales del clérigo Moqtar Al-Sadr, cuyas milicias causaron tantos quebraderos a los norteamericanos en los suburbios de Bagdad. Pero sus 40 diputados les proporcionaban el derecho de estar en este gobierno donde todos sacan tajada, aunque no del mismo tamaño. Los saderistas parecen ahora más pragmáticos. En la línea evolutiva de Hezbollah en Líbano o de Hamas en Palestina, han decidido continuar la batalla en el frente político y, sobre todo, en el social. Su estrategia consiste en abanderar la mejora de los servicios al ciudadano, en particular a los más necesitados. Si tienen éxito -habría que decir si Maliki consiente que presente esos eventuales éxito como suyos-, las relaciones de Irak con Estados Unidos pueden complicarse, se admite en el NEW YORK TIMES.
Entre los sunníes, las divisiones son menos atronadoras, pero no menos agudas. La colaboración con los chiíes produce ronchas, después de toda la sangre que ha bajado por Mesopotamia: la reciente y la que dió fundamento a los imaginarios. En la formación mixta de Allawi, la participación en el gobierno en estas condiciones ha provocado protestas públicas. Un diputado del Al Iraquiya voceó sus dudas sobre la naturaleza democrática de Irak en plena sesión de investidura. El presidente del Parlamento, un correligionario, le mandó callar. Pero otros muchos colegas de bancada pensaban los mismos. Las frustraciones personales -la amenaza verticales que discurre de arriba a abajo en el escalón de los partidos- son peligrosas.
En el partido de Al-Maliki también se escucha ruido. Hasta ahora las voces de discordia más activas han sido las femeninas. Las mujeres, diputadas o dirigentes del aparato, no se han conformado con el incumplimiento de la Constitución, que prevé un cuarto de los puestos ministerial para mujeres. Sólo hay una -y ocupa un puesto de segundo rango- en el nuevo gobierno de Al-Maliki. No sólo protestaron ellas: diputados de Al-Maliki mostraron claramente su disconformidad con esta medida que deja en evidencia el discurso modernizador del primer ministro.
...Y LA AMENAZA FANTASMA
Por tanto, no es descabellado temer que la verdadera crisis está por venir. Consciente de la fragilidad de su gobierno y de la escasez de confianza circulante, Al Maliki no ha podido, o no ha querido, asignar los cargos ministeriales relacionados con la Defensa y la Seguridad. Se los reserva de nuevo. O sea, acumula poder. Sabe que lo va a necesitar. Después de todo, Irak todavía soporta decenas de muertos todos los meses por causas violentas.
Pero, además, el control de estos "ministerios de fuerza" le resultan imprescindibles para vigilar de cerca el proceso de repliegue militar norteamericano. De aquí a un año deberían abandonar Irak los 50.000 soldados que permanecen en el país, en calidad de asesores, formadores o protectores de sus compañeros. Las dudas sobre el cumplimiento del calendario se mantienen y no se disiparán hasta el final, porque dependerá del clima político y, ante todo, de la capacidad de la insurgencia para poner en jaque del nuevo al débil entramado político e institucional. Es una amenaza fantasma, que no fantasmagórica.

¿HASTA CUANDO ABUSARÉIS DE NUESTRA PACIENCIA?

