10 de noviembre de 2021
Bosnia-Herzegovina
se encuentra en el momento más peligroso desde el final de las operaciones
bélicas, a finales de 1995. Así lo estiman distintos diplomáticos y políticos
de las potencias occidentales tutoras y numerosos periodistas y observadores locales.
El actual presidente de la República Srpska (RS) de Bosnia, Milorad Dodik, ha
anunciado su intención de recuperar competencias
transferidas al gobierno central en tres ámbitos esenciales: justicia, fiscalidad
y defensa. Lo que supondría, en la práctica, una secesión en toda regla.
Dodik
escogió cuidadosamente el momento y la ocasión para hacer esta proclama: el
trigésimo aniversario de la autoproclamación de la Asamblea constituyente de la
República Sprska (RS), en octubre de 1991, en la pequeña localidad montañosa de
Pale, a sólo unos kilómetros de Sarajevo (1). Este órgano fue la cobertura
legitimadora del boicot serbio, primero político y luego militar, al nacimiento
de Bosnia-Herzegovina como nuevo país independiente extraído de la Yugoslavia
en ruinas. Tras una serie de provocaciones e incidentes de origen oscuro, se
produjo el estallido bélico, en la primavera de 1992. Las facciones nacionalistas
serbobosnias más radicales, con el apoyo de la mayoría del Ejército federal
yugoslavo (cuya oficialidad era primordialmente serbia) se rebelaron contra los
planes secesionistas de los nacionalistas bosnio-musulmanes, que representaban a
más del 40% de la población. Para entonces, Yugoslavia sólo existía ya sobre el
papel.
En
realidad, no es exagerado decir que la guerra no terminó con los acuerdos de paz
de Dayton, Ohio, en noviembre de 1995. Más bien continuó por medios no
militares: políticos, propagandísticos e institucionales. Dayton fue
simplemente el resultado del agotamiento militar de los contendientes y diplomático
de los actores internacionales. Una falsa solución.
UN
MOMENTO CRUCIAL
De
materializarse, e órdago de Dodik representaría el vaciamiento de la arquitectura
institucional acordada en Dayton y el fin del estado unitario bosnio. La
historia retrocedería de nuevo treinta años. En 1995, Bosnia- Herzegovina quedó
constituida como una suerte de Confederación, integrada por la Federación
de croatas y musulmanes y la República Srpska (serbia), con unas instituciones
comunes y otras privativas de cada una de las dos partes.
Con
su declarada ruptura de la casa común, las actuales autoridades serbobosnias no
sólo pretendían celebrar el anterior y traumático intento de separarse de
Bosnia, sino forzar un replanteamiento constitucional, según las
interpretaciones más optimistas, o provocar una ruptura total e irreversible. Enterrar
Dayton. Lo que supondría atizar el riesgo de guerra (2).
Había
otro motivo para encajar el envite serbio. Este mes de noviembre debía
procederse a la renovación del mandato de la EUFOR, la fuerza residual de entre
600 y 700 soldados de la OTAN, cuya misión es garantizar (formalmente) la paz,
bajo la cobertura de las Naciones Unidas. Bosnia funciona como una suerte de
protectorado internacional, cuya autoridad máxima es la Oficina del Alto representante
(OHR) nombrado por el Consejo de Seguridad de la ONU. En la práctica, son las
potencias occidentales quienes ejercen la tutela. A lo largo de estos años, el
puesto de jefe de la OHR ha sido desempeñado por diplomáticos o político
germano-parlantes (austríacos y alemanes). El actual,Christian Schmidt, asumió el
cargo hace apenas tres meses. Es un exdiputado de la ultraconservadora Unión Social
Cristiana de Baviera. La interlocución de las autoridades serbias de Banja Luka
con Schmidt ha sido aún más difícil que con sus antecesores. El presidente Dodik
lidera el partido mayoritario en la República Srpska, con un 39% de los votos
en las últimas elecciones (2018). Se denomina Alianza de Socialdemócratas
independientes (ASDI), pero se trata, en realidad, de un partido nacionalista
radical más, pero más hábil en su propósito de combinar el orgullo patrio con
evocaciones confusas del antiguo régimen social-comunista yugoslavo.
Como
ya ocurriera durante el periodo bélico (1992-1995), los serbobosnios cuentan
con el apoyo, no muy decisivo, en todo caso, de Rusia, ahora si se quiere más ruidoso,
por el creciente enfrentamiento de Moscú con las potencias occidentales. En este
gélido ambiente internacional, China se ha sumado al juego de equilibrios en
favor de los serbios, entre otras cosas por los importantes negocios que
empresas chinas desarrollan tanto en la República de Serbia, la hermana
mayor de los serbobosnios.
En las semanas previas a la sesión del Consejo de Seguridad, la alianza ruso-china ejerció presión contra Schmidt. Moscú y Pekín amenazaron con votar la renovación de la EUFOR. Al final, se negoció que el Alto Representante no leyera su informe ante el Consejo, para dar luz verde a la EUFOR. El informe de la OHR se remitió a cada embajador y se hizo público, como era de esperar. Un paripé que dejó a cada parte más o menos satisfecha: a cambio de la renovación del mandato de las tropas, el alemán sufrió un desprecio público (3).
Este enjuague diplomático no resuelve, empero, el problema de fondo: la cada vez más complicada convivencia entre las dos partes constitutivas de la confederación bosnia. Todo el mundo coincide en que la quiebra es total. Dodik siente que cuenta con el apoyo de Moscú (menos expreso el de Pekín), para crear su propio Ejército, su fiscalidad y su justicia (4).
