ORIENTE MEDIO: GUERRAS SECTARIAS Y PARADÓJAS




9 de Enero de 2014
                 
Todos los frentes de conflicto en Oriente Medio se han reactivado en las últimas semanas, a partir de la guerra civil en Siria, que actúa como factor principal en la desestabilización de la zona. Irak y Líbano viven sus consecuencias con especial intensidad. Las ondas de choque de este conflicto interno musulmán se propagan a otros países como Yemen y Afganistán. Pero, ante todo, ponen de manifiesto la hostilidad irreconciliable entre Arabia Saudí e Irán, que conoce un tiempo de especial virulencia debido al acuerdo nuclear provisional entre Teherán y Washington.
                
 SIRIA: GUERRA INTERNA REBELDE
                 
Los rebeldes sirios, sin olvidar su prioridad de derribar el régimen de Assad, parecen más concentrados recientemente en luchar ferozmente entre ellos. El conflicto se ha convertido en un auténtico pandemonium. Los rebeldes luchan abierta y ferozmente entre sí. Ya hace meses que los moderados (nacionales sirios la inmensa mayoría, sunníes y de otras confesiones, e incluso antiguos partidarios del régimen hoy desencantados o disidentes, más o menos apadrinados por Occidente) combaten contra los grupos opositores yihadistas.
                 
Últimamente, sin embargo, éstos últimos también se enfrentan entre sí. Como ocurre estos primeros días del año en la provincia norteña de Idlib. Los 'islamistas nacionales' de Al Nusra se han unido a los moderados prooccidentales para intentar expulsar de sus feudos a los ultras del denominado ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria). Este grupúsculo, compuesto fundamentalmente por extranjeros, alberga el mismo propósito que sus correligionarios sirios, en cierto modo más moderados, apoyados por el reino saudí: derribar el eje chií-alauí que vincula a Irak y Siria con el padrinazgo de Irán.  Pero la brutalidad del ISIS ha hecho estallar las contradicciones en el frente yihadista. Este mismo grupo, el ISIS, se ha convertido en el protagonista del último ciclo de desestabilización en Irak.
                
 IRAK: SE RADICALIZA EL MALESTAR SUNNÍ
                
 El primer año sin presencia militar norteamericana se ha cerrado con un récord de muertes desde la retirada norteamericana y una sensación de inestabilidad creciente, agudizada en los últimos días con el pulso entre el gobierno, dominado por los chiíes y las milicias conectadas con Al Qaeda, en la convulsa provincia occidental de Anbar.
                 
Las razones de la turbulencia de las últimas semanas vienen de lejos, como ha explicado con todo detalle en el último número de la revista TIME el escritor, analista y reportero Ned Parker, un buen conocedor del país. Los sunníes iraquíes consideran que el gobierno del chií Nuri Al-Maliki les margina deliberadamente, cuando no los persigue y hostiga directamente. Un elemento particular de irritación ha sido la política carcelaria, que mantiene a cientos de sunníes en las cárceles, y la demora en las anunciadas reformas de los aparatos judiciales y de seguridad, para hacerlos más integradores.
                 
La emergencia del ISIS no contó al principio con el apoyo de líderes tribales sunníes en varias provincias de Irak. Pero los errores, dilaciones y problemas internos en el gobierno de Maliki fueron aumentando la irritación de esa comunidad, hasta ver en los grupos extremistas un instrumento de presión contra las autoridades de Bagdad. También ha contribuido a fortalecer al ISIS la división entre notables sunníes en la provincia de Anbar.
                 
En la ofensiva de los últimos días, los militantes próximos a Al Qaeda tomaron el control de las emblemáticas ciudades de Ramadi y Falluja. Para conseguirlo, ha resultado decisiva la defección de grupos locales sunníes que decidieron romper con el gobierno central. El gobierno ha reforzado los efectivos militares y se espera un asalto, una vez que la población civil haya evacuado las ciudades. Pero, pase lo que pase, ésta y otras provincias de mayoría sunní representarán un quebradero de cabeza para el gobierno central.
                 
