25 de septiembre
Al final, las elecciones
alemanas no han resultado tan previsibles. Ciertamente, los pronósticos se
cumplieron en lo fundamental –triunfo de Merkel, descenso de los dos grandes
partidos y ligero ascenso de los pequeños-, pero el elemento sobresaliente ha sido
el auge de la extrema derecha por encima de las previsiones.
Estas son las primeras conclusiones que pueden
extraerse de la jornada.
1) MERKEL TENDRÁ UN CUARTO
MANDATO, PERO A UN PRECIO CONSIDERABLE
La CDU apenas alcanza el 33%, pierde casi nueve puntos y tendrá 66 escaños menos, en claro beneficio de la derecha, liberal o xenófoba. Victoria amarga e incómoda. Las tensiones sociales no han podido ser tapadas con el discurso complaciente de Merkel. El malestar por la inmigración es el síntoma y no tanto el problema. Durante sus tres mandatos, la desigualdad social ha alcanzado niveles no conocidos desde la posguerra, aunque haya una percepción de bienestar y prosperidad en la mayoría de la población. Los votos que se le escapan a la derecha no podrá recuperarlos fácilmente a la izquierda. Angela Merkel está obligada a fuertes concesiones para seguir gobernando.
2) UNA COALICIÓN
TRABAJOSA, INCIERTA E INESTABLE
Liberales y verdes se perfilan como los
potenciales socios de la CDU para sumar la mayoría en el Bundestag. Sería la llamada coalición Jamaica, porque los colores de los partidos que la compondrían
coinciden con los de la bandera del país caribeño (negro, amarillo y
verde). Difícil operación política, en
todo caso: casi una cuadratura del círculo. Liberales y verdes se encuentran en
las antípodas en política ecológica y migratoria. La consulta a las bases que
las respectivas direcciones han anunciado para decidir sobre la entrada en el
gobierno puede resultar un quebradero de cabeza para la canciller en funciones.
3) ¿FIN DEL MITO DEL BALUARTE DEL ORDEN LIBERAL
Alemania no es tan distinta. A pesar de los
intentos de no pocos analistas de presentarla como el baluarte del orden
liberal frente a los populismos nacionalistas, xenófobos y antieuropeos, la
realidad es que el electorado alemán no se ha comportado de manera diferente al
de otros países europeos. Alternativa por Alemania (AfD) pasa de rozar el 5% en
2012 a arañar el 13% este año. Curiosamente, un porcentaje casi idéntico al
obtenido por el Frente Nacional en la primera vuelta de las últimas elecciones
legislativas en Francia. Un ascenso indiscutible, inquietante e imposible de
ignorar o menospreciar. AfD se convierte en el tercer partido del país. Su
discurso en contra de la inmigración y de la acogida de refugiados se ha
instalado en una parte considerable de la sociedad alemana. Pero, además de
eso, en AfD aparecen, cada vez con menos disimulo, actitudes y opiniones
revisionistas del trauma alemán de los años treinta y cuarenta. Sin llegar, por
ahora, a justificar el nazismo, algunos de sus dirigentes reprochan al sistema
una excesiva autoflagelación, reprochan los complejos y la vergüenza y alientan
la recuperación del orgullo alemán, con propósitos indefinidos.
4) FIN DE ERA PARA LA SOCIALDEMOCRACIA.
El SPD sigue la senda desastrosa del resto de
partidos homólogos europeo. Pierde cinco puntos con respecto a 2012 y se queda
en el 20,5% de los votos emitidos, su peor registro desde el final de la
guerra. Como se temía, la estrategia de la grosse
koalition para moderar el efecto de la hegemonía de la derecha e introducir
ciertos avances en política social o europea ha resultado del todo
decepcionante. No extraña, por ello, que Martín Schulz anunciase en la noche
del domingo que el SPD pasará a la oposición, sin duda alguna. Ni siquiera las
apelaciones de Merkel a la estabilidad podrían modificar esta decisión. Algunos
dirigentes querrían ese entendimiento con el centro derecha, pero la base es
completamente opuesta, como ocurre en otros lugares de Europa. El fracaso en
Alemania sanciona el final de una era en la socialdemocracia europea. El
inesperado resultado favorable de los laboristas parece sugerir que sólo con un
giro a la izquierda se podrá recuperar a un electorado desengañado y
desmovilizado.
5) LOS MINORITARIOS DEBILITAN EL BIPARTIDISMO
Los tres partidos pequeños que aspiran a
cuestionar el bipartidismo han obtenido unos resultados positivos. Los mejor
parados han sido los liberales, que vuelven al Bundestag, y con fuerza. Rozan el 11% de los votos, serán el
segundo partido de la previsible coalición y estarán en condiciones de obtener
ciertas concesiones de Merkel en materia económica. La política de la
canciller, deudora del cristianismo social, se había acercado mucho a las
propuestas socialdemócratas, tanto por convencimiento cuanto por oportunismo
político. Los liberales se sitúan a la derecha, al menos en el terreno
económico y social, aunque en los asuntos morales presumen de posiciones más
abiertas que los democristianos.
Los Verdes mejoran apenas unas décimas. La
participación en una eventual coalición de gobierno amenaza con acentuar las
divisiones ya evidentes en el partido. No debe darse por seguro una posición
favorable de la militancia.
Finalmente, la izquierda también sube medio punto
y tendrá cinco diputados más. No puede decirse que haya capitalizado el
descenso del SPD. Con el 9% hará oír su voz contraria a la política económica y
al proyecto europeo de integración anclado en las recetas de la austeridad.
Pero no es previsible un acercamiento a los socialistas.
Alemania tendrá que combatir contra el sobresalto
de la inestabilidad y deberá contener el populismo de los extremos. En el
tablero político de mando se han encendido luces de seria advertencia. Los
socialdemócratas no pueden seguir escondiéndose de una crisis y deben encarar
una reflexión profunda. Merkel deja de ser incuestionable. El cuarto mandato de
la canciller puede ser, como los de Adenauer y Kohl, el de su inevitable
decadencia política. La excepcionalidad alemana se ha terminado.