18 de diciembre de 2019
En su exposición pública
de las razones sobre la “decepcionante” derrota electoral del 13 de diciembre, el
líder del Partido laborista británico, Jeremy Corbyn, establece las claves de
lo ocurrido y sus consecuencias (1). Se pueden extractar en diez ideas:
1) La volatilidad política se ha acentuado. En 2017,
el Labour, ya con el actual liderazgo subió diez puntos y en 2019 ha descendido
ocho.
2) Las comunidades de las zonas
industriales arrasadas de las Middlands, Gales y el norte experimentan
una gran frustración ante la desigualdad y la falta de soluciones.
3) El Brexit ha provocado
una gran polarización y el Labour no ha superado la división entre remainers
y leavers.
4) Los conservadores han
capitalizado este sentimiento de frustración con un falso mensaje en torno al Brexit,
a pesar de su propia incapacidad para llevarlo a efecto.
5) El Partido laborista ha duplicado
sus efectivos en dos años y se ha impuesto en el debate público sobre la
necesidad de un cambio social, expresado en la simpatía demostrada hacia el
programa electoral (Manifiesto)
6) Esta autoridad política no se
ha expresado en un triunfo electoral, necesario para enterrar las políticas de
austeridad y promover mejoras para los sectores más desfavorecidos.
7) La tarea por delante consiste
en seguir escuchando a esas comunidades, no alejarse de ellas y volver a
defender políticas injustas.
8) La clase trabajadora debe
seguir siendo la fuerza motriz del partido.
9) La gran mayoría de os medios,
aliados de los conservadores y de los poderes económicos, han sido muy hostiles.
10) Asunción de responsabilidad personal
por el fracaso electoral y anuncio de su dimisión como líder, una vez que se
haga una reflexión y se prepare la sucesión.
LA CRÍTICA INTERNA LABORISTA
En el partido y en el entorno
laborista, hay coincidencias y divergencias en las criticas desatadas por el
resultado más favorable desde 1935. Moderados y radicales coinciden en:
- Censurar el instinto defensivo,
casi impermeable de Corbyn, al rodearse sólo de los más fieles y despreciar,
cuando no apartar y purgar, a cualquier elemento crítico.
- Resaltar la acumulación de
propuestas sin claridad ni consistencia. La defensa de los servicios públicos quedó
sepultada bajo un programa l (Manifiesto) sobrecargado de promesas discutibles
(la semana laboral de 4 días o la gratuidad de la banda ancha, por ejemplo).
- Destacar la torpeza, indefinición
y ambigüedad de Corbyn sobre el Brexit. La posición favorable a la
salida de Europa se corrigió con la defensa de otro referéndum pero sin fijar
posición: no se contentó ni a remainers ni a leavers (2).
En THE NEW STATESMAN (publicación
situada a la izquierda de THE GUARDIAN), el escritor y documentalista PAUL
MASON disecciona los errores y torpezas de Corbyn y reclama una convergencia no
sólo entre las distintas corrientes del partido, pero también con el centro
liberal para frenar a los nacional-populistas en las municipales de la próxima primavera
(3).
Los sectores alineados que
dominan el bloque parlamentario, más o menos con el blairismo, se sienten
maltratados por Corbyn desde 2017, admiten que las disputas internas por el Brexit
han influido en el resultado (sería imposible negarlo), pero restan importancia
a este factor o lo consideran secundario con respecto al estilo de liderazgo.
Los moderados apuntan a Corbyn como responsable del fracaso, basándose en los
siguientes reproches:
- atrincheramiento en una
ideología estatalista, basadas en el aumento del gasto público y el intervencionismo,
sin atención a la capacidad real de gestión y al impacto fiscal.
- sectarismo organizativo por el
apartamiento de dirigentes no incondicionales.
- campaña caótica y errática,
dominado por la proliferación de mensajes, falta de foco en una propuesta clara
y convincente, lucha de egos y escasa habilidad comunicativa (4).
- antisemitismo subyacente,
asunto que generó una polémica abundante durante el verano sin desaparecer del
todo, lo que habría dañado la imagen ética del partido.
No obstante, tanto moderados como
progresistas no corbynistas admiten que el septuagenario diputado por Islington
ha tenido coraje para defender una visión de igualdad y derechos sociales en un
entorno devastado tras la austeridad neoliberal de los conservadores (y de de
Blair, no lo olvidemos) y la hostilidad
de la mayoría de los medios.
Los portavoces de la moderación
no ofrecen, sin embargo, un relato concluyente sobre cómo debía haberse respondido
a la intoxicación provocada por el Brexit. Cuando Corbyn defendía la
salida de una Unión Europea dominada por el neoliberalismo, lo criticaban. Cuando
intentó situarse en una posición intermedia entre remainers y leavers,
le imputaron, con cierta razón, ambigüedad y falta de claridad.