16 de Diciembre de 2010

Berlusconi ha superado esta semana dos mociones de censura, una en cada cámara del legislativo. En el Senado, el jefe del gobierno salió airoso por un margen cómodo (308 frente a 162). El dramatismo quedó reservado a la Cámara de Diputados, donde sólo por tres votos se decidió la permanencia de Il Cavalieri en el Palacio Chigi. (314 con 311 y dos abstenciones).
El caso es que Berlusconi llegó hasta el final de la partida y terminó ganando la mano con la que se lleva, de momento, la mayoría de fichas del tapete. El otro tahúr que tenía ahora enfrente era su aliado de los últimos tres lustros y de un tiempo acá rival, Gianfranco Finni.
EL MUTANTE FINNI
Este personaje, ahora pregonero y adalid de una derecha italiana moderna (?), resulta un maestro de la volubilidad política. Criado a los pechos de Giorgio Almirante, durante décadas el depositario indiscutido de la herencia mussoliniana, Finni consiguió transformar la nostalgia imposible del fascismo en un club político de laboratorio llamado Alianza Nacional.
Se enganchó al carro de Berlusconi a mitad de los noventa, al darse cuenta de que el mal olor que se desprendía de sus suelas políticas exigía más tiempo y adicionales capas de pintura para anclar el olvido. Pero tuvo que tragarse el sapo de admitir en ese gran pacto de la nueva derecha a los arribistas, xenófobo y asaz atrabiliarios de la Liga Norte, quienes presumían de hacer jirones el discurso de su sacrosanta unidad nacional. Con ese panorama, Finni suplantó la identidad neofascista por la del neoliberalismo rampante de final de siglo.
Ese triunvirato de la Roma moderna, compuesto por Berlusconi, Finni y Bossi, tuvo a gala enterrar la Segunda República, sin ser capaces de alumbrar la Tercera. En su lugar parieron un monstruo político que ha ido apareciendo más patético a medida que se demostraba la falacia del propósito.
Finni fue el primero en darse cuenta de que el experimento no daba para más. Ya intentó hace tiempo desbaratarlo, cuando Berlusconi hincó por primera vez la orilla en la arena. Pero la fórmula volvió a recomponerse, bien que retocada, al darse cuenta el "modernizador" que sin el concurso del magnate mediático nunca sería primer cónsul.
Cuando hace dos años estalló esta especie de crisis de civilización capitalista y la catadura de Berlusconi empezó a resquebrajarse, Finni creyó oportuno dotarse de un nuevo camuflaje para seguir aspirando al poder. Su futuro político pasaba por liquidar el triunvirato y presentarse como la solución moderada, unitaria, moderna y necesaria en los tiempos convulsos de un país a la deriva. Ese es el sentido de su operación de derribo de Berlusconi, escenificada con ribetes tan propios de opereta. El primer ministro tenía la crisis donde quería: en el terreno ambiguo de los trágico y lo bufo. "Derribar el gobierno sin alternativa sólida es una locura", dijo en el Parlamento. No le faltaba razón.
Pero como decía hace un mes uno de los seguidores de Finni al corresponsal de LE MONDE, en esta ocasión "la ruptura de Gianfranco con Berlusconi no era sólo política, sino también sentimental". Como le pasó a Bruto con César.
EL CIRCO POLÍTICO
Finni creyó contar con la connivencia de suficientes diputados del partido del primer ministro. Pero se confió, o menospreció a Il Cavalieri, quien hacía el mismo juego a la inversa, reclutando traidores a Finni detrás de las columnas. Llegado el momento de la verdad, el líder de esa derecha que se proclama de futuro hizo acudir al hemiciclo a dos de sus correligionarias prácticamente rompiendo aguas -una en ambulancia, otra en silla de ruedas-, porque no podía prescindir de sus votos. Debió darse cuenta de su fracaso antes de producirse, porque durante la votación se le vio enganchado de nuevo a la nicotina, después de haber dejado de fumar hace un año. Anécdotas, éstas dos últimas, leídas esta semana en THE ECONOMIST, la biblia periodística del liberalismo, incapaz de digerir la excepcionalidad italiana.
A este punto hemos llegado. Con un primer ministro convertido en héroe de telefilm de serie B, al que ya veíamos en la pantalla con la soga al cuello, salvándose en el último minuto, como lo haría un forajido osado en uno de esos western spaguetti. Es decir, repartiendo el botín entre los renegados de una banda rival. No es raro que sus señorías se agarren a trompadas en el Parlamento, como gustan decir sus herederos argentinos. Ganas no faltaron tampoco este martes de emular ciertas prácticas gladiadoras.
A estas alturas, la Italia de Berlusconi se parece casi como dos gotas de agua a sus televisiones. No sólo por la materia de la que están hechos sus espectáculos, sino también por los juegos malabares de disimulo sobre el control de sus activos. Los enredos de los últimos días mantienen a Berlusconi como primer ministro, pero se ignora de qué depende la estabilidad del gobierno. En otras palabras, se desconoce el alcance de las promesas hechas por el Presidente del Consejo para lograr que ciertos diputados se vieran asaltados por repentinos cambios de juicio. "Una situación ridícula por no decir trágica, en detrimento de los italianos" como sentenciaba lúcidamente LA STAMPA de Turín.
E LA NAVE VA
En Italia hemos visto de todo. No sólo con Berlusconi en el timón de la nave, que va, por ahora va. Aunque ya nadie puede asegurar cuán lejano se fía ese destino. Antes acontecieron otros diluvios que dispararon los peores augurios sobre la salud pública. Y, sin embargo, surgieron siempre arcas de Noé que pusieron a salvo ciertas especies capaces de garantizar la supervivencia de la fauna política. Si no se puso a buen recaudo la integridad, si al menos los reflejos de la clase política.
Después de la escena teatral, remake del exordio de Cicerón al patricio Catilina, desenmascarando su complot para derribarlo (¡Hasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia!), no debe descartarse una nueva reconciliación. Nada complacería más al político milanés que otro ejercicio de humillación de su antiguo aliado, mediante la renovación del juramento de vasallaje: eso sí, convenientemente maquillado.
La oposición -la izquierda moderada, la sociedad laica, la Italia más decente- continúa buscándose a sí misma y pagando culpas en un purgatorio tan exigente como el de Dante. Algunos grupos de jóvenes salieron a la calle para protestar. Pero la mayoría de la población parece asistir impávida a una decadencia interminable y teatral.

