6 de abril de 2022
Después de seis semanas de guerra
en Ucrania, el foco se centra ahora en los presuntos crímenes de guerra
cometidos por el ejército ruso antes de retirarse del área de Kiev para
concentrar fuerzas en sus operaciones del este y sureste del país invadido.
Moscú niega categóricamente las imputaciones y promete pruebas que las refutan.
Medios occidentales aseguran contar con imágenes que prueban lo contrario. Se
preparan más sanciones y se discuten formas de hacer responsable a Putin y sus
colaboradores de estas masacres.
Pero esta última deriva de la
guerra ha llegado tarde a dos de los países más cercanos a Rusia en Europa: uno
es miembro de la UE (Hungría) y otro aspira a serlo aunque con escasas
esperanzas de conseguirlo pronto (Serbia). En ambos casos han repetido éxito
abrumador los dos líderes que gobiernan con mano de hierro y pocos escrúpulos
democráticos. El húngaro Orbán y el serbio Vucic han navegado por las seis
semanas de guerra con cautelosa conducta, para no irritar aún más a los líderes
europeos pero sin arruinar sus relaciones estrechas con el Kremlin. Han
condenado la invasión, pero se han abstenido de unirse a las sanciones
económicas. La dependencia energética explica en parte su posición, no sin
olvidar su coincidencia ideológica con el nacionalismo autoritario que se
proyecta desde el Kremlin.
HUNGRÍA: EL ORBANATO
Viktor Orbán ha reforzado su control
del país. Con el 53% de los votos, amplía más que conserva su mayoría absoluta
y reduce a la oposición a la irrelevancia, con tan sólo un 35%, aunque las principales
formaciones concurrieran unidas. El triunfo de Orbán ha sorprendido a quienes
creían en unas encuestas que predecían un debilitamiento de su poder.
En términos reales, la brecha entre
gobierno y oposición será aún mayor, debido a un sistema electoral que Orbán ha
fabricado a su conveniencia, mediante la manipulación de los distritos y la
prima al partido mayoritario, es decir, el suyo (FIDESZ).
Para combatir todo eso, la
oposición convino por fin en unirse, tras tres derrotas seguidas. Pero ahí se
acabó la parte exitosa de la estrategia. La recta final de la campaña coincidió
con la guerra de Ucrania. El candidato de la oposición, Peter Marky-Zay, un
conservador alcalde de una pequeña localidad, creyó que las críticas al primer
ministro por su connivencia con Rusia podrían resultar productivas, pero se
equivocó. Orbán convirtió esta aparente debilidad en fuerza al afirmar que su
adversario pretendía meter a Hungría en la guerra contra Rusia. Falso pero efectivo.
Tras la derrota, los líderes de los partidos coaligados no se han privado de
reprochar a Marky-Zay el error de apartarse de la estrategia inicial, que
consistía en denunciar las corrupción y el autoritarismo de Orbán (2).
El primer ministro húngaro, en
efecto, ha practicado un poder omnímodo, favorecido por el apoyo de los medios
públicos y privados, éstos en manos de magnates cercanos al gran jefe, y el
control de todos los aparatos del Estado (1). Orbán ha construido un sistema
político que él mismo califica de “democracia iliberal”, en contraste con el
que domina en Europa occidental, pero con menos claridad en los otros países de
Europa central y oriental, donde el nacional-populismo es dominante bajo formas
distintas.
La guerra en Ucrania puede
incomodar a Orbán, porque lo distancia de otros líderes de la región que
mantienen tensas relaciones con Bruselas, en particular Polonia. El líder
húngaro no practica el guion antirruso del nacionalismo ultra conservador que
gobierna en Varsovia. Por razones históricas y por estrategia política. Aunque
ambos países sufrieron el intervencionismo soviético durante la guerra fría,
Orbán es más oportunista que sus colegas del PiS polaco, uno de los muchos herederos
de Solidarnosc. La línea del líder húngaro es más oportunista, menos
ideológica. Los valores conservadores que proclama (cristiandad, familia,
propiedad, tradicionalismo) son instrumentos, no pilares, de su estrategia
política. Ante la guerra, se ha conducido como un equilibrista en la cuerda.
Orbán afronta su periodo de mayor riesgo, pero ha demostrado gran habilidad
para sortear los campos de minas (3).
