6 de Agosto de 2015
La
Historia arroja a veces paradójicas coincidencias. Religiosos extremistas
judíos y neonazis alemanes, dos grupos sociales tan opuestos como pueda
imaginarse, han acudido a los mismos instrumentos para manifestar sus
sentimientos de intolerancia y odio: el incendio de hogares habitados por
personas de otra raza o creencia.
EL
EXTREMISMO RELIGIOSO JUDÍO
Israel
vive estos días bajo la conmoción del horrible atentado contra una humilde casa
de una familia palestina a la que prendieron fuego, con sus moradores dentro,
unos desconocidos que dejaron señales de su identidad religiosa judía
extremista. Como resultado del acto criminal, murió abrasado un bebé de 18
meses, otro niño de cuatro años se recupera con gran sufrimiento de sus heridos
y la madre lucha entre la vida y la muerte. El hecho tuvo lugar en Duma, en la
Cisjordania ocupada por Israel.
Las
agresiones a los palestinos han ido en aumento. Responden a una campaña
denominada "precio a pagar". Pura represalia contra el derecho a
rebelarse. Se han interceptado manuales de cómo elaborar explosivos caseros,
redactados por extremistas.
El
atentado de Duma ha sido tan espantoso que el gobierno israelí se apresuró a
considerarlo como un "acto terrorista", término que suele reservar
casi exclusivamente a las acciones cometidas por las distintas facciones
militantes palestinas. Se trata
de un paso importante, ya que no sólo tiene consecuencias políticas, sino
especialmente jurídicas. Las autoridades han permitido que a los sospechosos de
estar relacionados con éste u otros atentados similares se les apliquen las
medidas de presión policial y administrativas más estrictas, hasta ahora sólo
sufridas por los palestinos.
El
atentado ha tenido un impacto aún mayor al coincidir con una serie de atentados
homófobos protagonizados también por sectores extremistas religiosos judíos. La
manifestación del Día Mundial del Orgullo Gay, el pasado mes de julio, concluyó
con el apuñalamiento de seis de sus participantes (una de ellas, fallecida), en
la ciudad de Tel Aviv, la más abierta y cosmopolita del Estado de Israel.
Las
voces críticas, en la oposición política y social, consideran que el gobierno
se ha sentido presionado por una repulsa creciente y el riesgo de un empeoramiento
de la ya de por si deteriorada imagen de Israel entre sus propios países
aliados o amigos. Sea como fuere, los servicios de inteligencia israelíes
parecen haberse decidido a encontrar y apresar a los responsables de estos
atentados y la no menos importante de prevenir ulteriores sobresaltos.
La
medida más notable hasta ahora ha sido la detención de dos extremistas. Uno de
ellos representa un símbolo o estandarte de estos grupos intolerantes. Se trata
de Meir Ettinger, nieto de Meir Kahane, un histórico líder de los grupos
terroristas judíos anti-arabes, que fue asesinado en Nueva York en 1990. El abogado de Ettinger ha asegurado
ruidosamente que su cliente es inocente y que su persecución policial es un espectáculo
orquestado por el Estado para aparentar que hace algo, ante las presiones
sociales y políticas.
Ettinger
acredita un intenso historial de actividades violentas anti-palestinas. Es un
activo participante en el movimiento más radical de los colonos que se oponen
incluso a la ultra permisiva política de asentamiento del actual gobierno
derechista israelí. Toda su familia
milita activamente en este sector intransigente, que desafía continuamente los
mínimos límites oficiales en relación con la política de colonización.
Ettinger, de aspecto y modales suaves, es un consumado extremista y un ideólogo
del odio. Hace poco se confesó "alentado" por el incendio de la
Iglesia de Galilea donde la Biblia sitúa el milagro de los panes y los peces.
A
pesar del reciente endurecimiento del discurso oficial, el crecimiento de estos
grupos, pero sobre todo su impunidad, es debido en gran parte a la laxitud con
la que el gobierno y las instituciones policiales, militares y judiciales han
venido actuando durante años. El 85% de las denuncias palestinas por ataques de
colonos fanáticos judíos acaban en nada, según la ONG israelí Yesh Din.
Más
aún, la sociedad israelí, cada vez más polarizada y propensa a respaldar
políticas intolerantes y extremistas, debido al estancamiento del proceso de
paz y lo que perciben como radicalización del movimiento palestino, se ha
mostrado evasivo ante el fenómeno extremista. Estos días, el ensayista Edgar
Keret denunciaba valientemente la tibieza con que la ciudadanía israelí
convivía con estas expresiones de odio. Reprochaba a los medios que inflaran el
número de asistentes a la manifestación convocada para condenar los últimos
atentados (1).
Ciertamente,
Israel se desliza cada vez más hacia posiciones intransigentes y contrarias a
la reconciliación y la paz con los palestinos. Los movimientos progresistas que
gozaron de gran vigor incluso después del ciclo de guerras contra los enemigos
árabes, se han ido debilitando durante la agudización del conflicto con los
palestinos, desde la primera Intifada, en los años ochenta, hasta el actual
estancamiento del dudoso proceso de paz o la permanente amenaza de operaciones
militares en Gaza.
EL
MALESTAR ALEMÁN
En
Alemania, el movimiento neonazi, aunque muy residual y estrechamente sometido a
control, se está aprovechando del inquietante incremento de la intolerancia
frente al fenómeno de la inmigración. La xenofobia adquiere, por lo general
unos modos carentes de manifestaciones violentas, como el que representa el
movimiento Pégida, o en su dimensión más política, el partido Alternativa por
Alemania, que ha conseguido captar al 10 por ciento del electorado germano.
A
pesar de que no haya motivos sólidos para caer en el alarmismo, en lo que va de
año la policía alemana registró 173 ataques de contenido de racista contra
centros de acogida de inmigrantes y demandantes de asilo, una cifra tres veces
superior a la del año anterior. Es decir, un ataque por día. La mayor parte de
estas acciones terroristas se han producido en territorio de la antigua RDA,
donde anidaron grupos de extrema derecha tras el hundimiento del régimen
comunista. Los grupos neonazis han firmado muchas de estas acciones criminales.
Los
políticos alemanes, como los israelíes, afrontan el fenómeno de la violencia
racista con disgusto, malestar o
incomodidad. Pero no todos con la misma intensidad. Los dos grandes partidos,
CDU y SPD se esfuerzan por sintonizar sus mensajes de condena. Sin embargo, la
rama bávara de los democristianos, la Unión Social Cristiana, acompaña su
discurso de repulsa con otro de oposición al "abusivo sistema de
asilo".
(1) "Does Israelies still
about Justicie?". NEW YORK TIMES, 3 de agosto.
(2) DER SPIEGEL, 24 de Julio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario