22 de abril de 2024
La semana pasada empezó con la respuesta militar de Teherán al ataque israelí contra un local de consulado iraní en Damasco y ha concluido con el desbloqueo de la ayuda norteamericana a sus tres protegidos, en el Congreso. En estos días, la actuación diplomática y política en Washington ha sido puesta a prueba, con las fortalezas y contradicciones ya conocidas, pero bajo un grado superior de presión y urgencia.
La
administración Biden ha conseguido que la represalia israelí al primer ataque
de Irán sobre su territorio se haya limitado a una acción más propagandística
y/o política que destructiva. En realidad, la lluvia de drones y misiles no
parecía destinada a provocar demasiado daño y, por lo tanto, de avivar “la ira
de David”. El ataque fue anticipado, telegrafiado y, en buena medida, destinado
a minorar la lógica de la escalada (1)
Estados
Unidos -apoyado por sus aliados europeos y asiáticos- orquestó la réplica israelí
con un ejercicio rutinario de liderazgo. Al no haber encajado muertes, el
extremista gobierno israelí se contentó con una “satisfacción” proporcionada
(2). Un juego militar de acción-respuesta de manual. Washington premiará este
gesto de autocontrol israelí con más munición diplomática y bélica para completar
la aniquilación de Gaza, aunque mantenga el aparente discurso de moderación
(3).
En
Teherán, el régimen respira. Se ha dado el homenaje de disparar contra el
enemigo sionista. Y aunque no le haya infligido el mínimo rasguñó, le ha
servido para sacar pecho. La escalada, es decir, la guerra en serio, hubiera
significado un sendero peligroso para los ayatollahs, en pleno proceso de
cambio de liderazgo, bajo la presión de una crisis económica y social de una
gravedad sin precedentes en 45 años (4).
El
ejercicio de control norteamericano ha tenido su colofón en el Congreso, donde
después de un culebrón de meses, el presidente de la Cámara de Representantes
consiguió sacar adelante un tríptico legislativo de ayuda militar a Israel,
Taiwan y Ucrania. Tres piezas separadas y otras provisiones de refuerzo de la
frontera sur americana para militarizar la respuesta a la presión migratoria. Mike
Johnson parece haberse sentido seguro de desafiar la amenaza del sector trumpista
de su partido, el Republicano, sin riesgo extremo de perder su puesto. Los demócratas
le han auxiliado en la maniobra. Trump dio alguna señal de flexibilidad,
confusa como en él es costumbre, e imprevisible en su consistencia. Atrapado como
está en sus cuitas judiciales, le resulta imposible afinar más en las sutilezas
de la conexión entra política interior y exterior.
Aunque
aún quedan trámites por resolver, en Ucrania ya dan por conseguido lo que venían
suplicando desde hace meses: 61 mil millones de dólares que permitirán reforzar
su arsenal y detener los avances rusos en el Este y en el Sur. El verano hubiera
podido ser fatal sin esta línea de aprovisionamiento que por fin se ha abierto
desde Washington, unida a la reciente y más cuantiosa de Europa.
Israel
también tiene su parte del pastel para completar la faena en Gaza. Aunque la
dinámica bélica es muy distinta a la de Ucrania, los más de siete meses de
campaña no han conseguido los objetivos (5), están provocando efectos
económicos importante y haciendo supurar las grietas en el tejido social. El
ataque casi cosmético de Irán ha sido un aliento para un país más aislado que
nunca, aunque el recurso del antisemitismo, muy agresivo desde octubre, haya
conseguido neutralizar parte del desgaste, sobre todo en Europa, dividida y sin
vocación de corregir al socio mayor. China, empotrada en sus problemas económicos y centrada en su
entorno próximo, tiene capacidad para cuestionar en serio el libreto norteamericano
(6).
TERMINAR
EL TRABAJO EN GAZA
Agotado
el simulacro de una guerra general en Oriente Medio, la situación en Gaza
volverá a un plano más notorio de escena internacional. El sufrimiento palestino
ya no copa portadas ni abre noticiarios, y así seguirá, salvo que el actual
gobierno de extremistas y generales en Jerusalén decida que hay que “terminar
el trabajo” al coste que sea y emprender el ataque sobre Rafah, el núcleo más
meridional de la franja.
Estados
Unidos continuará con su doble lenguaje de contención, para la galería internacional,
pero de apoyo efectivo a Israel con este nuevo crédito militar que ha salido
del Congreso. Es un juego con las cartas marcadas, que deja poco lugar a las
sorpresas. Después del veto norteamericano a la resolución de la ONU a favor de
conceder a Palestina el estatus de miembro de pleno derecho, queda claro que
Washington marca los límites. Una cosa es proclamar que quiere una solución
diplomática ilusoria como la que significa, en el contexto actual, la fórmula
de los “dos Estados”, y otra es permitir pasos o gestos que avancen en esa
dirección (7).
Conforme
avance la campaña presidencial, el apoyo a Israel, en su integridad,
prescindirá de los matices, la advertencias y los sermones y se hará más nítido,
más inequívoco. Si hay una otra carnicería en Gaza, se tratará de minimizar los
efectos, aunque lo más probable es que Israel se avenga a cierto tipo de
control, para no poner a prueba la capacidad de Biden de neutralizar a los demócratas
más escandalizados por lo ocurrido estos meses (8).
La
lógica de Washington -cambiar algo para que todo siga igual en Oriente Medio-
ha recibido un impulso con esta escalada abortada. La derrota y extinción del
agente más perturbador en la región (Irán) no debe venir de una guerra total,
sino de la erosión paciente de sus bases de poder e influencia. El apoyo de
algunos estados árabes en la protección de Israel durante la salva de drones y
misiles de mediados de abril ilustra la realidad escindida en Oriente Medio (9).
Nada es lo que se proclama y todo camina en la dirección que conviene. Lo más
difícil es sofocar el sufrimiento humano cuando pone en evidencia la falsedad
de las políticas.
NOTAS
(1) “Iran and
Israel’s dangerous gambit”. NICOLE
GRAJEWSKI. CARNEGIE, 18 de abril.
(2) “The unspoken story of why Israel didn’t clobber Iran”. DAVID
IGNATIUS. THE WASHINGTON
POST, 19 de abril.
(3) “How
America can prevent war between Iran and Israel” SUZANNE MALLONEY. (BROOKINGS
INSTITUTION). FOREIGN AFFAIRS, 18 de abril.
(4) “Miscalculation
led to escalation in clash between Israel and Iran”. THE NEW YORK TIMES, 17
de abril.
(5) “Stuck in
Gaza. Six months after October 7, Israel still lacks a viable strategy”. DANIEL
BYMAN GEORGETOWN). FOREIGN AFFAIRS, 5 de abril.
(6) “China’s
complicated position in the Middle East”, JAMES PALMER. FOREIGN POLICY, 16
de abril.
(7)“America
fueled the fire in the MIdfdle East”. STEPHEN M. WALT. FOREIGN POLICY, 15 de
abril.
(8) “How Israel
can win in Gaza -and deter Iran. ELLIOT ABRAMS. FOREIGN AFFAIRS, 17 de abril.
(9) “Arab countries have Israel’s back. STEVEN COOK.
FOREIGN POLICY, 18 de abril.
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