IRAN: TODAS LAS FORMAS DE LA GUERRA

9 de diciembre de 2010

El malestar que el mundo diplomático vive desde que se iniciara la lluvia fina de Wikileaks (no la llamemos tormenta: cala, pero no ahoga) puede provocar la desconcertante consecuencia de precipitar ciertos asuntos pendientes. No únicamente, o sólo por esa razón, claro está, pero si como factor coadyuvante.
De todo el catálogo internacional, destaca seguramente la nuclearización de Irán. Las filtraciones del departamento de Estado no han descubierto nada dramático, en puridad. En todo caso, han confirmado algunas aprensiones: que se desconoce con exactitud el nivel de avance del proceso, que Irán ha debido abastecerse en mercados particularmente indeseables, que algunos dirigentes árabes (singularmente los monarcas petroleros del Golfo) están más ansiosos que nadie por abortar la aspiración de los ayatollahs, que Israel presiona de lo lindo en favor de una opción militar y que las potencias occidentales no saben ya cómo convencer a los iraníes para que entren por el aro.
Lo que no ha aparecido en los papeles desvelados estos días -ni seguramente aparecerá- son esas otras acciones equivalentes a las militares. No en todo caso "opciones", sino actuaciones ya en marcha.
OFENSIVAS MENOS ARRIESGADAS
Dos hechos muy recientes sobresalen sin discusión: el asesinato de Majid Shahriari, uno de los principales científicos responsables del programa nuclear iraní, y la infección informática del software que gestiona el funcionamiento de las centrifugadoras. La mayoría de los medios occidentales se han ocupado muy poco del primer asunto y algo más del segundo. Una relevante excepción lo constituye el interesante análisis publicado por THE OBSERVER.
El dominical describe con detalle la ejecución de este atentado mortal y de otro de idéntica factura que no resultó tan exitoso: el otro científico, Fereydum Abbasi, consiguió salvar la vida. A comienzos de año, un colega de estos dos expertos, Massud Alimohammadi, también fue abatido en las calles de Teherán. Con cierta candidez, algunos medios dirigieron inicialmente las sospechas hacia los escuadrones de la muerte del régimen. Poco después se consideró la autoría de dos de los grupos armados de la oposición (Jundullah y Mujaidines-e-Jalq), con escasa convicción. Cuando se conoció la ocupación de la víctima, las sospechas empezaron a cambiar de dirección. Hace tres años, el responsable de las instalaciones nucleares de Isfahan murió víctima, aparentemente, de radiación. Pero, ya entonces, otras fuentes creyeron que, en realidad, había sido envenenado.
En el artículo del OBSERVER, se citan fuentes de los servicios de inteligencia occidentales, propias y de la revista TIME, que centran prioritariamente sus sospechas sobre la autoría de esos "tres asesinatos y medio" en el Mossad israelí. Se resaltan tres argumentos: 1) Israel ya empleó este mismo método expeditivo paras liquidar a los científicos que levantaron el programa nuclear iraquí a comienzos de los ochenta; 2) el director saliente del Mossad, Meir Dagan, había obtenido permiso político para intensificar el recurso de asesinar a los enemigos de Israel (práctica que continuará con el nuevo jefe de los temidos servicios secretos); 3) la ejecución extremadamente profesional de los atentados.
Estas variaciones de guerra encubierta o de baja intensidad tiene la ventaja de minimizar los riesgos. Si Bush dejó pasar la oportunidad y Obama trata de retrasarla lo más posible es en gran parte debido a las consecuencias inevitables demasiado costosas: llámese fracaso parcial, represalias, inestabilidad en la yugular del tráfico petrolero (Ormuz), etc.