El
desafío no parece una mera bravuconada. El entorno lo favorece. Los partidos nacionalistas
han consolidado su dominio no sólo en el resto de Bosnia, sino en la mayor
parte de los países vecinos. La pasividad o la impotencia occidental es corolario
del terrible fracaso experimentado durante la guerra de los noventa. Estados
Unidos delegó en Europa la tutela de Bosnia y el proceso de estabilización.
Pero las cosas no han funcionado.
Ante
la gravedad de la crisis actual, el número dos del Departamento de Estado
norteamericano ha visitado Sarajevo y Banja Luka estos días y parece haber
aplacado a todas las partes. No se confía mucho en que se haya diluido el
riesgo (5).
UN ENTORNO VOLÁTIL
Una
pieza clave de la evolución positiva era la integración de las exrepúblicas
yugoslavas en la Unión Europea. Pero estamos donde estábamos. La última reunión
para evaluar avances en las condiciones puestas por los 27 a los aspirantes,
celebrada en octubre, resultó decepcionante (6). Francia ejerce un papel
especialmente negativo, por entender que las tareas están lejos de cumplirse. El
COVID-19 ha venido a complicar el acercamiento de los Balcanes a Europa, pero
ya antes de la pandemia reinaba un pesimismo atroz.
En
la propia Bosnia, la amenaza de ruptura no viene sólo de los serbios. Los croatas
que integran la Federación con los musulmanes han vuelto a reivindicar la
creación de una entidad propia, lo que supondría el final del equilibrio de
Dayton. El nacionalismo croata es tan virulento como el serbio y el acomodo de
estas últimas dos décadas y media se ha vivido siempre como una solución
provisional. Si los serbios dan un paso más hacia la ruptura, se da por seguro
que los croatas harían lo propio.
En los países vecinos, tampoco reina la concordia. Macedonia del Norte creía haber logrado un desbloqueo después de solucionar a medias el conflicto del nombre, que le ha granjeado durante décadas la enemistad de Grecia, pero los avances han sido mínimos. Ahora mismo, el país se encuentra con un primer ministro dimisionario tras los pobres resultados obtenidos en las recientes elecciones municipales. Una oposición dominada por los conservadores de orientación nacionalistas (VRMO) quiere encabeza una opción alternativa, pero los distintos partidos de la minoría albaneses presentan posiciones distintas. Se modifican las alianzas día a día. Lo más probable es que haya elecciones generales a no tardar.
En
Serbia gobierna con mano de hierro el llamado Partido Progresista (otro nombre
más que equívoco), liderado por Alexander Vucic, un exministro de Milosevic y nacionalista
ultraconservador. Ante la desconfianza europea, las autoridades serbias se han
acercado notablemente a China, que ha hecho del país uno de los baluartes
europeos de su moderna ruta de la seda (inversiones en infraestructuras).
Además, la tensión con Kosovo no afloja Sigue siendo un factor de movilización
propagandística. La minoría serbia agita la denuncia de opresión y vulneración
de derechos, mientras los partidos ultranacionalistas, derrotados en las urnas,
obstaculizan la tarea de un gobierno más escorado a la izquierda, pero débil y
poco favorable al diálogo con Belgrado.
Finalmente,
en Turquía también se toman posiciones ante el empeoramiento de la situación en Bosnia.
Sectores muy activos de la sociedad civil favorables a los musulmanes exigen al
gobierno que no sea tímido en el apoyo al gobierno central de Sarajevo. Pero esta
vez Erdogan ha surgido como mediador, quizás
por su alejamiento de Occidente. Tal vez vea en la crisis bosnia una
oportunidad para recuperar peso, ahora que la oposición se muestra unida en su
contra, por primera vez en más de veinte años. La complicación de sus aventuras
exteriores (Libia o Siria) puede empujar al nuevo sultán a revivir en Bosnia (durante
siglos una provincia otomana) ilusorias ambiciones de potencia (7). Lo que
encendería a Grecia, siempre más cerca de los ortodoxos serbios, con la que se
ha reactivado el pulso en el Egeo por los yacimientos de gas natural, en un
momento de especial tensión energética entre Europa y Rusia. En fin, un panorama
endiablado que evoca los ecos más peligrosos de la última guerra en Europa.
NOTAS
(1) “Bosnie-Herzégovina:
La Republika Sprska veut son armée, sa justicie and son fisc”. COURRIER DES
BALKANS, 11 de octubre.
(2) “The fragile
state of Bosnia and Herzegovina. Bosnian serbs are playing with fire”. DER
SPIEGEL, 27 de octubre; “Time to act on Bosnia’s existential threat”. MAJDA
RUGE. FOREIGN POLICY, 3 de noviembre.
(3) “UN Security
Council extends Bosnian peacekeeping force after Russia and China appeased”. REUTERS, 4 de noviembre.
(4) “Bosnie-Herzégovine: Milorad Dodik joue avec le feu”. ELVIRA
JUKIC-MUJKIC (Observatori Balkani e Caucaso). COURRIER DES BALKANS, 4 de noviembre.
(5) “Bosnian
Serg strongman may halt threatening moves US diplomat”. BALKAN INVESTIGATIV
REPORT, 8 de noviembre.
(6) “Sommet
UE-Balkans occidentaux: à Brdo, la promesse d’élargissement sans date ni plan”.
COURRIER DES BALKANS, 7 de octubre.
(7) “Turkish
government urged to speak out about Bosnia’s political crisis”. BALKAN
INVESTIGATIV REPORT, 4 de noviembre; “Feuding Bosnian look to Turkey to
mediate Crisis”, (ibid.), 10 de noviembre.
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