14 de noviembre de 2018
Las
conmemoraciones del centenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra
Mundial se han convertido en un ejercicio más del uso de la historia con
cálculos políticos oportunistas, abiertamente en el caso de Trump y de forma
más sibilina por parte de Macron, dos presidentes aparentemente opuestos pero
con ciertas semejanzas en la maña política.
LA
MALA DIGESTIÓN DE TRUMP
A
Trump no le gustan los viajes, que se preparan regular y luego él se encarga de
estropearlos sin remedio. Si los anfitriones son los aliados preferentes de EE.
UU, todavía peor. Por esa razón, este viaje estaba plagado de riesgos. El
presidente norteamericano estaba a otra cosa. Le preocupaba mucho más el recuento
de Florida, o la suma de escaños de los demócratas a medida que se iban
concluyendo los escrutinios, o las broncas internas en su staff. Además, la última cumbre de la OTAN había dejado un regusto
amargo que los diplomáticos profesionales no pudieron endulzar. Los fastos del terrible
acontecimiento que cerró el siglo largo
exigían un liderazgo más sutil, más sensible. O sea lo contrario de lo que
Trump quiere y puede ofrecer.
Trump
llegó a Paris de muy mala gana, como desvela el WASHINGTON POST (1). Ya en el Air Force One tuvo una conversación telefónica
difícil, y no era la primera, con la Premier May, que prefirió quedarse en
Londres, para atender las negociaciones del Brexit. No es la primera vez que ocurre.
El
discurso del ocupante nacional-populista de la Casa Blanca es de sobra conocido:
Europa debe hacer mucho más (o sea gastar más) en su propia defensa y Estados
Unidos debe pagar menos. Quizás por eso, debía haberle sonado bien que, en
vísperas del emotivo encuentro, Macron abogara de nuevo por la creación de un
Ejército europeo. Pero a Trump le pudo el malhumor y prefirió entenderlo como
una afrenta. Hurgó sin tacto en las discordias transatlánticas: la factura
militar aliada, el pacto nuclear con Irán y la balanza comercial.
Al
cabo, Trump se dio un tiro en el pie al borrarse a última hora del acto de homenaje
a los compatriotas caídos, cuyos restos yacen en el cementerio de Aisne-sur-Marne,
debido a las adversas condiciones meteorológicas, aunque luego dijera que se lo
había aconsejado su servicio de seguridad. Una afrenta a los veteranos, ejemplo
asombroso de torpeza, incluso para alguien tan descuidado como él. Ya de
regreso no se privó de evocar los bajos índices de popularidad de su otrora amigo Macron y añadió la injuria al
insulto al ridiculizar el desempeño de los franceses en las dos guerras
mundiales (2).
LA SOLEDAD DE MACRON
La
UE no ha respondido hasta ahora a este despliegue hosco del America First con una postura clara,
coherente y coordinada. Para gran pesar de Macron, que ha fracasado tanto en
este empeño como en su proclamado proyecto de reflotar la Unión Europea, basado
en una fórmula de más Europa y más unida.
Macron
ha buscado en vano la complicidad de la canciller Merkel. Pero la dirigente
alemana, pese a sus buenas intenciones, reafirmadas en su discurso del martes
ante el Parlamento de Estrasburgo sobre una necesaria seguridad europea, se ha
visto atrapada en las maniobras internas de su partido. Al final, se ha
resignado a una despedida por fases que puede ser más rápida de lo que ella quisiera.
Merkel ha renunciado a seguir liderando su partido, la Unión Cristiano-demócrata,
pero pretende seguir al frente del gobierno.
Sus
correligionarios rivales tienen otros planes. En su último número, el semanario
DER SPIEGEL nos ofrece un relato apasionante de la lucha de poder interna en la
CDU y un comentario editorial en el que pide a la canciller que se retire de
una vez y de por terminado su servicio público, eso sí reconociéndole los méritos...
Nobleza obliga (3).
En
el resto de Europa, poco apoyo sólido puede encontrar Macron. Qué se podría esperarse
de Gran Bretaña, siempre escurridiza cuando se trata de la relación
transatlántica, y por demás ahogada ahora en las contradicciones, maniobras, trampas,
traiciones y dramas del Brexit. Rebelión
abierta en Italia, con guiños descarados de simpatía hacia Trump por parte de
la Lega, el socio menor pero más
pujante del gobierno, y de hostilidad manifiesta hacia Bruselas y París por los
asuntos del presupuesto y la gestión inmigración. Inestabilidad política en
España, en plena transformación del tablero político y la redefinición
territorial. Por no hablar del abierto desafío de los recién llegados
centroeuropeos, más trumpianos que el
propio Trump, y más peligrosos, por contar con estructuras partidarias más fieles
y articuladas.
