11 de octubre de 2019
Abiy
Ahmed, flamante Premio Nobel de la Paz 2019, es el joven (tiene 42 años) primer
ministro de Etiopía, uno de los países africanos más poblados (100 millones de
habitantes) y diversos étnicamente (80 grupos distintos).
La
Academia le ha distinguido con el galardón más prestigioso de la escena mundial
“por sus esfuerzos dedicados a la paz y la cooperación internacional y en
particular su iniciativa para resolver el conflicto fronterizo con Eritrea”. En
realidad, el proceso de reconciliación entre Etiopía y su antigua provincia,
independizada en 1993, se había iniciado antes de su llegada al poder, hace ahora
año y medio. Pero, ciertamente, Aby ha trabajado intensamente estos 18 meses
por poner en práctica los acuerdos de paz. Uno de sus gestos más simbólicos fue
su visita a Asmara, la capital eritrea, donde pronunció un histórico discurso,
que bien podría ser comparado con el que Sadar protagonizó en la Knesset
israelí en 1977.
Abiy
no es un populista ajeno a la
política etíope. Forma parte del grupo dirigente del Frente Democrático de
Etiopía, que lleva gobernando el país desde la destitución del dictador militar
Mengistu Haile Mariam, en 1991. Pero Abiy no pertenece a la etnia Tigray, dominante
aunque no mayoritaria (sólo un 10% de la población), sino a los oromo, una de
las principales del país, pero con escaso peso hasta ahora en las jerarquías
del Estado y del partido (1).
Este
joven político africano ha sido valiente en sus ambiciones políticas. Luchó por
el liderazgo del partido-Estado desde posiciones subalternas, se atrevió a
iniciar un proceso de apertura política y de liberalización económica y ha
propugnado un entendimiento con los vecinos que va más allá de la paz con
Eritrea (1). Etiopía es la gran potencia en el Cuerno de África, región enclavada
en una encrucijada de rivalidades y rutas comerciales entre ese continente y la
Península arábiga, al otro lado del Mar Rojo. De hecho, la pacificación, aún
precaria, depende en gran medida de los equilibrios regionales, como ha
señalado el profesor de la Universidad de Boston, de origen etíope, Michel
Walderiam (2).
El
nuevo Nobel de la Paz puede ser considerado una especie de Gorbachov etíope, en
la medida en que pretende cambiar desde dentro el sistema político de su país
al tiempo que establece un clima de convivencia pacífica con sus vecinos y un partenariado
económico con las potencias regionales y mundiales, interesadas en el potencial
de Etiopía. Varios dirigentes europeos y medio orientales han visitado Addis Abeba
con la pretensión de convertirse en socios preferenciales. Macron, siempre
atento a los movimientos de cambio en África, viajó a primeros de año a Etiopía
y pudo conocer de primera mano los planes de Abiy (3).
El
primer ministro etíope ha prometido una democratización del régimen político:
después de proclamar una amnistía que dejó en libertad a miles de presos
políticos y de legalizar formaciones políticas opositoras, mantiene su promesa
de celebrar elecciones libres en 2020, con la garantía que supone haber
colocado al frente de la Comisión electoral a una figura de la oposición.
Otro
desafío importante de este proceso de reconciliación interior es garantizar los
equilibrios étnicos y regionales internos, quizás el eslabón más débil de su
proyecto político. Los tigrais, acostumbrados a ejercer la hegemonía,
contemplan con hostilidad un programa que sanciona una merma de su influencia
nacional. Aunque por el momento la enorme popularidad del primer ministro
parece haberle blindado de conspiraciones y revueltas, se mantiene el riesgo de
balcanización de Etiopía (4). La paz en Eritrea quedaría arruinada si elementos
tigrais hostiles a la pacificación consiguieran desestabilizar al primer
ministro.
NOTAS
(1) “Abiy Ahmed
is not a populist”. TOM GARDNER. FOREIGN POLICY, 5 de diciembre 2018.
(2) “Can
Ethiopia’s reforms succeed? What Abiy’s plans means for the country and the
region”. MICHAEL WOLDEMARIAM. FOREIGN AFFAIRS, 10 de septiembre de 2018.
(3) “Le
reformateur Abiy Ahmed face le défi ethnique”. CHRISTOPHE CHATÊLOT. LE
MONDE, 11 de marzo.
(4) “Don’t
let Ethiopia be the next Yugoslavia. FLORIAN BIEBER Y WOLDEMAGEGN TADESSE GOSHU.
FOREIGN POLICY, 15 de enero.