6 de Mayo de 2015
¿Habrá
un giro a la izquierda en Gran Bretaña? El resultado de las elecciones es aún
incierto. La diferencia que anuncian los sondeos entre los dos principales
partidos -conservador y laborista- se encuentra dentro de los márgenes de error
demoscópico y, por tanto, no resulta concluyente. Sin mayoría absoluta, se
impondrán los pactos. Tarea ardua.
TRUCOS
DE CAMPAÑA
Los
tories confían en poder repetir la coalición con los
liberales-demócratas, si éstos confirman la tendencia a la recuperación
apuntada en la última fase de la campaña. Pero es un wishfull thinking,
por dos motivos: ni siquiera la conjunción de los dos partidos asegura la
mayoría parlamentaria y, aún en ese caso, tampoco está claro que el socio menor
de esa coalición quiera repetir la experiencia, a la vista del tremendo desgaste
sufrido en los últimos cinco años. Numerosas voces lib-dem se han
pronunciado ya claramente en contra.
Los
laboristas rechazan firmemente la coalición con los nacionalistas escoceses,
pero se entiende mal cómo pueden formar gobierno, puestos que el acercamiento a
los liberal-demócratas tampoco sería suficiente, incluso sumando apoyos de los
verdes y otros grupos menores. El pacto entre laboristas y nacionalistas
escoceses ha sido una de las armas de campaña del premier conservador Cameron
para desalentar el voto a los primeros, aireando el riesgo de desgarro en la
unidad nacional. El rechazo laborista a esa coalición responde al intento de
desactivar esta estratégica tory. Pero lo cierto es que no hay mucha
simpatía entre laboristas y nacionalistas escoceses porque compiten por
segmentos electorales cercanos.
La
nueva líder escocesa, Nicola Sturgeon, se encuentra mucho más a la izquierda
que su antecesor, Alex Salmond. Pese a su desconfianza del socialismo clásico
británico por su postura centralista, Sturgeon cree prioritario impedir la
continuidad del neoliberalismo pálido de Cameron. Por eso, insiste en el pacto
de conveniencia con los laboristas. Esta opción podría abrirse paso no en forma
de coalición de gobierno, sino de apoyo parlamentario. Pero Milliban sabe que
eso sería comprar inestabilidad y restar inerme ante cualquier presión
escocesa.
La
peor pesadilla de los laboristas es que los nacionalistas se lleven la gran mayoría
de los 59 escaños que se juegan en Escocia. Esta parte del Reino Unido ha sido
uno de sus feudos históricos, pero la emergencia nacionalista le ha ido
debilitando en los últimos años. El debate sobre el referéndum de independencia
fue decisivo en la decadencia laborista en Escocia. El triunfo del
"no", lejos de hacer retroceder al independentismo, le abrió otros
caminos.
UN
PROGRAMA DE GOBIERNO
Con
estas limitadas e inquietantes perspectivas, Ed Milliban ha intentado construir
un propuesta electoral mucho más a la izquierda de lo que ofreció durante la
década anterior el llamado "nuevo laborismo", liderado por Tony
Blair. No se trata en todo caso de volver al "viejo laborismo", sino
de ensayar una vía progresista sin renunciar a los principios. La propuesta
laborista se 'codifica' en diez leyes que Milliban pretende desarrollar en el
denominado "discurso de la Corona"; es decir, el programa del nuevo
gobierno, si la Reina le encargara la misión de dirigir el país, a la vista de
los resultados electorales. Estos son los asuntos más relevantes:
-
Una nueva ley sanitaria que desmonte los recortes y las reformas restrictivas
de los conservadores (éste quizás haya sido el asunto de mayor peso en la
campaña).
-
Un nuevo código fiscal que revierte los privilegios otorgados por Cameron a las
grandes fortunas (incremento de cinco puntos en la presión impositiva) y los
beneficios del capital, tras un periodo de incremento de la desigualdad sólo
comparable al periodo thatcherista (Gran Bretaña es hoy el país desarrollado
más desigual del mundo, junto con Estados Unidos).
-
Una reforma energética que modifica la regulación del mercado e incluye la
congelación de precios.
-
Una apuesta por la ampliación de oportunidades educativas, que establece la
reducción de las tasas universitarias en un 33%.
-
Una política laboral más favorable a los intereses de los trabajadores, con el
aumento del salario mínimo. En términos reales, los salarios han disminuido
todos los años desde 2010.
-
Un giro completo en la política de inmigración, en el que prevalece la
integración y la protección de los más vulnerables y no actuaciones de rechazo
o repulsión.
-
Una batería de medidas de protección y promoción social, al más clásico estilo
social-demócrata, pero sin excesos, ya que se afirma el principio de la
"responsabilidad fiscal" y la garantía de control del gasto público,
que ejercerá una Oficina presupuestaria del Parlamento (los laboristas plantean
recortes de sólo mil millones de libras, frente a los doce mil millones que prometen
los conservadores).
-
Una política exterior que rompe con el "aislacionismo" tory y
afirma un nuevo liderazgo británico comprometido con Europa, frente a un
Cameron atrapado por la promesa de someter a referéndum la permanencia en la
Unión, para apaciguar a su ala eurófoba.
UNA
NECESARIA CAUTELA
Milliban,
apodado hace años el "rojo" por sus enfrentamientos públicos con el
"nuevo laborismo", cree poder liderar este giro a la izquierda en el
laborismo, pese a que las dudas sobre la fortaleza de su liderazgo no han sido
despejadas. Durante la campaña, y en los meses anteriores, ha protagonizado un
marcado contraste de posiciones con sectores empresariales y financieros a los
que se había acercado su partido en la década anterior, durante el mandato de
Tony Blair. De hecho, la financiación de los laboristas se ha visto perjudicada
por este motivo. Los sindicatos han recuperado el puesto de contribuyentes
principales del partido.
No
está claro ni que Milliban pueda pronunciar "el discurso de la
Corona", ni que, aún en ese caso pueda aplicar este programa de tintes
keynesianos. La experiencia francesa, aunque con rasgos, referencias culturales
y planteamientos diferentes, aconseja prudencia y rebaja las expectativas. En
todo caso, el alejamiento definitivo de los años blairistas otorga a los
laboristas un crédito progresista. Los pactos post-electorales determinarán el
verdadero alcance del prometido giro a la izquierda.
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