SERBIA: PRAGMATISMO Y
AUTORITARISMO
En Serbia se celebraron
elecciones presidenciales y legislativas. Alexander Vucic ha renovado como Jefe
del Estado mejorando en más de tres puntos su resultado anterior, hasta casi el
59%. En el parlamento, su partido SNS (progresista o del progreso, según la
traducción) ha repetido su amplísima mayoría absoluta (44%) que su partido,
detenta desde hace años. Alrededor de él agrandan su mayoría (hasta un 60% y
más de 120 escaños) nueve pequeños partidos que comparten confusamente una
ideología nacionalista templada pero conservadora (4). Fuera de esta coalición pero
con una trayectoria de cooperación parlamentaria acompañan a Vucic el principal
partido de la minoría húngara en la Voïvodina (controlado por Orbán) y el
Partido Socialista que fundara Milosevic de las cenizas de la Liga Comunista
serbia.
A la derecha del Partido del
Progreso se han ido aglutinando formaciones nacionalistas muy radicales (incluido
los partidarios de la restauración de la monarquía), que reniegan del pactismo
oportunista de Vucic con la Unión Europea. De ese caladero ultra surgió Vucic, en
su día miembro del Partido Radical, el más feroz de los nacionalistas serbios, hasta
que las perspectivas de ingreso en la UE le condujo a una moderación pragmática
y cosmética.
Socialdemócratas y liberales se
quedan fuera del Parlamento. Los ecologistas europeístas de Moramo (traducible
como Debemos actuar) han obtenido poco menos que el 5% pero suficiente
para contar con 12 asientos en la Cámara (5). Sin embargo, el principal rival
de Vucic, con 37 escaños, será Serbia Unida, una amalgama heterogénea de
partidos de reciente creación que han hecho de la lucha contra la corrupción su
principal bandera.
El éxito de Vucic tiene ingredientes
similares al de Orbán: autoritarismo, control de los aparatos del Estado,
dominio de los medios y oportunismo ideológico. Pero, contrariamente al
dirigente húngaro, el líder serbio tiene aún que ganarse la confianza europea
para no perder opciones de ser admitido en el Club: una tarea difícil o
imposible a medio plazo. Por eso ha cultivado con especial dedicación sus
relaciones con Moscú y Pekín. La ideología en Serbia está de saldo.
Con Rusia, Vucic ha jugado sobre
seguro. La vinculación histórica entre los dos países es antigua. Pero en los
últimos tiempos se ha fortalecido por la comunión religiosa ortodoxa. En
Belgrado no olvidan, además, que Moscú fue el principal apoyo que tuvo Serbia
durante los bombardeos de la OTAN por el conflicto de Kosovo, o incluso antes,
durante la guerra de Bosnia. Ahora, es la relación económica o, mejor dicho, la
dependencia energética de Rusia lo que se valora como un tesoro en Belgrado.
Obligado por esta duplicidad, con la UE y con Rusia, Serbia se unió al voto de
condena a Rusia en la ONU, pero no a las sanciones. El lema electoral de Vucic
fue una forzada y engañosa síntesis de su posicionamiento político: “Paz y
estabilidad” (6).
Con China prima también este
factor, pero en este caso se trata de las inversiones chinas en infraestructuras
y servicios. La inyección china de capital resulta poco respetuosa del medio
ambiente y de los derechos laborales, como en otros lugares, pero al gobierno
le importa poco o nada. Necesita ese dinero para mantener la economía a flote,
ya que Europa se antoja un horizonte muy lejano e incierto.
NOTAS
(1) “The secret
of Viktor Orban’s success”. PAUL HOCKENOS. FOREIGN POLICY, 1 de abril; “Viktor
Orban’s victory is a triumph for illiberal nationalism”. THE ECONOMIST, 4 de abril.
(2) En Hongrie, Viktor Orbán écrase l’opposition et remporte
un quatrième mandat d’affilée” (Resumen de prensa húngara). COURRIER
INTERNATIONAL, 4 de abril.
(3) “Orban’s
victory speech gives clues to his future strategy”. BALKAN INVESTIGATIVE
REPORTING NETWORK, 4 de abril.
(4) “Vucic revendique la victoire”. COURRIER
DES BALKANS, 3 de abril;”Serbian President ruling party woin
the elections. BALKAN INVESTIGATIVE REPORTING NETWORK, 3 de abril.
(5) “Moramo, una nouvelle coalition écologiste et solidaire face
au régimen Vucic”. COURRIER DES BALKANS, 24 de enero.
(6) “Serbie; a l’approche du scrutin du 3 avril, le président
sortant renforcé par la guerre en Ukraine”. STÉPHANIE LE BARS. LE MONDE, 29
de marzo.