PARÁBOLA DE LOBOS Y CORDEROS

24 de enero de 2024

La extrema derecha conquista posiciones de poder: en despachos, en códigos legales y en las mentes. La ciudadanía preocupada responde en las calles. Los líderes del orden liberal señalan al lobo, pero sin resolver los problemas de los corderos. Simplemente, se presentan como los únicos pastores capaces de cuidarlos y protegerlos de la horrible amenaza.

En Alemania o en Francia. En Italia o en España. En Gran Bretaña o en cualquier país europeo que tenga un índice elevado de inmigración, se repite el esquema, con sus matices nacionales. También en Estados Unidos, donde el lobo mayor, que reinó hace no mucho y luego fue expulsado de la manada, amenaza con regresar con hambre atrasada, para expulsar a los falsos pastores, comerse los corderos negros y traer el alborozo a los corderos blancos.

La simplicidad de la parábola es acorde con estos tiempos de dominio de las redes sociales en la conformación de las conciencias, en el ritmo del debate público, en la administración de las obsesiones políticas. El gran miedo vuelve a dominar el ánimo del relato occidental.

Los políticos liberales del consenso centrista están alarmados por este enésimo auge de la extrema derecha, pero no dejan de adaptar sus postulados, “civilizarlos”, “suavizarlos” y “convertirlos” en normativas “responsables”. El “control de la inmigración” es el elemento clave para evitar que el orden liberal se les escape de las manos. El “cruce irregular de fronteras” en Europa alcanzó en 2023 la cifra más alta desde 2016, según FRONTEX (1). Lo que parece justificar que las políticas restrictivas se impongan por doquier.

No ha funcionado antes y es dudoso que lo haga ahora. Los dirigentes occidentales ya cantaron victoria en el reflujo de la extrema derecha tras su último ciclo de repunte que siguió a la crisis financiera iniciada en 2008, complicada luego con agitaciones internacionales, que provocaron incrementos migratorios y, por reacción, un rechazo ciudadano visceral.

Ahora asoma otra vez el “peligro”, y se vuelve a las viejas fórmulas retóricas de defensa abstracta de la democracia y los derechos humanos, aunque esos “principios” no dejan de degradarse debido a las brechas sociales y a la falta de soluciones a problemas básicos: precariedad laboral, escasez y carestía de la vivienda, saturación de los servicios sanitarios, tensiones en los sistemas educativos, envejecimiento de la población, etc.

ALEMANIA: LOS VIEJOS FANTASMAS

En Alemania, salen miles de ciudadanos para “plantar cara” a una “marea parda” que obtiene, sin embargo, sus mejores resultados precisamente en el caladero de corderos propiciatorios. El mensaje del lobo consiste en hacer creer a los corderos blancos que el pastor no les protege de los corderos negros, sus verdaderos enemigos (2).

La filtración de una reunión clandestina bajo el apostolado de un ultra austríaco de la teoría del “remplazamiento” (corderos negros expulsando a los corderos blancos), en la que se preconizaba la expulsión de los refugiados de África y Asia ha despertado los viejos fantasmas del nazismo. Durante años había cierto pudor en identificar a la AfD con el Tercer Reich. Cada vez son ahora más recurrentes las comparaciones. Y, consecuencia de ello, las llamadas a la ilegalización de las formaciones que proclamen abiertamente la xenofobia o el racismo.

Los medios liberales germanos denuncian la campaña taimada de los xenófobos del partido Alternativa por Alemania (AfD) para aprovecharse del estancamiento económico. Alemania es el país es el que presenta peores cifras macroeconómicas de la UE, algo impensable hace sólo tres años (3). En las zonas más pobres del Este, donde hace treinta años se prometió el paraíso del capitalismo democrático para superar la pesadilla del colectivismo comunista, la AfD es ya el partido dominante. Sólo falta que lo acrediten este mismo año las urnas, en los länder de Brandenburgo, Sajonia y Turingia.

Esos extranjeros (los corderos negros), en efecto, son utilizados por la ultraderecha como el chivo expiatorio del malestar social. Pero el problema es más complejo. Los partidos del sistema político y social defienden la llegada de trabajadores extranjeros, pero convenientemente seleccionados y tamizados por los intereses empresariales (de la grandes empresas, para ser exactos). La actitud compasiva que en su día se atribuyó a la entonces Canciller Merkel estaba en realidad inspirada por los intereses de una patronal a la que le faltaba mano de obra útil. En una sociedad sin incentivos para reproducirse internamente, el mercado de trabajo necesita otras fuentes. Esos desplazamientos laborales tienen consecuencias sociales, que la extrema derecha explota con sencillo oportunismo.

FRANCIA: CONTRA EL RIVAL CON SUS PROPIAS ARMAS

En Francia, las tensiones laborales se confunden con fricciones culturales en un cóctel explosivo. La cuestión de la identidad nacional se convierte en un rentable apelativo político. A los corderos blancos se les ha convencido de que la paz del rebaño está en peligro por costumbres y creencias de las manadas oscuras, no por un lobo imaginario. El nuevo gobierno de Macron se propone restaurar en los corderos blancos ese miedo al lobo que parece haber desaparecido. Pero para ello debe demostrar que es capaz de contener y reducir la cabaña de corderos negros (4).

