17 de marzo de 2021
En
una videocumbre celebrada este pasado fin de semana, los líderes de
Estados Unidos, Japón, Australia y la India han impulsado el Quad (de
Cuadrilátero), un proyecto de seguridad y cooperación en los océanos Índico y
Pacífico. Para algunos, una suerte de OTAN asiática en ciernes, con la
intención declarada de “frenar a China”. Para otros, una ambiciosa iniciativa que aún está por definir y estructurar
En
el comunicado
conjunto de la cumbre se afirma el compromiso en favor de una “región
libre, abierta, inclusiva, saludable, anclada en valores democráticos y a salvo
de coerciones”. Una insinuación a China, a la que no se menciona en el texto
oficial, porque no fue el centro del debate, según el Consejero de Seguridad norteamericano,
Jake Sullivan. Los cuatro líderes acordaron crear tres nuevos grupos de trabajo
sobre el COVID, Tecnologías emergentes y Cambio climático, tres desafíos
prioritarios de la administración Biden, compartidos por sus socios. La próxima
cumbre se quiere presencial, a finales de este mismo año (1).
UNA
IDEA JAPONESA
El
proyecto fue, en su origen, una idea del anterior primer ministro japonés, Shinzo Abe, en
2007, durante su primer mandato. Inicialmente, se concibió como un mecanismo multilateral
de consultas, basado en el trabajo realizado años antes para afrontar el
tsunami de 2004. Luego la idea se fue diluyendo.
Obama
formuló el concepto pivot to Asia para reequilibrar las prioridades de
la política exterior norteamericana. Pero más que prolongar o profundizar en el
Quad, promovió el TPP, el acuerdo
comercial regional más ambicioso hasta la fecha. Trump se retiró por su
irreflexiva idea de que Estados Unidos no salía ganando. Pero, en cambio, asumió
el término Indo-Pacífico como instrumento de presión comercial y
confrontación política y diplomática con China. No obstante, el único elemento
concreto de su periodo fueron las maniobras Malabar, ejercicios navales indo-americanos
a los que se invitó a Japón y Australia, celebrados en la segunda quincena del
pasado noviembre. No era algo novedoso, ya que se habían realizado por primera
vez en 2007.
La
amplísima dimensión de la zona geográfica del Indo-Pacífico plantea
muchos problemas para definir estrategias coherentes y sólidas. Los intereses
de los supuestos socios de la iniciativa no siempre son coincidentes. Y sus
posturas frente al poderío chino, aunque coincidentes en cierto modo, no
siempre son homogéneas (2).
EL
PESO DE CHINA
El
pasado mes de noviembre, quince días después de las elecciones presidenciales
norteamericanas y precisamente durante las maniobras Malabar, China se
apuntaba un éxito importante al conseguir que quince países de esa zona suscribieran
un tratado de libre comercio denominado RCEP (Amplio Partenariado económico
regional). Sus integrantes no son países neutros o sin una clara vinculación
con Washington, sino sus aliados más sólidos en la región, como Japón,
Australia y Corea del Sur; los dos primeros, a la sazón, integrantes del Quad.
Esta
aparente contradicción no lo es tanto, si se analiza la realidad regional.
China es el destino de más de la tercera parte de las exportaciones de
Australia y el primer socio comercial de Japón (20% de sus ventas en el
exterior). No es esta la única paradoja en el Indo-Pacífico. Incluso los países
que mantienen con Pekín conflictos de soberanía en territorios insulares del
Mar del sur de China, singularmente Filipinas y Vietnam (aparte del propio
Japón), también son socios del RCEP. China es el actor principal de ese
escenario, guste o no.
Ese
partenariado económico y comercial tiene sus efectos políticos y diplomáticos,
como señalaba recientemente el editorialista de LE MONDE Alain Frachon (3).
Cuando Australia se atrevió a pedir una investigación internacional sobre la
responsabilidad de China en la expansión del COVID-19, Pekín le impuso
penalizaciones comerciales y propagó un video sobre los “crímenes” de los
soldados australianos en Afganistán. Anteriormente, el primer ministro
australiano en 2013, Kevin Rudd se apartó del Quad y ahora es un destacado
partidario de evitar tensiones con Pekín (4). Para Australia, el Quad y
el RCEP pueden ser compatibles. ¿Lo serán?
