27 de mayo de 2020
Mientras
gran parte del mundo se prepara para un regreso lento, incierto, todavía peligroso
y, desde luego, plagado de incertidumbres de todo tipo, a una relativa normalidad,
las regiones rezagadas en el impacto del COVID-19 (América Latina y gran
parte de África) tendrán todavía semanas por delante de sufrimiento y
oscuridad.
En
nuestro mundo más cercano, o del que disponemos de más información por la
preferencia mediática, el alivio del desconfinamiento gradual apenas puede
compensar la angustia social y personal por un futuro dominado por las
incógnitas económicas, laborales, sociales y políticas, sin olvidar las sanitarias:
una nueva oleada del virus sigue temiblemente presente, sobre todo si la
impaciencia o los intereses particulares se imponen a los públicos.
Sin
pretender agotar todo el catálogo de incógnitas presentes y futuras, aquí van
las que quizás tengan más repercusión en la vida cotidiana de las personas,
pero también en el equilibrio mundial. El orden de presentación es relativamente
aleatorio.
1)
La respuesta europea a la crisis socio-económica. La dimensión del daño
es todavía especulativa y aproximativa. La acumulación de programas de
estímulo, ampliación crediticia, incremento presupuestario de la Unión, etc.
arroja cifras mil millonarias, pero aún queda por esclarecer cómo y bajo qué condiciones
se distribuirá esa ayuda con mayúsculas. Y, ante todo, quienes pagarán y a
quienes alcanzará. El pacto Merkel-Macron de los 500.000 millones ha sido saludado
como un paso adelante tras un atasco de semanas (1). Pero hay todavía muchas
incógnitas por despejar. El pulso norte-sur no se ha terminado.
En el plano interno, los gobiernos empezarán a
presentar cuentas políticas, y no parece prometedor el balance. Macron anticipa
la rentrée más debilitado que nunca en la Asamblea Nacional, ya sin
mayoría absoluta, después de perder 26 diputados (2), ruptura más grave de lo que
resultó en su momento los frondeurs de izquierda socialista para Hollande). Merkel
aguanta de nuevo el tipo y, como siempre, le sientan bien las urgencias, aunque
hay resistencias a su derecha. En Italia, pasa lo habitual: no se pierde
oportunidad de aprovechar una crisis para alterar los ficticios equilibrios
políticos. Renzi se aleja del gobierno, Salvini huele sangre, la ultraderecha
nostálgica crece, los cinco estrellas se apagan y Conte se convierte en el solitario del Palacio Chiggi. Johnson,
cuando acabe por salir del embrollo de Cummings, su gurú del Brexit, tendrá que
afrontar unas endiabladas negociaciones de relación futura con la UE. Omito España,
porque ya se habla con extensión en este sitio web.
2)
El impacto en las elecciones de Estados Unidos de los 100.000 muertos (y
en alza). Un liderazgo inepto e irresponsable debería haber condenado a Trump.
Pero Trump está en la Casa Blanca no a pesar de eso, sino precisamente por eso:
por presumir de hacer lo que no se considera correcto, por seguir la corriente
a un sector social amplísimo que no cree en el poder público, o más bien que
desconfía profundamente de él. Aunque sea con casi 20.000 mentiras.
La
alternativa es endeble, en el mejor de los casos, de mínimo denominador común: casi
todo de lo primero, confuso lo segundo y discutible lo último. Joe Biden, a sus
77 años, puede ser presidente de un solo mandato. De ahí que la selección de su
coequipier electoral sea ahora uno de los temas punteros en el debate
público. Se perfilan mujeres para el puesto. Elisabeth Warren se ha mostrado
dispuesta, pese a las diferencias evidenciadas durante las primarias demócratas.
Pero es blanca y Biden necesita fidelizar a ese voto afroamericano que le viene
prestado por Obama. Se habla de Kamala Harris, otra desventurada runner,
o de Stacy Abrams (más a la izquierda), que a punto estuvo de ganar la gobernación
de la sureña Georgia.
Pero
el problema más importante es la amenaza sobre el desarrollo mismo del proceso
electoral y, con particular gravedad, sobre el derecho mismo de voto. La
pandemia puede ser un factor para volver a privar de votos a sectores desfavorecidos,
lo que beneficiaría a Trump y perjudicaría a Biden. A pesar de que Estados
Unidos arrastra un historial lamentable de manipulación electoral, este año
puede resultar escandaloso (3).
