29 de noviembre de 2023
El resultado de las elecciones
legislativas en Holanda ha reavivado la preocupación de políticos y medios
liberales y socialdemócratas europeos. El triunfo, por vez primera, del
ultraderechista Partido por la Libertad (PVV) no ha sido estrictamente una
sorpresa, pero no se esperaba una victoria tan amplia. Con 37 escaños, duplica
con creces su representación parlamentaria (tenía hasta ahora 17) y se gana la
opción de formar gobierno (1). El Parlamento estatal tiene 150 diputados, de
los cuales casi una cuarta parte serán del PVV.
En teoría, los socios de los
ultras deberían ser otros grupúsculos nacionalistas conservadores: euroescépticos,
calvinistas y populistas agrarios. En todo caso, el PVV
necesitaría el apoyo de los democristianos, tantos los más tradicionales o conservadores
como los centristas, y desde luego el de los recién llegados del Nuevo Contrato
social, una suerte de democristianos populistas. Esta amalgama de fuerzas difícilmente
compondrá una mayoría (2).
Los socialdemócratas comparecieron
en candidaturas conjuntas con los ecologistas de izquierda y han conseguido ser
la segunda fuerza política (25 diputados), después de muchos años de
ostracismo. Pero no les ha alcanzado para hacerse con el gobierno, como
esperaba su líder, el exvicepresidente de la Comisión Europea, Frans Tindemanns,
salvo que consiguiera forjar una especie de gran pacto centrista.
La clave está en la decisión del hasta
ahora gobernante Partido Popular Liberal Democrático (VVD), que ha obtenido 24
diputados, uno menos que los socialistas y ecologistas. Durante la campaña se
ha conducido con ambigüedad sobre un posible pacto con la extrema derecha,
aunque ahora parece cerrado a esa eventualidad. Su líder, Mark Rütte, dimitió
en verano después de más de una década al frente de unos gobiernos de coalición
muy trabajosamente cosidos con liberales avanzados y democristianos.
Discrepancias sobre el asunto de la inmigración (de su limitación, del recorte
de derechos de los inmigrantes) dieron la puntilla a un gobierno que ya se
había tensionado por otros problemas domésticos.
La sustituta de Rütte en el VVD
es Dilan Yesilgoz-Zegerius, hija de refugiados kurdos. Sin embargo, su posición
en materia de inmigración es notoriamente más dura que la sostenida por su
antecesor (3). Este desclasamiento también lo vemos en Gran Bretaña, donde la
Secretaria del Interior, Suella Braverman, recientemente cesada, es de origen
indostánico y mantenía posiciones ultras en materia migratoria. No muy
distintas, por cierto, que las del propio Primer Ministro, Rishi Sunar, de la
misma procedencia étnica.
LA INMIGRACIÓN ROMPE EL ‘CORDÓN
SANITARIO’
El centro-derecha se ha apuntado
al discurso restrictivo de la ultraderecha sobre la inmigración, sabedor de que
es una apuesta segura para atraer votantes. Socialdemócratas y ecologistas
tampoco están exentos del contagio, véase el giro en Alemania (4). Los extranjeros
que llegan a Europa han sido convertidos en chivos expiatorios de los problemas
sociales crecientes: carestía y escasez de vivienda, agotamiento de los
servicios sociales, aumento real o percibido de la criminalidad, tensiones
convivenciales por diferencias culturales y religiosas, etc (5).
Holanda ya fue un termómetro
temprano de esta respuesta reaccionaria a comienzos de siglo, con la aparición
de las primeras formaciones islamófobas en el centro y norte de Europa, en
países que hasta entonces habían mantenido unos servicios sociales amplios y
robustos. Una tendencia similar a la experimentada en los países nórdicos, con
quien Holanda ha compartido un modelo social más avanzado que el predominante
en el resto de la Europa continental.
Geert Wilders, el líder
ultraderechista holandés, ha visto finalmente premiada su constancia, tras
varias décadas de activismo radical. Recogió el testigo de Pym Fortuny, un
político gay procedente del mundo del cine, que combatió lo que él consideraba
como el peligro del islamismo retrógrado para la tolerante sociedad
neerlandesa. A la postre, opuso a una intolerancia presentida otra forma de
intolerancia más agresiva y real. Fue asesinado por un activista animalista durante
una campaña electoral y su sangre sirvió de semilla a Wilders para afianzar una
opción ultra con posibilidades de gobierno a largo plazo.
La cantera de votos de Wilders se
encuentras en las áreas rurales (compartidas con el BBB), pero también en los
núcleos urbanos con gran densidad inmigrantes como Rotterdam (38% de la población
tiene origen foráneo). En cambio, los socialdemócratas y ecologistas han conseguido
mejores resultado en otras ciudades con menos extranjeros, como Ámsterdam y
Utrecht.
El PVV ha merodeado los contornos
del poder, pero sin amenazarlo frontalmente. Wilders no ha dudado en denigrar
el Islam, o a sus practicantes, los inmigrantes procedentes de países
empobrecidos, muchos de ellos perseguidos por gobiernos dictatoriales o destrozados
por las guerras. Los ha denominado “chusma” y los ha vinculado continuamente
con la delincuencia.
Nada diferente a lo que, en la
primera década del siglo, hizo el entonces Presidente francés, Nicholas
Sarkozy, cuando dedicó idéntico epíteto a los jóvenes magrebíes que
protagonizaron protestas violentas en los suburbios de París y otras ciudades.
Para contener a la ultraderecha de Marine Le Pen, Sarkozy decidió asumir su
lenguaje y gran parte de sus propuestas políticas, con una apariencia de
“respetabilidad republicana”.