No habrá próximamente elecciones interiores en Francia, pero sí europeas donde se ha hecho imperativo demostrarle al lobo que no puede imponer su ley en el rebaño. El equipo político que Macron ha puesto en marcha tiene a un pastor vicario, el primer ministro Attal, réplica del patrón omnisciente, que vigila desde lejos pero sin perder detalle. El pastor Attal dibujará nuevos senderos  o más bien remozará los ya transitados por sus antecesores, mientras Júpiter Macron asegura que las condiciones de vida del rebaño (pastos, cabañas, rutas) serán óptimas para su bienestar general.

En su último rendez-vous ante los franceses, Macron escenificó esta especie de rectificación, plagada de símbolos y gestos y escasa de sustancia, desde los uniformes de los escolares hasta la revisión de los planes de estudio. Del otro lado de la loma, el lobo (en este caso, la loba) esbozaba una sonrisa sardónica. “Siempre la misma cháchara”, sancionó Marine Le Pen, que disfruta del arrullo dulce de unos sondeos electorales más favorables que nunca.

Después de dejar el escenario nacional bien dispuesto para el próximo combate, Macron cumplió la ceremonia anual del encuentro con el socio alemán, compañero de fatigas en la lucha contra el lobo de la extrema derecha. Pero la cumbre franco-germana fue más bien anodina. Scherezade Macron hablando sin poder dejar de callarse al impávido y silencioso Scholz, como resumió el Süddeutsche Zeitung (5). Cuentos de lobos y corderos, quizás.

Dicen que, aparte de las amenazas domésticas, los dos dirigentes de la dupla que acostumbraba a gobernar Europa hicieron girar el mapamundi en identificación de inminentes peligros. Si se desborda (aún más) la situación en Oriente Medio, podría producirse un agravamiento de los flujos migratorios, como a comienzos de la década pasada, lo que alentaría la voracidad de los lobos nacionales.

Junto al malestar migratorio se ha colado, en Francia y en Alemania, un nuevo foco de protesta: el de los agricultores y ganaderos, que se sienten agraviados por medidas administrativas, ecológicas y fiscales (6). El aparcamiento de la austeridad para propiciar la salida de la pandemia ha terminado. Es tiempo de tractores en carreteras y malos humos. Carnaza para los lobos.

Coincidencias o caprichos de la historia, en el encuentro Macron-Scholz se recordó a dos recientemente desaparecidos dirigentes del “proyecto de construcción europea”: Jacques Delors y Wolfgang Schäuble.  Distintos, sin duda: social-liberal, el francés; conservador y dogmático de la austeridad, el alemán. Pero, a la postre, dos exponentes de esas dos almas del consenso centrista, el diapasón en el que está encajado desde hace décadas el devenir político de Europa. Delors fue el arquitecto de Maastricht, que consagró la Europa liberal. Schäuble fue el gendarme de la ortodoxia de un sistema que empezaba a resquebrajarse.

A Macron y Scholz les preocupa que sus lobos domésticos se sientan estimulados por las conquistas del Gran lobo de las estepas orientales. Putin, después de dos años de zozobra, está cada vez más cerca de poder dictar sus condiciones a los corderos blancos de Ucrania. A pesar de la panoplia no menor recibida de Occidente, el ejército ucraniano no parece capaz de expulsar al lobo estepario de sus campos y sus razzias contra sus hogares cada vez más dañinas.

ESTADOS UNIDOS: LA SOMBRA

Pero lo que más petrifica este clima gélido es el presentido regreso del Gran Lobo allende el Atlántico. Trump se deshace con desdén de pastores enanizados por la miopía y el fanatismo de un Partido Republicano autoinmolado. El expresidente hotelero casi ha ganado las primarias prácticamente antes de empezar. O, si se prefiere, sin bajarse de su autobús electoral, por mucho que sus ruedas estén recosidas tras sucesivos reventones judiciales.

Este lobo atrabiliario, que califica de “alimañas” a sus rivales políticos y considera a los corderos negros del patio trasero (inmigrantes) como “sangre venenosa” para el rebaño blanco, sólo imagina una cosa entre sus fauces: devorar al pastor que le arrebató con malas artes el pastoreo de los corderos blancos hace cuatro años. Este duelo gerontocrático difícilmente animará a un rebaño gustoso de excitaciones simples pero seductoras. La campaña de 2024 promete ser aburridísima.


NOTAS

(1) “Significant rise in irregular border crossings in 2023, the highest since 2016”. https://www.frontex.europa.eu/media-centre/news/news-release/significant-rise-in-irregular-border-crossings-in-2023-highest-since-2016-C0gGpm

(2) “Sie sichern die Deiche gegen die braune Brühe”. MATTHIAS NASS. DIE ZEIT, 21 de enero.

(3) “L’Allemagne, en récession en 2023, per du terrain par rapport aux grándes économies mondiales. LE MONDE, 16 de enero.

