13 de Febrero de 2015
Escribo
desde Uruguay, donde estos días proliferan balances y análisis sobre el mandato
del Presidente Mujica. El 1 de marzo dejará el cargo a su compañero de partido y
vencedor de las recientes elecciones presidenciales, Tabaré Vázquez, que cumplirá su segundo periodo presidencial
y el tercero consecutivo del Frente Amplio.
MISMOS
IDEAS, NUEVOS ENFOQUES
En ningún
lugar como en Uruguay, la izquierda ha conseguido encadenar un transcurso
político tan largo y, por lo general, fecundo y positivo. Lo ha hecho con
inteligencia, pero sobre todo con un esfuerzo de convergencia de sus distintas
corrientes, aunque a veces haya sido costoso. El Frente Amplio reúne a
socialistas, comunistas, izquierdistas, extupamaros (guerrilleros
urbanos), desarrollistas y otras
familias políticas de adscripción progresista. Las peleas internas no han
faltado y pocas veces se han disimulado. Pero el experimento de unidad ha
funcionado. Y, por lo que parece, puede tener vitalidad para rato. Harían bien
en Europa en tomar nota de la experiencia uruguaya, por muchas diferencias de
cultura política y social que puedan existir.
El
modelo de gestión de la izquierda uruguaya ha sido analizado, desde su origen,
e incluso antes, por los politólogos Adolfo Garcé y Jaime Yaffé. Hace diez años
publicaron el libro “La Era progresista”, cuyo mérito no consistió no predecir
el triunfo del Frente Amplio (estaba cantado), sino en avanzar los rasgos de un
gobierno orientado a defender los intereses y necesidades populares. Ahora,
publican una versión revisada y orientada al futuro, con el añadido al título más
descriptivo que comprometido: “La Era progresista. Tercer acto” (1).
En sus
conclusiones, los autores aventuran que el tercer mandato del FA intentará
seguir conciliando crecimiento e igualdad, pero con un mayor énfasis en el
desarrollo. Conviven en el bloque progresista distintas visiones del
desarrollo. La más moderada, encabezada por el Presidente electo Vázquez, y
sobre todo por su aliado Danilo Astori, ministro de Economía en su primer
gobierno y en el que ha formado ya para los próximos años, enfatiza la
importancia de construir buenos mercados con reglas del juego sólidas (un
enfoque socialdemócrata). Los comunistas y los emepepistas (Movimiento de Participación Popular, el partido de
Mujica) aceptan el sistema del libre mercado, pero presionar a favor de una
construcción más sólida del socialismo. La tercera línea, los desarrollistas,
defienden una visión clásica de esta doctrina de gran raigambre en la región,
conectan con la doctrina de la nueva CEPAL y preconizan un fuerte papel del
Estado para hacer posible el proyecto de “cambio estructural para la igualdad”.
EL LARGO ADIÓS
A UN PRESIDENTE ‘INFORMAL’
Tabaré Vázquez
no esconde su intención de “cambiar de estilo”. El antecesor/sucesor de Mujica
no compartió nunca esas maneras francas,
participativas, espontáneas del todavía Presidente. Le ha reprochado, incluso
públicamente, su forma desordenada de plantear políticas de cambio. Estos días
de intenso trabajo de los equipos encargados de la transición, ha trascendido
en la prensa uruguaya (2) la voluntad del gobierno entrante de retocar algunos
proyectos de Mujica “para hacerlos bien”, en particular los programas sociales,
la gran pasión del Presidente saliente, por su vocación solidaria y
participativa. “Hacerlos bien” significa, para los nuevos gestores, no solo
hacerlos viables y sostenibles, sino
también “institucionalizarlos”, es decir, encuadrarlos en un marco político más
clásico.
Este giro de
estilo (pero quizás también de sustancia) encontrará posiblemente una notoria
resistencia en el bloque parlamentario del Frente Amplio, donde obtuvieron
mayoría en las elecciones legislativas los partidarios de Mujica. De ahí que Tabaré
tendrá que poner en juego sus contrastadas habilidades conciliadoras para que
las diferencias internas no generen frustración ni tensiones. En realidad, el
debate político uruguayo no se planteará en términos de gobierno-oposición,
sino de gobierno-grupo parlamentario.
No debería ser
difícil encauzar el debate interno en el Frente Amplio. Las tres corrientes
principales del FA tienen que comprender que la prioridad será afrontar el
desafío de la igualdad en un contexto internacional y regional mucho menos
favorable. La CEPAL acaba de predecir un escenario nublado, anticipado por el
frenazo del crecimiento. Los gobiernos brasileño y uruguayo (en menor medida, argentino)
afrontarán quinquenios complicados
En el caso
uruguayo, dos son los grandes proyectos sociales a acometer: el llamado Sistema
Nacional de Cuidados, traducible como una Seguridad Social universal, y la
Reforma de la Educación, quizás la mayor frustración de Mujica, según él mismo
repite en mítines, declaraciones y entrevistas. El presidente saliente se lamenta de que sus
propios compañeros de bancada obstaculizaron la implementación de un proyecto
de universidad popular. Sus críticos le reprochan confusión y voluntarismo en
el planteamiento.
EL DESAFÍO DEL
RELEVO GENERACIONAL
Y finalmente,
la izquierda tiene otro desafío imprescindible: la renovación de los líderes
políticos. Vázquez, Mujica y Astori, los tres grandes de esta “era progresista”
se despedirán con la década. El nuevo gobierno de Tabaré presenta una media de
edad de 64 años, aunque el vicepresidente, el desarrollista Sendic (hijo del
fundador de los Tupamaros) es uno de los dirigentes más jóvenes, junto con
Constanza Moreira, con mayor proyección de futuro.
Esta especie
de “gerontocracia” resistente en la izquierda uruguaya, en los níveles más
altos de liderazgo, contrasta con la renovación iniciada en la cúspide de los
partidos históricos o tradicionales del centro y la derecha. Y aunque ni Luis
Lacalle Pou, ni Pedro Bordaberry han podido, de momento, pese a su juventud y su
“abolengo” político (las dinastías políticos también existen en Uruguay) con
los veteranos líderes de la izquierda, lo cierto es que la renovación se antoja
como una asignatura indesplazable en este tercer quinquenio de la izquierda
gobernante.
(1) “Tercer Acto. La Era
progresista. Hacia un nuevo modelo de desarrollo”, ADOLFO GARCÉ y JAIME YAFFÉ. EDITORIAL FIN DE SIGLO. Montevideo, 2014.
(2) EL PAIS (de Uruguay), 11 de febrero.
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