El apoyo a un segundo referéndum
le ha costado al laborismo la perdida de muchos de sus feudos del norte. Su
base obrera se adhirió al relato que asigna a Europa buena parte de la
responsabilidad en la decadencia. La destrucción del tejido industrial tenía
que ver sobre todo con factores internos del sistema británico, pero esas
verdades incómodas no eran tragables.
LA FUGA DEL VOTO OBRERO AL
NACIONAL-POPULISMO
Los exégetas del Brexit se
encontraron ante una oportunidad inédita: saldar su obsesión enfermiza con el
continente y hacerse valer de la demagogia nacional-populista para “romper el
muro rojo” y conquistar distritos electorales obreristas secularmente afectos
al laborismo (5). Margaret Thatcher destruyó a los sindicatos, pero nunca se atrajo
a las bases trabajadoras. Johnson, en cambio, ha apelado al obrero desesperado
que, falto de propuestas verdaderamente alternativas, se aferra a la solución
milagrosa del Brexit. “Han surgido los red tories”, titulaba el
muy eurófobo DAILY TELEGRAPH, entre la ironía y el alborozo (6). Un voto
prestado, como reconocía Johnson, que no es tory, ni puede serlo, sino
nacional-populista, Como ocurre, mutatis mutandis, en Francia, Alemania,
los países nórdicos, Italia, y, en menor medida de momento, la propia España.
La oposición conservadora ha
aprovechado la campaña de demolición del líder laborista de turno practicada
por los corrosivos tabloides para debilitar aún más la imagen de Corbyn. Sólo
fueron más benignos o, en el caso de los diarios de Murdoch, incluso favorables.
Los medios liberales como el
semanario THE ECONOMIST han sido más comedidos en sus certificados de defunción,
aunque ya habían descalificado la propuesta laborista como peligrosa para la
economía, excesiva en su alcance, profusa en detalles y confusa en su
presentación (7). Luego, en su estimación de la derrota, la firma colectiva Bagehot
acentuaba la importancia de las desaconsejables compañías de que se ha rodeado
Corbyn:
- el movimiento de base Momentum,
al que califica de “guardia pretoriana”, con sus 40.000 activistas, que primero
lo auparon al liderazgo del partido y luego lo “protegieron” de las críticas de
parlamentarios y otros sectores moderados,
- la facción más radical de los
sindicatos, en particular de Unity, que controla la dirección de los Trade
Unions desde su ruptura con Blair.
THE ECONOMIST predice que
estos males prevalecerán en el proceso de transición. La influencia de Momentum
y del ala radical de las unions continuará y el nuevo liderazgo
estará tan a la izquierda como Corbyn (8).
Es tiempo de reflexión pero
sería un error arrojar al niño con el agua de la bañera. Al cabo, el laborismo
ha obtenido un 32% de los votos (el sistema electoral británico, ya se sabe,
prima de manera abusiva al más votado). Un porcentaje que quisieran para sí los
socialistas en Holanda (6%), Francia (menos del 8%), Bélgica (16%), Italia
(19%), Alemania (20,5%); y aún superior a países donde gobiernan, como Suecia y
España (28%) o Dinamarca (26%) y Finlandia (18%). Sólo en Portugal o en Malta
la socialdemocracia reúne mayor apoyo popular.
NOTAS
(1) “We won the argument, but
I regret we didn’t convert that into a majority for change”. JEREMY CORBYN. THE OBSERVER, 14 de
diciembre.
(2) “Why Labour lost -and how
it can recover from an epic defeat”. GEORGE EATON. THE NEW STATESMAN, 15 de
diciembre.
(3)
“Corbynism is over. Labour’s new leader must unite the center and the left”.
PAUL MASON. THE NEW STATESMAN, 13 de diciembre.
(4)
“Clash of egos and ‘policy incontinence’: inside Labour’s campaign”. HEATHER STEWART.
THE GUARDIAN, 13 de
diciembre.
(5)
“Working-class voters desert Labour as ‘red wall’ crumbles”. JOHN HARRIS y JOHN
DOMOKOS. THE
GUARDIAN, 13 de diciembre.
(6)
“A great victory for Red torysm. But Boris can’t take his new voters for
granted”. PHILLIP BLOND. THE DAILY TELEGRAPH, 14 de diciembre.
(7)
“Labour publishes s a manifesto to expand the British state. THE ECONOMIST, 21 de
noviembre.
(8)
“Jeremy Corbyn’s crushing defeat”. BAGEHOT. THE ECONOMIST, 13 de diciembre.
1 comentario:
Creo que me he equivocado en el texto. La errata sobre "el resultado más favorable desde 1935" es en este texto. Creo que sera "el resultado más desfavorable desde 1935".
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