15 de Noviembre de 2015
El
múltiple atentado de París, junto a las otras dos acciones recientes
reivindicadas por el Estado Islámico o Daesh, la voladura del avión ruso
y el atentado suicida de Beirut, invitan a considerar si se ha producido un
cambio fundamental de estrategia de los yihadistas.
Desde
su fundación, el Daesh se diferenció de Al Qaeda, en cuestiones orgánicas,
doctrinales y, más precisamente, estratégicas. Al Qaeda operaba como un movimiento clandestino pero
sin pretensión de convertirse en opción
de gobierno. La prioridad de sus actuaciones eran las potencias internacionales
('enemigo lejano') que, según Bin Laden, amparaban, manejaban y corrompían a
los regímenes árabes o islámicos ('enemigo cercano').
Los
fundadores del Daesh creyeron, en cambio, que desafiar frontalmente a
Estados Unidos y a sus aliados occidentales conduciría a la derrota rápida y
segura. La prioridad debían ser los 'enemigos cercanos'. Siria e Irak eran los
objetivos obvios. Desde luego, eran muy 'cercanos',
hasta el punto de ser los lugares de origen de los principales dirigentes
iniciales del Daesh. Pero, sobre todo, eran totalmente vulnerables. En Siria,
una guerra prolongada había destruido la funcionalidad del Estado y en Irak no
terminaba de cuajar un nuevo Estado, sobre el que siguen pesando las presiones contrarias
de Estados Unidos e Irán.
La
'hoja de ruta' yihadista era clara: lograr victorias militares rápidas y
seguras, hacerse con el poder en las zonas conquistadas y consolidar posiciones
(baqiya wa tatamaddad), para erigirse en
modelo de gobierno (Califato) y
propagar la jihad internacional. Los triunfos militares del Daesh
y la consolidación de sus 'gobiernos locales' en Siria (Raqqa) e Irak (Mosul,
Ramadi) provocaron dos dinámicas opuestas: reactivación yihadista e
intensificación de la respuesta occidental.
LA
REACTIVACIÓN YIHADISTA
En
el universo yihadista se propagó un clima de euforia. Las organizaciones y
grupúsculos veteranos fueron abandonando Al Qaeda para adherirse al Daesh
y surgieron formaciones nuevas entusiasmadas con la proyección renovada de la Jihad.
Con
más rapidez de la que quizás pareciera conveniente a los propios dirigentes del
Daesh, estos seguidores del Califato
reactivaron el combate contra los 'enemigos cercanos'. Los estados o entidades amenazados por el
empuje de las franquicias, sucursales o extensiones del Daesh pueden agruparse así:
-
Los 'descompuestos' por el proceso de la mal llamada 'primavera árabe', (Libia
y Yemen) o los susceptibles de 'desestabilización' (Egipto y Túnez).
-
Los 'corruptos', 'vendidos' o 'colaboradores' de Occidente (Arabia Saudí, los
países del Golfo, Jordania y, en cierto modo, Turquía).
-Los
'herejes', es decir, partidos, milicias, agrupaciones o movimientos de
confesión chií o asimilada (alauíes, houthies, etc.),
armados, financiados y/o protegidos por Irán,
el enemigo más odiado por ser un desafío directo desde el mismo corazón del
Islam militante.
LA
RESPUESTA OCCIDENTAL
En Occidente cundió la alarma por la solidez
de las posiciones adquiridas por el Daesh en Irak y los avances
constantes en Siria, mientras se ponía en evidencia la fragilidad del estado
iraquí y se diluía la oposición 'moderada' al régimen de Assad.
No
sin vacilaciones, renuencias y demoras, la administración Obama decidió adoptar
un giro en su estrategia hacia una participación más activa y directa. En Irak,
reforzó la capacidad militar del gobierno central, envió más asesores militares
y respaldó con aviación el contraataque contra las posiciones yihadistas en la
provincia de Anbar, con algunos éxitos (Tikrit) pero también fracasos (Ramadi).
En Siria, persistían las dudas, debido a la debilidad creciente de las milicias
pro-occidentales. Hasta que la vulnerabilidad de Assad se hizo crítica y Putin
decidió acudir militarmente en rescate de su aliado tradicional en Oriente
Medio.
La
apuesta rusa imprimió una nueva dinámica a la "guerra contra el
terror". Obama reevaluó las opciones en Siria. Después de un enésimo
intento fallido, descartó el rearme de las frágiles milicias moderadas y
decidió intensificar los bombardeos aéreos de las posiciones yihadistas.
De los países que secundaban esta ofensiva norteamericana contra el extremismo islamista,
el más activo ha sido, sin duda, Francia, por delante de Gran Bretaña, o de las
potencias árabes conservadores, enfangadas en el conflicto del Yemen (Arabia
Saudí y sus aliados del Golfo) o en sus propias amenazas internas (Egipto).
LAS
REPRESALIAS DEL DAESH
Hasta
hace pocas semanas, los casos de terrorismo islamista en Occidente eran obra de
simpatizantes locales o de 'lobos solitarios' (el extraño ataque en el tren
Ámsterdam-París del pasado agosto) o actos específicos de 'castigo' (asalto al Charlie
Hebdo, en enero). Estos episodios constituían acciones aisladas. No parecían
responder a un cambio de estrategia; es decir, a la decisión de llevar el
combate al corazón del 'enemigo lejano'.
Sin
embargo, desde comienzos del otoño, y coincidiendo con la aceleración de los
acontecimientos bélicos, ya no podemos hablar de actos aislados, sino de una
escalada en toda regla. En apenas unos días, el Daesh ha encadenado tres operaciones
terroristas audaces, contra los enemigos
que más le han apretado: la voladura de un avión de turistas rusos que
regresaba del Sinaí (golpe simultáneo a Rusia, el principal respaldo de Assad, y
a Egipto), atentado suicida en uno de los principales feudos de Hezbollah,
el barrio de Bourg El Barajneh, en el sur de Beirut (golpe a Irán y a sus
protegidos chiíes) y múltiple asalto terrorista en Paris (golpe a Francia,
precisamente el país europeo más activo en la 'guerra contra el terrorismo').
Aún
es pronto para confirmar si estas represalias reflejan un cambio de estrategia.
Por ahora, se pueden manejar varias hipótesis, no excluyentes: 1) que el Daesh
se sienta seriamente debilitado y necesite enviar a sus militantes, seguidores
y simpatizantes una contundente y espectacular demostración de fuerza; 2) que pretenda atemorizar a los ciudadanos
occidentales y rusos para generar un clima contrario al compromiso bélico en Oriente
Medio; 3) que ante la hipótesis de una próxima
derrota, retirada o repliegue de sus feudos en Irak o Siria, quiera preparar un
escenario prioritario de combate distinto al mantenido hasta ahora.
En
este nuevo escenario, el desafío para el Daesh es Estados Unidos. Los
atentados de los últimos días son impactantes, pero sólo atacando directamente intereses
norteamericanos, aunque no sea necesariamente en su territorio, pueden los
extremistas islamistas mantener su condición de fuerza temible.
1 comentario:
Juan,
Mándate un blog, que le explique a los lectores como occidente desde el 2003 ha hecho lo imposible, inventando democracias en oriente ( solo donde le conviene pues esas dictaduras saudíes son según occidente (USA EUROPA)democracias. Y porque a través de estos hechos los ciudadanos de occidente tienen que pagar estos precios.
Tus blogs tienen la ventaja que son entendibles para un lector medio
Gracias
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