(4) “Les parties du gouvernement s’alignent sur le cadre idéologique de l’extrême droite. JEAN-CLAUDE BARBIER. LE MONDE, 17 de enero.

(5) “Lautes Reden, lautes Schweigen”. SÜDDEUTSCHE ZEITUNG”, 21 de enero.

(6) “Warum protestieren die baurn?”. TOBIAS SCHRÖRS. FRANKFURTER ALLGEMEINE ZEITUNG, 9 de enero; ”Agriculteurs en colère: Gabriel Attal veut contenir l’embrassament sans se precipiter”. LE MONDE, 24 de enero.

LA PELIGROSA DISUASIÓN EN EL MAR ROJO

 17 de enero de 2024

La escalada militar en Oriente Medio ha subido varios grados. Los cien días del aniquilamiento de Gaza quedan atrás y el final no se avista próximo, por ahora. El interés por la franja disminuye para hacer sitio a los otros frentes. El más caliente parece ser el del Mar Rojo. Aunque genera menos sufrimiento humano, supone una amenaza para  los grandes intereses comerciales del mundo, y eso pesa más que las vidas de las personas, se quiera o no reconocer públicamente.

Estados Unidos ha decidido castigar a los milicianos hutíes de Yemen en represalia por los ataques a navíos mercantes (israelíes o no) en el Mar del Rojo, en su camino a Suez y el Mediterráneo, procedentes de Asia y con destino a Europa. Se saben, por repetidas, las cifras de esa ruta que garantiza la savia del capitalismo mercantil: más del 10% del comercio mundial y una tercera parte de todo el volumen de mercancías transportadas en grandes contenedores.

LA PECULIARIDAD DE LOS HUTÍES YEMENÍES

El temor a un impacto económico severo, cuando a duras penas se había salido de un ciclo de crisis sucesivas, había provocado un cierto pánico en los mercados. En las últimas semanas se anunciaba una exhibición de fuerza como ésta para obligar a los hutíes a arrugarse.

En todo caso, no deberían considerarse estos episodios bélicos como una “guerra”. La superioridad estadounidense es tan abismal que las aparentes ventajas tácticas de los milicianos no resistirían una ofensiva enemiga en toda regla. Lo que está haciendo el Pentágono es restaurar la credibilidad de una disuasión (deterrement) debilitada en los últimos tiempos. Tarde o temprano, podrán imponer la seguridad en el Mar Rojo sin quedar atrapados en un conflicto mayor. Pero, como suele ocurrir en estos casos, el control de la escalada no está garantizada. La principal baza de EE.UU es que los protegidos de Irán sientan como real el peligro a ser aniquilados. No parece que hayan llegado a ese punto.

Alexandra Stark, especialista en Yemen de la RAND Corporation, thinktank financiado por el Pentágono y compañías ligadas a intereses armamentísticos, recomendaba días antes de la operación contra los hutíes que Washington no recurriera a la respuesta militar. Tras repasar en detalle el historial político y militar de la milicia yemení, Sharp advertía que su eliminación exigiría un esfuerzo enorme, debido a las condiciones geopolíticas que han favorecido su auge. Y concluía su análisis con una recomendación un tanto ingenua para alguien de su condición: Washington debería dedicarse a tratar de poner fin a la guerra de Gaza y no a poner orden a bombazos en el Mar Rojo. Es obvio que no la han escuchado (1).

Nadie sabe con certeza la estrategia de estos combatientes endurecidos por una guerra feroz en su país, en la que parecían presa fácil de las petromonarquías saudí y emiratí, armadas y ayudadas logísticamente por EE.UU. Pero ganaron. No hay paz como tal, pero el acuerdo de alto el fuego se mantiene y los hutíes han consolidado sus posiciones en el país. Los reinos del Golfo no tienen voluntad alguna de volver a guerrear.  Arabia Saudí y Emiratos no solo salieron escaldados de su intervención en Yemen, sino que terminaron apoyando a fuerzas opuestas cuando la situación degeneró en el caos. El ambiente actual en Riad lo resumía un editorial de un oficioso diario de la capital: “los hutíes ya no son un problema saudí” (2). Por eso no es casual que desde Arabia se pida contención a Washington en el Mar Rojo. Pero la administración norteamericana se arroga responsabilidades globales que desbordan el equilibrio de fuerzas en la región. Para reforzar políticamente sus represalias militares, Washington ha vuelto a incluir a los hutíes en la lista de organizaciones terroristas, un comodín que usa a su conveniencia en su particular división del mundo en buenos y malos.

EL PAPEL LIMITADO DE IRÁN

El mundo árabe, en efecto, juega un papel secundario en ésta crisis (y en otras recientes). En parte, por su impotencia tradicional, pero también por un proceso de normalización, de aceptación de una realidad incontrovertible. Arabia no se ha sumado aún a los acuerdos Abraham (reconciliación con Israel), pero se trata de una contención táctica. En su pretensión de ejercer un tipo de liderazgo espiritual o moral de la comunidad sunní, ese paso requería de aparentes concesiones israelíes, que ahora parecen más lejanas que nunca.

