21 de septiembre de 2021
Entre los asuntos más esperados de la escena internacional actual no estaba una crisis mayor entre aliados occidentales. Pero eso es exactamente lo que ha ocurrido tras el anuncio de un nuevo pacto de defensa entre Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña, conocido por el acrónimo AUKUS. Para intentar explicar su alcance trataremos de desgranar el contenido de pacto, las formas en las que se ha producido y el momento en que ha tenido lugar.
1) UN PACTO MILITAR ORIENTADO A CONTRARRESTAR EL AUGE DE CHINA
AUKUS emerge impulsado por un contrato de de armamento, pero se viene fraguando desde hace tiempo. Australia revocó la compra a Francia de una docena de submarinos con combustible diésel y optó por otros de propulsión nuclear con tecnología de los Estados Unidos, hasta ahora sólo compartida por el Reino Unido. Según las autoridades de Camberra, los ingenios franceses se habían quedado obsoletos y, además, la fabricación se había retrasado y encarecido (1). ¿A qué se ha debido un cambio tan repentino, cuando en los contratos armamentísticos estas vicisitudes son habituales?
a explicación oficial australiana es que las exigencias defensivas han aumentado de manera exponencial debido a la asertiva política exterior de Pekín, acompañada de un ambicioso programa de expansión militar, en particular orientado a ejercer una hegemonía naval en el área del Pacífico y, concretamente, en las aguas del Mar de sur de China. Aseguran los especialistas que los submarinos de propulsión nuclear gozarán de autonomía para patrullar por las zonas de potencial conflicto sin ser avistadas con anticipación por los sistemas de vigilancia china, además de otras ventajas operativas derivadas de una capacidad tecnológica más avanzada (2).
2) UNA MANERA DE PROCEDER IMPROPIA ENTRE ALIADOS
La pérdida de un contrato ya comprometido y tan sustancioso como éste habría provocado un gran malestar por mucho que se hubieran explicado las razones con la más exquisita diplomacia. Pero todo parece indicar que, en este caso, no se han guardado ni las formas más elementales que deben esperarse entre aliados. Francia afirma con rotundidad e indignación incontenida que tanto Estados Unidos como Australia le han ocultado su trato hasta el último momento. El ministro de exteriores, Le Drien, no pudo ser más contundente: “se trata de una puñalada por la espalda”. Es chocante escuchar este lenguaje entre aliados mayores.
Por si no fuera poco, París adoptó de inmediato dos medidas para dejar claro que lo ocurrido era inaceptable: llamó a consultas a sus embajadores en Washington y Camberra (3) y, en tono menor pero de carácter simbólico, canceló una fiesta organizada con motivo del 240º aniversario de la batalla de Yorktown, en la que tropas americanas y fuerzas francesas derrotaron al Imperio británico y sellaron el triunfo de los independentistas (4).
En los medios se ha comparado la tensión franco-norteamericana con el desencuentro ocurrido por la falta de apoyo de París a la invasión norteamericana de Irak en 2003. Pero en esa ocasión no era sólo Francia la que se opuso a la administración Bush, sino la mayoría de las potencias europeas (excepción de la Gran Bretaña de Blair, la España de Aznar y el Portugal de Durao Barroso, reunidos en la famosa foto de las Azores junto al presidente estadounidense). Puestos a buscar una crisis similar, se podría evocar la de la “silla vacía”, cuando el General De Gaulle retiró a Francia del Comité Militar de la OTAN, al que nunca volvería.
Australia
y Estados Unidos no avalan la versión francesa. Los oceánicos aseguran que el
primer ministro Morrison advirtió a Macron en un par de ocasiones sobre su
disconformidad con la marcha del proceso de compra-venta y la pérdida de
idoneidad de los submarinos en cuestión. Los norteamericanos han sido más
discretos en sus manifestaciones, sin duda para no añadir sal a la herida
francesa. Apenas si han apelado a las necesidades de defensa de un aliado que
se encuentra en primera línea de un potencial conflicto contra un adversario
considerado como prioritario en estos momentos, como es China (5). Inútil para
aplacar la cólera de París, donde se sostiene que lo ocurrido ha provocado una “crisis
de confianza”.
