8 de Octubre de 2015
El
foco del interés mediático estaba puesto en Siria, en particular en el
desarrollo de las operaciones militares patrocinadas por Rusia, cuando se
producía el enésimo "error" de las fuerzas norteamericanas en
Afganistán, al destruir sus aviones AC-130 un hospital de Médicos Sin Fronteras
en la ciudad septentrional de Kunduz. Al día siguiente, el conflicto de Siria
volvía a reclamar protagonismo, al saberse que aviones rusos habían entrado en
espacio aéreo turco.
Como
decíamos en un comentario anterior, los errores son consustanciales a las
guerras. Incluso en estos tiempos de rigor y precisión tecnológica. ¿O no han
sido errores lo antes referido? Tardará en saberse, si es que alguna vez se
sabe, y para entonces no importará mucho, porque se estará hablando de otros
errores más recientes.
Lo
relevante es que la guerra no sólo se libra en los campos de batalla. Importa
tanto lo que se hace como la narrativa de lo que ocurre. Washington se empleó a
fondo para desprestigiar el inicio de las operaciones de la aviación rusa,
afirmando que no estaba atacando al Daesh sino a la oposición
"moderada", lo que demostraba que el propósito de Moscú no era
derrotar al extremismo terrorista, sino ayudar a sobrevivir al régimen de
Assad.
Tal
afirmación resultaba dudosa o incompleta. Primero, por la fuente: los
informantes eran grupos sostenidos por Washington y contrarios a la
intervención rusa; y segundo, porque la oposición siria, aparte del Daesh,
se caracteriza por una enorme fragmentación y un cambio constante de alianzas. Los
responsables del planeamiento norteamericano en Siria han visto con bochorno
como parte del armamento y recursos bélicos entregados a sus
"protegidos" han terminado en manos de Al-Nusra (marca siria
de Al Qaeda) o de los salafistas de Al-Sham, con los que, en ciertas
zonas, se encuentran ahora en buenos términos. Por otro lado, el Daesh
también está siendo objeto de los ataques rusos, en días recientes, con misiles
disparados por barcos de guerra desde el Caspio, muy lejos (1.500 Km.) de los
frentes sirios.
Lo
anterior no invalida que Putin haya pretendido confundir a la opinión pública
occidental. Rusia tiene un interés auténtico en derrotar al terrorismo
islamista, porque se trata de una amenaza para su seguridad interior. El
Cáucaso es uno de los campos de batalla más activos de la yihad y vivero
de combatientes exteriores. Para Moscú, salvar a Assad es la manera más segura
de derrotar a los yihadistas, sean cuales sean. Si se han concentrado en
la coalición Jaish Al-Fatah (Al Nusra, Al Sham y 'laicos') es
porque sus posiciones son, ahora, las que amenazan de forma más acuciante los
feudos del régimen en la costa mediterránea.
Algo
parecido ocurre con Estados Unidos en Afganistán. Trece años después, ese
propósito propagandístico de los neo-con de prolongar la "guerra
contra el terror" con una operación de 'nation-building' (construcción
de un país democrático) ha fracasado por completo. La corrupción, el
autoritarismo, el desprecio por los intereses de la mayoría de la población, la
conculcación de las normas básicas de la convivencia se mantienen en
Afganistán. No tiene sentido comparar la situación actual con la época de los taliban:
ambas son terribles. Obama comprendió eso e intentó desembarazarse cuanto
antes, para dedicar los recursos ahora engullidos por esa y otras guerras a
necesidades nacionales perentorias. Pero su punto de vista, no idealista sino
práctico, se ha visto sometido a la usura de la lógica de superpotencia, a la
presión de los diferentes aparatos y burocracias... y a sus propios errores.
El
fiasco del hospital de Kunduz supone un duro golpe al prestigio de EE.UU.,
porque, sea cual sea el resultado de la investigación, no hay salida positiva.
Si fueron los aliados afganos los que demandaron el bombardeo, las garantías de
actuación que el mismo mando norteamericano ('procediment rules') quedan
en evidencia. Si el error se produjo en la gestión misma de la cadena de mando
norteamericano, como ha terminado por reconocer, sin detalles, el general
Campbell, todavía peor. Se entiende que Médicos Sin Fronteras no se conforme
con las condolencias y con la odiosa apelación a los "daños
colaterales", califique el incidente de "crimen de guerra" y pida
una investigación internacional independiente.