Estados Unidos, con su respuesta militar al desafío de los hutíes, no sólo “protege” el sacrosanto comercio internacional; también demuestra con hechos que sus consejos de moderación a Israel son poco más que ejercicios de relaciones públicas con un sector de su electorado y un obligado cumplimiento de los compromisos de defensa hacia su aliado estratégico en la región. Las “guerras” de EEUU en Oriente Medio han tenido casi siempre ese cariz indirecto, de intervención calculada para impedir una alteración sustancial del tablero. Con dos excepciones: el desquiciado aventurerismo en Irak, que provocó la destrucción de un Estado más que un cambio de régimen, y consecuencia de ello, el obligado despliegue militar posterior para atajar la emergencia del Daesh, el único actor que llegó a poner en riesgo la pax americana en la zona.

Los hutíes no llegarán a tanto, a pesar del apoyo militar, en armas, logística y adiestramiento, que les brinda la Guardia Revolucionaria, unidad de élite del régimen iraní (4). Pero estas milicias son ahora un elemento perturbador, y no sólo para la “libertad de navegación”. La crisis del Mar Rojo es también un factor más en la rivalidad entre Israel e Irán. No es el único. Irán ha atacado lo que considera “centros de espionaje israelí” en enclaves hostiles de Irak y Siria. Se trata de operaciones de represalia por el atentado cometido en una localidad iraní de Kerman hace dos semanas, que se atribuyeron los extremistas sunníes del Daesh, aunque el régimen cree ver la mano oculta del estado judío. Por una cuestión de prestigio, Teherán no podía delegar por completo la respuesta a la actuación israelí en Gaza en sus protegidos regionales. Esta tensión podría llegar a un punto límite si la República islámica consigue dotarse del arma nuclear: está a sólo unas semanas de hacerlo, según estimaciones de la Agencia de Energía Atómica (3).

Los ayatollahs son conscientes de que está en juego la supervivencia de su sistema social, político y económico. Ciertamente, mueven sus peores doctrinarios, pero no han creado las condiciones que motivan la rebeldía de sus protegidos. Irán no se ha inventado el tutelaje militar israelí sobre el Líbano, ni ha provocado el fracaso de este país multiconfesional, corroído por la corrupción, incluso cuando se la bendecía desde Occidente como la “Suiza de Oriente Medio”. Tampoco los santones chiíes iraníes construyeron el represivo régimen sirio, aunque lo hayan apoyado con entusiasmo por conveniencia. Ni crearon el “problema” del Yemen, que se remonta a la fallida descolonización de los años veinte del siglo pasado y a las rivalidades regionales interárabes. Irán se ha beneficiado de una crisis sistémica regional, no ha sido su causa.

LAS PARADÓJICAS ALIANZAS DE HAMAS

Algo similar ha ocurrido con el drama palestino. Para que la principal milicia de una población que es sunní prácticamente en su totalidad buscara el apoyo de la gran potencia chií de la región han tenido que sucederse muchos y muy graves atropellos. Conviene recordar que Hamas rompió con el régimen sirio (dominado por la minoría alauí, rama local del chiismo) cuando se produjo la revuelta de 2011. Para cualquiera que conozca un poco la emocionalidad del imaginario político árabe, no puede dejar de sorprender que los mejores aliados de la resistencia armada palestina de vocación islámica sunní sean milicias chiíes no estatales, en Líbano, Yemen o Irak. Es como si los católicos del IRA hubieran recibido, en su momento, el respaldo de los protestantes franceses u holandeses. A este grado de dislocamiento ideológico se ha llegado.

En este contexto, las especulaciones retóricas sobre un mejor futuro para los palestinos “después de Gaza” deben sonar muy huecas en Cisjordania. En las últimas semanas, la espiral represiva se empieza a hacer insoportable, como denuncia la propia prensa israelí más críticauv (5).

En todo caso, el deterioro de las condiciones de vida de la población palestina nunca ha dejado de crecer, en tiempos mejores o peores del proceso de paz. Israel siempre agitará el peligro “terrorista” para negar los derechos políticos de los palestinos, sobre todo ahora que comprueba que otros más básicos son conculcados sin que ello le comporte perjuicios más allá de un afeamiento, que, por otro lado, importa muy poco en aquellos lares.

 

NOTAS

(1) “Don’t bomb the Houthies. Careful diplomacy can stop the attacks in the Red Sea. ALEXANDRA STARK. FOREIGN AFFAIRS, 11 de enero.

(2) Artículo del ASHARQ AL-AWSAT, reproducido en COURRIER INTERNATIONAL, 16 de enero.

(3) “Iran increases output of near bomb-grade nuclear material”. SIMON HENDERSON. THE WASHINGTON INSTITUTE, 27 de diciembre.

(4) “Iran’s Revolutionary Guard deployed in Yemen”. JAY SOLOMON. SEMAFORE, 15 de enero.