3)
RECONCILIACIÓN ATLÁNTICA EN PROBLEMAS
La
crisis estalla en un momento delicado, por la acumulación de frustraciones
aliadas:
-
La administración Biden se encontraba en pleno proceso de restañamiento de las
heridas ocasionadas por Trump, debido a sus reproches por la falta de
compromiso europeo en la defensa común. Hay mucho mito y un conveniente acomodo
en las élites norteamericanas sobre el estado de las relaciones
transatlánticas. Las desavenencias, como se ha dicho aquí, son anteriores a
Trump, aunque el expresidente se encargara de airearlas y exacerbarlas. De la
misma manera que Biden no es precisamente un apasionado creyente en el
matrimonio feliz de europeos y norteamericanos. La proclamada reconciliación
caminaba a paso lento, mientras se estaba cociendo esta operación australiana
que, evidentemente, no facilitaría las cosas, al menos con uno de los polos
fundamentales de la relación (6).
- En diciembre pasado, la administración Biden se tomó a mal que la Unión Europea
concluyera un acuerdo de inversiones con Pekín, sin esperar a pactar las
condiciones con ella. Tanto el secretario (de Estado) Blinken como el consejero
(de seguridad) Sullivan expresaron su malestar. Paradójicamente, no fue Francia
quien presionó en contra de los deseos de Estados Unidos, sino la canciller
Merkel, siempre dispuesta a hacer avanzar los intereses económicos de la
industria alemana por encima de otras consideraciones europeas o aliadas. La UE
se ha alineado con Francia, al menos formalmente, aunque pronto se dejarán
sentir los matices.
- La caótica retirada de Afganistán ha provocado los reproches europeos a la Casa
Blanca por su falta de empeño en las necesarias tareas de coordinación operativas
y de calendario, sólo reconducidas ya con el proceso en marcha.
-
El fracaso en Afganistán había alimentado también las dudas sobre el compromiso
de los EE.UU en la defensa de sus aliados asiáticos. AUKUS podría ser un
corolario oportuno del matntra exterior de Biden (America is back) y el
primer resultado práctico del Quad, la nueva alianza en el Indo-Pacífico,
para “contener” a China (7).
-
Un nuevo enredo envenena el pacto de divorcio entre europeos y británicos.
Desde Londres se ha vuelto a demandar un retraso en la aplicación del
calendario. Y no es casual que París haya sido la capital más sonoramente
opuesta, aunque con el respaldo al menos formal del resto de sus socios
comunitarios. Boris Johnson había vendido como ventaja adicional del Brexit
el designio de Global Britain, es decir, una nueva política exterior,
más orientada hacia Asia que hacia Europa (en la retórica al menos), anclada en
la “relación especial” con Estados Unidos. Biden, sin embargo, no avala los
designios de Johnson y ha echado agua fría sobre su empeño en un tratado
comercial bilateral preferencial (8).
Dos
riesgos mayores: primero, la reacción de Pekín, que ha calificado el AUKUS de
“irresponsabilidad grave” que solo puede “acelerar la carrera de armamentos”; y,
segundo, el negativo efecto que supondrán estos submarinos de propulsión
nuclear (que no de armas atómicas) en el empeño de la proliferación (9). El pivot
to Asia no nacerá sin dolor.
NOTAS
(1) “L’Australie rompt ‘le
contrat du siècle’ avec la France sur les sous-marines, au profit des
technologies américaines et britanniques”. LE MONDE, 16 de septiembre.
(2) “AUKUS deal showing France and the EU that
Biden not all he seems”. PATRICK WINTOUR (Diplomatic editor). THE GUARDIAN,
16 de septiembre.
(3) “Sous-marines australiens: France rapelle a
son ambassadeurs à Washington et a Camberra ‘pour consultations’”. LE MONDE,
17 de septiembre.
(4) “Secrets talks and a hidden agenda: behind
the U.S. Defense deal that France called a ‘betrayal’”. DAVID E. SANGER. THE
NEW YORK TIMES, 18 de septiembre.
(5) “A new U.S. alliance responds to Chine’s
threat- and U.S. military complacence. DAVID IGNATIUS. THE WASHINGTON POST,
16 de septiembre.
(6) “The AUKUS dominoes are just starting to
fall”. STEPHEN M.WALT. FOREIGN POLICY, 18 de septiembre.
(7) “Why the Quad alarms China”. KEVIN
RUUD (ex-primer ministro australiano). FOREIGN AFFAIRS, 6 de agosto.
(8) “Britain’s hope of early post-Brexit trade
deal with US appears dashed”. THE GUARDIAN, 21 de septiembre.
(9) “What does the Australian submarine deal
mean for the no-proliferation?” . THE ECONOMIST, 17 de septiembre; “Sous-marines
australiens: des risques de prolifération nucléaire dans le zone
indo-pacifique”. LE MONDE, 17 de septiembre.
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