India,
como era de esperar, no se ha apuntado al tratado libre comercio auspiciado por
China. Ambas potencias pasan por momento de especial tensión, tras las graves escaramuzas
del pasado junio en el Himalaya. Sucesivas administraciones norteamericanas han
tratado de conseguir un reposicionamiento de Nueva Delhi en el equilibrio
asiático. La asertividad china y el acercamiento entre Pekín y Moscú han
enfriado la habitual concertación entre India y Rusia y supone un factor de
oportunidad para Washington. Pero los centros de poder indios son muy
cautelosos y evitan provocaciones contra China.
También
el Reino Unido acaba de señalar al Indo-Pacífico como región prioritaria
de atención, en la redefinición de su política exterior tras el Brexit (5)
UN
PROPÓSITO PARA EL QUAD
Defensores
y escépticos debaten sobre la viabilidad del Quad como estructura multilateral
de seguridad y cooperación según el modelo atlántico. En el mundo post-COVID
parece afianzarse la potencia de China, que despliega una exhibición de su
poder económico, militar y diplomático, no sólo en su área natural de
influencia (el Extremo Oriente), sino en corredores de expansión que se
extienden por el Índico, Asia Central, Europa y África y, al otro lado del
mapa, por Suramérica.
Algunos
analistas se han dedicado a señalar posibles áreas de cooperación ampliada del Quad,
para que la confluencia de intereses comunes se sobreponga a los intereses
nacionales encontrados. Salvatore Babones, del Centro de Estudios de Sidney,
identifica la libertad de navegación y la seguridad marítima en los corredores
oceánicos como el principal objeto de este cuadrilátero de potencias (6).
Dos
investigadores del Carnegie, Evan Feigenbaum James Schwemlein,
consideran que el Quad debe establecer mecanismos prácticos de
cooperación en materias como la distribución de vacunas, el mercado de las
tecnologías verdes, las normas de financiación de infraestructuras o el
aseguramiento de las cadenas de suministro mundial; es decir, una agenda civil
o económica para vigilar y controlar uno de los factores del expansionismo
chino y sus programas de la nueva ruta de la seda (7).
Otros
autores entienden que esta ambición del Indo-Pacífico constituye un mal cálculo
estratégico para Washington, porque fusiona dos zonas diferenciadas del
planeta, por disponibilidad de recursos y confiabilidad de socios. En estos
aspectos, Estados Unidos es fuerte en el Pacífico y débil en el Índico. Para Van
Jackson, un especialista en Asia y profesor en Nueva Zelanda, este proyecto constituye
una “locura estratégica” de ciertos grupos de poder en Washington, en
particular el Pentágono, que desearía asegurarse
más fondos y una modernización permanente de sus arsenales (8). No es casual que
uno de los principales abogados del Quad sea el que fuera secretario de
Defensa de Trump, el exgeneral James Mattis, quien lo considera “la tarea más
importante de Biden” (9).
La
nueva administración está calibrando la relación con China. Tras la cumbre del Quad,
el jefe de la diplomacia, Anthony Blinken, y el Consejero Sullivan se
reúnen este jueves con sus pares chinos en Alaska. No hay conciliación a la
vista. Más bien al contrario, si Washington introduce en la discusión los
derechos humanos en Xinjiang, los derechos políticos en Hong Kong o la libertad
de Taiwán. El pivot to Asia será, en la práctica, un pivot to China.
NOTAS
(1) “In historic
summit, Quad comits to meeting key Indo-Pacific challenges”. ABHIJNAN
REJ. THE DIPLOMAT, 13 de marzo.
(2) “L’Indo-Pacifique, une alliance XXL pour contrer la
Chine”. NATALIE GUIBERT y BRICE PEDROLETTI. LE MONDE, 13 de noviembre.
(3) Plus un pays est plus économique dependant de la Chine,
plus est soumis à una sorte de loi du silence”. ALAIN FRACHON. LE MONDE, 3 de diciembre.
(4) “How to
keep U.S.-Chinese tensions from sparking a war”. KEVIN RUDD. FOREIGN
AFFAIRS, 3 de agosto.
(6) “Quad
Summit Will show if it’s just a talking shop”. SALVATORE BABONES. FOREIGN
POLICY, 10 de marzo.
(7) “How
Biden can make the Quad endure”. EVEN FEIGENBAUM Y JAMES SCHWEMLEIN. CARNEGIE,
11 de marzo.
(8)
“America’s Indo-Pacifc folly. Adding new commitments in Asia only can invite
disaster”. VAN JACKSON. FOREIGN AFFAIRS, 12 de marzo.
(9)
“Getting the Quad right is Biden’s most important job”. JAMES MATTIS, MICHAEL
AUSLIN y JOSEPH FELTER. FOREIGN POLICY, 10 de marzo.
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