(5) “Hebron residents fase restriccions like never before, unable to leave their homes or neighborhood. HAGAR SHEFAZ. HA’ARETZ, 4 de enero.

LARGOS BRAZOS, REGATES CORTOS

10 de enero de 2024

La denominada “segunda fase” de la guerra de exterminio de Israel en Gaza (de Hamas, según el relato oficial; en verdad, del pueblo palestino que allí malvive o muere) y la crisis política en Francia se disputan el interés internacional de este turbulento inicio de año. Por diferentes que sean ambos asuntos -en alcance, en propósitos, en protagonistas- reflejan contradicciones  y tensiones que auguran una difícil salida.

ORIENTE MEDIO, EN COMBUSTIÓN CONTROLADA

El Secretario de Estado norteamericano ha alertado del peligro de una “metastización” de la guerra, en referencia implícita a una escalada que convierta las escaramuzas en la frontera líbano-israelí en una conflagración abierta, a la que se añadiría la intensificación de las actuaciones de los proxies de Irán en Yemen, Siria, Irak, Mar Rojo, Cisjordania, etc. (1). Se trata de un mensaje clásico de la diplomacia americana, aunque haya dudas del control real que ejerce Irán sobre esas fuerzas (2). Por no hablar de una falta de predisposición de los ayatollahs a dejar que la crisis desemboque en una conflagración generalizada (3).

Con sus idas y venidas a la región desde octubre, Blinken está emulando la diplomacia viajera de Kissinger hace cincuenta años, luego replicada por mucho de sus sucesores en el cargo. En cierto modo, Estados Unidos hace de pirómano y de bombero en Oriente Medio. De pirómano, al respaldar a Israel en sus políticas de “tierra quemada” para garantizarse una seguridad imposible; y de bombero, al afirmar su condición de único poder capaz de establecer las reglas de la guerra (de las guerras), sus ritmos, sus pausas, sus condiciones, su relato y, como escribe Stephen Walt, sus soluciones casi imposibles (4).

Tras tres meses de castigo brutal y criminal en Gaza, Israel dice ahora que es tiempo de pasar a otro tipo de operaciones más selectivas. Justo lo que Washington le pedía desde hace al menos dos meses. Por supuesto, el mando militar y político en Israel no admite que actúa por indicación de su protector norteamericano, pero tampoco replica estas convenientes interpretaciones en los medios afines.

Israel dice haber acabado casi completamente con Hamas en el norte de la franja y destruido prácticamente su infraestructura de túneles y redes de mando, salvo bolsas de resistencia que no durarán mucho (5). El  Ejército ha reducido a la mitad su fuerza expedicionaria en Gaza (de 360.000 a 170.000 hombres, más o menos), por motivos no sólo militares, también económicos. La economía israelí se empieza a resistir de un drenaje tan enorme de reservistas (6).

De eso que en otras guerras se llamaba cínicamente “daños colaterales” (los civiles, o sea la mayoría de las víctimas) poco o nada dice. Eso se lo deja a EE.UU, para que contrarreste una opinión mundial escandalizada pero impotente ante la tragedia. El Sur global y buena parte de la izquierda occidental no aceptan el relato indulgente de Washington. Suráfrica lidera una iniciativa para llevar a Israel ante el Tribunal de Ginebra por presunto delito de genocidio. Es muy significativo que un de los países que se haya adherido sea el Reino de Jordania, aliado histórico de Estados Unidos en la región y con un Tratado de paz con Israel desde hace treinta años.

En estas circunstancias, el “giro” en la guerra apunta al recurso preferente del “brazo largo”; es decir, las actuaciones selectivas y “audaces” contra eso que en Israel llaman la “cabeza de la serpiente”: los líderes “terroristas” más buscados. Ya ha “cazado” a uno de los líderes políticos de Hamas, Saleh Al Aruri,  en un barrio de Beirut, y  a tres comandantes de Hezbollah, incluido el veterano Wissam Tawil, todos ellos en el sur de Líbano. “Piezas mayores” que se unen a los 8.000 milicianos de Hamas que las IDF (Fuerzas de Defensa) dicen haber matado en Gaza desde primeros de octubre. Washington se siente cómodo con estas operaciones, que considera “proporcionadas”. Pero, claro, en el endiablado entramado civil y militar de Gaza, esas tácticas de “guerra quirúrgica” son casi imposibles. Así que, en el sur de la franja, seguirá la masacre, aunque la atención se comparta con esas otras acciones individualizadas que provocan menos rechazo internacional. Al cabo, siempre es menos dramático contar los muertos por unidades que por decenas cada día, hasta superar los 23.000, a la hora de escribir estas líneas. La devastación humana y social no encuentra comparación, según muchas fuentes independientes, incluyendo a un creciente número de norteamericanos como Peter Beinart, que no compran el discurso oficial (7).

