4 de diciembre de 2024
Tres crisis han alcanzado niveles de alarma en los últimos días: Siria, Georgia y Corea del Sur. En todos estos casos, se trata de procesos que se venían gestando desde hace tiempo, de forma más o menos larvada. Los focos parecen distantes (Oriente Medio, el Cáucaso y Extremo Oriente). Y, sin embargo, parece detectarse una notable conexión entre ellos, debido a la participación, en distinto grado, de las principales potencias en la escena mundial.
LA MADEJA SIRIA
Siria es quizás el caso más
claro de conflicto internacionalizado. Aunque los actores locales juegan un
papel importante, sus actuaciones y el rumbo de los acontecimientos no podrían
explicarse sin la decisiva influencia de poderes externos.
Los islamistas de Hayat-Tahrir-Al
Sham (traducible por Organización para la Liberación del Levante) han tomado el
control de Aleppo, segunda ciudad del país, y avanzan hacia el sur, a través de
la provincia de Hama. En Aleppo, los islamistas han contado, según fuentes turcas,
con el apoyo del Ejército Nacional sirio (ENS), una organización militar amparada,
armada y financiada por Turquía. ( ).
Hayat-Tahrir-Al Sham (HTS)
fue la única milicia islamista que ha resistido en Siria. Se hizo fuerte en la
región de Idlib, en el noroeste del país. Este grupo es el sucesor del Frente
Al-Nusra, franquicia en su día de Al Qaeda en Siria. Cuando la red de Bin Laden
compitió violentamente con el Daesh por la hegemonía islamista, en Siria hubo
un intento fallido de conciliación. De Al-Nusra nació la HTS, bajo el liderazgo
de Abu Mohamed Al-Golani. Aleppo estuvo en manos de Al-Nusra hasta 2016, cuando
la acción combinada del ejército regular
sirio Assad, milicianos de Hezbollah, consejeros militares iraníes y la
aviación rusa permitieron al régimen sirio recuperar el control. Poco después, Assad
declaró la guerra ganada a “los enemigos”, pero un 30% del territorio nacional quedó
fuera del control de las fuerzas gubernamentales y aliadas. Ese escaso tercio
rebelde se concentraba en el norte. En el noroeste, el HTS controlaba la provincia
de Idlib. Y en la franja septentrional fronteriza con Turquía se crearon entidades
autónomas, unas bajo control de las milicias kurdas del YDF, enemigas tanto del
régimen sirio como de los islamistas, y otras en poder de los protegidos de
Turquía, y hostiles por tanto a los kurdos (2).
Pero la actuación muy
intensa y activa de Turquía en la crisis complicó las cosas. Los turcos no
podían aceptar la consolidación de un mini-estado kurdo en esa zona fronteriza,
sabiendo que los kurdos sirios están siendo apoyados por las organización kurda
turca del PKK, que Ankara considera como terrorista. El presidente Erdogan
ordenó que fuerzas militares turcas combatieran esas milicias kurdas, para disgusto
de Estados Unidos, que apreciaba mucho su capacidad militar en la lucha contra
el Daesh.
Trump intervino en la
disputa como elefante en una cacharrería. Guiado por su instinto de preferencia
por los “hombres fuertes” se puso del lado de Erdogan y ordenó que las fuerzas
norteamericanas dejaran de apoyar a las milicias kurdas. La reacción en el
Pentágono y entre los diplomáticos y agencias de apoyo fue de estupor, por
considerar que la decisión de Trump equivalía a traicionar a sus preciados
aliados. Al cabo, las instrucciones del mercurial presidente, como en tantas
otras cosas, no se materializaron. Pero los kurdos sirios se dieron cuenta que
debían asegurar una alternativa más segura que la protección americana y negociaron
un acuerdo con Assad, que permitiera estabilizar sus posiciones en el norte
frente a las acometidas turcas, sin amenazar la estabilidad del régimen sirio.
Moscú, tradicional aliado de los kurdos desde la época soviética, apoyo este pacto.
La madeja siria es un
reflejo de los frágiles equilibrios de poder. La lucha de todos contra todos sacude
las alianzas tradicionales y las condiciona a contradictorios intereses tácticos
(3).
Turquía es enemiga de Siria
debido a la adscripciones de cada uno de esos Estados a los dos troncos rivales
del Islam, sunní y chií (o, en el caso siro, alauí, rama local de la anterior).