Bajo
el Arco del Triunfo, Macron pretendió conjurar los “demonios” europeos y opuso
al nacionalismo rampante el “patriotismo” como valor positivo y solidario frente
a la “traición” que representan los egoísmos de cada Estado que sólo pretenden
defender lo suyo a costa de los otros. El inquilino del Eliseo compuso una de
su figuras favoritas al presumir de ser francés sin despreciar a los demás.
Corrección política en estado puro.
El
problema es que a Macron le hacen un caso muy relativo sus socios europeos y,
lo que es peor, cada vez menos ciudadanos franceses (4). En un año y medio se
ha evaporado un caudal político que algunos siempre sostuvimos que era un tanto
artificial, mediático, coyuntural. Francia no está en condiciones de liderar
Europa, porque carece, hoy en día, de un liderazgo interno con suficiente solidez.
LA
CASA BLANCA, EN ORDEN DE COMBATE
De
vuelta en casa, el presidente hotelero rumia con amargura la conquista demócrata
de la Cámara de Representantes y otros logros de última hora, que pueden
hacerle la vida imposible, o muy cara, en el segundo tramo de su mandato. Trump
se ha puesto en guardia. Después de librarse del fiscal general (a la sazón, ministro
de justicia en EE. UU.) y colocar en su puesto a un mandado con una dudosa hoja de servicios (5), envió un mensaje muy claro
al Partido Demócrata: si venís a por mí os
presentaré batalla (6).
¿Pero
eso es lo que quieren los demócratas? ¿Es eso lo que van a hacer? Hay muchas
dudas al respecto (7). El nuevo partido mayoritario en la House está tan dividido como siempre, si no más. Se pueden distinguir
tres grandes (que no únicas) corrientes: la derechista, heredera de los blue dogs (apenas distinguible de los
republicanos moderados hartos de Trump); la centrista (exigente con el
presidente pero dispuesta a llegar a acuerdo no lesivos con él); y la izquierda
(partidarios en mayor o menor medida de las investigaciones sobre el inquilino
de la Casa Blanca, hasta llegar al impeachment
si es necesario, aunque dispersos y divididos entre los progresistas, más templados
(Warren, Gillam, Abrams, Rourke), y los socialistas, jóvenes, neófitos y enérgicos
defensores de un programa de justicia e igualdad.
Trump,
eso puede darse por seguro, tratará de hurgar en las contradicciones demócratas
para reforzar su posición y afrontar la reelección con razonables garantías. Si
las cosas se tuercen, y aunque pueda sortear la investigación del fiscal
especial Mueller, no es descartable que se haga a un lado, aduciendo confusas
conspiraciones contra su persona, para no someterse a la humillación de la
derrota, que su vanidad no sabría tolerar.
NOTAS
(1) “Five
days of fury: inside Trump’s Paris temper, election woes and staff upheaval”. THE WASHINGTON POST, 14 de noviembre.
(2) “Trump
bromance with Macron fizzles spectacularly”. THE ATLANTIC, 13 de noviembre.
(3) “After
Angie.What Comes Next for Conservatives” y “Merkel Should Step Down from the
Chancellery”. DER SPIEGEL, 8 de noviembre.
(4) Macron
Hopes WWI Ceremonies Warn of Nationalism’s Dangers. Is Anyone Listening. THE NEW YORK TIMES, 8 de noviembre.
(5) “Matthew
Whitaker. An Attack Dog with Ambition Beyond Protecting Trump”. THE NEW YORK TIMES, 9 de noviembre; “Matthew
Whitaker is unfit for the job”. Editorial. THE
WASHINGTON POST, 9 de noviembre.
(6) “With
Sessions Firing, Trump Quickly Tests Democratic Resolve”. THE NEW YORK TIMES, 7 de noviembre.
(7) “Midterm
elections return Democrats to a debate over their 2020 presidential choice_
Passion or pragmatism”. THE WASHINGTON
POST, 10 de noviembre; “Winning the House, Democrats Vow to Check and
Balance Trump”. JOHN NICHOLS. THE NATION,
8 de noviembre; “Meet the new Hous democrats: They may not toe the line”. THE NEW YORK TIMES, 13 de noviembre.