Israel ya habría obtenido de Estados Unidos las bombas anti-búnker que llevaba años demandando por si el presidente norteamericano de turno no se atreviera a dar el paso. Pero actuar en contra del deseo de la Casa Blanca, en estos momentos de enésimo intento de negociación de paz en Oriente Medio, podía acarrear daños políticos y diplomáticos a considerar. Si no hubiera otra alternativa, sería ingenuo estimar que Israel se atendría a la templanza.
Pero podrían haber encontrado un camino, al menos provisional. Si no podemos detener, o controlar, o encauzar el programa nuclear, hagámoslo imposible, inviable en su raíz: destruyendo sus mentes o anulando su tecnología con ataques blandos, limpios, o de los que apenas dejan rastro.
EL ARMA DEL TIEMPO
Obviamente, estas actuaciones podrían ser tácticas, pero carecen de profundidad estratégica: es decir, por si solas no son suficientes para arruinar los designios de Teherán. Resultan muy eficaces para retrasar la culminación del proceso y ganar tiempo. El otro instrumento, las sanciones internacionales destinadas a neutralizar el suministro de todo tipo de material coadyuvante, arroja resultados más desmayados. Otra cosa es meter material defectuoso en los envíos, otra forma de guerra, el boicoteo, el sabotaje, que también estarían practicando agencias occidentales.
Con este panorama, la mayoría de los analistas conceden pocas esperanzas a la nueva ronda negociadora que se inicia este viernes en Ginebra, a pesar de las invocaciones de la Secretaria Clinton en favor del "engagement" (diálogo o negociador). Irán habría acumulado ya 3 toneladas de uranio pobremente enriquecido y habría avanzado considerablemente en el desarrollo tecnológico que permitiría elevarlo a la condición exigida para la fabricación de bombas nucleares.
Discrepa del pesimismo Robert Dreyffus en THE NATION. Este veterano observador de Irán cree que la propuesta que se presente a Teherán parece a primera vista aceptable. En pocas palabras, consiste en que Irán entregue a Rusia su uranio poco enriquecido para su reprocesamiento en combustible. Parte de este material sería empleado en un reactor destinado a uso médico en Teherán, pero la mayoría iría destinada a la planta de Bushrer, construida precisamente con tecnología rusa, y destinada a fines civiles. En caso de que los negociadores iraníes reciban autorización de aceptar esta oferta, las potencias occidentales permitirían a Teherán que continuara desarrollando la construcción de centrifugadoras. Naturalmente, todo el proceso estaría sujeto a la estrecha vigilancia de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Este esquema sobre el que se intentará trabajar suscita, no obstante, numerosas interrogantes y no pocas trampas, de uno y otro lado. De ahí el escepticismo dominante. Aunque el plazo de este año parece un ardid israelí, a Obama se le acaba el tiempo de la reflexión.
Para complicarle el escenario aún más, se desinflan las perspectivas de un acuerdo entre israelíes y palestinos. Netanyahu no quiere o no puede prorrogar la congelación del proceso colonizador en territorio palestino ocupado y la Casa Blanca acaba de decidir la renuncia a esta exigencia previa para reanudar las negociaciones bilaterales directas. No parece probable que los palestinos cedan, por lo menos enseguida. El proceso tiene visos de estancarse, si no lo estaba ya. Se avecina una enésima ronda de incómodas escaramuzas diplomáticas. No es que este asunto este directamente vinculado con el de Irán, pero abre un nuevo frente en el esfuerzo diplomático y proyecta sombras de malestar e inquietud en el mundo islámico.