Pero, a la vez, Turquía es un aliado de la OTAN, pero se opone radicalmente a
la colaboración de Estados Unidos con los kurdos sirios, por la vinculación con
sus hermanos turcos. Rusia es la aliada tradicional de Siria desde al menos la
guerra de 1967 contra Israel y mantiene dos importantes bases, una naval, en
Tartús, y otra aérea, en Jmeimim (ambas en la provincia de Lakatía), que le permiten
un acceso seguro y estable al Mediterráneo. Rusia y Turquía son enemigos
históricos, no sólo tras el orden internacional establecido después de la II
Guerra Mundial, sino mucho antes, con intereses enfrentados en el Cáucaso y en
el Mar Negro. Pero la evolución de Turquía desde el acceso de Erdogan, un
islamista “moderado”, al poder en 2003 (primero como jefe de Gobierno y, desde
2014, como Presidente de la República) ha generado tensiones continua con
Occidente. Como palanca de protección, Erdogan ha alcanzado pactos de
convivencia con Putin, pese a las diferencias históricas y recientes entre
ambos estados.
Hasta donde pueden llegar
ahora los islamistas en este nuevo desafío contra el régimen de Damasco es algo
difícil de predecir. Pero no debe escaparse el momento en que esto se produce.
Hezbollah ha sido diezmado en su arsenal, cadena de mando, liderazgo y efectivos
por los intensos bombardeos israelíes del último año contra sus bases,
cuarteles, depósitos de armas y viviendas en Beirut y en el sur del Líbano. No
parece que la milicia libanesa chií puede ser ahora de mucha utilidad para
Assad. Irán se encuentra muy ocupada en restañar el daño que Israel ha infligido
a su aliado libanés y, por supuesto, a Hamas, en Gaza. Aunque Teherán tiene
como prioritaria la estabilidad del régimen alauí sirio, y así lo ha reiterado
estos días, tampoco se encuentra en un momento óptimo para afrontar otra crisis
regional.
Los apuros de los aliados
regionales de Siria obliga a Moscú a un esfuerzo adicional para impedir un
nuevo hundimiento de Assad. La aviación rusa, en combinación con la siria,
están intentando frenar el avance de HTS hacia el sur, pero la desorganización
y debilidad del ejército sirio hace muy difícil articular una barrera de protección
en tierra.
Por otro lado, Rusia no se
encuentra tampoco en las mismas condiciones que hace una década. La guerra en
Ucrania le exige la plena utilización de sus recursos militares y una
prolongación de sus compromisos en Siria podría resultar inoportuno (4). De ahí
que en Moscú se intente activar algún tipo de pacto de ocasión con Ankara para
estabilizar la situación.
El líder turco no parece
controlar a los islamistas de HTS, pero sus protegidos del ENS podrían no colaborar
más con ellos o dificultar su avance. En el pasado, estas diferencias ya
impidieron formar un frente unido de las fuerzas antigubernamentales sirias. Erdogan
podría pedir contrapartidas, pero Assad no dispone de mucho margen, si quiere
salvar el régimen y su propia vida y la de su familia.
Turquía e Irán también se
han acercado en los últimos años, pese a las enormes diferencias que mantienen,
tanto ideológicas como de influencia exterior en zonas vecinas. En tanto
potencias regionales les conviene que los conflictos locales no se degraden,
pero los turcos intentarán aprovechar las ventajas coyunturales y los iraníes mitigar
las debilidades.
Y finalmente está el papel
de Estados Unidos, que mantiene a casi un millar de soldados en Siria, para asesorar
y apoyar a sus fuerzas locales afines en Siria, agrupadas en el Ejército Libre
de Siria (ELS), dominado por los kurdos, pero con la participación de milicias sunníes
prooccidentales. Fuentes de la administración Biden han admitido que, pese a la
adscripción islamista de HTS, no ven con malos ojos que el régimen sirio pueda verse
en apuros. Pero lo que más satisface a Washington es que Moscú tenga que distraer
fuerzas y energía para acudir en socorro de Assad.
Ni que decir tiene que a
Israel también le conviene esta súbita reactivación del conflicto inacabado en
Siria, porque le abre otro frente a Irán y podría obligar a Hezbollah, en caso
de que su aliado sirio realmente lo necesitase, a ayudarle en lo que pudiera.
GEORGIA: LA SOMBRA DE MAIDAN
Hasta aquí la madeja siria.
Pero las conexiones de las crisis del momento no se paran ahí. En Georgia, la
decisión del partido gobernante de suspender las negociaciones de adhesión a la
Unión Europea han provocado una crisis social y política de consideración (5). El
partido ‘Sueño Georgiano’ se ha venido alineando con el Kremlin desde su
aparición en la escena política, impulsado por un oligarca afín a Moscú. Hace
unos meses ganó las elecciones parlamentarias por un margen abrumador, pero la
oposición denunció fraude masivo, igual que la Jefa de Estado, que estuvo
originariamente cercana a Rusia pero terminó pasándose al campo proeuropeo (6).
