5 de Septiembre de 2013
El debate en el Congreso
norteamericano -en Comisiones y en pasillo, a la espera de la puesta en escena
solemne de la semana que viene- ha puesto en evidencia las complicaciones y
dudas que rodean una de las decisiones más arriesgadas de Barack Obama. Y no
sólo en política exterior. Lo que se está viendo no es la típica polarización rojo-azul
(republicanos vs. demócratas), sino una creciente desafección de las bases
políticas y sociales del Presidente, que prefieren ver a su líder concentrado
en la agenda interior de recuperación económica, mejora de los derechos
sociales y fortalecimiento de derechos civiles, y no en guerras de difícil
comprensión.
Las intervenciones del jefe de la
diplomacia, John Kerry, en la Comisión de Relaciones exteriores del Senado, las
matizaciones del jefe de la cúspide militar, el general Martin Dempsey, y de su
inmediato jefe político, el Secretario de Defensa, Chuck Hagel,y las opiniones
y valoraciones, públicas y privadas , de representantes y senadores, se deduce
que esa élite a la que llamamos Washington refleja bastante fielmente la
división profunda con la que el país está viviendo el pre-ataque contra otro
país árabe puesto en el índex de los 'rogue states'.
LOS ARGUMENTOS DEL DEBATE
Los argumentos a favor y en
contra de la intervención se cruzan y entrecruzan y clarifican tanto como
confunden.
Los que apoyan esgrimen las
siguientes razones básicas:
- El régimen sirio se ha
autoexcluido de los países civilizados al gasear a su propia población por
razones políticas; dejar pasar sin
castigo esta agresión inhumana implica cobardía, bajeza moral.
- La pasividad supondría un
estímulo para que otros tiranos usen armas de destrucción masiva contra sus
pueblos o contra otras naciones enemigas (véase Irán y su supuesto arsenal
nuclear, argumento habilidoso para persuadir a los republicanos que llevan
meses reclamando a Obama más firmeza contra los ayatollahs).
- El prestigio que se perdería
por no actuar no sería sólo el de Obama, una vez que el Presidente ha
trasladado el problema a los representantes de la nación (a pocos legisladores
le gusta pasar por tipos que escurren el bulto cuando se trata de izar la
bandera).
- El ataque no implica hundir al
país en una nueva guerra en aquella endiablada zona, puesto que se trataría de
una operación limitada y medida, sino que, por el contrario, podría ayudar a
prevenir una intervención mayor al no dejar que los malvados se crezcan.
Los que se oponen replican así:
- Las pruebas de la
responsabilidad de la cúspide del régimen en el ataque químico no son
definitivas ni concluyentes (aunque son pocos los que sostienen esta postura,
algunas contradicciones entre los informes de los servicios de inteligencia de
varios países han abonado ciertas dudas).
- En la guerra interna siria no
están comprometidos intereses nacionales serios, al menos no de momento, y no
se puede actuar de 'garante moral ' del mundo permanentemente (o de 'gendarme',
según los más críticos, en el ala izquierda demócrata)
- No está claro que una operación
limitada disuada a Assad de volver a gasear a los opositores, lo que obligaría
a ampliar y prolongar el ataque, con el riesgo de meter al país en otra guerra
de larga duración en la zona (otro Irak), porque, como ironizaba un congresista
demócrata, las guerras tienden a "salirse de madre". Contribuyó a
este resquemor que el propio Kerry, enredado en las vicisitudes de la
operación, no descartará que pudiera ser necesarias "botas americanas" (tropas de
tierra), afirmación luego desmentida con desesperada firmeza.
- De nada servirá a Assad si con
eso se aumentan las opciones de otros 'chicos malos' enemigos del actual
régimen, nada menos que los 'jihadistas' hijos de Bin Laden, que
sí nos han atacado y nos siguen atacando, y que se comen corazones de sus
rivales y otras lindezas publicadas estos días en los medios estadounidenses.
MÁS ALLÁ DEL RUIDO POLÍTICO
Por encima, o por debajo, del
debate político, de argumentos sólidos y de descarados sofismas, se imponen
algunas realidades.
- Ya es muy improbable una vuelta
atrás. Puede darse por seguro el ataque, limitado o no, breve o más prolongado,
de eficacia difícil de evaluar, puesto que el régimen sirio ha tenido tiempo de
esconder, camuflar o hacer inalcanzable parte de su arsenal (acomodado en
núcleos civiles inatacables).