En las sutilezas diplomáticas que sofocan la tragedia de Gaza juegan un papel incómodo los aliados árabes de Washington. A ninguno de ellos le viene mal que ese mantra de la aniquilación de Hamas, pero el precio que se ha puesto a la carnicería resulta muy caro y nada tragable para sus poblaciones, que mantienen una actitud de simpatía telúrica hacia la causa palestina. Estados Unidos corteja a estos estados cómplices para embalsamar el cadáver de los derechos palestinos tras la guerra. En otras palabras, que paguen el gasto de la reconstrucción y de una administración de circunstancias en la franja del futuro, conformada por “tecnócratas”, se dice. En claro: palestinos formados en universidades norteamericanas o europeas que mantengan currículums impecables de respeto (¿servilismo?) hacia Israel y los intereses occidentales.

Pero ni siquiera este escenario de una domesticada administración palestina es aceptado por un sector del actual gobierno de unidad nacional en Israel, que es, en realidad, una coalición de todas las derechas. Netanyahu utiliza el rechazo visceral de los ultras religiosos a cualquier amago de cooperación con una Autoridad Palestina, a la que ve como un lobo con piel de cordero, por muy desacreditada que esté entre su propia población (8). Los moderados, a quienes la prensa occidental tilda muy generosamente de “centro-derecha”, se aferran al impostado discurso americano de  “los dos Estados”, sabedores de que ya esto es ya una ficción completa. Es sabido que la izquierda se diluyó en la marginalidad política hace ya años. Un sector se ha refugiado en testimoniales aunque muy activas organizaciones cívicas.

FRANCIA: A MACRON SE LE ACABA EL TIEMPO

En Francia, la “masacre” política del nuevo año lleva nombre de mujer (Elisabeth Borne), pero sobre todo título propicio, el de Jefe/a de Gobierno. El fusible político de la V República ha vuelto a saltar para salvar del incendio al Eliseo. Es una constante desde 1958.

En esta ocasión, la crisis se ha salido un poco del guion versallesca en que suele presentarse al público. Borne ha hecho oídos sordos a los elogios de despedida de su Jefe y ha hecho inútil la hipocresía de presentar como dimisión lo que todo el mundo sabe que ha sido un cese. En efecto, utilizó el término il faut que, traducible por “es preciso que” o “me veo obligada a” presentar mi dimisión. Fórmula polite que recuerda mucho a la empleada por Rocard, al dejar Matignon en 1991, forzado entonces por Mitterrand. Poco o nada ha importado que Borne proviniera de la facción tecnocrática no militante  del Partido Socialista (como su Jefe, mutatis mutandis).Un consejero del Eliseo  citado por LE MONDE comentaba que Borne empezó su mandato como Jospin (en la izquierda) y lo ha terminado como Rocard, entonces cabeza visible de una izquierda reformista (9).

Borne ha hecho el gasto a conciencia. No tuvo más remedio que quemarse en los debates políticos, parlamentarios, sociales y callejeros de la reforma de pensiones. Más tarde, vendió su alma en la batallas siguiente sobre la reforma migratoria. Tuvo que lidiar ambos asuntos desde la minoría parlamentaria y la gresca interna en un gobierno que coordinaba pero no presidía, plagado por la lucha de facciones y las peleas particulares de los gallos sucesorios. En menos de dos años en Matignon ha tenido que recurrir en más de una veintena de ocasiones al artículo 49.3 de la Constitución (decreto-ley) para salvar los proyectos gubernamentales. Con el desgaste que eso le ha acarreado.

Macron ya se había decidido hace tiempo por un giro a la derecha en la práctica, sin renunciar a su dialéctica reformista de centro. No le queda otra para culminar su quinquenato final. Como primera medida, se dispone a un nuevo rendez-vous con los franceses, una fórmula retórica muy francesa que encanta a este Presidente, maestro en el arte de situarse au dessous de la melé. Por encima de los partidos, de la política minúscula. Casi nadie se lo cree ya: su popularidad está en el 27%, sólo unos puntos más que Borne antes de la ceremonia sacrificial.

Así las cosas, el Macron recurre al regate en corto (el cambio de gobierno) para activar el largo brazo del Eliseo en una conducción más personal de la política con mayúsculas. Ese será el relato. Pero pronto tendrá que afrontar otro regate mucho más complicado, porque sus oponentes se han dispuesto en la férrea defensa de la contestación electoral. Los comicios europeos de junio pueden consagrar de nuevo a Marine Le Pen como presidenciable, por mucho que todo el mundo sepa que se trata de dos ambiciones muy distintas.

En 2027, Macron ya no podrá ser candidato. Tiene sentido que haya escogido a Gabriel Attal. A sus 34 años, es el primer ministro más joven de la V República. Un alarde de esa audace (audacia) que tanto pregona como inspiración de sus actuaciones el líder francés. Attal se configura como un alter ego del Presidente, su potencial sucesor, según los cabalistas políticos en París (10). En la V República, sólo dos primeros ministros llegaron con el tiempo a ser Presidentes: Georges Pompidou y Jacques Chirac, ambos gaullistas de pura cepa. Pero, atención, ninguno de ellos saltó directamente de Matignon al Eliseo. El salto a la gloria es proceloso.