La suspensión de las
negociaciones con Bruselas han provocado una reacción frontal de las fuerzas
europeístas. Desde hace una semana, miles de personas se manifiestan de forma permanente
ante el edificio de la Asamblea Nacional, en lo que se ha considerado en medios
occidentales o georgianos prooccidentales como “momento Maidan”, en recuerdo
del movimiento ucraniano que inició la ruptura con Rusia hace una década (7).
Una rebelión en Georgia
complicaría seriamente las cosas para el Kremlin, que cuenta con este aliado
para mantener una cierta estabilidad en el Cáucaso. Con Siria en llamas de nuevo
y la ofensiva en varios frente en Ucrania y en el sur de propio territorio
(región de Kursk), lo que menos necesita Putin es otro foco de revuelta
ciudadana en Georgia (8).
COREA: PASO EN FALSO
El sobresalto coreano parece
desconectado de este arco de la crisis. Pero no del todo. El intento del
Presidente ultraconservador, Yoon Suk Yeol, de imponer la ley marcial en el
país, invocando indefinidas amenazas contra la seguridad del país parece
haberse vuelto contra él. Un Parlamento con una mayoría hostil al Presidente difícilmente hubieran aceptado una
medida tan desproporcionada. Incluso los diputados de su propio partido le volvieron
la espalda y votaron la noche pasada contra la decisión de su líder, propiciando
un resultado de 192 a 0, a favor de la derogación de la orden presidencial y de
la destitución del Presidente. Yoon no tuvo otra opción que volverse atrás.
Cabe preguntarse qué ha
podido motivar un movimiento políticamente suicida como éste. La tensión
política en Corea del Sur era máxima desde que se supo que miles de tropas
norcoreanas han sido enviadas a Ucrania y Rusia para apoyar las operaciones
militares rusas. Paralelamente, el régimen norcoreano había recrudecido sus
habituales amenazas contra su vecino del sur. Pero inquieta más en Seúl el
reforzamiento de los acuerdos de cooperación militar entre Moscú y Pyongyang.
¿Pretendía el Presidente
Yoon anticiparse a una crisis temida y asegurarse un poder casi absoluto para
desactivar la contestación pacifista en su país? ¿Contaba con que el inminente
relevo en la Casa Blanca podría ayudarle a consolidar su posición autoritaria,
teniendo en cuenta el fracaso del acercamiento Trump con el líder norcoreano
Kim Jong-un? Es difícil de decir. Pero este paso de Yoon ha sido calamitoso. Sus
horas como Presidente parecen contadas. Corea del Sur, el mejor aliado de
Washington en Asia, junto con Japón, entra en una fase de incertidumbre.
Una reflexión final: todo
esto ocurre en plena transición en Washington hacia no se sabe bien dónde. Y, mientras,
en Europa, hay un gobierno en funciones en Alemania, otro a punto de caer en
Francia, si se confirma la moción de censura anunciada para la tarde del
miércoles en París, y un ejecutivo comunitario recién estrenado en Bruselas.
NOTAS
(1) “Syrie: la grande ville
d’Alep échappe au contrôle du régime de Bachar Al-Assad après
l’offensive de groupes islamistes radicaux. LE MONDE, 1 de diciembre.
(2) “Hayat Tahrir al-Sham y
la insurgencia gobernante”. LUIS MONTERO MOLINA. ATALAYAR, agosto de 2023
(3) “Mapping who controls what in Syria”. AL
JAZEERA, 1 de diciembre; “In Syria, a sudden reminder of a war that never
ended”. ISHAAN THAROOR. THE WASHINGTON POST, 1 de diciembre.
(4) “What the Fall of Aleppo Means for Russia”. HAMIDREZA
AZIZI y NICOLE GRAJEWSKI. FOREIGN
POLICY, 2 de diciembre; “Rebels behind Aleppo’s surprise fall took advantage of
Russian and Iranian distraction”. DAN SABBAGH. THE GUARDIAN, 1 de diciembre.
(5) “La Géorgie reporte sa
demande d’adhésion à l’Union européenne, la population dénonce une trahison”. LE MONDE, 28 de noviembre
(6) “Georgia’s Dangerous Moment Is a Challenge for the
EU”. THOMAS
DE WAAL. CARNEGIE FOUNDATION, 31 de octubre.
(7) “Georgia’s Maidan Moment”. IA MEURMISHVILI. FOREIGN
POLICY, 2 de diciembre.
(8) “What’s Behind the Protests in the Country of
Georgia? THE NEW YORK TIMES, 2 de diciembre