LA GRAN FARSA DEL MUNDO

2 de diciembre de 2010

La última ronda de filtraciones de Wikileaks tiene revueltos a gobiernos, diplomáticos, empresas periodísticas, informadores y ciudadanos con elevado nivel de candidez.
Salvo excepciones muy escogidas, todo el caudal de "revelaciones" que nos viene inundando desde comienzos de semana, nos ha descubierto poco o nada que no supiéramos ya a grandes rasgos sobre las motivaciones y orientaciones de los dirigentes mundiales. Pero no por ello carece de interés gran parte de lo que hemos tenido la oportunidad de comprobar estos últimos días. A este respecto, podrían hacerse algunas consideraciones, no necesariamente por este orden:
1) Del morbo no se libra tampoco la información internacional. Según los rankings de atención de las versiones digitales de las publicaciones escogidas para las filtraciones, los aspectos que parecen haber despertado más atención de los lectores son aquellos que tienen que ver más con las cuestiones personales o de carácter que los relacionados con enfoques estratégicos o de fondo. Es natural. Los comentarios de diplomáticos norteamericanos sobre Sarkozy, Merkel, los Kirchner, Chávez, Zapatero, etc. tienen un "mercado" que resulta irresistible. Y, sin embargo, nada de lo leído estos días, ni siquiera lo que pudiera parecer más delicado, resulta del todo sorprendente o rompe un cliché establecido. Por lo demás, el impacto emocional de las filtraciones recuerda a de los libros de memorias de los influyentes dirigentes políticos, con la diferencia de que, en este caso, los conflictos, las tensiones o las polémicas aún están calientes .
2) La aparente irritación de la jefa de la diplomacia norteamericana, Hillary Clinton, llegando a calificar de "riesgo para la seguridad nacional" y de "peligro para la estabilidad de las relaciones internacionales" resulta ciertamente exagerada. Omite la Secretaria norteamericana de Estado que no pocas veces son los gobiernos -incluido el suyo- los que filtran, y no siempre tienen en cuenta el efecto que pueden ocasionar en la seguridad de los países afectados o en el prestigio de los gobernantes poco dóciles o esquivos.
3) Peor aún, lo verdaderamente escandaloso es la deficiente protección de una información que supuestamente resulta tan importante blindar del escrutinio público. Como dicen los anglosajones, la señora Clinton parece hacer "posturing"; es decir, que se hace la ofendida. O está justificando las previsibles medidas que se adopten para castigar a los autores de las filtraciones y prevenir ulteriores sobresaltos.
4) Esta comúnmente aceptado que la diplomacia consiste en una sublimación de la hipocresía. No hace falta ser un experto en la materia para aceptar tal axioma. En este sentido, a pocos sorprenderá que estos cables de la discordia reflejen la intención contumaz de engañar sin ofender y sin que se advierta el engaño; o mejor dicho, sin que lo adviertan no sólo aquellos a los que se engaña, sino también los terceros, los no directamente implicados, si se puede decir tal cosa en un mundo tan interconectado como el actual.
5) A pesar de lo anterior, es improbable que siquiera algún país modifique sus políticas, sus análisis, sus pronunciamientos internos y externos simplemente por el hecho de que han sido puestos en evidencias o desnudados en público. Todo seguirá igual en la diplomacia internacional, y no sólo a grandes rasgos. La política exterior es o puede ser tan mediática como cualquier otra, pero los márgenes de rectificación, disimulo u ocultamiento son mucho más estrechos o limitados.
6) Algunas lecturas sobre las posibles intenciones ocultas de estas filtraciones se antojan disparatadas. En concreto, las que insinúan que pudieran haber sido consentidas, si no alentadas, por el propio gobierno de Estados Unidos con el propósito de ridiculizar, incomodar o debilitar la credibilidad de algunos gobiernos o dirigentes díscolos, incómodos o abiertamente hostiles. Se trata de interpretaciones deudoras de teorías conspirativas poco solventes. Nunca se puede descartar por completo algo así, pero no se percibe con claridad que tal método compense el escozor producido, la sensación de que la única potencia mundial resulta llamativamente vulnerable.
7) Algunos medios escogidos para la filtración se han excedido en la exhibición de los "scoops" o "primicias". Bajo la invocación de la sacrosanta función de servir de contrapeso al poder, o a los poderes escrutados, lo cierto es que se percibe el intento de ganar prestigio y, con ellos, audiencia, atención y venta, en una época especialmente terrible para la prensa en casi todo el mundo. Si resulta poco convincente la defensa de Clinton frente al peligro potencial de la filtración, también se atisba cierta hipocresía practicada por algunos medios cuando invocan el elevado principio de la libertad de expresión.
8) Lo más interesante de lo que viene publicándose estos días no está en la letra gruesa o resaltada de los titulares, sino entre líneas, en aquello que no resulta espectacular, o incluso pasa desapercibido al gran público, pero que al observador más atento, al analista puede servirle para contrastar lo ya parcialmente sabido, las hipótesis de análisis, los elementos de reflexión e incluso las posibles tendencias o evolución de conflictos o dilemas aún por resolver.
9) En algunas ocasiones, lo más inquietante no es lo que nos oculta la diplomacia o los aparatos de los Estados, sino la ignorancia que esas mismas instituciones tienen sobre lo que ocurre en otros lugares y países (el caso de Corea es el más típico, pero no el único), a pesar de la extensión e impunidad creciente de los servicios de inteligencia. O de los propios diplomáticos empleados como vulgares espías. En ocasiones, sin reparar en quebrantos obscenos de la leyes nacionales e internacionales.
10) En el caso de España, las complicidades o comprensiones que la embajada norteamericana habría logrado concitar en sus maniobras obstruccionistas destinadas a bloquear el encausamiento de los responsables de la muerte del cámara José Couto resultan de una especial gravedad. De confirmarse, deberían acarrear consecuencias.
En fin, aprovechemos este caudal informativo, pero hagamos un esfuerzo por no dejarnos seducir por lo más llamativo, impactante, morboso o simplemente atractivo. La realidad internacional seguirá siendo compleja, por mucho que hayamos buceado unos días en las tripas de los diplomáticos y en los bastidores de la gran farsa del mundo.