Attal se sitúa a la izquierda del entramado macronista. Lo que resulta muy apropiado para compensar una política cada vez más derechista. En el centro estará siempre Macron como guía y faro de las reformas. La maniobra suena a brazo largo, pero tanto y tan prematuro que corre el riesgo de diluirse en la bruma de los próximos meses. No en vano, a Matignon se le conoce como el “infierno” en los cenáculos políticos galos.

NOTAS

(1) “From Lebanon to Read Sea, a broader conflict with Iran looms”. DAVID SANGER y STEVEN ERLANGER. THE NEW YORK TIMES, 7 de enero.

(2) “As Middle East crisis grows, does Iran have control of its proxy forces?”. PATRICK WINCOUR. THE GUARDIAN, 6 de enero.

(3) “L’ Iran ne veut pas d’ un embasement général du conflit, mais devra pourtant riposter”. AMÉLIE ZACCOUR. L’ORIENT LE JOUR, 5 de enero.

(4) “5 reasons the Israel-Palestine conflict won’t end any time soon”. STEPHEN M. WALT. FOREIGN POLICY, 8 de enero.K

(5) “L’ armée israelienne afirme avoir démantelé la structure militaire du Hamas dans le nord de la bande de Gaza”. LE MONDE, 6 de enero.

(6) “Not day after, day during: Blinken visits Israel”. DAVID MAKOVSKY. THE WASHINGTON INSTITUTE, 8 de enero.

(7) “What will happen to Gaza’s People”. PETER BEINART. THE NEW YORK TIMES, 7 de enero.

(8) “Can the Palestinian Authority govern Gaza?”. DANIEL BYMAN (Centro de Estudios estratégicos de Georgetown). FOREIGN AFFAIRS, 4 de enero.

(9) “Emmanuel Macron congédie Elisabeth Borne pour relancer son second quinquennat”. CLAIRE GATINOIS. LE MONDE, 9 de enero.

(10) “Gabriel Attal en Matignon: les coulisses d’une nomination disputée”. CLAIRE GATINOIS. LE MONDE, 10 de 2024.

AÑO DE VOTOS, AÑO DE TRAMPAS

 3 de enero de 2024

El año que recién comienza viene cargado de urnas. Más de la mitad de la población mundial está llamada a expresar su voluntad política en los próximos doce meses. Pero en algunos casos, puede decirse que esas urnas están ya llenas. En algunos casos, de bombas; en otros, menos extremos, pero igualmente corrosivos, de trampas, de engaños.

DECLIVE DEMOCRÁTICO

La democracia, el sistema liberal de participación ciudadana, está en declive. O eso dicen quienes lo estudian concienzudamente, aunque naturalmente desde una perspectiva de identificación política o ideológica. La institución Freedom House, una especie de biblia intelectual del funcionamiento sistémico, considera que 2023 ha sido el decimoséptimo año consecutivo en que la “Libertad Global” ha retrocedido en el mundo. Cita los deterioros más notables (Brasil -luego corregido positivamente-, Perú, Túnez, Burkina Fasso) y otros menos visibles (Turquía, Myanmar, Tailandia). Con todo, estima FH, se produjeron progresos en 34 países, uno menos que en aquellos donde hubo retrocesos. No deberíamos tomarnos estos datos a pies juntillas: si entramos en el análisis pormenorizado, surgirían dudas sobre los criterios empleados en la clasificación.

En todo caso, después de 50 años de elaborar este trabajo, hay tendencias a tener en cuenta en materia de libertades desde el punto de vista del orden liberal: en 1973, 44 de los 148 países entonces existentes fueron catalogados como “libres”, en tanto que en 2023, esa cifra se eleva a 84, aunque los países del mundo son ya 195, debido a las sucesivas desagregaciones nacionales y otros factores políticos. En términos comparativos, la “libertad” alcanzada a algo menos del 30% de países hace 50 años, mientras hoy en día se extiende al 43%. En definitiva, si aplicamos una perspectiva de largo recorrido, el balance sería positivo. Pero esa tendencia parece estar estropeándose desde el comienzo del presente siglo.

Este diagnóstico negativo lo refrenda otra organización, la sueca International IDEA, que tiene por misión declarada el “apoyo a la democracia en todo el mundo”. La conclusión de su último estudio establece que “en cada una de las regiones del mundo, la democracia ha seguido contrayéndose, con declives en al menos uno de los indicadores del comportamiento democrático en la mitad de los países estudiados en el Informe”.

EL TENSIONADO MODELO OCCIDENTAL

Las elecciones, a las que antes nos referíamos, son sólo un criterio en la catalogación de la salud de las libertades, como es lógico. Pero las distintas condiciones en que se celebran no les confiere un carácter referencial muy fiable. Como se decía al principio, este año viene repleto de convocatorias, y en países de gran peso mundial  (Estados Unidos, Rusia, UE y más de 30 estados o regiones europeos, India, Suráfrica). La lista podría engrosarse cuantitativa y cualitativamente, si finalmente se adelantan las elecciones en Gran Bretaña.

