25 de abril de 2013
El
esclarecimiento del atentado de Boston se hace esperar. La teoría de una
conspiración, o dicho de otro modo, de una “conexión chechena-daguestana” que
vincule el atentado con la ‘madeja yihadista
internacional’ no brinda, de momento, una base sólida de fundamento. Por lo que
se conoce hasta ahora sobre los supuestos autores del acto criminal, los
hermanos Tsarnaev, la tesis de que actuaban por voluntad propia y de forma
aislada parece imponerse.
El descubrimiento de un pequeño arsenal en
posesión de los sospechosos y los indicios de que planeaban realizar más
atentados, presumiblemente en Nueva York, adonde parece que tenían previsto
desplazarse, no parecen motivos suficientes para vincular a los hermanos Tsarnaev
con redes terroristas organizadas, según los investigadores.
Sin
embargo, en los últimos días se ha suscitado un cierto nivel de polémica.
Algunos miembros muy conservadores del Congreso, pertenecientes al Partido
Republicano han apreciado ‘fallos’ o ‘errores’ que ellos mismos han calificado
de ‘cierta consideración’ en la práctica investigadora del FBI.
¿UN
VIAJE SOSPECHOSO?
Todo
gira en torno a una petición de los servicios de inteligencia rusos al FBI, en
enero de 2011, sobre el mayor de los Tsarnaev, al conocer que éste, ya
residente en Estados Unidos, proyectaba realizar un viaje a Chechenia y
Dagestán, supuestamente “para entrar en contacto con grupos clandestinos no
especificados”. Moscú mantiene una estrecha vigilancia de todo lo que ocurre en
esas dos repúblicas caucásicas donde se mantiene vivo un fuerte sentimiento
separatista de inspiración islamista. El FBI no encontró nada significativo en
el historial, los movimientos, la vida o la familia de Tamerlan Tsarnaev,
después de realizar las averiguaciones supuestamente de rigor, y así se lo hizo
saber a los rusos.
Los
hermanos Tsarnaev llevaban años viviendo en Estados Unidos, El menor de ellos
(19 años), Dzhokhar, el que todavía vive aunque está seriamente herido, ya es
ciudadano norteamericano, mientras el fallecido, Tamerlan (26 años) estaba
gestionando los papeles.
Sin embargo,
según ciertas informaciones que han aflorado estos días, las sospechas rusas
podían no estar desencaminadas. Ese viaje que finalmente Tamerlan Tsarnaev
realizó a su país de origen y a Dagestán en 2012 (seis meses de estancia) pudo
ser el punto de partida de una supuesta militancia islamista del checheno y, al
cabo, haber conducido a la tragedia de
Boston. El FBI habría comenzado una investigación a fondo de lo ocurrido en ese
viaje, pretendidamente crucial, por si se pudieran detectar contactos,
conexiones y planes específicos, pero no hay resultados significativos hasta el
momento.
Lo único que
al parecer se ha podido establecer es que Tamerlan habría mostrado un mayor
‘fervor religioso’ tras regresar de Chechenia y Dagestán, según testimonios de
algunos de sus familiares y amigos, según asegura THE WASHINGTON POST. El mismo
diario señala que poco después de la llegada de Tsarnaev a las dos repúblicas
caucásicas se registró allí un fuerte incremento de los atentados y acciones
violentas, pero no ofrece indicios de su participación o vinculación con los
mismos.
Por su parte,
el WALL STREET JOURNAL asegura que los servicios de inteligencia rusos
detectaron el contacto de Tamerlan Tsarnaev con un “sospechoso militante”
islámico durante ese viaje y habrían informado de ello al FBI, pero la agencia
norteamericana no admite haber recibido esa información.
En THE NATION,
el periodista Robert Dreyfuss, sugiere que el interrogatorio al que fue
sometido por el FBI en 2011, pudo haber tenido un efecto significativo en la
radicalización de Tamerlán. El mero hecho de ser interpelado, de tratársele
como posible sospechoso de estar realizando algo ilegal, podría haberle
provocado una fuerte irritación y una radicalización de sus sentimientos
nacionalistas antirusos, sostiene Dreyfuss, de forma no menos especulativa que
quienes dan pábulo a sus conexiones islamistas.
ANTECEDENTES
EN BOSTON
Otras
informaciones sobre la existencia de redes de la resistencia chechena
establecidas en Boston y otras localidades de Massachusetts han abonado la
tesis de la conspiración. En un artículo para FOREING POLICY, J.M. Bergen
asegura que “durante los ochenta y noventa, combatientes islamistas extranjeros
sostuvieron robustas redes de reclutamiento y financiación en apoyo de ‘yihadistas’ chechenos en los Estados
Unidos, y Boston albergó uno de los centros más significativos, la sucursal de
Centro Al Kifah, domiciliado en Brooklyn”.
Estas redes coordinaban la ayuda a los ‘muyaidines’ que combatían la ocupación soviética de Afganistán durante
los años ochenta. Al menos cuatro de esos combatientes muertos en aquel país
habrían sido reclutados en Boston.
Posteriormente,
tras la derrota soviética, estos militantes dirigirían sus actividades contra
Estados Unidos y algunos de los integrantes de la sede central de Brooklyn
participarían en el atentado del World
Trade Center en 1993 y habrían estado involucrados en otros planes
fallidos.
DERIVA
POLÍTICA
Estas filtraciones
periodísticas se prolongan en valoraciones políticas quizás peor intencionadas.
Destacados congresistas republicanos han insinuado que el FBI cometió fallos o
no fue muy diligente tras la solicitud rusa de investigación a Tamerlán Tsarnaev.
Más allá de estas críticas, cautelosas y sibilinas, estos representantes de la
oposición han presionado a la administración para que consideren al sospechoso
superviviente como ‘militante islamista’ y, por tanto, lo sometan a la
legislación antiterrorista, lo que supone arresto militar e interrogatorios sin
presencia de abogado.
El presidente
Obama se ha mantenido firme y ha declarado que no hay razones para declarar a
Dzhokhar Tsarnaev como ‘preso de guerra’ puesto que no hay indicios de
vinculación con Al Qaeda y, por lo tanto, se le aplicará el procedimiento
criminal ordinario. Es importante señalar que Estados Unidos no está
formalmente ‘en guerra’ contra todas las organizaciones terroristas de
inspiración islamista, sino solamente con la red fundada por Bin Laden.
Como era de
temer, el riesgo de una derivación política de la tragedia de Boston está lejos
de ser conjurado.
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