3)
La deriva de la confrontación chino-norteamericana. De momento, oscila
entre las imposturas de guerra fría (o congelada) y la interdependenci,
la propaganda por ambas partes y el recurso fácil de consumo interno en los dos
polos. Trump hará uso y abuso electoral de ello, pero dejará que sus
colaboradores impidan que la sangre llegue al río. Los mandarines chinos optarán
por una táctica reactiva, salvo en lo que consideren líneas rojas. El
control de Hong Kong o la vigilancia de Taiwan se estrecharán y provocarán
tensión, pero en Pekín se cree, y quizás con razón, que Occidente no se
arriesgará a palabras mayores y que primará la necesidad de estabilizar una
globalización desgarrada por la crisis (4).
4)
El encaje del nuevo y superpoblado gobierno israelí, con un primer
ministro en los juzgados y la anunciada anexión del 30% de Cisjordania (5).
La reanudación de la violencia en Palestina, motivada por la desesperación de
la población, o de sus élites, representaría un foco adicional en el incendio
en que se consume la región entera. No está claro que un hipotético Presidente
Biden pueda, o quiera, frenar el anexionismo israelí.
5)
La solidez del influjo de los actores secundarios en Oriente Medio. El aparente
statu quo bélico en Siria, Libia y Yemen, las crisis socio-políticas aplazadas
en Líbano, Irak, Irán o Argelia y las luchas subterráneas en las monarquías
petroleras presentan demasiado factores de desestabilización como para permanecer
hibernados mucho tiempo. En ninguno de esos casos puede esperarse desarrollo
positivo alguno.
6)
El incierto proceso de “normalización” en Afganistán. Está apenas
hilvanado por un plan norteamericano, presentado como de pacificación, cuando,
en realidad, se trata de una pantalla muy frágil para salvar la cara de una
retirada militar en derrota. El acuerdo interno entre las dos facciones del gobierno
(Ghani-Abdullah) suena a tregua, pero no es un arreglo estable. El virus ha impuesto
una tregua militar con los taliban. Pero el monstruoso atentado de hace
unas semanas en una maternidad de Kabul nos recuerda que la franquicia local
del Daesh representa una amenaza mucho más mortífera que los antiguos
estudiantes coránicos y podría alterar los planes de unos y otros (6).
7)
La institucionalización del poder vitalicio de Putin en Rusia. La iniciativa
de reforma constitucional y de reajuste de la estructura de poder en el Kremlin
se vio interrumpida por la enfermedad global, cuya dimensión y gravedad reales se
desconocen por la opacidad oficial. Putin, consagrado como zar del siglo XXI
(7), baraja respuestas estratégicas diferentes, en función del inquilinato de
la Casa Blanca a partir del año que viene. China es su mejor baza, pero tan
incierta, condicionante y cara como siempre.
8
) El contradictorio efecto de la pandemia sobre el rumbo del nacional-populismo
en Occidente y del nacional-autoritarismo en la periferia. La democracia
puede ser una víctima derivada de la crisis sanitaria. La gestión de los
Bolsonaro, Modi, Erdogan y tantos otros ha sido un desastre, pero quizás no paguen
la misma factura que los dirigentes demócratas. Se sienten relativamente
seguros. Sólo una revolución o algo similar puede llevárselos por delante.
Mientras, maniobran, manipulan y reprimen. Viven en el filo de la navaja y, si
es preciso la vuelven contra sus pueblos. Sin complejos. La pandemia puede darles
vida (8).
NOTAS
(1) “Merkel
and Macron find the strength for Europe. PETER MÜLLER. DER SPIEGEL, 22
de mayo.
(2) “La perte de la majorité absolue à l’Asamblée, un coup
dur pour Emmanuel Macron”. LE MONDE, 21 de mayo.
(3) “The
pandemic has already altered how ten of millions of americans can cast their
ballots this year”. THE WASHINGTON POST, 23 de mayo.
(4) “Why
China’s move to rein in Hong Kong is just the start”. STEVE LEE MYERS. THE
NEW YORK TIMES, 24 de mayo.
(5) “Israel’s
new government is a many-headed hydra. Can its competing leaders resolve the dilemma
of annexation”? MARTIN YNDIK. FOREIGN AFFAIRS, 26 de mayo.
(6) “Horrific
attack on Masternity ward threatens to upend afghan truce”. STEFANIE GLINSKI. FOREIGN
POLICY, 14 de mayo.
(7) “How Putin
changed Russia forever”. VARIOS AUTORES. FOREIGN POLICY, 7 de mayo.
(8) “Covid-19
tempts would-be authoritarians. But exploiting a pandemic comes at a cost”.
RUTH BEN-GHIAT. FOREIGN AFFAIRS, 5 de mayo. “Authoritarians are exploiting
the Coronavirus. Democracies must not follow suit”. JEFFREY SMITH, NIC
CHEESEMAN. FOREIGN POLICY, 28 de abril.