En la Unión Europea las urnas tienen la apariencia más transparente. Sin embargo, no puede afirmarse que reflejen un sistema del todo justo, debido a la persistencia de factores que distorsionan históricamente la representatividad de las poblaciones. Pero lo que preocupa a los dirigentes y a sus intérpretes mediáticos es el nuevo impulso de las fuerzas populistas o nacionalistas identitarias de extrema derecha, tras el triunfo electoral en Holanda y el avance de sus postulados, sobre todo en materia migratoria, en las grandes potencias como Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña, con el remate en el ámbito compartido de la propia UE.

En Estados Unidos, la perversión habitual del sistema electoral (dominado por el peso del dinero, la conformación de unos distritos artificiales y alterados de forma permanente en función de los intereses de las minorías, o la estructural privación del voto sin justificación decente alguna) se ve agravada por un ambiente político venenoso, con un candidato favorito (Donald Trump), sobre el que pesan más que convincentes indicios de delincuencia económica y política. A sólo unos días de que comience el circo de las primarias, las escaramuzas políticas se libran tanto en los gabinetes de las campañas como en las salas judiciales. Pese a este panorama sonrojante, las élites gobernantes se empeñan en ofrecer como modelo al mundo un sistema que hace aguas en su propio país.

DEMOCRACIAS PÁLIDAS O FALSAS EN EL MUNDO EMERGENTE

En Rusia, las elecciones serán un teatro sin paliativos, sin el aditamento picante de las norteamericanas. Putin seguirá siendo el candidato independiente del partido-Estado de esta época (Rusia Unida). Este es el ejemplo más evidente del binomio votos/balas antes apuntado. Un país autoritario que toma prestada la democracia como engañoso factor legitimador (urnas cargadas de trampas), en un contexto de guerra que asfixia cualquier expresión de libertad (1).

Por cierto, que no es descartable que en el otro lado de la trinchera, en Ucrania, pudiera cederse a la tentación electoral. El estancamiento militar actual y la fatiga occidental es un peligro mortal para Ucrania y pasar los votos por las urnas podría ser un recurso desesperado para favorecer el relato del necesario apoyo de las democracias occidentales, en armas y en dinero, en beneficio de la causa de la libertad (2).

En las potencias medias emergentes como India y Suráfrica, las elecciones también vienen trucadas por los reflejos autoritarios y las corrupciones inherentes a sus respectivos sistemas políticos y socio-económicos. Son casos distintos entre sí, por supuesto, pero comparten elementos de distorsión de la voluntad popular.

En India, la mayor democracia del mundo, como gustan de decir sus exégetas, el nacionalismo identitario que lidera el populista Narendra Modi está en condiciones de consolidar una deriva autoritaria con perfiles aparentemente neoliberales en materia socio-económica y enterrar el modelo del nacionalismo tercermundista del Partido del Congreso (3).

En Suráfrica, la decadencia del Congreso Nacional Africano se prolonga durante décadas. El proyecto social y político post-apartheid ha fracasado, debido a la corrupción, la criminalidad y la burocratización de las élites. Tres de cada cuatro ciudadanos dicen que sacrificarían la democracia si surgiera un liderazgo fuerte capaz de crear empleo y frenar la delincuencia. Este mismo humor político es compartido por toda África, como se ha podido comprobar en la actitud apática cuando no abiertamente favorable a los golpes militares que han vuelto a proliferar en el continente, tras el fracaso de los modelos controlados por las antiguas potencias coloniales (ahora neocoloniales) (4).

Otro país emergente de dominante atención internacional que pasará por las urnas en 2024 será Taiwan (este mismo mes de enero). Los medios y gabinetes de orientación ideológica en Occidente sitúan esta cita electoral entre las más determinantes del año, por las consecuencias que los resultados pudieran tener en el comportamiento de China.

El partido gobernante (DPP), en principio el más independentista, estará liderado por un exrepresentante del país en Estados Unidos (en la práctica un embajador). Se teme por ello que,  en caso de repetir victoria, se pueda precipitar una crisis y acercar el riesgo de guerra.

Las otras opciones son más templadas, en relación con Pekín: los nacionalistas conservadores del Kuomintang (otrora enemigos del comunismo continental y hoy partidarios de la convivencia condicionada) y un nuevo Partido del Pueblo, con ribetes populistas. En realidad, ninguno de los tres parece dispuesto a que los votos se conviertan en balas (5).

 

NOTAS

(1) “Putin’s War Party”. ANDREI KOLESNIKOV. FOREIGN AFFAIRS, 1 de diciembre.

(2) “En Ukraine, le politique fait discrètement son retour”. COURRIER INTERNATIONAL, 31 de octubre.

(3) “BJP win in India’s 2024 election ‘almost an inevitability’”. HANNA ELLIS-PETERSEN (Corresponsal en Delhi). THE GUARDIAN, 31 de diciembre

(4) “Deaths, debts and democratic doubts in Africa” THE ECONOMIST, 28 de diciembre.

(5) “Taiwan prepares to pick new President amid growing threat from China”. HELEN DAVIDSON (Corresponsal en Taipei). THE GUARDIAN, 30 de diciembre.