De forma muy significativa, Maliki ha recibido armamento punta de Estados Unidos (misiles 'hellfire' y 'drones' de vigilancia) para hacer retroceder a estos grupos radicalizados sunníes, muchos de los cuales son extranjeros. Pero Obama no parece dispuesto a un apoyo incondicional porque no confía plenamente en Maliki. La Casa Blanca seguirá presionando al primer ministro iraquí para que ponga en marcha una política más integradora y restablezca las alianza con los sectores sunníes moderados, una estrategia que, unida al incremento de tropas norteamericanas ('surge'), detuvo a mitad de la década pasada a los insurgentes.
                 
LÍBANO: GUERRA POR ÓSMOSIS
                
En Líbano se prodigan los ataques terroristas y las calles de Beirut son testigos de escenas que recuerdan a los brutales años setenta y ochenta, debido a los atentados sectarios que reflejan el desafío de terroristas sunníes de origen extranjero al hasta ahora estable poder de Hezbollah, fuerza no única pero sí hegemónica de la comunidad chií, apoyada y financiada por Teherán.
                 
Esta milicia luego reconvertida en partido y hoy conglomerado social, político, militar y económico atraviesa por momentos de incertidumbre. Desde su gran éxito histórico -forzar la retirada militar israelí del Líbano-, Hezbollah no se había visto obligado a defenderse. La guerra siria le ha puesto en primera línea de combate y le ha expuesto a la feroz hostilidad  de sus nuevos enemigos, las milicias afiliadas a Al Qaeda que combaten mortalmente a su protector en Damasco.
                 
En un artículo para FOREIGN AFFAIRS, el investigador Bilal Saab asegura que, por vez primera en su historia, se tiene la sensación de que Hezbollah podría estar viviendo "el principio del fin". Una estimación quizás precipitada o atrevida. Pero es cierto que flota una inédita percepción de debilidad. Esto se debería a tres factores: la dureza de los ataques enemigos, la pérdida reciente de algunos de sus principales jefes militares y las discrepancias en el conjunto de la comunidad chií libanesa -y en la propia organización- sobre el alcance del compromiso de la organización con la supervivencia del clan Assad.
                 
Irónicamente, Hezbollah es beneficiario subsidiario del deshielo entre Washington y Teherán, que ha propiciado el acuerdo nuclear interino. El propio líder espiritual de la organización, el jeque Nasrallah, lo ha admitido públicamente.                
           
UN LIMITADO ACERCAMIENTO               
                 
Irán y Estados Unidos comparten el objetivo de frenar el despliegue de Al Qaeda y sus acólitos en los distintos frentes de conflicto sectario. A Irán le interesa ahora la estabilidad para rehacer su economía.
Hay cada vez más señales que la administración norteamericana está dispuesta a otorgar un papel relevante a la diplomacia iraní en la región, si se afianza la vía constructiva que perciben en el eje Rohani-Zarif (Presidente y Ministro de Exteriores).
                 
En todo caso, esta cooperación tras 35 años de enemistad sigue un ritmo prudente y vacilante. Primero, porque la convergencia de intereses en Irak o en Líbano tiene sus límites. Segundo, porque no se advierten puntos de encuentro sobre el futuro de Siria. Y, finalmente, pero no menos importante, porque este paradójico acercamiento está provocando auténticas alarmas en Arabia Saudí y en Israel (ambos aliados privilegiados de EE.UU. en la zona y enemigos acérrimos de Irán). Israel seguirá boicoteando la continuidad del acuerdo nuclear. Arabia Saudí continuará apoyando, directa o indirectamente, confesable o inconfesablemente, a los movimientos yihadistas que amenacen las posiciones de poder favorables a Irán, aunque para ello alimente a sectores a los que persigue o dice perseguir en su patio trasero
                 
Un primer síntoma de los límites del inesperado acercamiento: la cabriola diplomática de Kerry proponiendo que los iraníes participaran de forma lateral o secundaria ("sidelines") en la conferencia internacional sobre Siria ha provocado un rechazo elegante de su colega iraní. "Teherán sólo aceptará ofertas que preserven el honor de la República Islámica". Los moderados pragmáticos iraníes tienen muy claro hasta donde pueden llegar.