LAS CLAVES DEL PRIMER GOBIERNO HOLLANDE

                Francia estrena gobierno. Un equipo compuesto por 17 ministerios y otros tantos viceministerios (ministerios delegados en la terminología francesa). Una dimensión que descarta la ‘austeridad de puestos’ que algunos habían barajado. El esfuerzo de contentar a todos, de transmitir renovación y seguridad al mismo tiempo se ha logrado medianamente. Algún gesto, cierta sorpresa y una advertencia: quienes no resulten elegidos como diputados en junio dejarán su cargo. Pero la noticia del primer Gobierno Hollande fue protagonizada por quien no estará a bordo.

LA AUSENCIA DE AUBRY.

La primera secretaria del PSF, Martine Aubry, se queda fuera. Los analistas esperaban que la euforia de la victoria restañara heridas y barriera resentimientos. Quizás sí, pero no hasta el punto de sellar la conciliación con su integración en el Gobierno.

 Aubry hubiera aceptado ser jefa de gobierno, pero Hollande prefirió la carta más segura de Jean-Marc Ayrault. Se dice que el Presidente le ofreció una vicejefatura. Seguramente, ella sospechó que se trataba de una maniobra que la dejada sin poder real y lo rechazó. Aubry dijo a LE MONDE que ya había sido número dos del Gobierno (con Jospin) y que no le interesaba regatear un ministerio. Sin embargo, otros medios aseguran que la primera secretaria del PS habría contraofertado hacerse con la cartera unificada de Economía y Hacienda. Hollande prefirió arriesgarse a lo que LE FIGARO denomina como “primera fractura del quinquenato” y dejar fuera a su antigua rival, aunque introdujo a tres de sus fieles en el gobierno. Este pulso hizo que se retrasara el anuncio del gobierno. Pero, como manda el guión, Aubry salió a la palestra para hacer una protesta de lealtad, entendimiento y apoyo sin fisuras al Presidente Hollande. Nadie quitará el dedo del renglón.

 Por el contrario, la otra ausencia, la de Ségolène Royal, candidata presidencial en 2007 y exesposa de Hollande, era esperada. Ha dicho públicamente que se veía útil al frente de la Asamblea Nacional. Señal convincente de que su nombramiento será un hecho tras las legislativas de junio, si, como se espera, los socialistas confirman entonces su éxito electoral.


LOS MÁS PRÓXIMOS, A BORDO.

             El gobierno está hecho a la medida de Hollande y, por lo tanto, muy orientado hacia el sector más centrista o pragmático del PS. Aparte del primer ministro, Jean-Marc Ayrault, un reputado proalemán, hombre de consenso y hasta ahora líder de los socialistas en la Asamblea Nacional, destacan tres nombres.

 - Pierre Moscovici. Al haber sido jefe de campaña de Hollande, seguramente aspiraba a sentarse en Matignon. Finalmente lo hará en Bercy (Economía), siguiendo los pasos del hombre al que apoyó para la candidatura socialista, Dominique Strauss-Khan, antes de que sus peripecias mujeriegas volatizaran su carrera política. Su bagaje como  otrora ministro de asuntos europeos le puede ser útil  para ‘empujar’ la estrategia de crecimiento como equilibrio de la obsesiva política de austeridad de la Canciller Merkel.

- Michel Sapin. Un colaborador muy estrecho del Presidente. Redactó el programa económico. Ocupará el Ministerio de Trabajo y Diálogo Social. Podría parecer que ha sido de alguna forma relegado, al tener que hacerle el hueco a Moscovici en Economía. Sin embargo, las relaciones con las organizaciones sociales constituirán un aspecto estratégico del mandato de Hollande, lo que confiere a Sapin un peso político decisivo.  