Error
por error, los rusos aseguran que sus aviones no tenían intención de penetrar
en espacio aéreo turco, y que fue la niebla lo que provoco el error de las
maniobras. La OTAN lo niega y ofrece datos del tiempo de
"iluminación" (exposición) de los aviones a los radares turcos. Como
en el caso de la selección de objetivos, la violación del cielo turco puede ser
sospechosa para los aliados occidentales. Pero no se comprende bien qué gana
Rusia con actuaciones de este tipo, que pueden resultar altamente provocativas.
En
todo caso, los errores o las provocaciones, o simplemente los riesgos de la
guerra se confunden en los imperativos de los intereses a largo plazo. En todos
los conflictos bélicos que se contabilizan, del Mediterráneo al Índico, se
acumulan comportamientos paradójicos o simplemente poco explicados.
APARENTES
PARADOJAS
Puede
parecer paradójico que Rusia haya tardado cuatro años en respaldar de
forma contundente a su único aliado directo en Oriente Medio. Es plausible que Putin
haya visto en la crisis siria una oportunidad para rehabilitar su estatura
internacional y generar una dinámica de negociación que le librara de las
sanciones impuestas tras su intervención en Ucrania. Pero es imposible que, en
sus cálculos, el presidente ruso no hubiera contemplado el rechazo a su
iniciativa militar, no sólo de Occidente, sino sobre todo de las potencias
regionales sunníes que no aceptarán el salvamento de Assad, principal aliado de
Irán en la zona.
-Es
una aparente paradoja que Israel haya "intervenido" a su
manera en la guerra, concertando con Moscú un sistema para prevenir choques no
deseados de sus respectivas aviaciones; lo que indica, para muchos, que tras
resignarse al acuerdo nuclear con Irán, Netanyahu no quiere depender en
exclusiva de Obama para proveerse de garantías adecuadas de seguridad. El
primer ministro israelí, y no el presidente norteamericano, fue el primero en
ser informado de primera mano por el Presidente ruso de sus planes en Siria.
Después de todo, para Israel, Assad puede ser el mal menor, siempre que
Hezbollah no salga reforzado.
-Tampoco
es asunto menor que Irán haya sido el factor central de consultas de
Putin antes de su operación en Siria. El General Suleiman, jefe de las fuerzas
especiales iraníes Al Qods y estratega principal de Assad, viajó recientemente
a Moscú, para ayudar a los militares rusos a definir alcance, objetivos y
operativa de la intervención. Un paso arriesgado si se tiene en cuenta que el
acuerdo nuclear aún no está ratificado en el Congreso norteamericano, aunque
una mayoría ya se haya expresado a favor ¿Quizás el rescate del régimen alauí
sea la cara opuesta de la moneda de ese entendimiento con Occidente, en esa política
de equilibrios entre moderados y radicales que desempeña el Supremo Guía
Jamenei?
-Difícilmente
puede pasarse por alto la paradoja que representa la demanda de protección que Turquía
ha hecho a la OTAN ante la activa presencia de la aviación rusa en el
conflicto, después de de boicotear a conciencia la estrategia occidental de
reforzar a los combatientes kurdos como efectivos terrestres de referencia en
el desgaste del Daesh en el frente meridional de la guerra.
-O,
por volver a Afganistán, es paradójico que el gran éxito militar de los
talibán desde hace años no haya sido en sus feudos del sur, sino en la
norteña Kunduz, una villa donde nunca tuvieron gran implantación y donde las
fuerzas del gobierno deberían haber asegurado su dominio. La operación ha sido difícilmente
sorpresiva, porque los talibán llevaban semanas, si no meses, preparándola.
¿Falló la evaluación de las fuerzas gubernamentales? ¿También la previsión de
riesgo por parte de los norteamericanos? Para nadie es un secreto que el
Presidente Ghani no quiere que se vayan del todo los norteamericanos.
-El
sobresalto de Kunduz, paradoja mayor, puede terminar siendo beneficiosa para el
gobierno afgano, porque favorece la revisión del conflicto en Estados Unidos.
El Pentágono y la Casa Blanca, una vez más, parecen diferir sobre si quedarse,
irse o reforzar efectivos, aunque con menos escándalo que en ocasiones
anteriores. El jefe de los efectivos norteamericanos allí, el General Campbell,
con el apoyo de la cúspide militar, no ve con buenos ojos que la presencia de
efectivos se reduzca, como quería Obama, a proteger la embajada en Kabul. Otros
planes más ambiciosos se han dispuesto. Pero en un contexto así, ¿cómo explicar
el 'descuido' de la cadena de mando en el bombardeo del hospital de MSF?
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