30 de octubre de 2019
Los
partidos políticos británicos han decido librar la siguiente batalla del Brexit
en un campo distinto al actual: del Parlamento a la calle. Con apenas
alguna excepción menor (sólo 20 votos en contra por 438 a favor), los diputados
aceptaron la disolución de la Cámara de los Comunes y el sometimiento al veredicto
de las urnas, el próximo 12 de diciembre, después de que la oposición se asegurara
un nuevo aplazamiento de la fecha de salida de la UE.
El
Brexit está ahora en manos de quienes lo decidieron: los ciudadanos. Las
elecciones, no obstante, podrían no resultar concluyentes en este aspecto, según
el resultado que arrojen, en vísperas de un invierno político que podría ser el
más largo de los últimos años. Veamos los escenarios probables.
1)
UN TRIUNFO CONSERVADOR
El
líder conservador, Boris Johnson, quería estas elecciones más que nadie, porque
no ha sido capaz de hacer pasar su plan de abandono de la UE, pese a las
concesiones hechas en el último tramo, en particular en el asunto irlandés. A
pesar de su habitual fanfarronería, ha tenido que aceptar derrotas innegables.
Su bravata de que prefería “aparecer muerto en una zanja” antes que volver a
retrasar la fecha del Brexit se ha quedado en farol. El Parlamento lo
obligo a demandar otra demora a la UE y él trató de tapar la humillación con
una carta adjunta en la que se desmarcaba de la iniciativa. Un gambito propagandístico
sin efecto alguno.
Ahora,
Johnson confía en que las elecciones le otorguen la mayoría que precisa para
hacer pasar el deal (acuerdo) negociado con Bruselas, que ahora
le han negado los diputados salientes. Algunas encuestas le predicen una
mayoría holgada de 85 escaños, pero como recuerdan algunos analistas estos
días, Theresa May disfrutaba de pronósticos aún más favorables en 2017 y las urnas
le devolvieron un resultado peor que el que tenía, con la lacerante pérdida de su
mayoría parlamentaria. Ya se sabe que las urnas las carga el diablo.
Ciertamente,
los tories disponen de muchas bazas para recuperar el favor de la calle, tras
un proceso infernal y devastador para casi toda la clase política. Pero, como
señala el semanario THE ECONOMIST, existen factores muy inquietantes que no permiten
que el Primer Ministro se confíe: a) la volatilidad creciente del electorado;
b) el panorama negativo para los tories en áreas muy pobladas del país
(Londres, el sureste y los distritos universitarios, Escocia, etc) que no está
claro que puedan compensar con avances en áreas laboristas pro-Brexit (las
Middlands; c) el efecto negativo para sus intereses que podrían tener las
renuncias de Johnson y su aprovechamiento por los ultra escépticos de Neil Farage;
d) el desplazamiento del interés de los votantes hacia otros asuntos distintos
al Brexit (1).
2)
UNA VICTORIA LABORISTA
Hace
unos meses, este escenario era el más probable. Ya no lo es ahora, debido a las
fractura interna en el Labour. Fractura múltiple, en realidad: entre brexiteers
y remainers, entre izquierdistas (aliados del líder Corbyn) y centristas
(a los que se unen los blairistas,
más a la derecha, y entre parlamentarios y bases tradicionales.
Difícilmente una victoria
laborista sería suficiente para cambiar el rumbo. La posición oficial sobre el Brexit consiste en negociar otro acuerdo con los 27 y someterlo a referéndum. Es
decir, no estaríamos ante una conclusión del culebrón por la vía rápida.
Por no hablar de un posible desafío de los contestatarios al liderazgo de
Corbyn para detener el divorcio de Europa.
3) UNA ALIANZA PROEUROPA
Si las elecciones
vuelven a producir un hung Parliament, un Parlamento sin mayoría, podría darse el
caso de una Alianza entre partidos que favorezcan la permanencia en la UE, compuesta
por laboristas remainers, liberaldemócratas, nacionalistas escoceses
y regionalistas galeses, aunque esta hipótesis es muy forzada, debido a la
división laborista. En este partido, la solución más previsible de consenso
sería un acuerdo de separación pactado con la UE, antes que una permanencia que
dejaría muy insatisfechos a millones de sus votantes.
Por otro lado, una
Cámara tan fragmentada, obligada a un coalición amplia, es poco probable,
debido al sistema electoral británico.
Otro factor que
puede influir en los resultados es la fecha electoral. Hace casi cien años que
no se celebran comicios generales a mitad de diciembre, unos días antes del
comienzo del invierno y de la Navidad. Algunos analistas predicen un abstención
más alta de lo habitual. La campaña comenzará la semana que viene, un día después
de la disolución formal de la Cámara (6 de noviembre). Se prevén cinco semanas
de fuertes debates públicos que podrían reforzar la fuerte polaridad que se
observa ya en el país (2).
En definitiva, el otoño
viene cargado con dos elecciones generales anticipadas y de incierto resultado en
dos de los países más importantes de Europa (España y Reino Unido), las incertidumbres
sobre la coyuntura económica, la fragilidad del liderazgo alemán (la derecha nacionalista
continúa avanzando en el Este y la sucesora de Merkel evidencia signos inquietantes
de debilidad) y el bloqueo del diálogo con el aliado norteamericano por el
proceso del impeachment y el inminente inicio del proceso electoral.
NOTAS
(1) “Boris
Johnson gets his Christmas elections, but the poll is a big gamble for the
Tories”. THE ECONOMIST, 29 de octubre.
(2) “Snap
election: a reckoning that the voters may not want”. EDITORIAL, THE
GUARDIAN, 30 de octubre.
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