Esta ósmosis entre las derechas
europeas (conservadores y ultranacionalistas) se ha extendido como una mancha
de aceite y alcanza hoy a otras familias centristas. Los democristianos, que
durante algún tiempo y bajo el impulso de la entonces canciller alemana Merkel,
mantuvieron un “cordón sanitario” frente a los grupos radicales, se han
convencido de que ya no pueden contenerlos externamente y muchos creen que no
hay más remedio que coaligarse para intentar neutralizar la influencia que
ejercen sobre una ciudadanía insatisfecha y confusa (6).
Esta colaboración es ya una
realidad en los países nórdicos. La ultraderecha está ya en el gobierno o en
pactos legislativos con la derecha conservadora en Suecia y Finlandia, o ha
obligado a políticas restrictivas, en Dinamarca, ahora con gobierno
socialdemócrata. Los ultras no se conforman con esto. Este fin de semana, los
‘Demócratas de Suecia’ (equívoco nombre) han celebrado su congreso con un
mensaje claro: lo conseguido es sólo el comienzo. Y es que las encuestas
otorgan a los DS más apoyo que los partidos del centro y la derecha juntos (7).
Italia también ha sido un motor
de este cambio de paradigma político. De ser fuerza menor en la habitual
coalición de las derechas, los ultraconservadores nacionalistas alcanzaron la
posición hegemónica, y ello a pesar de su división entre los neofascistas
centralistas romanos y los antiguos separatistas nordistas de la Liga. El
centro-derecha italiano es ya testimonial.
El virus alcanza también a las
formaciones liberales. Macron a duras penas pudo contener esa tendencia, con su
afamado triunfo en 2017, que se quiso ver como un frenazo al Frente Nacional.
Con el tiempo y las sucesivas crisis, el partido de Marine Le Pen mantiene sus
opciones de abiertas, aunque el sistema electoral limita sus recursos, lo que
obliga a la actual mayoría a limitar los derechos de los inmigrantes y
establecer severos controles de entrada.
El debate actual sobre la
reorientación de la política migratoria, plasmado en una nueva Ley, está
poniendo de manifiesto esta derechización de Macron y los liberales. El texto
ya restrictivo que salió de la Asamblea Nacional ha sufrido un endurecimiento
aún mayor en el Senado, donde el partido del gobierno tiene una presencia menor
que Los Republicanos (derecha conservadora). En los debates parlamentarios, el
ministro del Interior y sus diputados afines se han mostrado muy tibios o
incluso complacientes con las restricciones en materia de asilo, servicios
sociales a los inmigrantes, condiciones de expulsión, etc.. Los macronistas
más a la izquierda confían en que la Asamblea Nacional purgue estas
aportaciones extremistas. En todo caso, el gobierno ya ha descartado acudir al
mecanismo del decretazo, el famoso artículo 49.3 (8).
La operación es arriesgada, se
mire como se mire. Los movimientos políticos han sido muy intensos los últimos
días. Un grupo de 17 diputados Republicanos se ha expresado a favor del
consenso, pero el liderazgo del partido y la dirección del grupo parlamentario
están ancladas en la línea dura e insiste en un referéndum, que Macron ya ha
descartado. El ministro del Interior, Gérald Darmanin (presumible candidato
presidencial en 2027), hurga en las contradicciones de la derecha y advierte
que si Los Republicanos quieren seguir siendo un “partido de gobierno” deben
apoyar el proyecto, aunque se suavice (9).
Este dilema sobre el alineamiento
con la ultraderecha corroe ahora a los liberales holandeses del VVD, aliados de
Macron en Europa. La opciones están sobre la mesa: o se avienen a una coalición
amplia según el nuevo modelo nórdico, con presencia dominante de los ultras del
PVV, o se deja el gobierno a una frágil combinación de las derechas conservadoras,
que profundizarán en los retrocesos sociales y reforzarán las políticas
identitarias.
NOTAS
(1)“Long a bastion of Liberalism, the
Netherland takes a sharp right turn”. THE ECONOMIST, 23 de noviembre.
(2) “Législatives aux Pays-Bas: pour l’extrême
droite victorieuse, former une coalition est loin d’être gagné”. LE MONDE,
23 de noviembre.
(3); “Dilan Yelsigöz, la
fille des refugiés qui veut durcir la politique migratoire”. COURRIER
INTERNATIONAL, 22 de noviembre.
(4) “Scharfer schwenck. In der
migrationspolitik sind jetzt aus SPD und Grüne für mehr härte”. DIE ZEIT, 8
de noviembre (reproducido en COURRIER INTERNACIONAL, 28 de noviembre).
(5) “Partout en Europe, le portes
se referment”. COURRIER
INTERNATIONAL, 25 de noviembre.
(6) “Geert Wilders’s election win leaves the Dutch
in a awful quandary. Will the cordon sanitaire against the far-right
hold?”. THE ECONOMIST, 23 de noviembre.
(7) "En Suéde, l’extrême
droite a le vent en poupe, un an après l’arrivée de la droite au pouvoir”. LE
MONDE, 26 de noviembre.
(8) “Du droit du sol à l’aide
médical de’Etat, comment le Senat a durcit le projet de loi ‘immigration’. LE
MONDE, 14 de noviembre; “Projet de loi ‘immigration’: le gouvernement veut
éviter le 49.3”. LE MONDE, 22 noviembre.
(9) “Projet de loi ‘immigration’:
Gérald Darmanin accroît la pression sur Les Républicains”. LE MONDE, 28 de
noviembre.
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