20 de Marzo de 2015
El
atentado del Museo Bordo, en pleno centro de la ciudad de Túnez, ha provocado
la alarma de los dirigentes del país y una espiral de especulaciones.
Está
generalmente aceptado que sólo en Túnez ha prendido la llamada "primavera
árabe", precisamente el país en el que se inició. Ciertamente, sólo en Túnez ha prendido el
proceso de democratización, en el
sentido de que se han respetado los resultados electorales, se han formalizado
alianzas y mayorías y se han resuelto las divergencias de manera pacífica. Pero
no olvidemos que la chispa de la protesta la prendió un joven parado que se
inmoló a lo bonzo, debido a la dureza de la vida cotidiana. Lejos de resolverse, la situación
socio-económica del país se ha agravado desde entonces, por la inestabilidad de
la transición, el entorno internacional y otros factores.
EL
TURISMO, UN OBJETIVO OBVIO
En
estos cinco años, la amenaza terrorista, tal y como la sufren otros países de
la región, no se había manifestado en Túnez. Pero su sombra ha permanecido
presente.
No
olvidemos que Túnez es el país que más nacionales aporta al Estado Islámico en
su cruzada lanzada en el doble frente sirio-iraquí. A muchos les ha sorprendido
que se recuerde estos días, con motivo de este atentado. Siendo uno de los
países más "occidentalizados" -si no el que más- del mundo árabe,
puede sorprender este dato. Sin embargo, la explicación no es demasiado
compleja.
Tiende
a identificarse a Túnez con la capital o, a lo sumo, con otras zonas de gran
atracción turística, como Cartago, o incluso Sfax. Todas ellas son localidades
costeras, donde mal que bien aún subsisten recursos que aplacan la crisis. En
el interior, cuando más nos adentramos en el sur del país, zona desértica y muy
limitada económicamente, la frustración social crece y la llamada de los
mensajes mesiánicos se amplifica. De ese interior con escasas perspectivas
surgió la protesta en el otoño de 2010.
Pero
también en las más prósperas localidades costeras ha crecido el descontento en
los últimos años. El turismo, que representa un 7% del PIB y emplea a uno de
cada diez tunecinos, se encuentra aún sumido en una crisis inquietante. El
número de visitantes se ha reducido en un 12% desde el comienzo del proceso de
transición democrática, en 2010. Ni siquiera una perspectiva de estabilización
ha servido de estímulo para el repunte.
El año pasado, cuando ya se vislumbraba el final de las turbulencias, fue peor para el turismo que el anterior, aún
sumido en la incertidumbre sobre el futuro inmediato. En coherencia con la
depresión del principal sector económico, las inversiones extranjeras cayeron
en 2014 un 5% con respecto al año anterior y acumularon un descenso del 20%
desde 2010.
La
economía es, por lo tanto, el talón de Aquiles de la incipiente y frágil
democracia tunecina. El turismo tiene que ser el motor de una recuperación, al
menos a corto plazo. De ahí que el atentado del museo nacional no pueda ser una
sorpresa en una estrategia de combate feroz como la que plantean los 'jihadistas'. Han golpeado donde
más duele, donde más daño podrían hacer.
AUTORÍA:
TRES HIPÓTESIS
El
otro aspecto de interés es la autoría. El DAESH (Estado Islámico) dejó
pasar algunas horas antes de atribuirse el atentado. Previamente, la denominada
brigada Uqba bin Naf, un grupo ligado a Al Qaeda del Magreb Islámico,
parecía perfilarse como responsable, debido a una declaración aparecida en un
foro extremista en la que se especulaba con las devastadoras consecuencias que
tendría una ofensiva contra el turismo tunecino. Por otro lado, hace una semana,
un miembro perteneciente en su día a la organización Ansar El Sharia, vinculada
con Al Qaeda, anunciaba represalias "en los próximos días" por
las redadas de yihadistas efectuadas por el nuevo gobierno tunecino.
Entre
la miríada de grupos islamistas armados que son activos en Túnez puede haber
rivalidad, pero también complicidades poco exploradas, debido a su condición de
país 'periférico' o lejano del principal teatro de combate actual (Mesopotamia).
De ahí que puedan perfilarse tres hipótesis sobre el atentado del Museo Bordo:
-una,
que Al Qaeda (o sus derivados) hubiera elegido este país, por la
fortaleza de sus conexiones, filiales y recursos, para desafiar la hegemonía
que en los últimos meses (más bien, años) habría conseguido el DAESH.
-dos,
contraria a la anterior, que ambas formaciones yihadistas hubieran decidido aparcar sus diferencias y
colaborar con un atentado para desconcertar al enemigo común.
-tres,
que la autoría se debe a 'agendas locales', no necesariamente vinculadas a las
estrategias globales de estas dos formaciones.
En
todo caso, el atentado ya ha provocado una intensificación de las medidas anti-terroristas.
La actividad policial se intensificará y aumentará el gasto en material militar
(en lo alto de la lista, helicópteros norteamericanos). Esperemos que la
amenaza yihadista no desvíe al gobierno de su principal tarea: encaminar al
país por la senda de la recuperación económica.
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