- El ataque no se limitará a
privar al clan Assad de volver a emplear armas químicas. No por cinismo, sino
porque al destruir aeródromos, cuarteles, centros de mando y comunicación,
vehículos más o menos expuestos, se debilitará su capacidad militar operacional
global. Estados Unidos intervendrá en la guerra siria, lo declare o no, lo
admita o lo niegue.
- Esta inflexión tendrá
repercusiones regionales indudables. El debilitamiento de los Assad y su
cohorte alawí puede beneficiar a la oposición moderada o a los oponentes
radicales. Para que ocurra lo primero, Washington se tendrá que implicar más.
Si no lo hace, triunfarán los segundos, lo que, en cualquier caso, obligará a
una intervención norteamericana, menos deseable, porque será tardía y más
costosa. Kerry aseguraba el otro día a un senador preocupado por el
reforzamiento indeseado de los radicales que la administración tiene
ascendiente suficiente para convencer a sus aliados árabes de la necesidad de
frenar a los 'jihadistas'. Casi nadie quedó convencido. La lógica de la
espiral es difícilmente replicable.
- Aún en el dudoso caso de un
triunfo de los moderados en Damasco, resulta más que improbable que asistamos a
una Siria estable, unificada y en paz. Los derrotados pueden conservar poderío,
apoyo y aliento de supervivencia suficientes para hacerse fuertes en ciertos
sectores de la costa, en el sur y en otros enclaves (los feudos alawies) para
reproducir un nuevo Irak, plagado de sectarismo y violencia.
- En este proceso de transición
hacia otra Siria, es imposible que los actores regionales asistan pasivamente a
los acontecimientos. Todos presionaran para que la recomposición del tablero sea más favorable a sus
intereses. Israel sólo ve positiva la desestabilización de la actual Siria, si
sirve para aislar a Irán y obligarlo a claudicar en sus proyectos nucleares.
Turquía quiere ver un nuevo país muy atento a sus intereses de renacida
potencia regional. Irak no querrá una Siria dominada por el 'sunnismo' militante
y revanchista. Las monarquías del Golfo parecen las más acomodadas a los planes
norteamericanos, pero se opondrán a una política demasiado conciliatoria con el
'alawismo', versión siria del 'chiismo'.
FUERA DE ESTADOS UNIDOS
Las complicaciones en Estados
Unidos tienen un efecto indudable en otros lugares. En Francia, Hollande se ve
obligado a atemperar su entusiasmo por la acción. El equipo del Presidente ha
dicho que esperará al resultado de las deliberaciones en Washington para
plantear un posible voto en la Asamblea Nacional, ya que Francia no podría
ejecutar sola la operación de castigo contra Siria. En realidad, Hollande gana
tiempo para gestionar el rechazo de una opinión pública muy contraria a sus
planteamientos en este asunto.
También ha sido cogido en falta
el Presidente de Rusia. Vladimir Putin sigue empeñado en no dar facilidades a
Obama, incluso reprochándole mentiras a Kerry en su comparecencia ante el
Senado. Pero se cubre ante el ataque norteamericano, asegurando que no se
opondrá a ello si se prueba con toda claridad que Assad gaseó a su población.
Es la típica jugada rusa, que ya ha visto antes: hacer pasar la impotencia por
aquiescencia o condescendencia.
¿Qué decir de la propia Siria? Las declaraciones de Assad a LE FIGARO
recuerdan al Saddam Hussein anterior a sus dos derrotas. Aparente el Presidente
sirio una confianza y una tranquilidad (bravuconería, incluso,) engañosas. Pretende
que Obama ha forzado el debate en el Congreso para esconder una rectificación.
Pero familiares de los jerifaltes del régimen dejan el país a paso
forzado. Un antiguo colaborador decía estos días que todo se debe a esa actitud
de resignación tan habitual en la cultura árabe: si todo está perdido, mejor es
actuar con dignidad.
Assad cumple la semana que 48
años. Los 'tomahawk' que dentro de unos días lluevan sobre sus
instalaciones militares llevarán impresa simbólicamente esta dedicatoria:
"Feliz cumpleaños, señor Presidente!
No hay comentarios:
Publicar un comentario