 - Manuel Valls. De origen español (barcelonés), el director de comunicación de la campaña se ha visto recompensado con el importantísimo Ministerio del Interior. Como responsable de inmigración y seguridad en el Partido Socialista, parece bien posicionado para desmontar algunas de las ‘perversiones’ en la materia practicadas por el anterior gobierno conservador. Pero Valls no es precisamente un ‘blando’. El nombramiento no ha sido una sorpresa, porque Hollande no quiere dar bazas políticas oportunistas a la derecha (a los gaullistas y, sobre todo, al Frente Nacional).


EQUILIBRIO SOLO APARENTE


            La presencia de las tres figuras próximas a Aubry y del apasionado ‘antiglobalización’ Arnauld Montebourg introduce un aire de ‘izquierdismo’ en el gabinete. Pero no hay que engañarse. Dos de las tres carteras de los pro-Aubry son secundarias (ministerios delegados) y ninguna de ellas figuran entre las más destacadas del gobierno.

 El nombramiento más ‘original’, el que más comentarios ha suscitado, es el del ‘disidente’ Montebourg al frente de un Ministerio denominado de “recuperación industrial” (o Reindustrialización). Una ambición que habrá que demostrar. Para el ‘enfant terrible’ de las primarias socialistas, el cargo puede ser una oportunidad política de futuro o todo lo contrario. 


PARIDAD, DIVERSIDAD Y JUVENTUD. PERO SOLO EN PARTE.


             En el gobierno habrá 17 hombres y 17 mujeres. Promesa de campaña cumplida. Es la primera vez en la historia política de Francia que hay tantas mujeres como hombres en el Gobierno.  Es un típico gesto de inicio de mandato. Había que hacerlo pero su efecto será efímero. Algunas organizaciones feministas ya han señalado que la mayoría de las ministras ocupan carteras ‘femeninas’: Mujer, Asuntos Sociales, Sanidad, Familia, Dependencia…
         
            Hollande también ha respetado la diversidad. Cuatro ministros/as procedentes de la cantera inmigratoria y tres de los territorios de ultramar. El más destacado de los ‘otros franceses’ ministros será la de Justicia, Christianne Toubira, una mujer diputada de la Guyana, independiente, para más señas, pero a la que se señala como próxima a Montebourg.

            La juventud del nuevo gobierno es relativa. El gabinete tendrá un rostro joven, ya que su portavoz será Najad Vallaut Belkacem, de sólo 34 años. De origen marroquí, se ocupará también de la cartera de Mujer. Otros seis ministros/as del gabinete tienen menos de cuarenta años. Sin embargo, la edad media del gobierno es ligeramente superior a los 52 años, similar a la de los equipos ministeriales precedentes.


EXPERIENCIA CONTROVERTIDA


Algunos medios conservadores ha destacado que sólo siete ministros han tenido previamente puestos gubernamentales, lo que evidenciaría cierta inexperiencia, algo poco recomendable para estos tiempos tan difíciles. El propio jefe del Gobierno, Jean-Marc Ayrault, tuvo que salir al quite anoche en la televisión pública para diluir esta percepción y señalar que la gestión municipal (él mismo es alcalde de Nantes) confiere gran solvencia política.

Lo paradójico es que la principal baza de experiencia del gobierno recae en un personaje político que arrastra cierta polémica.  Se trata de Laurent Fabius. Será el ministro de Exteriores, un cargo tan importante o más que siempre, si se tiene en cuenta que habrá que recomponer sobre otras bases el eje franco-alemán. Fabius acredita galones. Entre sus pasadas dignidades destaca la de haber sido el primer jefe del primer gobierno de Mitterrand. Pero es una figura poco popular entre la militancia, por sus modales un tanto distantes y un cierto aire desafiante. Le acompañan ciertas posiciones polémicas como su posición negativa en el referéndum europeo de 2005 y, más daniño, el escándalo de la gestión de la sangre contaminada de SIDA.

 En fin, Gobierno a la medida de Hollande en nombres y estilo: lealtad, integración moderada, discreción y gestos propios de estreno político.




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